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El poder del equilibrio
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Libro electrónico234 páginas3 horas

El poder del equilibrio

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Este libro es una guía práctica para poder encontrar la espiritualidad que hemos perdido. Con ello, cualquier problema será fácilmente sorteado. Con lenguaje ameno y ejemplos prácticos y veraces, el autor llevará de la mano al lector a encontrarse consigo mismo y con Dios.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 abr 2017
ISBN9781370517398
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    El poder del equilibrio - Daniel Méndez Antillón

    Prólogo

    Escribir un libro siempre es un proceso de compartir tus pensamientos con otros. Cuando leí este texto de Daniel de inmediato me sentí identificada, pues en gran parte es tan similar a mi manera de pensar, que sentí como si lo hubiera escrito yo misma.

    Todos sabemos que existe una conexión espiritual entre aquellos que buscan el camino del reino celestial, o como diría Daniel, quienes han encontrado ese camino, así que no sería una coincidencia si todos los que fueron atraídos por este libro sienten que tienen algo en común con Daniel y que de algún modo están volviendo a casa.

    El autor nos recuerda que todos experimentamos momentos de dificultad, ansiedad e incluso desesperación. Por lo general tratamos de ignorar estos sentimientos con la esperanza de que se alejen al sacarlos de nuestra mente; sin embargo, siempre existe un nivel de verdad más profundo. Muchos, si no es que la mayoría de nuestros problemas, son el resultado directo de nuestras creencias y actitudes, y si sólo reprimimos nuestro malestar emocional tarde o temprano surgirán circunstancias similares que nos acecharán. En lugar de desviar la mirada, podemos mirar hacia arriba, hacia Dios, recordando que no estamos solos, que somos sus hijos y que él siempre nos está guiando. A medida que persista este recuerdo nuestra ansiedad dará lugar a la paz, permitiendo que su gracia nos toque.

    En realidad todos somos espíritus ansiosos de volver a nuestro hogar espiritual. Somos destellos de amor que provienen del seno de Dios. En este libro Daniel comparte sugerencias prácticas y meditaciones para alimentar esta chispa con más amor hasta convertirla en una gran llama de sabiduría, humildad y bendición. Si persistimos en ello nuestra armonía inicial dará lugar al crecimiento espiritual y agudizará nuestra conexión intuitiva con la guía divina que nos muestra la manera de servir, dar y vivir felizmente durante esta experiencia en la Tierra.

    Desde que conocí a Daniel he quedado asombrada de la facilidad con la que me identifico con él. Nuestras conversaciones, como este libro, parecen fluir. Él escribe con la misma franqueza con la que se muestra en persona. Daniel es un hombre que ha tenido un camino exitoso en el mundo material, pero sin olvidar su naturaleza espiritual. En mi trabajo como escritora y conferencista sobre temas de espiritualidad he conocido muchas personas que presumen de su capacidad para conectarse con o canalizar a seres superiores, pero las palabras de Daniel vienen del corazón, con un anillo de verdad y sin pretensiones.

    Vivir con nuestros pies bien puestos sobre la tierra, mientras nuestras mentes permanecen libres para conectarse con dimensiones más elevadas es lo que Daniel, a su muy dulce estilo, nos recuerda. Esta apertura nos permitirá convertirnos en mejores personas, desarrollando nuestra espiritualidad con una facilidad sorprendente en la escuela sagrada de la vida diaria. Ese es el regalo de este libro: equilibrio. Fácil de leer y divertido (que es uno de los principios que Daniel propone), nos motiva a aplicar los ejercicios que comparte a través de sus páginas y explorar ese lugar glorioso oculto en el que estamos destinados a vivir eternamente, después de dejar el plano material con sus ilusiones sobre el tiempo, espacio y otras limitaciones. Te recomiendo ampliamente este libro y espero que lo disfrutes tanto como yo.

    Lucy Aspra

    Introducción

    ¿Y para qué sirve el equilibrio?

    La felicidad no es una cuestión de intensidad, sino de equilibrio, orden, ritmo y armonía.

    Thomas Merton

    Me gustaría comenzar por resaltar la ironía a la cual te estás enfrentando: tienes en tus manos un libro sobre espiritualidad escrito por un abogado. ¡Un abogado! (Puedes insertar aquí tu propio chiste de abogados. Seguramente conoces alguno).

    A veces cuando que me presento ante la gente una de las primeras preguntas que me hacen es: ¿Del diablo?, a lo cual respondo que eso es un pleonasmo, ya que TODOS los abogados somos del diablo.

    Pero eso es nada más entre semana, porque los fines de semana que puedo trabajo para el bando de la luz. Cambio el saco y la corbata por unos jeans y una camisa azul o morada y me dedico a escribir y dar talleres y conferencias sobre espiritualidad. Esta es una de las formas en que encuentro mi equilibrio.

    Vivir en equilibrio es sumamente importante para todos y para todo lo que nos propongamos hacer. Para ser feliz, para ser saludable, para ser exitoso o para ser próspero se requiere equilibrio de algún tipo. Es más, hasta para ganar en el fútbol también se requiere de un equipo con cierto equilibrio ofensivo y defensivo.

    El equilibrio te empodera. Te permite florecer y superar circunstancias que parecen insuperables. Cuando estás en equilibrio difícilmente sucede algo que te saque de tu centro y de tu estabilidad.

    Y seguramente conoces muchas personas que están batallando en algún aspecto de su vida porque no tienen suficiente equilibrio. Comen de más, toman de más, gastan de más, trabajan de más o ven demasiadas telenovelas. O al revés. No duermen lo suficiente, no hacen el suficiente ejercicio (no hacemos, dijo el burro), no pasan suficiente tiempo con su familia, no comen suficientes vegetales y frutas, no se divierten lo suficiente, o no les pega el suficiente sol.

    La vida nos enseña claramente que todo requiere equilibrio. La física confirma que todo requiere equilibrio. La historia también así lo confirma, ya que los sistemas que no están equilibrados eventualmente se colapsan.

    Incluso la química confirma que hasta un cuerpo saludable requiere de equilibrio. En 1933 un doctor neoyorquino llamado William Howard Hay publicó un libro revolucionario llamado Una nueva era en la salud, en el que demostró que para que el cuerpo humano trabaje adecuadamente requiere un equilibrio en su pH (potencial de Hidrógeno), el cual mide la relación entre los niveles de acidez y alcalinidad en el cuerpo.

    Y sin embargo, equilibrio es lo que más nos hace falta hoy en día. Parte del problema es que vivimos en un Universo en el que impera la dualidad. En la naturaleza casi siempre existen dos fuerzas que parecieran empujarse y estirarse mutuamente, y en este constante jaloneo y empuje se crea todo lo que existe entre las dos. Por ejemplo, imagina una cuerda. Un extremo es negro y el otro extremo es blanco. El negro representa la ausencia del color y el blanco representa la unión de todos los colores. Entre ellos hay una gama con todos los colores que conocemos, pero en los extremos sólo hay blanco o negro. Podríamos aplicar la misma idea a casi todo lo demás. Existen la luz y la oscuridad, el positivo y el negativo, el tiempo y el espacio, la tierra y el mar, el Sol y la Luna, el hombre y la mujer, el Cielo y la Tierra, lo caliente y lo frío, Neo y el Sr. Smith, Batman y el Joker, Santo y Blue Demon, Chivas y América, el Barcelona y el Real Madrid... es la manifestación del Yin y el Yang.

    Asimismo, el ser humano es dualidad. Somos buenos, pero a veces nos gusta portarnos mal. A veces estamos de buenas, pero a veces estamos de malas. Tenemos energía masculina y también energía femenina. Somos seres espirituales, pero también tenemos necesidades terrenales, y cuando negamos alguna de estas fuerzas internas que tenemos nos queremos volver locos.

    Esta dualidad no sería un problema si no fuese por el hecho de que casi siempre elegimos vivir nuestra vida en alguno de los extremos. Nos hacemos parciales. Cuando nos enfrentamos con opciones para elegir nos confundimos pensando que al tomar una decisión estamos desechando o condenando aquello que no elegimos. Como si ser Chiva Rayada implicara que debes odiar al América y viceversa. En consecuencia, muchas veces al negar la poderosa combinación de nuestros aspectos positivos y negativos nos dejamos a nosotros mismos incompletos. Un ejemplo puede ser el sistema educativo bajo el cual crecemos. La ciencia nos enseña que todos tenemos un hemisferio derecho y también un hemisferio izquierdo y ambos no podrían ser más distintos. Sin embargo, casi todas las escuelas y academias de enseñanza se enfocan en desarrollar la inteligencia del hemisferio izquierdo. Se le da muchísima más importancia a la lógica, a la razón y a las matemáticas, y por otro lado no se le presta tanta atención al arte, a la imaginación y a la creatividad, que son las áreas que trabaja el hemisferio derecho. Y todo a pesar de que estudios confirman que los niños que aprenden a tocar un instrumento musical desarrollan más sus habilidades intelectuales.

    Hace mucho tiempo yo tuve una experiencia que me ayudó a entender cómo somos una sociedad que requiere más equilibrio. Después de terminar mi preparatoria pasé un año como estudiante de intercambio en Greenville, Mississippi, en los Estados Unidos de América. Como tal vez has escuchado, la población en esa región es muy pareja en cuanto al número de blancos y afroamericanos y el racismo ha sido un tema importante para ellos. No obstante, yo traté de hacer el mayor número de amigos que pude, independientemente de la edad, color o género. Durante las primeras dos o tres semanas lo logré y entre ellos estaba un estudiante afroamericano muy agradable que solía platicar conmigo, pero un día me hizo una pregunta difícil de responder. Me preguntó de qué color era yo. Entendí por qué me preguntaba esto y traté de responder como lo haría un político, de esos con colmillo largo y retorcido. Le dije: No, hombre. Yo soy mexicano.

    Pero él insistía y preguntó: Sí, pero, ¿eres blanco o negro? De nuevo le expliqué que esas categorías no aplicaban a los mexicanos, pero él no estaba contento con esta respuesta. Él quería saber de qué color era yo y finalmente le dije: Bueno, si realmente necesitas una respuesta, con base en el color de mi piel y considerando las opciones con las que puedo compararme o asimilarme, supongo... que podríamos decir que soy blanco.

    ¡Gran error! Sabía a dónde me llevaba y de todos modos caí en su trampa. Durante el resto del año no volvió a dirigirme la palabra y pude sentir un poco de distanciamiento con algunos de los estudiantes afroamericanos que antes eran amigables conmigo. Sentí que metí la pata porque realmente quería hacer muchos amigos ese año, pero también me sentí frustrado porque alguien me hizo elegir un extremo y yo fui lo suficientemente ingenuo para hacerlo. Esa situación me hizo pensar, ¿por qué debemos elegir extremos? ¿Por qué debo ser amigo sólo de los blancos o sólo de los negros? ¿Por qué debemos limitarnos a una opción en particular?

    Todo necesita equilibrio, integración y aceptación de esas partes de nosotros que tal vez no nos gusten tanto. Para bien o para mal así es. A mí en lo personal me encantaría poder comer sólo tacos, hamburguesas y tartas, así como dormir más de diez horas por día, pero no se puede. Requerimos equilibrio en lo que comemos, lo que bebemos, cuánto trabajamos, cuánto salimos de fiesta, cuánto dormimos, cuántos árboles se talan, en el poder entre partidos políticos y con qué frecuencia viene tu suegra a visitarte.

    Para todo se necesita equilibrio. Y el mensaje que te quiero dar con mucha claridad en esta introducción es que tu vida espiritual no es la excepción. Espiritualmente también requerimos equilibrio y te voy a decir por qué.

    Dios creó este Universo con muchísimas cosas y experiencias maravillosas para que tú y yo las disfrutemos; sin embargo, sin equilibrio podemos viajar a través de nuestras vidas perdiéndonos de gran parte de ellas. En consecuencia, muchos de nosotros vivimos sintiéndonos vacíos. No sabemos por qué, pero sentimos que algo nos falta. Podemos ir a la iglesia, decir nuestras oraciones, tratar de ser buenos y hasta hacer actos caritativos, pero aun así a veces nos sentimos incompletos porque no estamos siendo leales a nuestra naturaleza.

    En lo particular creo que es porque nos han condicionado a tener miedo a todo aquello que nos hace seres humanos y nos aleja de los ideales de perfección que algunos sistemas de pensamiento ajenos nos imponen. Por ejemplo, nos han condicionado a ver lo material como si fuera malo y a sobrevalorar lo espiritual a tal grado, que perdemos piso. Eso ha provocado que el miedo que nos han infundido y los temores que inconscientemente adoptamos de otras personas nos lleven a elegir vivir nuestra vida buscando sólo el extremo del puritanismo o a buscar de forma absurda el agrado de una deidad vengativa y acusadora que nos condenará en un infierno, y eso nos impide explorar todo lo que realmente somos. Entre otras cosas, nos impide explorar y entender mejor nuestra relación con nuestro cuerpo, con la madre tierra, y a rechazar todo aquello que nos puede hacer felices por un miedo infundado de que eso no agrade a Dios. Lo irónico es que entre más negamos nuestra naturaleza y nos alejamos de ella, más nos alejamos de ese Dios que tanto buscamos.

    Este miedo también nos ha impedido recibir la mayoría de los obsequios que el Universo nos ofrece. Nuestros padres, las personas a nuestro cargo y algunos líderes y maestros con quienes crecimos y a quienes escuchamos, tenían buenas intenciones e inconscientemente nos transmitieron puntos de vista tradicionales centrados en el miedo y la culpa. Que si porque es demasiada diversión, demasiado poder o demasiada libertad, el miedo siempre ha hecho que nos alejemos de nosotros mismos con el fin de seguir el camino que supuestamente Dios quiere que sigamos, de acuerdo con las supuestas verdades que, en ese momento, el líder en turno nos quiere implantar. Sin embargo, así como no necesitamos sacrificar a la Tierra para encontrar el Cielo, tampoco tenemos que dejar de ser nosotros mismos para encontrar a Dios. Al contrario, podemos encontrar a Dios tanto dentro como fuera de nosotros. Es más: me atrevo a decirte que el mejor camino para encontrar a Dios es adentro de ti mismo y te lo voy a demostrar en este libro.

    Dicho lo anterior, ¿por dónde comenzar? Todos queremos tener una mejor vida. Es natural y es aceptable. Y estoy convencido de que como hijos de Dios que somos, todos tenemos derecho a tener una excelente relación con él, junto con amor, paz, felicidad, abundancia, éxito y todo lo bueno de la vida que deseamos. De hecho, sé que es fácil alcanzar todo esto cuando encontramos la forma de equilibrar nuestra vida para no perder de vista el cielo, teniendo los pies bien plantados en la tierra. Sólo se requiere que seas capaz de dejarte guiar por tu propia alma en esta aventura de autodescubrimiento que probablemente te dará algunas sorpresas y romperá algunas de tus creencias. Se necesita fe y valor. Afortunadamente tú tienes las dos cosas en tu interior. De otro modo, este libro nunca hubiera llegado a tus manos.

    No te estoy pidiendo que creas lo que escribo. Únicamente que lo analices y te quedes con lo que resuene en tu alma. Ahí está ya todo lo que necesitas saber. Este juego sólo consiste en recordar lo que ya sabías y desechar las creencias falsas que te han impuesto desde afuera y que solamente obedecen a intereses ajenos.

    Como todo lo demás en la vida, no es posible lograr el equilibrio perfecto, pero un equilibrio sustancial sil Únicamente necesitamos el equilibrio suficiente para hacer que nuestra vida fluya.

    Estas páginas te ofrecen distintas formas de encontrar el equilibrio. Como verás, no hay sólo una forma de equilibrarse, ya que son muchos los aspectos que definen a un ser humano. Sería como querer equilibrar el pH de tu cuerpo únicamente cambiando lo que desayunas. Faltaría ver qué comes durante el resto del día, cómo duermes, cuánto te dejas estresar por tu jefe en el trabajo, cuántas chelas te tomas, cuántas horas ves televisión los domingos y cuántas veces a la semana te visita tu suegra, entre otras cosas.

    Lo que es importantísimo que sepas es que no hay sólo un camino, ya que cada viaje es único y personal. Sin embargo, no estarás solo en esta aventura. Dios estará contigo en todo momento, durante todo el trayecto. Tus ángeles, tus guías, maestros y acompañantes espirituales estarán contigo. Puedo asegurártelo. Eres importante para el Universo y Dios desea que te acerques a él, porque te ama más de lo que te imaginas. Eres amado y hay regalos listos para ti dentro de las piñatas del Universo, listos para que llegues a reclamarlos. Por lo tanto, te invito a dar algunos pasos hacia adelante y a que ¡golpees las piñatas lo más fuerte que puedas!

    Conforme me acompañes en esta aventura al equilibrio descubrirás que somos más de lo que podemos ver en el espejo. Tu rostro y tu cuerpo son sólo la punta del iceberg. Son solamente una pequeña extensión visible de quienes realmente somos. En realidad eres un ser más grande, maravilloso y más poderoso de lo que puedes imaginar, quien a un nivel más profundo nunca se ha separado de Dios. Ahora es momento de confiar en lo que has sabido en tu corazón todo este tiempo.

    Para encontrar el equilibrio Dios necesita que creas en él, pero también necesita que creas en ti mismo. Es tiempo de que comiences a vivir la vida que mereces vivir. Es tiempo de que escuches a tu corazón y uses la sabiduría que Dios ha depositado en él. Es tiempo de liberarte de restricciones y limitaciones autoimpuestas o condicionadas por intereses externos. Es tu momento.

    Este equilibrio no trata de que sea medio espiritual y medio material. Creo que la clave es ser cien por ciento espiritual y

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