La Hermana República de la Transparencia

Por Ángel Armas Castañeda

A pesar que mi profesión oficial es la contaduría, desde siempre ha llamado mi atención el área de las humanidades; me ha gustado inmiscuirme en temas políticos, además de husmear el pensamiento de los filósofos malditos y la historia de la humanidad. No soy perito en esas disciplinas, sin embargo permanecía la inquietud de abrir el abanico y buscar un tema para emprenderla en un escrito. Siendo la primer incursión en el mundo de la literatura, convencido estoy que las obras dejan mucho ver los sentimientos y pensamientos del autor, aunado con la imaginación que se puede plasmar y de la cual se alimentan las historias. La tendencia es, de una realidad, crear un mundo fantasioso que puede llevarnos a lo grotesco y fuera de contexto; pero a fin de cuentas manifestar en términos llanos lo entretenido, cruel y chusco de situaciones que sabemos que existen pero que no podemos ver; que las imaginamos sin tener la certeza de la verdad. Que las olemos con el pensamiento; estando convencidos que no podemos intervenir. Que sabemos nos afectan, sin más remedio que resignarnos y aceptar lo que venga. Valga la redundancia para hacer honor a eso que llamamos transparencia; esa cosa que nos trae en vilo en todo lo que hacemos, vemos y percibimos. Que puede ser tan simple como monstruosa; tan real como falsa, tan efímera como perenne.

• Idioma: Español
• Editorial: Grupo Rodrigo Porrúa
• Fecha de lanzamiento: 12 nov 2020

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AGRADECIMIENTO

prólogo

A pesar que mi profesión oficial es la contaduría, desde siempre ha llamado mi atención el área de las humanidades; me ha gustado inmiscuirme en temas políticos, además de husmear el pensamiento de los filósofos malditos y la historia de la humanidad. No soy perito en esas disciplinas, sin embargo permanecía la inquietud de abrir el abanico y buscar un tema para emprenderla en un escrito. Siendo la primer incursión en el mundo de la literatura, convencido estoy que las obras dejan mucho ver los sentimientos y pensamientos del autor, aunado con la imaginación que se puede plasmar y de la cual se alimentan las historias. La tendencia es, de una realidad, crear un mundo fantasioso que puede llevarnos a lo grotesco y fuera de contexto; pero a fin de cuentas manifestar en términos llanos lo entretenido, cruel y chusco de situaciones que sabemos que existen pero que no podemos ver; que las imaginamos sin tener la certeza de la verdad. Que las olemos con el pensamiento; estando convencidos que no podemos intervenir. Que sabemos nos afectan, sin más remedio que resignarnos y aceptar lo que venga. Valga la redundancia para hacer honor a eso que llamamos transparencia; esa cosa que nos trae en vilo en todo lo que hacemos, vemos y percibimos. Que puede ser tan simple como monstruosa; tan real como falsa, tan efímera como perenne.

El que no esté libre de la transparencia… Que tire la primera argucia…

Qué maravilla es eso

de la imaginación,

mérito aparte

aquellos espíritus libres

que apoyan

poniendo las alas;

aunque en la realidad,

ni son libres

y prefieran las amarras…

1. Primero el final

Sentenciado a muerte; durante el trayecto a recibir la inyección letal, el cuerpo de Guillo permanecía inerte, con rostro demacrado; de un verde pálido y rígido ante el inminente proceso macabro. Guillo fue colocado en la plancha de un cojín completo, forrado de material sintético y sujetado con amarras de cuero, con los brazos pegados al cuerpo y las piernas juntas. La cabeza también fue inmovilizada a manera que no tuviese oportunidad de cualquier jadeo.

La adrenalina se apoderó de todo su ser, seguido de un sudor frío que estremecía todas sus arterias. Sus pensamientos recorrieron pasajes de su vida; en particular padres, amigos y amores. El remolino mental de esas imágenes se contrastaron con la sensación de lo que ahora suponía, pasaba por los pensamientos de las personas que sabían lo que estaba a punto de consumarse. Fueron instantes dramáticos en los que asomó una tímida lágrima que recorrió la sien y vislumbraba el inminente final.

Pasaron cerca de veinte minutos cuando se presentaron dos personas autorizadas para realizar la operación. Llegaron con una charola en la que descansaban jeringas desechables y tres pequeños frascos color ámbar, contenían los líquidos que en breves momentos recorrerían los ductos sanguíneos de Guillo. Ambos personajes con túnicas blancas y guantes de hule se dispusieron a llevar a cabo el proceso.

El momento crucial había llegado: Estaba de mas increpar si había razón o no de lo que se experimentaría, lo cierto es que no hubo poder humano que detuviera el hecho. Fueron sujetos ambos brazos con amarras para que brincaran las venas y cubiertas con una masa espesa para adormecer el área y no sentir el piquete del catéter previo al suministro de las sustancias; para hacer menos dramático el suceso le fueron tapados los ojos con cinta de tela. La aplicación de la inyección letal de los tres contenidos ocurrió a las 19:46 minutos del día 23 de noviembre de 2014.

Al momento de la ejecución, la tensión a su máxima expresión no permitió esbozar ninguna gesticulación; aun cuando mantenía la quijada apretada con toda la fuerza que sobreviene a experimentar alguna sensación indecible para cualquier mortal.

La primera solución aplicada paraliza el cuerpo, la segunda afecta el sistema respiratorio y la última el cardíaco; sin embargo, solo la primera surtió efecto al cien por ciento. La respiración se dilató y el corazón funcionaba con dificultad, a pesar que había pasado el tiempo suficiente para que todo se concretara.

Después de veinte minutos, los signos vitales se mantenían ante la sorpresa del personal presente. Se procedió a suministrar otra dosis. Los signos permanecían más lentos. Pasaron cuatro horas, el hecho era sin precedente. En otros países se tenían registrados casos de agonías hasta de dos horas; el más significante es el de Romell Broom de 53 años, que en septiembre de 2009, sobrevivió a la aplicación de múltiples pinchazos en varias partes de su cuerpo (Suscrito y afirmado por el jurado el 17 de septiembre de 2009, Marcia Dukes

notaria).

Los signos vitales, aunque lentos no dejaban de funcionar. En el país de la transparencia, era el primer caso de un sentenciado a la pena capital; y ante la falta de protocolo legal y sin experiencia, el personal que controlaba la operación dio aviso a la autoridad de la prisión. Fue inminente la intervención de los médicos, quienes asumiendo su postura conforme al juramento hipocrático y solo como asesoría en la reacción del reo; manifestaron que su criterio prudencial los llevaba a determinar no suministrar más drogas y plasmaron los resultados en un acta que daba detalle de los hechos, describiendo el estado en que se encontraba el reo en esos momentos, a modo de no asumir responsabilidades ajenas a su trabajo. Consideraban inhumano el trato post operativo y que el reo, ante la imposibilidad de moverse, no podía evidenciar el grado de sufrimiento y dolor real.

Por el suceso, que había corrido como pólvora en redes sociales, se convirtió en un fenómeno noticioso viral; mas aun por los antecedentes del personaje que se trataba no dejaba de sorprender. De las altas esferas políticas del estado y ante la protesta generalizada, las autoridades se vieron obligadas a suspender el suministro adicional de droga.

La opinión popular en general consideraba al reo casi un héroe sin capa, que con sus arriesgadas y suicidas acciones, había desafiado a toda la estructura gubernamental, exhibido sus carencias y cambiando el rumbo del país.

A las 07:43 de la mañana del día siguiente, en un hecho insólito, sin la amarra, Guillo abrió los ojos abruptamente, con una expresión de asombro y cierta desesperación sin ninguna otra gesticulación. No parpadeaba, el efecto de permanecer con los ojos abiertos hizo que brotaran algunas lágrimas.

Se inició el proceso de análisis e investigación médica de las reacciones en el cuerpo de Guillo y determinar las causas del acontecimiento; para lo cual solicitaron la intervención de especialistas en materia médica y control de drogas.

El acontecimiento cruzó las fronteras hasta llegar a la comisión de Derechos Humanos Internacional; pidiendo al gobierno todas las garantías, a manera que el cuerpo de Guillo solamente recibiera las atenciones, manteniendo la custodia y en su estado físico actual; únicamente con lo necesario para su subsistencia vegetal, dado que, en las circunstancias no había procesos alternos legales para conducirse ante un hecho de tal magnitud.

Guillo; en su alucín, solo era espíritu, no sentía su cuerpo, no había dolor y ante el momento más elevado de su tensión emocional, hizo mentalmente una petición a la nada; algo parecido a la última voluntad, que no tenía que ver con la salvación de su alma, pero si con lo que había sentido toda su vida; en mente y pensamiento aclamaba:

Elevo mi espíritu hacia el creador…

Para dar gracias por un día más de vida…

Para dar gracias que aún me siento bien…

Que la vida fluyó dentro y fuera de mi…

Que la vida es plena…

Que como mortal estuve cerca de quien estimé y quise…

Agradezco por todas las experiencias vividas…

Y pido perdón por todas las experiencias en las que me equivoqué.

Pido por toda mi hermana humanidad…

Por la gente que sufre, que llora y no puede encontrar su camino…

Con todo el corazón pido por la sanación de la gente que se encuentra enferma y quien siente dolor…

Enorme es mi deseo que encuentre trabajo quien no lo tiene …

Pido por los que tienen tendencias suicidas, por los adictos a las drogas y al alcohol…

Pido por la reflexión en el alma de todos los que atentan de una u otra forma contra sus semejantes…

Agradezco profundamente por la salud, el equilibrio emocional y estabilidad económica que gozan millones y millones de hermanas y hermanos…

Agradezco también por la gente que cuenta con trabajo y asegura un ingreso…

Pido por que se erradique la discriminación, el racismo, la hambruna y el acoso…

Pido porque se controlen las enfermedades y se tenga la posibilidad de curarlas…

Pido por una humanidad más benévola, más humilde, más generosa, más tolerante, más justa y humana.

Pido porque los niños disfruten su condición, aunque más adelante ellos forjen su propio camino…

Pido por todos aquellos que tienen en sus manos las decisiones que marcarán el destino de millones de

personas…

Pido por todos aquellos que hacen de sus fuentes de trabajo una esclavitud moderna.

Pido bendiciones para todas esas personas que ayudan a sus semejantes en el anonimato, sin recibir nada a cambio…

Reitero mi petición por todos mis hermanos y hermanas que atentan contra el derecho a la vida, a los bienes y a la integridad de sus semejantes…

Una vez más agradezco por todos los dones recibidos y haber disfrutado de lo que me brindó la vida…

Por último, pido bendiciones y luz en el camino por todas las personas que no me quieren, me odian, que obstruyeron mi camino, que vanaglorian mis caídas y me han deseado el mal…

Tuvo una sensación inconsciente, como si el camino se le abriera y empezó a viajar en el tiempo y espacio dirigiéndose en un mundo distorsionado y nebuloso; volando a toda velocidad, sin obstáculos que interfirieran, hasta alcanzar una altura insospechada, para dar una vuelta de 180 grados e iniciar un descenso igual de vertiginoso, y caía, y caía y caía; hasta que en un movimiento tan rápido como la luz, terminó su viaje como si nada hubiese pasado, para llegar a un lugar, otra vez como mortal…

2. abriendo la jaula a la bestia

Después de treinta años de servicio, Guillo se sentía frustrado, un año y medio atrás, lo habían corrido del empleo, luego de diez y siete años de pertenecer a una organización empresarial. Durante todo el tiempo de ejercer, siempre estuvo en disposición y actuando con profesionalismo; sin embargo, su forma no gustó a un nuevo jefe, argumentando que no estaba dando los resultados deseados.

En realidad, al nuevo jefe le incomodó que Guillo se percató que este hacía movimientos raros triangulando operaciones con empresas fantasma y pagaba comisiones por esas transacciones. Lógico era que en todos esos movimientos había un beneficio para el deshonesto jefe, que resultó ser una miserable rata que corrieron al siguiente año.

Dos meses después de su separación, se contrató para otra empresa del mismo giro en la que duró nueve meses y también lo corrieron, paradójicamente porque detectó que ajustaban las cifras de los estados financieros y su director tomó malas decisiones por créditos obtenidos que no se destinaron como se habían firmado. El director se opuso a las sugerencias y decidió cortarlo, con la justificación que no se había echado la empresa al hombro; cuando todo mundo estaba colgado de sus huevos y nadie tomaba iniciativas porque el jefecito parlanchín hacía berrinche y se enojaba.

Meses después le dieron la oportunidad en otra empresa privada donde solo duró dos meses al enterarse que la gerente general cobraba cheques como aviadora en una delegación de la ciudad, práctica desleal a la política del giro en un evidente conflicto de intereses.

No en la misma magnitud y alcances, pero a su mente llegó la suerte que corrieron personajes como Abraham Lincoln, Mahatma Gandhi, Martín Luther King y hasta el propio Jesús Cristo; fueron sacrificados por intentar crear una escuela de pensamiento y acción para beneficio general. Aterrizándolo en una empresa también lo sacrificaron por ser intransigente a costumbres ratunas, conejezcas y manipuladoras de transparencia en la información. Que fallo.

Esos hechos lo marcaron; no se prestaba a ser cómplice y ajustarse a sus enjuagues y triquiñuelas. Su frustración se incrementaba porque no encontraba trabajo por la edad y no tener los contactos necesarios, como se acostumbra para esos cargos de confianza y responsabilidad.

Se sentía una víctima más del sistema corrupto que impera en el país desde tiempos inmemoriales. En otra lid en la misma corriente, la verdad siempre estuvo en contra de las medidas del gobierno. Cuando cursaba el cuarto año de primaria, la profesora, que estaba afiliada al partido en el poder, pidió a varios alumnos participar en la etapa propagandista previa a las elecciones que se llevarían en ese año, estamos hablando de 1976. A cambio de la labor, los voluntarios tenían asegurado acreditar el curso y les regalarían una pata de conejo y varios suvenires alusivos al partido político. Lógicamente quienes se apuntaron para colaborar en tal tarea era el grupito de alumnos desmadrosos. En ese entonces, como niños, por supuesto que no sabían de política ni les interesaba, lo único que les llamaba la atención era divertirse. El mensaje del corolario no deja de ser una manipulación de pequeños ignorantes.

Fue hasta su ingreso a la escuela de humanidades, cuando entró en Guillo la conciencia filosófica y política sobre el entorno que vivía el país. Esa animadversión al sistema fue creciendo conforme avanzaba el tiempo y sus estudios hasta a la fecha.

Pensaba que en la hermana República de la Transparencia no se reconocen títulos universitarios; todo cargo público o privado solo se accede por contactos, aunque no se cuente con la capacidad para desarrollar las tareas afines. Esta práctica siempre estuvo patente durante su ejercicio profesional; los puestos importantes eran ocupados por juniors o mirreyes y a su vez estos traían a sus panas; estuvieran preparados o no; con título o sin el. Por supuesto en el recorrido profesional vivió y se percató, que a los mandos altos o medios no les interesa el propósito en sí de las empresas; ponderando únicamente los resultados, independientemente como se obtengan.

Si para llegar a los objetivos es necesario castigar las nóminas, trabajar con lo mínimo, contratar personal barato, aunque no tenga experiencia o maquillar las cifras como medidas supletorias; no se tentarán el corazón; aunque la calidad de los servicios y productos que se ofrecen sean de tercera.

Y no se diga el trato de los jefes (La jefas no se quedan atrás) respecto a sus subordinados. En su experiencia no conoció a un líder en toda la extensión del término: déspotas, engreídos, petulantes, posesivos, arrogantes, intolerantes, egocéntricos, pitolocos, nalgapronta y todos los calificativos anversos a la imagen de un líder; al grado de vivir en carne propia los elevados índices de