MAPUCHE - El Custodio del Paraíso
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MAPUCHE - El Custodio del Paraíso - Gustavo Guglielmotti
FIN
Los cazadores de orejas
El sol del atardecer conseguía entrar a través del follaje del bosque de robles. El canto de los diferentes pájaros inundaba completamente el silencio. El bosque, completamente virgen de presencia civilizada estaba lleno de vida. Germán, vestido en parte como militar y en parte como cazador se inclina sobre el suelo. Tiene alrededor de 40 años y mira con atención la tierra.
Alejo, 25 años, detiene sus pasos y se acerca. Acomoda un Remington que carga en su espalda.
Alejo - ¿De que se trata?
Germán permanece en silencio. Observa una huella, luego desvía la mirada un metro delante de él, luego otro metro. Se levanta. Observa el bosque delante de ellos.
Germán - Un salvaje... Uno solo, 14 o 15 años. Exactamente lo que necesitábamos hoy. Otro par de orejas para vender.
Alejo - ¿Que hacemos? ¿Vuelvo atrás y llamo a los demás?
Germán - No. Estas no quiero compartirlas ¿Tuvieron miedo de entrar en el bosque? ¿Quisieron esperar afuera? Se joden.
Germán voltea su cabeza hacia atrás. Mira el bosque detrás de ellos. Busca algo que no encuentra.
Alejo - ¿Qué buscas?
Germán - No entiendo el lugar desde donde el indiecito llegó aquí. No vi sus huellas cuando entramos.
Alejo busca el cuchillo que lleva en la cintura. Lo extrae, lo mira. Controla el filo y el mango trenzado en cuero. Lo aferra para sentirlo en su mano con firmeza.
Alejo - ¿Puedo matarlo yo? Te dejo a ti las orejas, pero me gustaría matarlo a mi.
Germán - Matar un salvaje no es como matar un ser humano. Con los salvajes hay que tener cuidado. Son animales. En el momento que crees tener todo controlado descubres que te han matado.
Alejo - Has dicho 14 años... no es mi primera vez, déjame hacerlo a mi. Estoy seguro de estar preparado. No tengo miedo de ningún salvaje. Tengo 4 años como soldado y otros tantos como delincuente.
Germán observa la forma en que Alejo sostiene el cuchillo. Sonríe. Germán - Tu no sabes luchar con el cuchillo. Nunca lo has hecho. Escucha este consejo. No te hagas matar inútilmente.
Alejo - Se escuchan tantas cosas de tu pasado. A veces me pregunto cuanto de todo lo que se dice es real.
Germán no responde a la provocación.
Alejo - ¿Son 32 o 33 las muertes que debes a la justicia?
Germán - Es una cuestión de puntos de vista. Nunca asesiné ningún cristiano a sangre fría. Todos tuvieron la oportunidad de defenderse. Fueron duelos correctos. Tu no hubieras sobrevivido a muchos de ellos.
Alejo - No eres mi padre, no entiendo porqué te preocupas tanto por mi integridad.
Germán se detiene, escucha el bosque. Los ruidos de los animales le dan la respuesta que esperaba.
Germán - Tengo intenciones de pedir tu hermana mayor como esposa. Me han ofrecido un trabajo en la policía. Un amigo de tu padre me ofreció una estancia entera. Quiero terminar con ésta vida piojosa y asquerosa. No quiero volver a la ciudad cargando tu cadáver. De cualquier forma suceda, si sucede, no tengo alguna duda. Será culpa mía, porque no supe protegerte. Por éste motivo lo que haremos será llegar al lago, degollar los indios que encontremos para luego volver hacia el pueblo y vender las pieles y las orejas. Sin riesgos y sin pérdidas de ningún tipo.
Alejo se lleva una mano hacia la espalda, para hacer ver el rifle.
Alejo - ¿Y el puma?
Germán asiente con la cabeza - Si los indios están pescando, de seguro no encontraremos ni pumas, ni tampoco jabalíes. Nada de nada.
Se acercan a una claridad en la vegetación. Se ve el lago detrás de una serie de rocas, árboles y arbustos. Los movimientos de Germán se hacen silenciosos y lentos. Alejo lo sigue a medio metro de distancia. Germán le indica a Alejo de adelantarse hasta ponerse detrás de un tronco de árbol que yace en el suelo. Todo se desarrolla en completo silencio.
Alejo se esconde detrás del tronco del árbol y el follaje del bosque. Germán extrae su cuchillo. Se mueve caminando como un cuadrúpedo para no dejarse ver.
Alejo hace deslizar la cinta de cuero y empuña el Remington. Lo carga. Solo que aún no ve lo que ha visto Germán. Germán mueve una rama de la planta que tiene delante. Es en ese momento que Alejo consigue ver los pumas que están bebiendo en la orilla del lago.
Germán extrae el cuchillo para la eventualidad que el puma herido consiga escapar de ellos. Alejo apunta uno de los Pumas, acaricia el gatillo, sonríe.
Alejo - Amo esta tierra y su maravillosa riqueza.
En ese momento la superficie del agua se mueve. En la superficie del agua aparece una india de 16 años. Estaba alcanzando la orilla nadando bajo el agua completamente ignorante de la presencia de los pumas, como también de los hombres. Los Pumas retroceden instintivamente lo suficiente como para evitar el proyectil. El ruido del disparo hace que se pierdan definitivamente entre la vegetación.
Huayra está desnuda y se paraliza viendo los cazadores. Huayra busca desesperadamente una vía de fuga. Sabe que no existe. Germán se pone de pie. La mirada fija en la increíble belleza de Huayra.
Alejo pierde la noción del tiempo. Se levanta apoyando una mano en el tronco que tiene debajo. Mira el cuerpo de Huayra como si fuera una alucinación delante de sus ojos. Huayra tiene el agua en la cintura y no intenta siquiera cubrirse. Sus ojos están petrificados en una mezcla de miedo, impotencia y odio. Sabe perfectamente que tipo de personas tiene delante y no es un misterio lo que sucederá.
Germán - De seguro, Dios debe querer premiar mis buenas acciones. De lo contrario no me habría hecho tan maravilloso regalo.
Sonríe y sin dejar de mirar la india dice - Vuelve a cargar el fusil. Si intenta huir dispara. Puedo violarla incluso después de matarla.
Alejo - ¿Cargar? Esta desarmada ¿Que puede hacer?
Germán - El disparo podría atraer la atención de otros indios. Carga de nuevo el fusil. Quiero sacarme todos los gustos y no quiero interrupciones.
Alejo empieza a cargar el fusil, pero no deja de observar a Huayra. Germán tiene el cuchillo aún en su mano y está entrando vestido en el agua. Pone el cuchillo en su funda para tener libres las manos.
Germán - Alejo. Hoy escucharás la maravillosa melodía que sale de la garganta de una india mientras viene sometida por un blanco. Si existe algo más maravilloso del sodomizar una salvaje, yo debo aún descubrir que es.
Alejo ha cargado el fusil. Se mueve lateralmente para poder apuntarle a Huayra sin encontrar en la trayectoria Germán que se dirige hacia ella. Tiene a Huayra en la mira. Huayra permanece completamente inmóvil. Alejo toma conciencia de la inutilidad de lo que está haciendo. Baja el rifle y se apoya en él para observar con tranquilidad lo que está por ocurrir.
En ese momento se sienten pasos de carrera. El crujido del tronco detrás de Alejo es lo que hace que Germán se vuelva. La carrera de un indio termina usando el tronco como punto de apoyo para un salto de más de 3 metros. Alejo trata de entender el terror que ve en los ojos de Germán, consigue solamente girar la cabeza.
El vuelo del indio termina con una patada que descarga sobre la espalda de Alejo. Alejo vuela hacia adelante por más de 4 metros. Nahuel aterriza en el suelo con la agilidad de un felino. Las manos en el fango. La mirada fija sobre Germán.
Alejo, aún consciente, realiza que no consigue respirar. Tiene varias costillas rotas y no consigue levantarse. Busca con la mirada su fusil y descubre que se encuentra a pocos centímetros de la rodilla del indio. Mira desesperadamente a Germán que no se mueve. Nahuel recoge el fusil para quitarlo del fango. Lo apoya sobre una roca.
Nahuel se pone de pie. Un metro noventa, el cuerpo de un guerrero impecable. La mirada fija sobre los ojos de Germán.
Germán - Si indio imbécil. Si. Muy bien prueba a enfrentarte conmigo como un hombre - Dice Germán mientras extrae su cuchillo y empieza a caminar hacia Nahuel.
Germán camina lentamente hacia al orilla. Teme que Nahuel lo ataque mientras se encuentra en el agua y esto haría todo más complicado, porque impediría el movimiento de piernas que él sabe hacer en sus duelos. Por este motivo la lentitud de sus movimientos. No quiere acelerar el encuentro.
Nahuel, a diferencia de lo que Germán teme, no hace ningún movimiento. Permanece como una estatua que tiene delante de si la eternidad.
Germán se encuentra fuera del agua. Sostiene el cuchillo en su mano entre el pulgar y el índice. Se gira para controlar a Huayra. Teme un ataque por la espalda.
Huayra se sumerge hasta el cuello, inclina la cabeza hacia atrás para peinarse. Vuelve a alzarse para observar la escena. No hay ninguna preocupación en el rostro y los movimientos de Huayra.
El cuchillo de Germán se interpone entre la mirada de ambos. Está a tres metros de Nahuel, se desplaza lateralmente como para atacarlo de costado. El cuchillo hace un movimiento que describe un 8. Durante la realización del 8 que describe la hoja no hay ninguna interrupción del movimiento, maravillosamente uniforme. Nahuel desliza hacia atrás la pierna derecha. La izquierda plegada delante de si. Las manos delante de él.
Germán se mueve con pasos lentos, como si recreara los pasos del tango. El peso en una pierna y la otra que controla el terreno testando el apoyo. La hoja del cuchillo