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Juego de poder
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Libro electrónico149 páginas2 horas

Juego de poder

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Brett King quería poseer a Tasha... ansiaba su cuerpo y la pasión que sabía que podían compartir, ¡así que planeó una campaña de seducción diseñada para volverla loca de deseo!
Tasha deseaba a Brett, pero a ella no le interesaba el sexo sin compromiso. Sólo había una manera de probar los sentimientos de Brett... ¿Cómo respondería él si creyera que estaba embarazada de su hijo?
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 dic 2020
ISBN9788413489018
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    Juego de poder - Sally Wentworth

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

    Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.

    www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

    Editado por Harlequin Ibérica.

    Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Núñez de Balboa, 56

    28001 Madrid

    © 1997 Sally Wentworth

    © 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Juego de poder, n.º 1056 - diciembre 2020

    Título original: A Typical Male

    Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

    Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

    Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

    ® Harlequin, Bianca y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

    ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

    Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

    I.S.B.N.: 978-84-1348-901-8

    Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

    Índice

    Créditos

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Si te ha gustado este libro…

    Capítulo 1

    ELLA estaba salvaje! ¡Sensacional! ¡Fascinante! Cuando Brett King entró en el club donde se estaba celebrando la fiesta, su mirada se vio atraída inmediatamente hacia la chica que bailaba bajo el foco. La banda estaba tocando Copacabana y el resto de los bailarines se había retirado para observar a la chica del vestido rojo hacerse con el ritmo. La larga falda se le había levantado, revelando unas piernas largas y muy bien formadas. El flotante cabello rojo le ocultaba el rostro y las luces de colores le iluminaban el esbelto cuerpo, añadiendo la impresión de movimiento vibrante, de calor tropical y erotismo.

    Había unos escalones que llevaban a la pista de baile, pero Brett se quedó donde estaba, con la atención completamente centrada en esa chica. Se percató que le había salido un compañero, que le duró unos minutos. Luego se libró de él y siguió bailando sola. Parecía completamente aparte de la gente que la observaba y animaba, no era consciente ni del efecto que estaba causando en los que la observaban.

    Y ciertamente estaba causando un efecto en él. Se preguntó si esa chica sabría lo sexy y extremadamente seductora que estaba mientras se movía. Por un momento pensó que debía ser una bailarina profesional, pero había algo no pulido y completamente natural en su forma de moverse, no como una actuación estudiada y profesional.

    Entonces fue cuando supo que tenía que conocerla.

    Por fin, la música paró y la chica se vio inmediatamente rodeada por una multitud que le daba la enhorabuena.

    Brett bajó los escalones y se fue a buscar al amigo que cumplía años y que luego se marcharía a Londres.

    –Hey, llegas tarde –le dijo Guy cuando por fin lo encontró y se dieron la mano.

    –Me han retrasado.

    –Parece como si necesitaras beber algo.

    Brett se rió y miró el rostro enrojecido de su amigo.

    –Tú no.

    –Es mi cumpleaños, por Dios.

    Estaban casi gritando para hacerse oír por encima del ruido de la abarrotada sala.

    –¿Quién era esa chica?

    No tenía que explicar cual. Guy sonrió.

    –Es algo realmente importante, ¿no? No hay muchas que estén tan bien cuando se sueltan el pelo.

    –¿Quién es?

    –Se llama Natasha Briant. Pero vas a tener que ponerte a la cola, es muy popular.

    –¿Es tu chica?

    Guy se rió.

    –No. Ya verás que no pertenece a nadie, salvo a ella misma. Esto es, si te puedes acercar lo suficiente a ella como para averiguarlo, por supuesto.

    –¿Estás cuestionando mi técnica?

    –¿Con tu reputación de ligón? –dijo Guy levantando las manos–. ¿Quién se atrevería?

    Brett se rió, le dio un puñetazo en un hombro y fue a por algo de beber.

    Mientras se tomaba su copa, vio que la chica también llevaba una copa en la mano mientras seguía rodeada de gente. Tuvo que esperar un poco hasta que ella se dirigió al tocador de señoras. Luego se acercó a la puerta y esperó a que saliera.

    –Hola, Natasha.

    Ella se volvió, lo miró y él se dio cuenta de que su rostro hacía juego con el resto de ella. Aunque no era estrictamente bella, tenía una buena estructura ósea, nariz un poco respingona, una boca que sonreía con facilidad, largas y curvadas pestañas y unos ojos vitales muy azules y brillantes.

    Ella lo recorrió con la mirada, aprobándolo. Luego le dijo con una agradable voz:

    –Está claro que no nos conocemos de antes.

    –¿Por qué estás tan segura?

    –Nadie que yo conozca me llama Natasha. Siempre lo abrevian en Tasha.

    Brett pensó que el nombre le pegaba, estaba lleno de fuego y pasión.

    –Seguro que desciendes de gitanos rusos.

    Ella lo miró divertida.

    –¿Me he dejado llevar tanto?

    –Definitivamente. ¿Es esa tu actuación para las fiestas?

    –Tal vez. ¿Cuál es la tuya?

    –Todavía sigo trabajando en ello.

    –¿Es que tienes tan poco talento?

    –Tal vez no necesite hacerlo para ganarme la vida.

    –¿Estás diciendo que yo sí?

    –No lo sé. ¿Por qué no te vienes a tomar algo para que lo pueda averiguar?

    Tasha lo miró de nuevo. Le gustó lo que vio. Era alto y debía tener unos treinta y tantos años. Su cabello era espeso y oscuro, un poco demasiado largo para que fuera un yuppie como Guy. Y tenía un aspecto muy atractivo. Estaba a punto de negarse cuando se lo pensó mejor y decidió hacerlo, pero provocándolo.

    –No, gracias. Estoy con unos amigos.

    –Pues déjalos.

    –¿Por qué debería hacerlo?

    –¿Cómo sabrás que no te arrepentirás siempre si no lo haces?

    Ella se rió.

    –Eso me parece una forma de ligar muy bien estudiada.

    –¿Estás casada? ¿Comprometida? ¿Vives con alguien?

    A cada una de las preguntas, Tasha respondió agitando levemente la cabeza.

    –¿Es que entonces ya sientes esa atracción entre nosotros? –le preguntó ella bromeando.

    –No. Pero si no tienes a nadie, entonces seguramente no encuentres muy interesante a la gente con la que estás. Así que, ¿qué tienes que perder si te tomas algo conmigo?

    –¿Crees que te voy a encontrar interesante?

    –Sí.

    Ella levantó las cejas, pero le gustó esa respuesta.

    –Muy modesto por tu parte.

    –Creo que la falsa modestia no te lleva nunca muy lejos –respondió él extendiendo la mano–. Yo soy Brett King. Guy y yo fuimos juntos a la universidad. Yo estoy soltero, soy heterosexual, y más o menos respetable.

    Podía haber añadido que, no sólo estaba intrigado, sino altamente atraído por ella, pero no lo hizo porque se imaginó que con eso sólo lograría espantarla.

    Ella aceptó la mano firme, pero relajadamente.

    –¿Eres un mago de las finanzas o algo así?

    –Definitivamente, no.

    –¡Cielo Santo! ¿Por qué no lo has dicho antes? En ese caso, me tomaré algo contigo.

    –Muy bien –dijo él sonriendo pícaramente–. ¿Vamos a algún sitio más tranquilo?

    Tasha le señaló una zona alejada con mesas que daban a la pista de baile.

    –Vamos allí.

    Brett habría querido que se marcharan juntos de la fiesta, llevársela a alguna parte donde pudieran hablar tranquilamente. Tomó una botella de champán y un par de copas del bar y se instalaron en una mesa libre cerca de la pared.

    –¿Y qué tienes contra los magos de las finanzas?

    –Se lo tienen demasiado creído.

    –Guy es uno de ellos.

    –Sí, pero es agradable. Todos lo vamos a echar de menos ahora que se va a instalar en Hong Kong.

    –¿De qué lo conoces?

    Tasha se encogió de hombros.

    –Es uno del grupo. Solía salir con una chica con la que yo trabajaba, y así nos hicimos amigos.

    –¿Qué haces tú?

    –Yo creía que esta conversación iba a ser sobre ti, sobre lo muy interesante que eres –le dijo ella irónicamente.

    –No me digas que no te gusta hablar de ti misma.

    –Ya lo sé todo sobre mí.

    Eso lo hizo reír.

    –¡Una mujer muy poco natural!

    –¿Y qué haces tú?

    Brett le podía dar una larga lista de las cosas que había hecho en la vida, pero sólo le dijo la última.

    –Soy escritor.

    A Tasha se le despertó inmediatamente el interés.

    –¿Y tienes éxito?

    –Supongo que eso depende de lo que quieras decir con tener éxito. Tengo dos novelas publicadas y acabo de terminar la tercera. No fueron bestsellers, pero sí que se vendieron bastante bien.

    –Evidentemente, lo suficiente para animarte a seguir.

    Brett asintió.

    –Pero no lo suficiente como para comprarme un piso de superlujo en Chelsea ni un Porsche como el de Guy.

    –Esa clase de gente están quemados cuando cumplen los cuarenta, si no antes. Háblame de tus libros. ¿Son de misterio?

    Él frunció el ceño.

    –No. Los tres son distintos. El primero tenía un poco de acción, pero el segundo era una especie de búsqueda en la mente de una persona para descubrir por qué hacía lo que hacía, lo que lo había hecho ser una persona capaz de cometer un crimen horrible. Probablemente ya sabes a lo que me refiero. No es nada nuevo.

    –¿Y el último?

    –No te voy a hablar de ese.

    –¿Por qué no?

    –Porque si te lo cuento todo, dejarás de encontrarme interesante.

    Ella sonrió y le dijo satisfecha:

    –Por lo menos, he averiguado que eres un escritor serio. ¿Tus libros se basan en experiencias personales?

    Brett vio por su actitud que ella lo quería saber de verdad, que no se lo decía sólo por ser educada. Eso le agradó.

    –No directamente. El primero estaba basado en una historia real, algo que le pasó a un amigo mío, pero los otros dos son pura ficción.

    Algo le impidió contarle que había utilizado su experiencia como periodista para ayudar su imaginación. Tal vez lo hiciera porque a ella le había gustado eso de que fuera un escritor serio y no quería decepcionarla. Tenía mucho tiempo para contarle la historia de su vida, si podía conseguir interesarla tanto como para convencerla

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