Amor en la ciudad de la música
Por Jules Bennett
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El propietario de su nuevo sello discográfico, el hombre a cargo de su carrera profesional, era demasiado atractivo. Tanto que Hannah Banks solo podía pensar en él. Con intención de evitar la tentación, se hizo pasar por su hermana gemela, una mujer mucho más discreta.
A Will Sutherland no le gustaban esa clase de bromas. Quería a la auténtica Hannah en el estudio de grabación y en la cama, siempre y cuando su relación se mantuviera en secreto. Pero cuando una antigua adversaria descubrió la verdad, Will tuvo que decidir entre no hacer pública su relación o declarar su amor por Hannah a los cuatro vientos.
Jules Bennett
USA TODAY Bestselling Author Jules Bennett has penned more than 50 novels during her short career. She's married to her high school sweetheart, has two active girls, and is a former salon owner. Jules can be found on Twitter, Facebook (Fan Page), and her website julesbennett.com. She holds contests via these three outlets with each release and loves to hear from readers!
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Amor en la ciudad de la música - Jules Bennett
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Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2021 Jules Bennett
© 2021 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Amor en la ciudad de la música, n.º 2153 - noviembre 2021
Título original: Twin Games in Music City
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, Harlequin Deseo y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.
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Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.
Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.
Todos los derechos están reservados.
I.S.B.N.: 978-84-1105-111-8
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Créditos
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Epílogo
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Capítulo Uno
Will Sutherland se acomodó en la mesa de banco corrido en un rincón del Rise and Grind y observó a Hallie Banks moviéndose entre las mesas.
Ese breve encuentro no debería irritarle, pero no podía evitarlo. Will no quería ver a Hallie, sino a Hannah, la hermana gemela de Hallie.
Pero evidentemente, Hannah Banks, estrella de la música country adorada en toda América, no podía perder el tiempo en algo tan mundano como encargarse del programa de grabación de su siguiente álbum ni del programa de la próxima gira.
Solo la había visto unas cuantas veces, todas ellas en eventos del mundo de la música. Le parecía una mujer atractiva, como a todo el mundo. Los hombres volvían la cabeza para mirar a Hannah Banks y él no era diferente.
En cuanto a su personalidad, no podía decir gran cosa. Lo único que sabía era que ese primer encuentro, de tipo profesional, no iba como debería.
La antigua empresa discográfica de Hannah podía haberle consentido su desconsideración, pero ahora que había firmado un contrato con Elite, iba a tener que aceptar el hecho de que no era ella quien dirigía la discográfica, sino él.
Hallie le dedicó una sonrisa y le dio la mano.
–Buenos días. ¿Llevas mucho esperando?
Will se puso en pie y estrechó la mano de ella, sorprendido de su delicadeza y suavidad.
No debería haberlo notado. No quería que le atrajeran unas gemelas. No era bueno para los negocios y no era su estilo mezclar el trabajo con el placer.
Hallie era más conservadora en la forma de vestir que su hermana. Quizá se debiera a que Hallie era la manager de Hannah y su trabajo no le exigía lucirse en público; al contrario que Hannah, esplendorosa, no la clase de mujer que debiera atraerle. No obstante, cada día que pasaba era más consciente de la presencia de su nueva estrella.
Necesitaba controlarse.
–Acabo de llegar –Will indicó un asiento frente a él–. Por favor, siéntate.
Ella dejó el bolso en el asiento vacío y se sentó. Un camarero se acercó y, después de pedir lo que querían, se marchó.
–¿Por qué no ha venido Hannah en persona? –preguntó él con la esperanza de obtener una respuesta.
–En realidad, no estoy segura –respondió Hallie pestañeando–. Me llamó para pedirme que viniera yo a la reunión contigo. Después de que hablemos, le llamaré para explicarle el programa. Pero sí me ha pedido que te diga que quiere que la grabación se realice en el estudio de su casa.
Por supuesto. No debería sorprenderle. Beaumont Bay estaba recuperándose de la horrorosa tormenta que había arrasado la zona apenas unas semanas atrás. Todo el mundo estaba trabajando en las reparaciones de las casas de lujo y algunos negocios de aquella comunidad de Nashville.
Beaumont Bay se recuperaría pronto. Era en esa comunidad a orillas del lago donde se firmaban contratos y donde la élite de la música country ocultaba sus secretos. Y también era la ciudad que Mags Dumond, la legendaria productora de música, tenía en propiedad o… creía que tenía en propiedad.
No obstante, había que reconocer el mérito de Mags. Había construido Beaumont Bay con su difunto marido y antiguo alcalde. Con su visión de futuro y su insistencia durante décadas en dar todas sus fiestas allí había conseguido que la gente importante de Nashville tuviera allí, en Beaumont Bay, su casa o su casa de vacaciones.
La familia de Will era de ahí, aunque no tenía nada que ver con el mundo de la música. Travis y Dana Sutherland trabajaban en la industria inmobiliaria y eran propietarios de todo… lo que no era de Mags.
Pero los hermanos Sutherland habían elegido la industria de la música y más o menos habían logrado no tener altercados con Mags. Su familia y esa mujer llevaban años de relaciones conflictivas, pero él se negaba a pensar en ello en esos momentos. Su nueva estrella de la música country, Hannah Banks, iba a permitir a su familia dar el siguiente paso en la creación de un imperio de la música y a concluir la renovación de sus estudios de grabación tras los daños causados por la tormenta.
Desgraciadamente, las obras se estaban alargando demasiado. Tenía que componer y muchos cantantes dependían de él, eso sin contar con la organización de las giras de promoción de nuevos discos.
La situación era una pesadilla en esos momentos. Y Hannah Banks, la superestrella que él le había robado a Mags y con la que contaba para que sus planes se hicieran realidad, no había encontrado tiempo para reunirse con él en persona. Una reunión con la hermana de Hannah, su manager, no era lo mismo.
–Antes de acceder, tendría que ver el estudio de grabación de Hannah –le dijo Will a Hallie–. Vamos a tener que empezar el proceso de producción la semana que viene. Dile a Hannah que iré a primera hora de la mañana a su casa para ver su estudio de grabación.
Hallie apretó los labios y sacudió la cabeza.
–Mañana por la mañana va a ser imposible –Hallie agarró su móvil y pasó los dedos por la pantalla–. ¿Qué te parece el martes a las diez?
Teniendo en cuenta que era viernes, Will no estaba dispuesto a esperar hasta el martes. Respiró hondo y suspiró. ¿Iba Hallie a ponerle tantos obstáculos como la diva de la música country? El mohín de ella le indicó que sí, y le inquietó.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que pasaba algo raro.
–No sé cómo trabajaba con Mags en su productora Cheating Hearts, pero en Elite soy yo quien dirige la empresa y quien dice cuándo se tienen que hacer las cosas.
Hallie empequeñeció los ojos.
–¿Sí? En ese caso, quizá debería haberme quedado en Cheating Hearts.
Ella maldijo en voz baja y Will apretó los dientes. Se había dado cuenta de que pasaba algo raro, pero jamás habría imaginado que su nueva estrella fuera tan infantil como para hacerse pasar por su hermana gemela.
No estaba dispuesto a dejarse engañar. Hannah Banks iba enterarse de quién estaba al mando.
Maldición. ¿Cómo había podido hacerse pasar por su hermana, vestirse como ella e incluso ponerse gafas y no ser capaz de morderse la lengua?
Hannah enderezó los hombros, miró al malditamente atractivo Will Sutherland y se dio cuenta de por qué. Con él perdía la cabeza. Solo podía pensar en qué sentiría si le acariciara el cabello. Y esos labios… ¿Se le daría bien besar?
¿Por qué era ese hombre el que la atraía? Había esperado que haciéndose pasar por Hallie perdería algo de la atracción que sentía por él, pero le había salido mal la jugada.
Y ya tenía bastantes problemas como para crearse más. Mags era la mandamás de esa ciudad y le había sentado mal que ella dejara Cheating Hearts y se fuera con Elite. Pero Elite y Will se ajustaban más al giro que quería darle a su carrera como cantante y había albergado la esperanza de ignorar su atracción hacia uno de los hombres más sensuales de Beaumont Bay.
–¿A qué estás jugando? –dijo Will inclinándose hacia delante, sus ojos azules oscurecidos.
Entrelazó las manos debajo de la mesa. No iba a dejarse llevar por el deseo. Si Will respondía a sus insinuaciones… ¿qué pasaría? Los medios de comunicación les destrozarían, la acusarían de acostarse con él para conseguir un contrato. Todo lo que había luchado por conseguir estar donde estaba no le serviría de nada.
No, no iba a arriesgar su reputación ni la de Elite Records. Cantar era su vida. Ya había arriesgado bastante al dejar Cheating Hearts con el fin de emprender algo nuevo. No iba a jugárselo todo solo porque él le gustara.
Además, otro de los motivos por el que había elegido a Elite era por ser un negocio familiar. Will y sus tres hermanos trabajaban en la industria de la música. Sabía que el nombre de Elite la ayudaría en la nueva fase de su carrera profesional.
–No estoy jugando –le espetó ella con fingida dulzura.
–Entonces, ¿a qué se debe el engaño?
El camarero les llevó la bebida, interrumpiéndoles momentáneamente antes de volver a dejarles solos. Hannah agarró su taza de té chai con una nube de leche de almendras. Perfecto. Algo normal, algo a lo que estaba acostumbrada, era la