La fantasía del hombre moderno es separar el placer de la responsabilidad. Dar rienda suelta a los placeres y no cargar con el peso que ellos implican. La libertad hoy en día significa hacer lo que uno quiere, cuando uno quiere, sin que nadie ni nada (mucho menos una moralidad) se oponga. ¿Pero eso realmente nos ha hecho más felices? ¿Podemos decir que estamos llenos y plenos viviendo así?
Los filósofos clásicos tenían otra definición de libertad, que contrasta mucho con la del hombre que solo quiere dar rienda suelta a sus placeres. Para los clásicos, el hombre libre, es el hombre que se domina a sí mismo. El hombre que domina sus pasiones, no sea que sus pasiones lo esclavicen. Desde su perspectiva, la fantasía del hombre moderno de vivir por el placer, no es sino la fantasía de ser un esclavo de los placeres sensibles.
Aristóteles ve en la virtud de la templanza la clave para disfrutar de los placeres sensibles (comida, bebida y sexo) según la razón. En la medida apropiada y de la manera apropiada. ¿Cómo que apropiada? Apropiada para nuestro fin. Los griegos ya veían en la razón humana algo que nos distinguía de los animales, algo semejante a lo divino. Sabían que precisamente por eso no podíamos vivir como animales sin que en el fondo fuésemos miserables.
Si nos damos únicamente a los placeres del cuerpo, y nos olvidamos que tenemos mentes con las cuales conocer y corazones con los cuales amar, sufrimos lo que Gregorio Magno enumera como las 8 hijas de la lujuria: ceguera mental, inconsideración, inconsistencia, precipitación, egoísmo, odio a Dios, amor a la vida presente y horror o desesperación de la vida futura.
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Fuentes: Summa theologiae Parte II-IIae - Cuestión 153
Music: Behind the Sword by Alexander Nakarada (www.serpentsoundstudios.com) Licensed under Creative Commons BY Attribution 4.0 License http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/