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El Rey del Cacao
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Libro electrónico232 páginas4 horas

El Rey del Cacao

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¿Y si el jeque Omar decidiera comprar toda la cosecha de cacao? De paso en Suiza para administrar sus negocios, este caballero nunca imaginó que se adentraría en el mundo del cacao. Sin embargo, su fascinación por este ingrediente y especialmente por los actores que lo rodean solo crecerá... ¿Qué se esconde detrás de la vaina de cacao, de ese fruto de los dioses? ¿Por qué el grano de cacao, ese oro marrón, no se vende como el oro negro? ¿Quiénes son los plantadores que sobreviven del cacao? ¿Por qué la autenticidad de Leila lo impacta tanto? Desde Zúrich hasta las plantaciones de Costa de Marfil, pasando por Abu Dabi y Estados Unidos, Omar hará todo lo posible para demostrar su amor y en su intento, descubrirá cosas de sí mismo que eran insospechadas. Descubra este fascinante, colorido y sorprendente mundo del cacao y sus intrigas. El Rey del cacao es un relato que destaca el valor humano. Una ilustración perfecta de la cita de Walt Disney: «Si puedes soñarlo, puedes lograrlo».

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento22 ene 2021
ISBN9781071584170
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    El Rey del Cacao - Alexandre Nervi

    A Carolina

    «Si puedes soñarlo, puedes lograrlo».

    Walt Disney

    Diem perdidi, pensó enseguida Omar al ver la estatua en el salón de la división del banco privado Credit Suisse, en la sede de Zúrich. El busto, esculpido en mármol blanco, presidía sobre el reborde de la chimenea. Omar se acercó y leyó la leyenda.

    «Tito, Museo del Capitolio, Roma» Galería Dierking, Zúrich. ¡Cuánta fascinación había sentido en su infancia por los relatos de este emperador romano, que provenía de una familia muy humilde y murió joven! Su padre, el jeque Mohammed ben Zayed Al Nouaktin, fundador de los Emiratos Árabes Unidos, amaba contarle cómo Tito había sido el prototipo mismo del buen príncipe, para quien la función había trascendido y no corrompido.

    –¡Omar! –gritó una voz femenina que provenía de atrás y que lo desconcentró–. ¡Qué gusto volver a verte!

    Apenas tuvo tiempo de voltearse cuando su amiga de la infancia lo estrechó entre sus brazos.

    –Rebecca Ribeiro –dijo abrazándola–. ¡Qué alegría estar aquí, amiga! ¡Tanto tiempo sin verte! Sigues tan hermosa como siempre.

    –¿Y tú? ¡No has cambiado nada! Sígueme, vamos a mi oficina, estaremos más tranquilos.

    Le tomó la mano y lo llevó entusiasmada por un laberinto de pasillos. El banco había renovado completamente el interior del edificio que contrastaba significativamente con la apariencia tradicional de su exterior. Omar solo recordaba el negro que dominaba el ambiente en sus visitas anteriores. La decoración incluía zonas de comunicación y nuevos espacios en un complejo armoniosamente colorido.

    –¿Te fijaste en las hermosas piezas que decoran la sala de espera? –preguntó Rebecca–. Durante todo el mes de diciembre, tendremos una galería con esculturas y pinturas de Tito.

    –¡Sí, increíble, las vi!

    –¿Recuerdas cuando soñábamos con transformar en historietas las anécdotas que tu padre nos contaba sobre este emperador romano? –preguntó Rebecca riéndose a carcajadas.

    –¡Oh, por favor, eso fue hace mucho! –respondió Omar riéndose también.

    –¿Supongo que sigues siendo amante del café? –preguntó ella en el cruce de un pasillo.

    –Por lo visto no has cambiado nada, todavía recuerdas muchos detalles de la gente que te rodea.

    –Es parte de mi trabajo, Omar –dijo ella sonriendo–. Pediré que nos sirvan dos. Acaba de llegarnos la última cosecha de Etiopía, país considerado la cuna del café. Es una maravilla producida a partir de dos tipos de arábicas muy diferentes que revelan notas de madera y almizcle inesperadas.

    Rebecca marcó un número corto en su teléfono y realizó el pedido. Omar constató de nuevo que ella se expresaba perfectamente en el idioma local, el alemán de Suiza.

    Rebecca tenía su propia oficina, debido a su rango jerárquico. Había optado por una oficina grande con amplios ventanales que abrían hacia adentro y hacia afuera, y ofrecían una vista panorámica de la Paradeplatz de Zúrich.

    La atención recaía espontáneamente sobre un mueble interminable, moldeado en acero inoxidable. En este ambiente de trabajo, reinaban de manera minimalista y depurada una pantalla de veintiocho pulgadas de último modelo, una lámpara Artemide y una placa de identificación hecha de madera y latón.

    «Rebecca Ribeiro - Directora de la Banca privada de Medio Oriente»

    Omar no sabía cómo expresar la profunda admiración que sentía por su amiga. Ella se había esforzado mucho para alcanzar su posición actual.

    Frente al monstruo de metal, había un área de recepción compuesta por un sofá, dos sillones de club y una mesa de centro. La mirada de Omar se detuvo primero en la reproducción de ¿Cuándo te casas? de Paul Gauguin, que Rebecca había colgado en la pared, detrás del sofá, para compaginar el color amarillo y verde de los cojines con una parte del cuadro. Luego observó el segundo toque personal que caracterizaba el ambiente privado de Rebecca, una escultura intrigante en una de las mesitas auxiliares. Leyó la reseña.

    El hombre que camina de Alberto Giacometti.

    –El elogio de la lentitud en un mundo que avanza cada vez más rápido –dijo Rebecca notando que Omar miraba fijamente la obra de arte–. Siéntate, por favor, los cafés están por llegar.

    Rebecca se sentó en el sofá frente al sillón en el que se había instalado Omar.

    –¡Gracias! ¿Y este sería el elogio de la locura? –preguntó él señalando el lienzo y soltando una carcajada.

    –¿Cómo?, ¿el cuadro o la boda? –dijo ella con un guiño.

    La asistente de Rebecca irrumpió discretamente en la oficina para dejar los cafés sobre la mesa y se escabulló de la misma manera.

    –Me refería al lienzo –prosiguió Omar sonriendo–. ¡Es la obra pictórica más costosa del mundo, Catar la compró por trescientos millones de dólares en 2015! Y pensar que el primer comprador que se apoderó de este lienzo pagó siete francos tras la muerte del artista. ¡Es una locura!

    –¡Es tremendo beneficio! Por lo menos se basa en algo tangible. Hoy, por desgracia, la economía de lo irreal ha tomado el control.

    Rebecca le hizo señas a Omar para que no olvidara que su café estaba en la mesa. Omar se acercó para alcanzar la taza.

    –Rebecca, la plusvalía en el mundo material o inmaterial me da igual, siempre y cuando obtenga un beneficio.

    Omar terminó su frase mirándola fijamente a los ojos, con los suyos bien abiertos.

    –Veo que no has cambiado, Omar, siempre tan centrado en los negocios, pero no todo es dinero en la vida, amigo mío. ¡Prueba uno de estos chocolates!

    Ella tomó uno de los bombones que estaban en el plato y mientras se lo llevaba delicadamente a la boca, le acercó la bandeja a Omar.

    –¿Qué tal la vida amorosa, Omar?

    –Tranquilidad absoluta, Rebecca. De todas maneras, como dicen por ahí, mejor solo que mal acompañado.  Además, ya pasé la edad de las relaciones de una noche. Estoy concentrado en mis negocios y mi deporte.

    –¡Bueno, entonces no me vas a presentar a la princesa Al Nouaktin todavía! ¿No pensarás quedarte solterón?

    –Para, me parece estar escuchando a mi hermano.

    –Por cierto, ¿cómo está él?

    –Siempre igual, fiel a sí mismo –dijo Omar desviando la mirada.

    –Aun así, es impresionante. ¿Pero por qué nunca han podido llevarse bien ustedes dos?

    –No es realmente importante, Rebecca –dijo Omar esquivando la pregunta.

    –Mmm, ya me dirás qué te parece –dijo ella lamiéndose los dedos–. Es un chocolate negro con sesenta y cinco por ciento de cacao de origen mexicano, excepcional y rarísimo, que me regaló uno de mis mejores clientes. Proviene de granos llamados «porcelana», lo mejor de lo mejor del cacao. Los llaman porcelana por el color blanco de los granos que contrasta con el tono marrón de las demás variedades. Verás, en la boca deja increíbles aromas frutales con toques de acidez que evocan incluso algunos cítricos.

    Omar, por su parte, probó un cuadrado de chocolate, pero no quiso detenerse mucho en esta historia.  Estaba ansioso por retomar la discusión.

    –¡Sí, es sabroso! Aunque bueno, no sé mucho sobre chocolates, así que es difícil pronunciarme. Entonces, Rebecca, ¿cuándo me vas a presentar a la nueva Rebecca, a la robot gestora de bienes que duplicará el rendimiento de mi cartera?

    –Veo que no has cambiado nada, sigues igual de sarcástico –respondió ella riéndose–. ¡Y también noto que aprecias mis servicios!

    –¡Obviamente es un broma, Rebecca! Pero, en serio, ¿cómo van con ese tema?

    –Por los asesores virtuales o robo-advisers, como los llamamos, por los cuales pasará la gestión del futuro, la «finanza 2.0».

    Articulando estas últimas palabras, Rebecca imitó las comillas con los dedos índice y medio de ambas manos e hizo una mueca dubitativa.

    –Te aseguro ahora mismo, Rebecca, que no se trata solo de las finanzas 2.0, sino el 2.0 en todas las áreas, incluso en las más inesperadas. Justamente a mi hermano le acaba de pasar.

    –¿Ah sí?

    –Sí, Mansour compró un equipo de fútbol inglés de primera división.

    –Veo que el señor no se niega nada.

    –Pues bien, resulta que el estudio estadístico es cada vez más importante en ese sector y la tendencia parece irreversible. Un gran club rival promovió incluso a su jefe de analistas al rango de director deportivo. ¿Te das cuenta? Dentro de diez o quince años, un entrenador de fútbol ya no será un especialista de fútbol, sino un experto en dirección, porque la tecnología tomará las decisiones futbolísticas.

    –En el sector bancario falta mucho para eso, Omar  –explicó Rebecca–. Ciertamente los chatbots, esos robots que conversan con los usuarios, permiten ya a determinadas estructuras tramitar las solicitudes comunes. Sin embargo, para una gestión más compleja de carteras, incluso con la eliminación del factor emocional, el enfoque matemático ha mostrado sus limitaciones. De hecho, el cálculo de rentabilidad prevista está completamente basado en datos históricos, toman, por ejemplo, el rendimiento promedio de los últimos cinco años. Evidentemente, esto es lo peor que se puede hacer, ya que se presupone que el pasado se repetirá de forma idéntica. Veo más bien un enfoque híbrido en el futuro.

    –Rebecca, solo tratas de ganar tiempo, pero llegaremos ahí más rápido de lo que crees. Veamos otro ejemplo. La máquina acaba de vencer al hombre incluso en el juego de Go, un juego inventado hace aproximadamente tres mil años en China. La simulación por computadora es particularmente difícil en este caso, debido a la gran cantidad de combinaciones por explorar. ¡Podrás buscarte otro empleo pronto!

    Omar miró fijamente a Rebecca y soltó una carcajada.

    –Si eso te divierte, Omar –dijo negando con la cabeza–. Estas nuevas tecnologías están cambiando nuestro comportamiento a tal punto que estamos perdiendo el poder sobre nuestras vidas, sabes. Nos estamos convirtiendo, en palabras del filósofo italiano, Giorgio Agamben, en «el cuerpo social más dócil y sumiso que jamás hubiera aparecido en la historia de la humanidad».

    –Rebecca, el rendimiento tendrá siempre la ventaja. Y, hablando justamente de efectividad, volvamos a lo nuestro, si no te importa. ¿Cuáles son las mejores opciones en este momento? Escuché que Snap, la compañía detrás de Snapchat tuvo un éxito contundente en su oferta pública de venta.

    –Con un crecimiento del cuarenta por ciento de las acciones en el primer día de cotización, puedes efectivamente hablar de éxito contundente, pero no es así como perpetuarás una cierta diversificación del petróleo o bloquearás las inversiones masivas de los chinos por todo el mundo, y...

    Rebecca se detuvo en medio de la frase.

    –¿Y? –prosiguió Omar.

    –Y ustedes no son los únicos que quieren diversificarse del oro negro, Omar. Arabia Saudita venderá al menos el cinco por ciento de su gigante petrolero, Aramco, a través de la bolsa para dotarse de un fondo soberano de dos billones de dólares. El fondo más importante del mundo tendrá como objetivo acabar con la dependencia del petróleo, del que la economía saudita depende en más del setenta por ciento. Además, este fondo controlará más del diez por ciento de la capacidad de inversión mundial.

    –Sí, estaba al tanto de eso y forma parte de la Visión Saudí 2030, elaborada por el príncipe Mohammed. Todos estamos tratando de diversificarnos del petróleo y en esta carrera nos enfrentamos con China, prácticamente en todas partes.

    –¿Y cuál es tu plan, Omar?

    –No estoy seguro, Rebecca.

    –El problema es que tarde o temprano la economía real retomará la ventaja. No comemos teléfonos inteligentes, ni vamos a pagar las cuentas dando «me gusta» a publicaciones en Facebook. Algunas personas todavía temen y creen en el imperialismo estadounidense. Sin embargo, la mayor amenaza hoy en día es china. Se están centrando en la industria real con grandes inversiones estratégicas en esta dirección. China es el mayor constructor en África y está comprando tierras en todo el mundo. Actualmente es el primer productor mundial de acero y el segundo de vino. ¡Incluso la aviación y el sector espacial han llegado a estar al alcance de los técnicos chinos! En fin, en todos los ámbitos, China inventa y trabaja más duro que los demás. Su desarrollo es deslumbrante y todo esto apenas empieza...

    –¿Qué harías tú en mi lugar, Rebecca?

    –¡Lo ideal sería encontrar mercados para contrariar a los chinos! Están a la cabeza en muchos sectores, pero en uno en particular, creo que todavía hay mucho por hacer.

    –¿Y cuál es ese sector?

    The Food, Omar. ¡La comida!

    –¿La comida? –dijo Omar muy extrañado.

    –Sí, incluso las bebidas. Los productos que responden a las necesidades vitales. Mira, por ejemplo, podrías invertir en una compañía activa en refrescos. Acaban de publicar resultados excelentes y confirman su resurgimiento.

    –Con la satanización del azúcar en estos tiempos, me parece que solo se trata de un éxito temporal, Rebecca. Mejor volvamos a la comida. ¿Cuál sería la lógica de invertir fondos en este sector?

    –Omar, la idea es bastante simple, habrá más de nueve mil millones de personas en el planeta para el 2050 y esos dos mil millones de bocas adicionales que alimentar plantearán un auténtico desafío a la agricultura actual. En África, por ejemplo, viven mil millones de personas y en menos de treinta años serán dos mil millones. Veamos ahora el ejemplo de Pakistán que experimentó una bomba demográfica y una verdadera falta de espacio físico con veintisiete millones de habitantes en 1947 y doscientos millones en 2017. ¡Eso equivale a duplicar la población cada veinticinco años aproximadamente! Los temas demográficos harán, ineludiblemente, que la supervivencia sea inmanejable en buena parte del planeta.

    Omar bajó la mirada, se frotó la nuca y empezó a morderse el labio inferior.

    –De acuerdo ⎼dijo Omar con expresión dudosa⎼, pero todavía no veo a dónde quieres llegar.

    ⎼Si mantenemos este ritmo de consumo con los desechos que ello genera, para que todos tengan suficiente para comer, la producción agrícola debería aumentar en un setenta por ciento respecto de su nivel actual. Aunque el rendimiento agrario está ciertamente en constante progreso, no podemos expandir las tierras disponibles de forma indefinida. Los mares difícilmente podrán proveer más peces... sin mencionar el vórtice de plástico en los océanos y la posible catástrofe marina que podría provocar. Además, los rendimientos de las explotaciones de diversas razas de animales han vuelto a ser objeto de debate.

    Omar alzó las cejas y cruzó los brazos.

    ⎼¿Y? Rebecca, todo eso es muy interesante, pero te recuerdo que estoy aquí para revisar mi cartera. ¿Cómo piensas aumentar su rendimiento?

    Omar se dio cuenta de que había empezado a golpetear con el pie derecho sin deliberación, mientras decía sus últimas palabras.

    ⎼¡Ya voy, Omar, ya voy! Está surgiendo una tendencia muy tentadora, vinculada precisamente a la problemática de la alimentación: ¡Las Agrotech!

    ⎼¿Agrotech? ⎼repitió Omar extrañado.

    ⎼Sí, Omar, estas empresas emergentes, en su mayoría estadounidenses con sede en Silicon Valley, que intentan revolucionar la agricultura masiva global. Ahora están trabajando en alternativas a la proteína animal, cuyo impacto, tanto ambiental como médico, está siendo cada vez más cuestionado. Han llegado, por ejemplo, a producir huevos en laboratorio sin gallina e incluso a hacer queso sin leche de origen animal, sino con plantas y hasta a producir filetes cien por ciento vegetales.

    ⎼¿Y todo eso es bueno? ⎼preguntó Omar sacando la lengua.

    ⎼Pues bien, resulta que estas compañías han entendido que el sabor tenía que estar allí. Más allá del argumento de la salud, la seducción del paladar es lo que ganará el interés de la mayoría.

    Omar trató de imaginar las posibles consecuencias en su estómago. Aclaró su garganta y continuó.

    ⎼¿Y qué tan grande es este mercado potencial?, ¿tienes alguna idea?

    ⎼Es un mercado que tiene un crecimiento anual del veinticinco por ciento y que podría representar seis mil millones de dólares en 2022.

    ⎼¿Y por eso te gustaría que invirtiéramos en este sector? Conociéndote, supongo que tienes algunos ejemplos concretos de empresas.

    ⎼¡Por supuesto! Mira, esta semana, por ejemplo, Bill Gates participó en el financiamiento de Impossible Foods. Una empresa emergente que hace una carne para hamburguesa bien jugosa, a partir de ingredientes como trigo, aceite de coco y papa. Aunque la innovación radica sobre todo en el uso de una proteína similar a la hemoglobina, que se encuentra en las raíces de las leguminosas y permite crear una especie de «sangre vegetal».

    Rebecca soltó una carcajada al ver la mueca de Omar.

    ⎼Omar, esta carne vegetal requiere un setenta y cinco por ciento menos de agua, genera un ochenta y siete por ciento menos de emisiones de gases de efecto invernadero y necesita un noventa y cinco por ciento menos de tierra agrícola que la carne de la ganadería tradicional. La empresa ya rechazó una oferta de doscientos

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