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Prácticas restaurativas para la prevención y gestión de los conflictos: 20 Círculos de la palabra y una Asamblea en el aula
Prácticas restaurativas para la prevención y gestión de los conflictos: 20 Círculos de la palabra y una Asamblea en el aula
Prácticas restaurativas para la prevención y gestión de los conflictos: 20 Círculos de la palabra y una Asamblea en el aula
Libro electrónico582 páginas4 horas

Prácticas restaurativas para la prevención y gestión de los conflictos: 20 Círculos de la palabra y una Asamblea en el aula

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La prevención y gestión de los conflictos cotidianos es fácil cuando se dispone de herramientas para el desarrollo de unas relaciones interpersonales seguras y saludables. Las prácticas restaurativas (PR) funcionan porque implican a todas las personas por igual en el mantenimiento del bienestar emocional individual y colectivo.
Los Círculos de la palabra consiguen que cada persona se sepa y se sienta apreciada, necesaria, capaz y responsable de contribuir al logro de los objetivos comunes. Se celebran Círculos restaurativos con personas de cualquier edad, desde niños y niñas de tres años hasta adultos e, incluso, se pueden convocar círculos mixtos porque su estructura sigue un ritual bien marcado que genera confianza y seguridad a la hora de conectar unas personas con otras. Además, mediante el uso del guion restaurativo, basado en cinco o seis preguntas, se gestionan los conflictos de manera novedosa, ya que no se busca la sanción sino la reparación del daño producido con el acompañamiento de la comunidad. Esta visión humanizadora de la gestión de los conflictos es muy efectiva porque se ocupa de apoyar a la persona ofendida, de readmitir a la persona ofensora y de fortalecer al grupo.
En el libro se desarrollan 20 Círculos, paso a paso, proporcionando ideas, estrategias, actividades e instrumentos que permiten comprender las prácticas restaurativas en profundidad y aplicarlas con seguridad. Finalmente, en el capítulo dedicado a la asamblea en el aula se avanza hacia el cultivo efectivo de la democracia y la paz como vía para alcanzar mayor justicia social.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 dic 2020
ISBN9788427727663
Prácticas restaurativas para la prevención y gestión de los conflictos: 20 Círculos de la palabra y una Asamblea en el aula

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    Prácticas restaurativas para la prevención y gestión de los conflictos - Maria Carme Boqué Torremorell

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    1

    El inicio

    La inmersión en la cultura y las prácticas restaurativas comienza con unas breves consideraciones acerca de su aplicación educativa y con una aproximación a los círculos y conferencias. Luego pasamos a aclarar las funciones del cuidador del círculo. Seguidamente, a partir de una introducción a la justicia restaurativa y su regulación en Europa, se definen conceptos y principios comunes a todo el ámbito restaurativo. A modo de ejemplo, se presenta la experiencia de la ciudad inglesa de Hull, que ha extendido la cultura restaurativa a toda la comunidad convirtiéndose en una verdadera zona restaurativa. También se recomienda una lectura fácilmente accesible sobre pedagogía y prácticas restaurativas, la visita a la web de Hull y el visionado de un vídeo informativo a fin de aclarar qué son y qué no son las prácticas restaurativas. Y, para quienes dispongan de poco tiempo, en tan solo una decena de tweets se resumen los elementos fundamentales de las prácticas restaurativas.

    C ON LAS MANOS, CON LAS MENTES, CON LOS CORAZONES

    Esta propuesta de trabajo es una invitación a aprender haciendo: con las manos, con las mentes, con los corazones (hands on, minds on, hearts on). No solamente a hacer sin pensar, sin sentir, sin comunicar. Quien quiera transformar su aula, su escuela y su comunidad en un espacio de enseñanza y aprendizaje solícito y feliz, deberá ir expandiéndose a medida que pone en práctica nuestras sugerencias de una forma viva, libre y compartida. A la vez que participamos en cada uno de los 20 Círculos de la palabra y en la Asamblea en el aula, conectamos con nuestras tradiciones y cuestionamos nuestras convicciones, así es como nos redescubrimos y nos renovamos: creando presente y futuro e irradiando paz. Nos educamos.

    Con esta estrategia de trabajo (con las manos), incrementamos día a día nuestras competencias, ganamos confianza en nosotros mismos y nos reafirmamos en aquello que como educadores sabemos, podemos y debemos hacer. También ampliamos las perspectivas sobre nuestro rol docente y educador entretejiendo el espíritu crítico con el quehacer cotidiano (con las mentes), aprovechando lo que ya nos funciona y atreviéndonos ¡al fin! a desechar rutinas sinsentido. Y nos entusiasmamos por conseguir nuestras metas (con los corazones), perseveramos, tomamos conciencia de la propia trayectoria, celebramos los logros ya alcanzados y los compartimos. Nos empoderamos.

    Acción, visión y pasión son, pues, tres elementos clave para quien siente una curiosidad pedagógica constante y se pregunta incesantemente cómo podría mejorar en su práctica educativa. Al pasar de un círculo restaurativo a otro vamos recogiendo la herencia de quienes nos impulsan hacia un horizonte socioeducativo donde todas las personas son dignas portadoras de valores y posibilidades infinitas y, a su vera, ponemos manos a la obra. Nos comprometemos.

    Pero al final, el sedimento que debería dejar este recorrido, que no es lineal, sino que va de círculo en círculo con una cadencia cíclica tal y como sucede en la naturaleza, es la vivencia de que, gracias a este proceso de maduración personal y cultural, el desafío de convivir libremente en paz y armonía en un mundo justo para todas las personas es ahora posible. Porque lo que al fin y al cabo queremos restaurar es la dignidad de cada ser humano. Nos emancipamos.

    Quien emprenda por primera vez este camino restaurativo, no debería preocuparse por seguir las indicaciones al pie de la letra. Al contrario, se trata de ir descubriendo, en la medida de las propias necesidades, aquello que atesora cada uno de los círculos. Eso sí, para que la experiencia sea rica debe ser auténtica, real. Nos dejamos, pues, cautivar por el espectáculo de la vida en el aula, en la escuela y en la comunidad y nos sorprendemos, también, de nosotras mismas. Nos divertimos.

    Quien recorra por segunda vez la misma senda, debería demorarse para admirar paisajes, apreciar olores y escuchar leyendas, o sea, para prestar atención a aquellos detalles que contribuyen a que ese círculo en concreto se cargue de sentido y se torne único e irrepetible. Miramos a nuestro alrededor, capturamos esos momentos fugaces y agradecemos la singularidad de cada ser humano. Nos maravillamos.

    Y si el trayecto ya resulta familiar, quizás haya llegado el momento de detenerse y espigar los acontecimientos extraordinarios de entre las rutinas para luego, con calma y en buena compañía, revivir y analizar el trabajo efectuado y atrevernos, acto seguido, a redibujar el mapa. Contemplamos, compartimos, creamos y nos volvemos artífices de la historia que escribimos en el aula, en la escuela, en la comunidad y en el mundo. Dejamos huella.

    Las prácticas restaurativas enfatizan el papel del grupo en el quehacer individual y viceversa. Su foco alcanza a quienes rodean e influyen en cada persona (familiares, amistades, entrenadores, vecindario, etc.), porque son sufridores y acompañantes, a un mismo tiempo, de las acciones de esa persona. Sacar al grupo de la pasividad y de la indiferencia para canalizar su poder hacia el bienestar común va a ser nuestro objetivo; y enclavar a cada persona en su entorno, nuestro reto. Conectamos.

    CÍRCULOS Y CONFERENCIAS

    Vamos a distinguir entre círculos y conferencias, lo cual no es nada sencillo ya que las fronteras entre ambas prácticas restaurativas pueden resultar bastante difusas. Aquí pondremos el énfasis en el hecho de que mientras las conferencias son responsivas y se usan para resolver conflictos entre víctima y ofensor de manera ajustada y con el apoyo de otras personas de la comunidad, los círculos suelen ser proactivos, especialmente en el ámbito escolar y comunitario donde su objetivo es construir lazos de convivencia y comunidades fuertes con la participación del grupo entero. Dicho de otro modo, los círculos sirven para conectar y las conferencias para reconectar. En ambos casos, nos centramos en las personas y no en sus actos y aquello que nos motiva, como venimos señalando, es la restauración de la dignidad de que todo ser humano es portador.

    CÍRCULOS

    Un círculo es una reunión de personas que se comunican cara a cara y de igual a igual. Su finalidad es proactiva: construir relaciones positivas en el grupo pasando del yo y tu al nosotros con el objetivo de explorar conjuntamente cuestiones de su incumbencia. Por ello, el círculo solo se puede constituir con las aportaciones libres y genuinas de quienes están conscientemente presentes. La autenticidad resulta clave para que el círculo adquiera valor y significado, para lo cual se necesita un clima de respeto y aprecio. Así pues, la filosofía restaurativa debe ser palpable si queremos evitar que el círculo se convierta en un mero pasatiempo.

    Ha de quedar claro que las PR comportan una manera de ser y estar basada en los valores humanos y en la voluntad de ejercerlos seriamente y de forma visible. Precisamente por esto, antes de iniciar un círculo, la persona que lo conduce debe conectar consigo misma para poder encarnar y modelar lo que se dispone a pedirle al grupo.

    A pesar de su sencillez, los círculos se desenvuelven de manera ceremoniosa bajo la conducción de una persona que los facilita con pequeños rituales destinados a dar paso a todas las voces, garantizar la seguridad emocional y el bienestar de los participantes, establecer la conexión entre los mismos y generar capital social. El círculo no existe por el simple hecho de sentarnos en corro: se debe crear paso a paso.

    Técnicamente, las fases por las que pasa un círculo son: apertura, conexión y cierre. Seguidamente expondremos en qué consisten y cómo se desarrollan dichas fases aunque, como veremos posteriormente, la estructura general que ahora presentamos admite infinidad de variaciones.

    Apertura

    El objetivo de la apertura consiste en sentar los fundamentos del círculo, crear un clima de seguridad y libertad, modelar la comunicación empática y dar tiempo al grupo para centrarse y hacerse presente. Al finalizar esta fase todo el mundo debería estar preparado para emprender un trabajo reflexivo y de introspección junto con las demás personas del círculo. Aquí distinguiremos tres momentos clave: 1) constitución: acogida y funcionamiento del círculo; 2) chequeo: estado emocional y expectativas; y 3) mezcla: movimiento y cohesión de grupo.

    1. Constitución: acogida y funcionamiento del círculo

    Las personas que van a participar se sientan formando un círculo. Resulta fundamental que la persona que facilita el círculo se prepare interiormente, tomando conciencia de su estado físico y anímico, para poder estar totalmente presente y disponible. Cuando se nota preparada para honrar al grupo, la persona facilitadora procede a dar la bienvenida y se asegura de que todo el mundo se sienta bien acogido.

    Luego se explica brevemente en qué consiste el círculo y cuál es el rol del facilitador. Es muy importante ir estableciendo un tono ceremonioso de interés, respeto y consideración, libre de juicios y prejuicios hacia las demás personas para crear, así, un entorno seguro en el cual todas las contribuciones son escuchadas y bienvenidas.

    Se introduce el testigo u objeto de la palabra, que girará secuencialmente en el corro dando voz a quien lo sostiene y regulando el uso compartido de la palabra.

    También se establecen o recuerdan algunos valores básicos para el buen desarrollo del círculo (respeto, equidad, seguridad, responsabilidad, inclusión, empatía…). Por ejemplo: respetamos el turno de intervención, no nos reímos de los demás, lo que sucede en el círculo se queda en el círculo, nos preocupamos por el bienestar común, tomamos las decisiones por consenso, decimos justo lo que necesitamos compartir, etc. Estos acuerdos vivos sobre la manera como deseamos estar en el círculo se revisan en cada sesión pudiendo añadir o eliminar pautas.

    Siempre se comenta que el círculo es un espacio donde se habla y escucha desde el corazón y son igualmente bienvenidas y respetadas todas las intervenciones y puntos de vista, incluso el silencio, porque cada persona tiene su propia perspectiva a la hora de participar. En el círculo no se juzgan, comparan o contraponen las distintas aportaciones, sino que se consideran parte de la sabiduría colectiva. Lo que cuenta, pues, es compartir y conectar como grupo.

    Se pueden incluir poemas, canciones o música que inviten a la meditación y faciliten la entrada y la presencia en el círculo. En ocasiones, se prepara el centro con materiales que resulten inspiradores, sean significativos para el grupo o representen sus valores e idiosincrasia.

    Frecuentemente pediremos permiso al grupo antes de proceder: ¿os parece?, ¿está bien así?, ¿comenzamos?, etc., ya que el círculo nos pertenece por igual a todas las personas que participamos en el mismo. De este modo subrayamos que estamos compartiendo el poder y democratizando la comunidad.

    Este proceder, que se repite en todos los círculos, sirve de ritual de transición entre la actividad anterior y el tiempo especial que vamos a dedicar al encuentro restaurativo.

    2. Chequeo: estado emocional y expectativas

    Se lleva a cabo una rueda inicial con el testigo de la palabra para captar la energía del grupo con preguntas sencillas y de bajo riesgo emocional; aun así, han de resultar relevantes y entroncar con los intereses del grupo. La primera persona en responder es siempre quien cuida del círculo, dando ejemplo de cómo compartimos con el grupo (modelado).

    Si es la primera vez que se forma el círculo se efectúan las presentaciones, se pregunta por qué estamos en el círculo o qué esperamos del mismo.

    Mientras se realizan las intervenciones, el facilitador o cuidador del círculo escucha con gran atención, en profundidad. Al acabar agradece todas las aportaciones y puede que añada algún comentario global e incluyente. En ocasiones, veremos que en la primera ronda hay personas que pasan, por lo que si al acabarla preguntamos ¿alguien que todavía no ha compartido desearía hacerlo ahora? habrá participantes que, ya con mayor familiaridad, se atreverán a efectuar su aportación.

    En círculos sucesivos, las preguntas iniciales se vuelven más personales y profundas a medida que el grupo gana en seguridad y confianza y asume los valores restaurativos.

    3. Mezcla: movimiento y cohesión de grupo

    Se propone una dinámica lúdica, divertida, que genere movimiento y revoltijo entre los miembros del grupo, incluso risas. Se trata de que todo el mundo tenga la oportunidad de relacionarse (mezclarse) con otras personas e, incluso, acabar sentándose en un sitio distinto del inicial, y al lado de gente nueva. Este tipo de actividades ayudan a desinhibirse y a activarse, añaden flexibilidad a las relaciones interpersonales existentes en el grupo redefiniéndolas y transformándolas. De este modo se crean nuevas conexiones, sentido de pertenencia y mayor cohesión. En realidad, estamos trabajando la apertura a nuevas configuraciones, la plasticidad y la colaboración que tan necesarias resultan cuando al grupo le toca enfrentarse a retos complejos o a conflictos. Las dinámicas se van variando en cada círculo, si bien un mismo juego puede utilizarse una y otra vez, según funcione en cada grupo. Incluso podemos proponer a los participantes que elijan el juego para el círculo o que nos muestren una dinámica nueva.

    Conexión

    La fase de conexión constituye el núcleo del círculo y sirve para abordar su principal objetivo de manera progresiva, bien sea: desarrollo de competencias socioemocionales, asuntos de convivencia, planificación de tareas, evaluación de actividades, planteamiento de problemas, consulta sobre diversas cuestiones, reflexión acerca de temáticas de interés, compromisos de mejora, trabajo acerca de valores, planes personales, etc. No se trata únicamente de lograr una mayor comprensión sino que lo que se busca es una mayor conexión, lo cual redundará en la responsabilidad y el compromiso individual en el logro de las metas personales y del grupo. Las cuestiones que tratar deben ser auténticas y significativas. No se suele celebrar un círculo porque sí, sin más. Así pues, los momentos por los que pasa esta fase son: 4) planteamiento: para qué se convoca el círculo; 5) exploración: qué sabemos y donde nos situamos; y 6) compromiso: cómo nos responsabilizamos.

    4. Planteamiento: para qué se convoca el círculo

    Al inicio de esta fase se clarifican los objetivos y la intencionalidad del círculo, buscando la manera de centrar el tema que vamos a trabajar con precisión, transparencia y honestidad para, posteriormente, ir profundizando en el asunto. En grupos donde el círculo ya es un ritual bien establecido, el tema de la semana suele conocerse de antemano y se expone en la cartelera del aula. Asimismo, mientras en los primeros círculos es el facilitador quien decide el tema; más adelante ya es el grupo el que visualiza sus objetivos y propone aquellos asuntos que a sus miembros les conviene abordar.

    La primera actividad podría consistir en un chequeo secuencial sobre algún aspecto sencillo, eso es, pasando nuevamente el testigo de la palabra para invitar y animar a compartir el punto de vista sobre la cuestión, captar el sentir del grupo y orientarnos al respecto. Incluso se puede compartir una experiencia personal relacionada con la temática del círculo. No hay respuestas incorrectas y el clima de aceptación favorece que el hecho de decir lo que uno piensa con honestidad sea seguro.

    La secuencialidad evita que se caiga en dinámicas de confrontación ataque-contraataque que monopolizan la comunicación por parte de unas pocas personas, generalmente las mismas. También recordaremos que se puede pasar el objeto de la palabra sin decir nada. Como siempre, si observamos que algunas personas no intervienen podemos ofrecer la opción de hacerlo al final si así lo desean. Sin embargo, si observamos que la misma persona tiende repetidamente a no participar, al acabar el círculo buscaremos un buen momento para aproximarnos a ella y ver cómo animarla a compartir su punto de vista sea cual sea. Entendemos esa falta de participación, más que como desinterés o timidez, como falta de seguridad para darse a conocer a las demás personas y temor a mostrarse ante un grupo que todavía no ofrece suficientes garantías. Nadie debe sentirse expuesto ante los demás.

    Al pasar el testigo de la palabra escucharemos con la mayor consideración todas las opiniones, ya que lo que aquí se valora es la capacidad de cada persona de comunicarse y establecer vínculos interpersonales.

    También daremos muestras no verbales de agradecimiento y satisfacción, animando a todo el mundo a contribuir y, al finalizar, verbalizaremos nuestro aprecio por todo lo que hemos compartido.

    5. Exploración: qué sabemos y dónde nos situamos

    El momento central del círculo, y también el de mayor duración, se dedica a entrar con mayor profundidad en la cuestión que nos ocupa, descifrando sus matices, explorando alternativas y dando apoyo para desarrollar paso a paso el conocimiento del grupo y hacer aflorar la sabiduría colectiva. Para ello ayudaremos a identificar tanto las áreas de acuerdo como las de desacuerdo, sin adoptar ninguna posición y animando al entendimiento y a la búsqueda de soluciones inclusivas. De este modo se profundiza en la temática, se exploran distintas opciones y se genera consenso y sentido de pertenencia.

    Se trata de aprender sobre algo junto con los demás. Para lograrlo se usan estrategias variadas de trabajo colaborativo en parejas, en pequeño grupo y en gran grupo.

    Aunque lo más importante consiste en darnos la oportunidad de situarnos como personas y como colectivo en relación con la cuestión que estamos trabajando. Cabe señalar que la introspección y la capacidad de autoexploración y conocimiento tienen gran fuerza transformadora. Ha de quedar claro, pues, que no estamos sencillamente analizando un tema, sino viéndonos a nosotras mismas en relación con ese tema.

    Una secuencia típica consistiría en:

    –Realizar una lluvia de ideas en parejas y escribirlas en una hoja de papel.

    –Pasado un tiempo breve se forman grupos de cuatro, se comparan las ideas y se eliminan las menos interesantes, seleccionando solamente dos.

    –Luego nos reunimos en grupos de ocho y, después de debatir, escribimos en una hoja la mejor opción y cómo llevarla a cabo.

    –Exponemos las cuatro o cinco hojas resultantes en la pared o verbalmente.

    Otras veces, como ya hemos mencionado, se comienza por contar experiencias personales relacionadas con el asunto que se investiga para, así, poder identificar necesidades, intereses, estrategias, soluciones, vías de progreso, etc.

    Como se ve, la estructura del círculo es flexible y no se mantiene fija todo el rato, sino que permite agrupaciones que varían en función del trabajo a realizar.

    Al final de esta fase se presentan de manera sintética las principales conclusiones alcanzadas. Una posibilidad consiste en recurrir de nuevo al testigo de la palabra, pasándolo en el círculo y pidiendo de forma resumida la devolución de lo sucedido para su consolidación o para generar consenso. Pero hay muchas más alternativas: exposición por escrito, con imágenes, maquetas, pegatinas, etc.

    6. Compromiso: cómo nos responsabilizamos

    Esta rueda informa sobre la actitud y compromiso del grupo hacia la cuestión planteada. Y es que las prácticas restaurativas se fundamentan, sobre todo, en el hecho de compartir responsabilidades y brindar apoyo para lograr las metas comunes.

    Como siempre, modelaremos dando nuestra respuesta, ofreciendo seguridad y soporte, animando y agradeciendo a cada persona su contribución y entretejiendo distintas aportaciones. Lo que interesa es aumentar la confianza en el grupo y el sentido de unidad.

    Otra estrategia puede ser la pecera, consistente en formar un pequeño círculo interior integrado por un representante de cada grupo. Mientras el círculo externo observa, los de dentro intentan lograr un acuerdo por consenso. Una variación denominada espiral añade una silla vacía en la pecera que puede ser ocupada puntualmente por alguien del círculo de testigos para presentar su contribución. Pero hay muchas más estrategias para trabajar colaborativamente que pueden aplicarse en cualquier momento de la fase de conexión.

    Cierre

    A la hora del cierre se puede optar por un instante de reflexión, por afianzar algún aspecto trabajado en el círculo, reforzar los acuerdos o celebrar lo que entre todos y todas se ha logrado. Nunca se dejará un círculo a medias, por lo que el facilitador debe calcular bien los tiempos que se dedican a cada etapa. Esta fase final de cierre conlleva: 7) diversión: relación y juego; 8) colofón: valoración y agradecimientos; y 9) despedida: planes y expectativas. Aunque es opcional, resulta interesante dedicar algún tiempo, a posteriori, a analizar y valorar los círculos, su funcionamiento, dificultades, avances, momentos especiales… con otros colegas que también los estén celebrando en sus grupos.

    7. Diversión: relación y juego

    Acabaremos planteando un juego de movimiento, a poder ser relacionado con la temática del círculo o el valor trabajado (respeto, empatía, empoderamiento, integridad, confianza, apoyo…). Su objetivo es dejar un buen regusto por el tiempo compartido: sentir satisfacción.

    8. Colofón: valoración y agradecimientos

    La rueda final con el objeto de la palabra debe ser muy breve: expresar algo aprendido, algo sentido, algún deseo, etc. De lo que se trata es de apreciar y dotar de sentido al trabajo realizado entre todos y todas; a veces, una sola palabra es suficiente. Un poema, música o unas palabras finales por parte del facilitador o de otro miembro del círculo que las haya preparado o sienta la necesidad de compartirlas también constituyen maneras positivas de cerrar el círculo.

    Basta con reconocer, valorar o celebrar aquello que se ha logrado o construido en el grupo, las vivencias y momentos compartidos y la conexión alcanzada con las demás personas: hoy me llevo conmigo una idea… (sentimiento, momento, etc.), lo que me ha emocionado ha sido…, la palaba que ahora me viene a la mente es…, he aprendido que…, etc.

    9. Despedida: planes y expectativas

    En el momento de salir del círculo podemos proponer una última ronda con el testigo de la palabra para completar una frase sobre el futuro inmediato. Por ejemplo: hoy haré de este día un gran día… (yendo al cine con una amiga; cocinando un bizcocho sorpresa para la familia; celebrando el cumpleaños de mi abuelo; sacando a pasear el perro; echándome un ratito en el sofá; viendo fotos antiguas…). Esta rueda nos permite valorarnos, valorar a los demás, volver a la cotidianidad y mantener una expectativa positiva por lo que todavía está por venir. Así, retomamos el control de nuestras vidas sintiendo que somos capaces, e incluso responsables, de hacer algo por nosotros mismos para alcanzar mayor bienestar.

    Sin embargo, cuando la rueda de colofón y agradecimientos ha resultado intensa, merece la pena preservar la carga de unión y pertenencia al grupo que sin duda dejará un poso valioso en cada persona. Entonces, se despide el círculo simplemente dando gracias a todas las personas participantes por sus contribuciones y celebrando de modo específico aquello que se ha compartido, con un aplauso general o con un abrazo de grupo. No hay necesidad de más. En el Anexo 2 se facilita una plantilla para diseñar círculos.

    CONFERENCIAS

    Una conferencia, en cambio, solamente reúne a las personas que se han visto afectadas por un conflicto donde hay un ofensor confeso y una víctima identificada. Entre estas personas pueden incluirse amigos y familiares de cada una de las partes (micro-comunidad) y ciudadanos y ciudadanas del vecindario (macro-comunidad) a quienes también alcanza el daño en forma de inseguridad en el barrio, vandalismo, etc., y que, a su vez, por la forma en que configuran ese contexto en concreto, tienen influencia en los conflictos que allí se producen. Para tomar conciencia del amplio alcance de cada uno de nuestros actos, se suele usar la imagen del guijarro lanzado al agua que emite ondas concéntricas que van expandiéndose por la superficie del agua.

    Este modo de entender los conflictos cuenta con el capital social de la comunidad y lo pone al servicio de las personas implicadas en el problema en forma de apoyo para reparar el daño causado y restaurar la dignidad del ofensor. En lugar del castigo y la sanción se busca la reparación y la reinserción en el grupo. También se refuerza a la víctima reconociendo y legitimando su derecho a llevar una vida plena y pacífica, por ello se le muestra que no está sola y se le expresa el calor y la comprensión de la comunidad.

    Las conferencias proporcionan una alternativa a los sistemas de justicia tradicionales y jerárquicos que resuelven los conflictos siguiendo los principios de ganar-perder y de víctima-rescatador que penalizan, pero no reparan. Su finalidad es responsiva: responder de manera ajustada, responsable y colectiva a un problema. En vez de actuar identificando al culpable y penalizándolo, se trabaja en común para encontrar una respuesta válida para la comunidad, una vía de restaurar la convivencia y paliar el daño causado.

    En las conferencias todos y todas se comprometen a poner de su parte para que el cambio deseado se lleve a cabo prestando la ayuda y aportando los medios y recursos de los que cada cual dispone para lograrlo. Además, se atiende a la víctima de manera personalizada permitiéndole expresar su dolor y sus necesidades, algo muy distinto de lo que ocurriría en una aproximación punitiva donde la persona damnificada es la gran olvidada. Aquí, el proceso que se sigue resulta tan valioso o más que el acuerdo que se construye.

    No se pretende hacer cambiar a los demás, sino establecer una relación más armoniosa y empoderadora con uno mismo, con los otros y con el universo. Como resultado, la comunidad se ve fortalecida y se incrementa su capital social lo cual, a su vez, redunda en la prevención de nuevos conflictos. En este sentido, se considera que las conferencias restaurativas representan un modo más activo y evolucionado de entender la justicia, sobre todo porque proporcionan una respuesta sistémica a la seguridad en las comunidades haciendo uso efectivo de la noviolencia de forma tangible y constructiva.

    Las conferencias admiten variaciones, incluso representan modelos. Así, pues, cabría distinguir entre: las conferencias de grupo familiar de inspiración maorí originadas en Nueva Zelanda a finales de los ’80; el modelo policial de la ciudad de Wagga Wagga, en Australia, implementado a principios de los ’90; las conferencias comunitarias; y las conferencias escolares.

    Otras modalidades, surgidas en Canadá a lo largo de los ‘90, conservan la denominación de círculos, como, por ejemplo: círculos de sentencia o pacificadores, círculos sanadores o curativos y círculos de apoyo. Pero ha de quedar claro que, estas acepciones, suelen referirse a diálogos reparadores una vez cometido algún tipo de delito o daño a la comunidad más o menos grave.

    No es nuestro objetivo remarcar las diferencias existentes entre cada una de estas maneras de usar las conferencias, por lo que presentaremos el proceso de manera general sin ser fieles a ningún modelo, entendiendo que, según sea el caso, se pueden efectuar las correspondientes adecuaciones.

    Las conferencias se utilizan con éxito en el ámbito penal y desde ahí se trasladan al ámbito educativo. En el contexto escolar raramente se afrontan delitos (ofensor-víctima), pero sí conflictos (alguien hizo algo que no debía) que pueden alterar en mayor o menor grado la vida del centro incidiendo negativamente en el desarrollo de las personas involucradas, sus familias, profesores y profesoras, colegas, personal del centro, etc. En la medida de lo posible evitaremos judicializar la convivencia en la escuela y usar nuestras herramientas (las educativas), por lo que será importante emplear un vocabulario coherente y evitar términos más propios de una comisaría de policía. Por lo demás, las conferencias son altamente funcionales y educativas porque coordinan y alinean los esfuerzos de toda la comunidad en pro de una convivencia positiva y unas conductas adaptadas.

    La estructura de una conferencia restaurativa incluye las siguientes fases: preparación, acogida, reparación, y acuerdo y acompañamiento. Otros autores señalan solamente tres fases (pre-circulo, círculo y post-círculo) como se muestra en el Anexo 10. Y, a ser posible, debe ser facilitada por una o, incluso, dos personas (co-facilitación) convenientemente capacitadas y bien formadas en prácticas restaurativas. En el Anexo 7 se proporciona una plantilla para preparar conferencias.

    Preparación

    Se suele dar mucha importancia a la preparación previa de la conferencia, dado que es imprescindible conocer el conflicto para poder determinar qué personas deben ser invitadas a formar parte de ella. La inclusión de personas de apoyo a la víctima (receptor) y al ofensor (autor) contribuye a equilibrar el poder entre ambos. Todas las personas participan voluntariamente, con lo cual en esta fase se requiere 1) aceptación de responsabilidad o declaración de culpabilidad por parte de quien cometió la ofensa; 2) conexión con la comunidad, para garantizar su apoyo y compromiso; 3) deseo de reparación y rehabilitación. En primer lugar, el facilitador trabajará con las personas indicadas para invitarlas a participar voluntariamente, con lo cual resultará fundamental exponerles con claridad lo que se pretende y cómo se prevé el desarrollo de la conferencia.

    1. Aceptación de responsabilidad

    En un conflicto donde alguien ha infringido una norma o traspasado un límite es importante que se produzca una admisión de culpabilidad, o al menos, que se reconozcan los hechos y se clarifique la situación y participación en los mismos. La aceptación de responsabilidad (personal accountability) se considera requisito indispensable para convocar la conferencia, por lo que deberemos asegurarnos de que la persona que cometió el agravio está dispuesta a admitir sus acciones. Sin ese reconocimiento no se sigue adelante con la conferencia.

    En el ámbito educativo puede ser buena idea que la persona que admite su implicación en los hechos redacte un breve documento o carta de disculpa dando, así, pie a una participación más abierta, relajada y constructiva por parte de todo el mundo. En el Anexo 8 se sugiere un modelo de carta de

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