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Renaciendo
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Libro electrónico120 páginas1 hora

Renaciendo

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Este relato intenso y conmovedor es un —Canto a la vida— que resurge y se estructura poco a poco. Es un homenaje a sus hijos y a la Madre parida que surgió a partir de ellos.
Habla de vivencias humanas, pero de una forma universal, trascendiendo ampliamente su proceso natural de sanación, a través de cuestionamientos profundos respecto a situaciones difíciles que cualquier persona puede atravesar. Con el objetivo de seguir aprendiendo siempre, porque el "amor" y el "aprendizaje" dan sentido a su vida.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 nov 2020
ISBN9781393440864
Renaciendo
Autor

Andrea Gómez Pasquali

Andrea Gómez Pasquali (1969), de nacionalidad argentina, aunque vivió principalmente en Paraguay, y en Italia por 5 años. Es arquitecta con un máster en administración de empresas (MBA), ha trabajado como diseñadora, en arquitectura y como administradora de empresas desde los 19 años.

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    Vista previa del libro

    Renaciendo - Andrea Gómez Pasquali

    Prólogo

    Andrea Gómez Pasquali nos ofrece una narración personal que conmoverá a los lectores. Aunque la autora apele a pequeñas dosis de ficción por cuestiones de privacidad se trata, en esencia, de una memoria autobiográfica. Es el libro de una madre que comparte la dolorosa experiencia de perder a dos hijos a los que amaba entrañablemente.

    Alejandro y Francesco sus dos niños, afectados por una enfermedad excepcionalmente rara, fallecieron luego de ser sometidos a complejos procedimientos médicos que no lograron revertir su situación. La relación entre algunos profesionales tratantes y los padres es una primera interpelación —no la más importante— que aparece en el texto y resalta el sesgo de que, de tanta convivencia con el sufrimiento, se degrade la insustituible humana empatía.

    Lejos de ser un inventario de reproches, este libro es un emocionante canto de amor de unos padres a sus hijos. Hay un fuerte sentimiento familiar que ayudó a dos personas comunes a darle lucha a una odisea extraordinaria. Recordando los angustiantes meses pasados en hospitales o departamentos, alejados del país y de sus respectivos núcleos afectivos, las reflexiones de Andrea trasuntan el poder insuperable, casi irracional, del amor de una madre.

    Pero tampoco es este un texto tapizado de dolor. En el alma que la autora deja al descubierto mientras describe el itinerario recorrido hay lágrimas y derrotas, es cierto, pero también aprendizaje, resistencia y muestras de solidaridad.

    No hay ser humano que pueda sentirse a salvo de pérdidas. La existencia nos somete al riesgo de caer en pozos oscuros y nos compensa con momentos de alegría y placeres. Cada una de esas etapas deja lecciones. Aprender de los errores, valorar lo conquistado, equilibrar las experiencias es lo que nos conduce a ser mejores personas. A medida que se avanza en el relato, uno va descubriendo las claves —sueltas, pero incesantes, numerosas— que llevan a la aceptación sapiente de la complejidad de la vida.

    Porque, en el fondo, de eso se trata, del sentido de la vida. La mente se hace preguntas que son dolorosas y de respuesta incierta. Pero, mientras transitamos lo cotidiano, el corazón necesita volver a disfrutar las sensaciones gozosas que se nos ofrecen día a día. La vida sigue para nosotros y los nuestros, pese al dolor del pasado. Andrea nos describe con estilo aplomado y ameno las dificultades y los aciertos del camino que recorrió para recuperar su alma.

    Renacer. Reconstruirse. Palabras más fáciles de pronunciar que de hacerlas realidad. Luego de años de vivir en Italia, hasta donde habían viajado buscando infructuosamente salvar la vida de Francesco, el segundo de sus hijos, Andrea y su esposo retornan al Paraguay y deben recomenzar su vida. De nuevo muestran un coraje ejemplar que les permite afrontar el nuevo reto sin darse por vencidos. Esa valentía llevaría a la autora, luego de un proceso introspectivo que enriquecería con serenidad y claridad su análisis, a tomar la decisión de compartir lo que había vivido.

    Escribir es crear y contar. Es también imaginar, pero es, sobre todo, abrirse y dejar que los sentimientos sean compartidos por un mundo de lectores. En cierto modo esas vivencias íntimas, contadas con tanta sinceridad, dejan de ser propias para ser universales. Y es bueno que Andrea haya decidido que sea así. Porque esta narración tan profundamente humana de una experiencia durísima no solo es liberadora, sino que puede ser inspiradora para muchas personas.

    Esta evocación revela el espíritu extraordinario de una mujer dispuesta a compartir con todos los que están a su alrededor su propio recuerdo de la pérdida de las personas más queridas y de su vigoroso proceso de resiliencia para llevar adelante su futuro. Aunque a veces todo el amor que le ponemos a las personas y los proyectos personales no basten, porque el destino decide desarmar nuestros planes, la vida da otras oportunidades. Andrea nos habla de ellas. Las que permiten amar, disfrutar y cosechar otras victorias.

    No es este un libro para aprender a olvidar. Las breves vidas de Alejandro y Francesco quedarán en el corazón de los lectores de las líneas que siguen. Tampoco es un libro triste. Se sale de este texto con esperanza, con amor a la vida y un poco más sabios.

    Alfredo Boccia Paz

    El porqué de este libro

    Muchas veces sentí que quería transmitir algo; si bien era un sentimiento indefinido inicialmente, fue cobrando forma y ahora creo que, por algún motivo, mi corazón está listo y cuento con la claridad y serenidad necesarias para afrontar el recorrido que supone escribir sobre una parte de mi propia historia.

    Es así que este libro tiene muchos porqués. Fundamentalmente porque creo que escribir es una forma de testimoniar lo vivido para no perder todo lo aprendido en aquella época y porque también tomé conciencia de lo impredecible que es la vida.

    Caminante no hay camino, se hace camino al andar.

    Antonio Machado

    Lo escribo a partir de las vivencias con mis hijos Alejandro y Francesco buscando ayudar a otras personas y parejas que han perdido un hijo, y contarles todo lo que hice para volver a vivir plenamente y recuperarme de esa situación tan dolorosa. Fue un camino lleno de espinas, pero también fue un transitar lleno de amor.

    También lo escribo para precisar las ideas y los conceptos que fui tejiendo en este proceso y tener siempre presente la inmensidad y la complejidad de la vida, para no perder lo que aprendí y sobre todo para dar esperanzas a quienes tengan pérdidas importantes en sus vidas.

    Un poco antes del fallecimiento de mi segundo hijo fue renaciendo en mí otra mujer, una que era madre de dos hijos fallecidos, que no era igual que antes y que no habría de ser, nunca más, la misma persona. Nace en mí alguien que comprende que lo único que tenemos es nuestra propia vida, nuestra energía vital y que todo lo demás es pasajero. Alguien que entiende que los miedos paralizan, que la tristeza no puede durar para siempre, que el suicidio es una falsa escapatoria y que la mejor opción es recomenzar, renaciendo, aceptando el cambio y volviéndose a enamorar de la vida.

    Hoy día siento que tengo dos vidas, dos capítulos, un antes (muy normal), y un después de mis hijos (un poco excepcional), y que nadie me conoce bien, excepto mi marido.

    "Hay que sacarlo todo afuera,

    para que adentro nazcan cosas nuevas".

    Piero

    Por algún motivo me incomoda que la gente que hoy conozco sepa tan poco de esa etapa de mi vida, que además transcurrió en el extranjero. Les quiero contar, necesito compartir, siento que es bueno para mí y que tal vez a quien me lee, le aportará algo, desde otra experiencia de vida.

    Escribir este libro es como parir un hijo de tinta y de papel, un hijo que nace desde mis entrañas, de mi corazón y de mi mente. Es un darme sin reservas, y así no quedar estancada en el egoísmo de no compartir esta historia.

    En mi trabajo como arquitecta cada vez que hago un proyecto, también es como parir una idea, con el desafío de combinar arte y funcionalidad.

    Este libro y la arquitectura son mis formas de servir y de ser plena. Un concepto de servicio que no es sacrificio ni renuncia excesiva, es un dar, dar lo mejor de mí.

    "Yo dormía y soñé que la vida era alegría.

    Me desperté y vi que la vida era servicio.

    Serví y comprendí que el servicio era alegría".

    Rabindranath Tagore

    Lo escribo recién ahora porque hace poco encontré alguien que supo escucharme, ayudarme a escribir y acompañarme en el proceso de plasmar las ideas que fui hilando a lo largo de estos quince años. Me refiero a la querida Magdalena que a lo largo de los años 2019 y 2020 me ayudó a engendrar a este hijo desde un lugar de profunda escucha y respeto, con quien tuve una gran empatía durante el proceso. Fueron muchas las puertas que golpeé y muchos los intentos antes de llegar, por casualidad, a ella que finalmente me ayudó a hacer realidad este proyecto.

    En un principio pensé hacer una película, después un documental; hablé con algunas personas sobre esto, pero no encontraba quien pudiese escribir el guión, no contaba con el presupuesto que un proyecto así demandaba y así, una y otra vez se interrumpía el proceso y por algún motivo todo se estancaba.

    Finalmente me di cuenta que yo misma podía escribir y lo concreté con el apoyo de esta persona tan especial que llegó a mi vida por otro motivo, y como bien se dice en la investigación médica fue un hallazgo casual y, ante todo, fue un proceso fructífero.

    Enorme fue mi alegría al recibir retroalimentación de

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