Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Una botella al mar: México 1970-1971: 19 entrevistas
Una botella al mar: México 1970-1971: 19 entrevistas
Una botella al mar: México 1970-1971: 19 entrevistas
Libro electrónico449 páginas6 horas

Una botella al mar: México 1970-1971: 19 entrevistas

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

En el otoño de 1970, el escritor español José Luis Merino estuvo en México como encargado de una exposición de pintura vasca contemporánea presentada en el Palacio de Bellas Artes. Durante los tres meses que pasó en el país, entrevistó a varios de los escritores y artistas visuales más importantes (como realidades o como promesas) con la idea de publicar con ese material un libro en España, mismo que nunca vio la luz. De esas entrevistas se han rescatado 19, 18 de ellas inéditas.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 ene 2019
ISBN9786071659651
Una botella al mar: México 1970-1971: 19 entrevistas

Relacionado con Una botella al mar

Libros electrónicos relacionados

Artes del lenguaje y disciplina para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Una botella al mar

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Una botella al mar - José Luis Merino

    costas.

    TRECE ESCRITORES

    Carlos Pellicer, ca. 1930. Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional, Archivo Carlos Pellicer Cámara, caja 312, fólder 1.

    CARLOS PELLICER

    (1897-1977)

    JOSÉ LUIS MERINO (JLM): A su juicio, ¿qué ventajas y qué inconvenientes se ha ganado el boom de la literatura latinoamericana?

    CARLOS PELLICER (CP): Creo que estamos en una época en que la narrativa —no voy a decir nada nuevo porque más que a la vista está al oído de todo el mundo— es superior al impulso que podríamos llamar poético o en forma de poema; por más que poesía es todo: música, pintura, etcétera.

    JLM: ¿Qué dificultades hay en México para ser escritor?

    CP: Yo creo que son las mismas que hay en todo el mundo; yo creo que todo depende del talento del autor: si el talento del autor es muy grande tendrá facilidades de editorial.

    JLM: ¿Puede seguir dando de sí la literatura?, ¿están agotadas las reservas del arte escritural?, ¿quedan vericuetos por donde discurrir con originalidad sobre temas nuevos?

    CP: Creo que, como siempre, la literatura está más cerca del corazón que de la cabeza; y hoy que el mundo tiende al socialismo, que hay una sensación de necesidad humana de poner uno su grano de arena por las mayorías oprimidas, creo que esta sensación de sentimiento es muy fuerte.

    JLM: ¿Poesía como combate social?, ¿poesía como expresión liberal sin apriorismos?

    CP: Creo que el sentimiento de libertad debe ser siempre universal, pero que, en el caso del artista, la libertad debe ser total, absoluta.

    JLM: ¿Para quién hacemos arte?

    CP: Para el que pueda absorberlo. El escritor puede ser de una gran claridad, para que lo entiendan las mayorías, o puede ser un escritor, en alguna medida, hermético, pero que no por eso deja de ser importante; porque estamos viendo que en la Unión Soviética, también, hay escritores en la cárcel, y no es por otra cosa que por falta de libertad.

    JLM: Se dice que el artista, mediante su expresión literaria, poética, plástica, musical… intenta de algún modo transformar la sociedad, ¿no?

    CP: Quién sabe. Esta respuesta me cuesta trabajo darla, porque no siempre la expresión artística tiende a cambiar el sentido social.

    JLM: ¿Su poesía se apoya en la metafísica?

    CP: No; porque sencillamente siendo yo cristiano la filosofía casi casi no me interesa.

    JLM: Mediante su lenguaje poético, ¿ha intentado alguna vez crear un nuevo lenguaje dialectal, por ejemplo?

    CP: No. Alfonso Reyes tiene una nota por ahí en que hace ver algo que no creo haberlo inventado yo, y es adjetivar con sustantivos. Esto ha parecido en México una novedad, pero no estoy seguro de haberlo inventado.

    JLM: Aunque lo más usual es sustantivar con adjetivos, ¿no?

    CP: Exactamente. En mi caso, con cierta frecuencia adjetivo con sustantivos.

    JLM: Las corrientes estéticas de otras artes que han pasado por entre su dilatada vida, es decir, lo que se llamó vanguardia en sus días, ¿han influido en su labor creativa poemática?

    CP: Yo creo que sí; yo creo que la pintura y la música han influido en lo que escribo.

    JLM: Yo me refiero dentro de las artes no al todo generalizado, sino a los ismos que dieron, dentro de cada especificidad artística, recorridos ante sus ojos en el espacio y tiempo de vida suya.

    CP: Creo que muy poco.

    JLM: Lo dejamos, entonces, a la influencia desprendida de la música y la pintura sin edades ni fechas.

    CP: Sí, sí.

    JLM: Forma-fondo, ese gran dueto que en realidad nunca llega a dos porque no más es uno. Con todo, ¿qué opina del unomio con gesto de binomio?

    CP: Yo creo que hay más fondo que forma; yo creo que en literatura es más fuerte la esencia que el recipiente.

    JLM: ¿Podemos decir que el fondo condiciona la forma, las más de las veces?

    CP: Yo creo que sí.

    JLM: Aunque la forma, en ocasiones, condiciona el fondo, evidentemente.

    CP: Sí, indudablemente sí. Hay temas que están más condicionados a la forma.

    JLM: Pienso que no seremos completamente libres mientras nos sobre libertad a unos en tanto otros no la tienen. Creo que si prestáramos oídos justos a lo más íntimo de la conciencia nuestra voz no diría con toda seguridad: la libertad que poseemos la debemos a la falta de auténtica libertad que nos lleva a no combatir contra los mismos que niegan la libertad a los privados de ella, a los que tosen, respiran y viven entre cuatro paredes mínimas fabricadas por el establishment.

    CP: Creo que cada persona es un problema, y que de acuerdo con la posibilidad de explicar o de expresar siquiera ese problema está condicionada la libertad.

    JLM: No sé si por temor a ver tambaleada nuestra preciada libertad o qué, pero se diría que hoy el contenido de una obra literaria (estoy generalizando) queda sin llenarse del todo, empeñados en perseguir (tal vez) un mejor puesto en el Centro Laboratorial de las Palabras. ¿Nos perdemos en el esnobismo, la bufonada y la maximez de la alquimia?

    CP: Yo sigo creyendo que es la misma cuestión de hace un momento, cuando dije que cada persona es un problema; entonces, depende de la actitud valiente del escritor de dirigirse a lo que él cree que es él mismo proyectado hacia los demás.

    JLM: ¿Dónde ha encontrado Carlos Pellicer el agua bendita de la poesía, en qué páginas, en cuáles autores?

    CP: En mi adolescencia comencé a viajar por toda Latinoamérica; mis fuentes son la vida y el paisaje latinoamericano, pero siempre he sentido la influencia de la literatura española.

    JLM: ¿Nombres concretos?

    CP: San Juan de la Cruz, Góngora, Cervantes y, tengo que decirle, Federico.

    JLM: Buen poeta Federico, ¿eh?

    CP: Ah, ¡enorme! Yo creo que desde la muerte de Calderón de la Barca en 1582, pues, me duele decirlo, porque adoro la obra de Juan Ramón y la obra de Antonio Machado, pero ya para mí, mí, mí, ya en dearness, después de la muerte de Calderón, el más grande poeta es Federico García Lorca.

    JLM: De manera general, ¿cómo opera sobre la página en blanco que pretende y consigue llenar poéticamente?

    CP: Bueno, en la mayor parte de los casos lo que yo escribo lo escribo en un instante que llega y que permanece, pero hay otras situaciones en que le encargan a uno sobre un tema o un trabajo, y si el tema tiene coincidencia con uno, entonces el trabajo de encargo se hace. No sé hasta qué punto saldrá bien, pero se hace. De manera que la parte misteriosa que usted plantea yo creo que es la de todo el mundo, siempre que se sienta movido y conmocionado por ese instante poético.

    JLM: ¿Lee usted en inglés y en francés?

    CP: Sí.

    JLM: ¿De alguna manera el inglés y el francés que usted conoce interfieren en su laborar en lengua española?

    CP: No.

    JLM: ¿Lo puede separar fácilmente?

    CP: Sí, absolutamente.

    JLM: ¿El paisaje que usted frecuenta tiene suficiente fuerza atractiva hasta el punto de imantarle y provocarle su aliento poético?

    CP: Sí, porque estoy de acuerdo en que el hombre es el último resultado de la naturacosa, y entonces, si el hombre es el último resultado de la naturacosa, creo que está conectado con todo, absolutamente. Creo que el ejemplo natural y sobrenatural es san Francisco, cuando él fraterniza con todo, con todo; y unos días antes de morir fraterniza con lo que nunca, ni antes ni después de él, ha habido nadie que fraternice, que es con la muerte: él llama a la muerte hermana unos días antes de morir. Ya es la fraternidad más allá de todo.

    JLM: Su condición cristiana ¿ha gravitado sobre su trabajo poético?

    CP: Sí, poderosamente.

    JLM: También ha tocado su poesía otros filos donde no aparece asomo cristianero, ¿no?

    CP: Bueno, sí, porque yo pasé mi adolescencia en la Revolución mexicana; y luego he padecido, como tanta gente, aunque sea a este lado del mar, las dos Guerras Mundiales; y luego estuve tres meses en España durante la guerra.

    JLM: ¿Combatiendo o visitándola?

    CP: Visitándola. Estuve con un grupo de escritores de toda esta América nuestra, y viví muy de cerca la Guerra Civil.

    JLM: ¿Qué poetas mexicanos de hoy reclaman su atención?

    CP: No sé cómo contestar esto porque siempre cae uno en la falla de olvidar uno o varios nombres, ¿no?, pero desde luego, Octavio Paz, en primer lugar, y luego Jaime Sabines, y luego Montes de Oca, y Guillermo Fernández y José Emilio Pacheco… no sé, hay un grupo de poetas que están entre los cuarenta y los treinta años, y a veces menos, que me parecen que realmente son poetas.

    JLM: ¿Su poesía ha influido en poetas que usted conoce?

    CP: No, no creo.

    JLM: ¿Modestia?, ¿no cae en la cuenta?

    CP: No, no, yo soy un ser tropical, desordenado, que trata de encontrar el orden en el desorden del mundo tropical en que nací y al que me he reintegrado desde hace veinte años.

    JLM: ¿A qué se debe esa reintegración?

    CP: Porque me quedé solo hace veinte años, se murió mi madre y decidí reintegrarme a mi pueblo natal, y se me ocurrió hacer un museo, y hace diez años hice otro museo, y estoy otra vez metido en ese extraño mundo tropical. Tabasco es el sitio más tropical de México; más tropical que Tabasco ni siquiera el Amazonas.

    JLM: Por favor, ¿le importaría leerme un poema suyo?

    CP: Cómo no. Por ejemplo este que fue escrito a mis dieciocho o diecinueve años, Recuerdos de Iza (Un pueblecito de los Andes):

    Creeríase que la población,

    después de recorrer el valle,

    perdió la razón

    y se trazó una sola calle.

    Y así bajo la cordillera

    se apostó febrilmente como la primavera.

    En sus ventas el alcohol

    está mezclado con sol.

    Sus mujeres y sus flores

    hablan el dialecto de los colores.

    Y el riachuelo que corre como un caballo

    arrastra las gallinas en febrero y en mayo.

    Pasan por la acera

    lo mismo el cura, que la vaca y que la luz postrera.

    Aquí no suceden cosas

    de mayor trascendencia que las rosas.

    Como amenaza lluvia

    se ha vuelto morena la tarde que era rubia.

    Parece que la brisa

    estrena un perfume y un nuevo giro.

    Un cantar me despliega una sonrisa

    Y me hunde un suspiro.

    JLM: Ahora, por favor, poemas últimos.

    CP: Ay, no sé dónde están los papeles. Tengo un libro en un noventa por ciento inédito que creo que se va a publicar en septiembre del 71.

    JLM: ¿Qué obra fue editada por última vez?

    CP: El último libro mío lo publicó el Fondo de Cultura Económica hace catorce años.¹ Este libro que tengo en las manos es la obra completa hasta hace seis años, publicado por la Universidad.

    JLM: Cultura de élite y cultura de masas. Lo saben hasta las ruedas de los automóviles: por los medios audiovisuales se moldean opiniones edificando al vulgo con el entretenimiento más insulso imaginable. Es claro que esta capacidad de imponerse a millones de gentes tiene consecuencias políticas, ya que se informa para someter. ¿Qué acaece por la mente y conciencia del poeta en tanto este fenómeno alienador discurre por nuestro siglo?

    CP: Yo creo que el siglo entrante va a empezar a cambiar profundamente la historia cultural del mundo. Yo creo que ha dominado un tremendo egoísmo en los grupos de gobierno, y que esto ha producido, como es natural, una falta de vida poética en la mayor parte de la gente por falta de cultura; entonces, ahora la tendencia es ser por lo menos un poco menos egoísta. En realidad el mundo nunca ha sido cristiano. Ha habido gentes cristianas y seguramente anónimas, pero yo creo que en una medida importante la Iglesia no ha contribuido a disminuir el egoísmo que durante tantos siglos ha reinado, no solamente en el mundo occidental, sino también en las Iglesias orientales. Entonces, ha habido una falta de reparto espiritual, pero todo esto de acuerdo con un egoísmo basado en el imperialismo económico. Yo nunca entenderé la Iglesia como no sea en un plan de vivir en trinchera; entonces, una Iglesia acomodaticia y con gran frecuencia de acuerdo con los poderosos me parece lo más anticristiano. Yo creo que la Iglesia debiera tener una sola meta, y es buscar el triunfo de las ideas cristianas, que están llenas de alegría; porque si consideramos que el cristianismo es un mensaje de amor, y ese mensaje de amor está basado en el perdón, pues qué alegría, ¿no? Yo creo que es bastante incómodo eso de estar uno vertiendo agua sobre la maceta donde están los rencores y todo eso, ¿no?; y no salen más que espinas.

    JLM: En ocasiones la Iglesia ha retardado el desarrollo de los pueblos…

    CP: Ha sido un atraso, pero también ha sido un enorme vehículo de cultura, indudablemente. Después de la destrucción de las culturas precolombinas fueron los misioneros, sobre todo los franciscanos (también los agustinos), los que nos trasplantaron aquí la cultura mediterránea de forma extraordinaria.

    JLM: Ya lo hemos dicho por ahí: a menudo a cristazo limpio, acabando con…

    CP: Bueno, pero ellos no acabaron, en realidad, con las culturas precolombinas…

    JLM: Esa labor la llevaron a cabo en su nombre los pistoleros de entonces, aunque también los misioneros coadyuvaron a aplastar alguna cabeza de pelo azabache.

    CP: Ellos, claro, estuvieron, fueron colaboradores del explotador, sea español, sea inglés, sea lo que sea; pero en gran medida la Iglesia católica ha sido un gran vehículo, indudablemente.

    JLM: A precio muy caro, carísimo, me parece a mí. Vuelvo a una contestación suya cuando decía que el arte (en este caso la poesía) va hacia quien pueda absorberlo. Vistas las cosas más allá de la propia frase, de la mera contestación, yo diría que a donde va a parar indefectiblemente es a los hartos. Al hombre medio, al hombre de abajo, sobre todo aquel que tiene que pelear todos los días por conseguir cuarenta pesos para que cene su prole cada noche, le está vedado el arte, en tanto debe tener su seso absorbido por las necesidades más apremiantes. Aclaremos cuantos datos sean posibles, maestro.

    CP: Yo sigo pensando lo mismo: el egoísmo ha sido tan grande, y sigue siendo tan grande, que el alimento que es la poesía no llega sino a poca gente, porque la inmensa mayoría de los seres humanos tiene que trabajar los seis días o los siete días de la semana para medio vivir; entonces, lo que falta es una organización humana que permita organizar y cultivar el ocio; entonces, el ocio ya no resulta ocio, porque ya resulta un ejercicio espiritual si ese ocio se organiza, en alguna medida, desde el punto de vista del reparto, del disfrute de las artes.

    JLM: Usted vivió la Revolución mexicana. ¿La ideología estética de aquel entonces ha variado respecto a la ideología estética de hoy?

    CP: La ideología estética de la Revolución mexicana está en las paredes; es que no se hizo literatura; se hizo literatura en medida muy menor. En la novela Los de abajo, de Azuela, por ejemplo, y algunos otros narradores mucho menos importantes que Azuela; pero fueron los pintores los que expresaron en las paredes que usted ha visto en el Ministerio de Educación, el Palacio Nacional, la Suprema Corte de Justicia, donde está Orozco, es muy importante ver los muros de Orozco en la Suprema Corte de Justicia, que está junto al Palacio Nacional. La expresión estética de la Revolución mexicana se hizo no por escritores, que como ya dije hay sus casos, se hizo por la pintura. Y esos grandes narradores plásticos fueron Diego y Orozco.

    JLM: He oído en mis días en México, y he leído en la prensa también, afirmaciones sobre la Constitución de la Revolución mexicana, la cual se lleva a cabo perfectamente en los tiempos presentes. ¿Esto es evidente?

    CP: ¿Quién sabe?, ¿quién sabe? Hay una página de El Día publicada no hace mucho tiempo, donde Cárdenas antes de morir expresa que una revolución se puede hacer con la Constitución mexicana en la mano, sin necesidad de otra cosa. Eso quiere decir que la primera Constitución no se ha cumplido como quisiéramos.

    JLM: La pregunta viene inmediata…

    CP: Pero usted me hablaba —perdone que lo atropelle— de una estética de la Revolución; bueno, pues no; fuera de la pintura, no sé en qué medida la poesía de López Velarde puede ser fruto de la Revolución mexicana… Sí, creo que en alguna medida, en alguna medida, sí.

    JLM: Los postulados estéticos me imagino que serán diferentes, ¿no?

    CP: Claro, no son los mismos, de ninguna manera. Por ejemplo, aquí hay un pintor muy joven, que es Cuevas, que maldice la obra de los pintores de la Revolución, pero no sustituye la labor de aquéllos, porque Cuevas es un artista muy inteligente, pero yo no puedo de ninguna manera tomarlo como sustituto de lo que hicieron Diego y Orozco. De manera que las piedras que está tirando le caen a él mismo, siendo él un artista realmente distinguido.

    JLM: La pregunta que iba a hacerle antes, cuando el atropello que no lo fue, era la siguiente: ¿no cree usted que habría que hacerle una revolución a la Revolución mexicana?

    CP: Yo creo que no; yo creo que, como dice ahí el general Cárdenas, había que gobernar con la Constitución en la mano. Eso es todo.

    JLM: Los momentos políticos, sociales e históricos de entonces no son los mismos de hoy; de persistir en la idea de la Constitución todo parece indicar que necesita ser revisada.

    CP: Sí, sí, necesita determinadas rectificaciones porque podríamos decir, en alguna medida, que vivimos en una especie de neoporfirismo, en el que hay mucha gente que se llama revolucionaria y que se ha enriquecido enormemente… Y esas gentes hablan de Revolución.

    JLM: Le voy a pedir una rara cosa —lo cierto es que no sé cómo llamarla—, voy a reparar en cualquier objeto que tengamos a la vista de nosotros aquí en este salón donde platicamos, por ejemplo este torso facsímil de escultura griega…, pero el torso no nos vale para lo que yo quiero pedirle porque está cargado de historia, de tradición, por lo menos el recuerdo de lo que fue en sus días primeros, ubicado en el tiempo y en el espacio. Pero vea usted que busco un objeto que no tenga historia precisa y me resulta difícil encontrarlo…

    CP: Quizá sea porque yo no puedo adquirir una obra de arte si no siento que me acompaña.

    JLM: Lo he comprobado al no encontrar nada que ayude en lo que quiero pedirle. De todos modos tomemos para el caso este sillón. Si yo le propongo a Carlos Pellicer la urgencia de poematizar en este instante partiendo del sillón como palabra, como objeto, ¿cuál sería su visión, así de pronto?

    CP: El sillón sirve para sentarse, ¿no?. Entonces, yo me imagino que sentado se puede hablar y se puede callar; entonces, si partimos del silencio a la voz, por ahí tenemos un doble camino.

    JLM: Ahora una presencia no física; por ejemplo, un muchacho que en este momento está en el Bosque de Chapultepec rodeado de cientos de personas, con una gran preocupación inmediata: el muchacho no tiene un peso para poder comprarse un bocado esa noche. Cómo poematizar su problema, problema y ejemplo que pueden darse realmente en este momento. Lo que le pido es que ponga las palabras hasta llegar al poema.

    CP: Es para mí difícil responder, porque este muchacho puede disponer de diferentes actitudes que pueden inducirlo al robo.

    JLM: ¿Cómo llevarlo al papel?

    CP: Si yo supiera escribir lo haría.

    JLM: ¿Es que usted no sabe escribir?

    CP: No. Bueno, si supiera escribir en prosa.

    JLM: Yo me refería a poematizarlo.

    CP: Ah. Hacer un poema con argumento, diríamos; pues sí, yo empezaría con el espectáculo fantástico de las cosas que uno desea comer, pero el ser humano es una cosa tan compleja que para satisfacer (por ejemplo) el hambre, pues, no sé, no sé… vuelvo a lo complejo del ser humano que hace acercarse a una persona y fallar con la primera y la número diez y… llegará al robo.

    JLM: Bien, ésta es la primera intención, pero ¿cómo lo trabajaría en el papel?

    CP: Bueno, son dos maneras diferentes de hacer el poema, porque cualquier tema está condicionado: es una cosa sentimental o es una cosa propiamente del afecto humano o de satisfacer una necesidad o de hacer algo por un ideal social. Si no estoy saturado no puedo hacer un poema.

    JLM: ¿De qué modo lo saturan a usted los aconteceres y problemas que existen en el mundo?

    CP: Por coincidencias, por simpatías. Yo he escrito el poema político muchas veces, pero eso no es poético.

    JLM: ¿Por qué?

    CP: No sé. Eso puede tener alguna belleza desde el punto de vista de la actitud del sentimiento humano, pero no puedo explicarme, nunca lo podré hacer. La poesía seguirá siendo para mí una cosa misteriosa.

    JLM: André Gide decía que los buenos sentimientos no hacen buenos poemas.

    CP: No acepto de Gide ese criterio.

    JLM: Yo concuerdo con Gide.

    CP: Yo no. Hay un poema de Rubén Darío, El primer Goldern, que es un poema político y hay belleza, ahora, no sé cómo lo consiguió. Él era un hombre de ingenio.

    JLM: Yo creo que se puede hacer un buen poema, un poema genial, con el tema más escabroso y político a priori. Hay una obra extraordinaria de Goya, su cuadro Dos Viejas comiendo sopa, por ejemplo. Volviendo a las palabras de Gide, yo creo que los buenos sentimientos no sirven de aval para el conseguimiento de buenos poemas. Creo que es posible que esos buenos sentimientos sirvan para fabricar mejores aportes al desarrollo del ser social, aunque un poema tal vez no llega a tanto, pero tratándose de cualidad poemática, ya he dicho que no supone la garantía precisa para su logro. Particularmente considero que primero el pan, después la rosa.

    CP: Tenemos en México un gran poeta, que es Díaz Mirón, que escribió muy poco. El mejor poema de Díaz Mirón se llama Idilio. Desde el punto de vista del criterio clásico no tiene nada que ver con el idilio, y el ochenta por ciento del poema está escrito con elementos desagradables y a veces asquerosos, y las palomas salen del sombrero.

    JLM: ¿Ha realizado alguna vez poesía concreta y especialista?

    CP: No, nunca.

    JLM: ¿Le interesa?

    CP: Sí me interesa.

    JLM: ¿Poesía surrealista ha tocado?

    CP: Yo creo que el surrealismo es la poesía; el surrealismo es de siempre, lo que pasa es que llegó un momento en que se hizo ismo. Todo lo que es poético es la realidad superior, es la verdadera.

    JLM: ¿Es comprobador tenaz del ritmo y la musicalidad del poema?

    CP: Bueno, sí, porque no puedo entender el poema sin ritmo; entonces, todo esto que nos traen desde hace mucho, en el mismo Claudel, lo que llaman versículos, ¿por qué no escribirlo ya en la mente de corrido? Yo eso no lo oigo, y desde antes de nacer tengo oído de tísico, y ahí sí no me engaña nadie. Entonces yo no pido, como les he dicho mil veces a los jóvenes, ni la constante ni la asonante ni la igualdad de medida, pero yo necesito un elemento que me haga diferenciar lo que está escrito en verso, por libre que sea, de lo que está escrito en prosa. Yo creo que las dos formas, poesía y prosa, tienen su andar. Yo creo que el andar de la prosa es como caminar hermosamente, pero creo que la versificación, por libre que sea, tiene mucho que ver con la danza. Las palabras se mueven absolutamente de otro modo.

    JLM: ¿Ha leído a poetas cubanos actuales?

    CP: Sí, soy amigo de todos ellos.

    JLM: ¿Ha estado usted en Cuba después de la Revolución?

    CP: Sí, estuve hace tres años en el encuentro sobre Rubén Darío.

    JLM: ¿Ve usted diferencias esenciales entre la realidad mexicana actual, con su bagaje posrevolucionario, y la realidad cubana, con su estado actual posrevolucionario?

    CP: Sí, porque allá se está tratando de realizar todo un movimiento revolucionario y acá se echó marcha atrás, y yo creo que estamos viviendo una revolución en cierta medida estancada, y a veces traicionada.

    JLM: ¿Ese estancamiento y esa traición arrastran a lo estético también?

    CP: Sí, participa de ese estancamiento y participa, si alguna vez el movimiento se ha traicionado, porque aparecen las voces rebeldes, las voces de protesta.

    JLM: ¿Aparece en Cuba, según su ver, la voz rebelde del poeta?

    CP: Tiene usted el caso de Lezama Lima: es un hombre de los más altos sentimientos humanos; es cristiano, desde luego, pero su obra literaria no veo que tenga nada que hacer con la Revolución cubana.

    JLM: Para terminar, ¿qué le hubiera gustado contestar a las preguntas que yo no he formulado y que de buena gana quisiera echarlo de la boca?

    CP: Yo creo que he hecho dos o tres cosas importantes en mi vida, pero creo que la más importante es la que llamamos aquí el Nacimiento. Y la cosa es muy sencilla: en el Nacimiento yo he podido realizar desde hace más de treinta años la conjunción de todas las artes. Eso no lo puedo hacer en un poema, ni en un museo. El Nacimiento que hago en mi casa, que lo hago aquí, es del tamaño de todo esto,² está aquí abajo del salón, mandado hacer para eso. Logré conjuntar todas las artes. Vienen más o menos dos mil personas a ver el Nacimiento. Se abre la puerta de mi casa de las siete a las nueve de la noche. Mañana tengo que salir en la mañana, todo el día, al monte a buscar basura: es el triunfo de la basura; entonces, yo salgo al monte, no a buscar, salgo a encontrar. El Nacimiento está tratado como un gran cuadro, y las figuritas son de cera, están hechas sobre ideas mías, por una familia de seriescultores; con figuritas pequeñas de diecisiete centímetros; la colección puede ser de noventa; yo nunca pongo más de quince figuras en veinte metros cuadrados, casi todo es paisaje. El Nacimiento tiene todas las horas del día y de la noche: puede uno reconocer las constelaciones; y hay música; y cada año escribo yo un pequeño poema, cuyo recitado puede durar dos minutos y medio. En fin, pude reunir todas las artes. El programa del Nacimiento dura, más o menos, veintidós minutos, eso es importante.

    JLM: ¿Por qué considera importante su Nacimiento?

    CP: Yo logro echar fuera todo lo que puedo de mis emociones y de mis sensaciones, y luego eso lo comparto con mucha gente. Mire, no debiera decirlo, pero esta cosa del Nacimiento tiene realmente una gran categoría poética. Nadie lo ha hecho. He visto los mejores Nacimientos de Europa, he vivido durante años en Europa; yo no tengo capital, pero he viajado mucho, siempre con el dinero del sufrido pueblo mexicano…

    JLM: ¿Cómo con el dinero del sufrido pueblo mexicano?

    CP: Bueno, por comisiones, por becas, cosas, ¿no? Entonces, nunca he visto una cosa así. La instalación eléctrica del Nacimiento es una cosa delicada. Entonces está el día y viene la tarde y aparece una estrella, y después puede aparecer otra o dos, hasta que llega la noche completa, y entonces hay un poco de música, unos minutos para el atardecer, y luego se oye mi voz grabada en una cinta y en esa misma cinta hay un fragmento de música que puede durar cinco minutos.

    JLM: ¿Música medieval o del barroco?

    CP: He llegado a poner música de Debussy…

    JLM: ¿Siempre música distinta cada año?

    CP: Sí, siempre es distinta, todos los años la música es totalmente diferente. Toda mi capacidad plástica, poética, está resumida ahí. Eso lo hago con dos o tres personas que me ayudan, más o menos desde las ocho de la noche hasta las siete de la mañana del día siguiente. Lo hago en una noche. Está abierto al público durante mes y medio, abierto a todo el mundo. Hay una gran bóveda cuyos azules los dio el doctor Arpi.

    JLM: ¿La segunda cosa importante que decía?

    CP: Bueno, a mí me tocó sacar del olvido la obra de José María Velasco. Yo fui director general de Bellas Artes hace veintitrés años, y entonces se me ocurrió, por recuerdo de adolescencia, hacer la primera gran exposición de José María Velasco, que tenía años de muerto, y esto causó una gran sensación.

    JLM: ¿Queda algo por añadir?

    CP: Que la cárcel nunca me ha servido para escribir.

    JLM: ¿Cuántos años entre rejas?

    CP: No, años no; una vez estuve una temporada de meses, otra vez estuve otro tiempito y hace pocos años estuve detenido siete horas en el Servicio Secreto.

    JLM: No le sirvió la experiencia para escribir, ¿eh?

    CP: No. ¿Qué le parece? Bueno, la primera vez creo que escribí un par de sonetos.

    JLM: ¿Le ha dejado marca la cárcel?

    CP: Sí, pero no he podido escapar a eso.

    JLM: Su encarcelamiento. ¿Fueron motivaciones políticas?

    CP: Sí.

    JLM: ¿Qué atacaba y qué defendía?

    CP: Protestaba contra la tiranía, y por la izquierda.

    JLM: ¿Siempre de ese lado?

    CP: Sí, porque mi padre participó en la Revolución mexicana del lado de Carranza.

    JLM: ¿Qué proyectos, futuridades poéticos, literarios?

    CP: Tengo unos proyectos de hace muchos años que no he podido realizar, pero ya me convencí de que no es por falta de tiempo, sino por falta de talento.

    JLM: No sé quién decía: ¿construye usted castillos en el aire? ¿Sí? Eso está muy bien, pero antes póngale cimientos. ¿Pone usted cimientos cada día, trabaja en ellos todos los días?

    CP: Bueno, es probable que el mes entrante me encargue de la Dirección de Turismo en mi pueblo natal, en Tabasco.

    JLM: Los últimos años, los últimos días, ¿trabaja sobre la poesía, sobre las letras?

    CP: Poco.

    JLM: ¿Cuál es su ocupación cotidiana?

    CP: Leer, conversar.

    JLM: ¿Autores en lectura?

    CP: Estoy releyendo todo lo que puedo.

    JLM: ¿En especial?

    CP: Ahora estoy con Quevedo.

    Carlos Pellicer, 6 de noviembre de 1976. Archivo Procesofoto.

    Agustín Yáñez, ca. 1953. © 522148 SECRETARÍA DE CULTURA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.

    AGUSTÍN YÁÑEZ

    (1904-1980)

    JOSÉ LUIS MERINO (JLM): ¿Qué ventajas y qué inconvenientes encuentra usted en el llamado boom de la literatura latinoamericana?

    AGUSTÍN YÁÑEZ (AY): A mi juicio, esto trae más ventajas y no le encuentro inconvenientes. Creo que la causa es una mayor preparación profesional, mayor disciplina de los escritores que, en los diversos países de América Latina, se han dedicado a captar sus realidades, pero con un sentido de formación profesional estética.

    JLM: Dificultades, a su juicio, para ser escritor en México.

    AY: La dificultad es que aún no está suficientemente remunerado el oficio de escritor. Claro que en los últimos treinta años la mayor expansión editorial, las mayores posibilidades de percibir regalías por el aumento de tirajes ayudan; pero de todas maneras creo que en México sigue siendo una ocupación marginal, heroica, que tiene que combinarse con trabajos periodísticos, con diversos servicios públicos o privados.

    JLM: Un solo libro, una sola obra no tiene sentido, cuando hablamos de la literatura latinoamericana, si no se conocen todas las demás obras de la época que intentamos abordar. Solamente cuando hayamos hecho una sociología de la infraliteratura, subliteratura y paraliteratura, podremos estudiar a plenitud la literatura latinoamericana, ¿no le parece? No hablo de la necesidad que tenemos a nivel sociológico de justificar lo que existe; por el contrario, deberemos ofrecer la interpretación crítica de lo existente.

    AY: Creo que tiene usted razón y así lo he sostenido en diversos trabajos, especialmente en uno, publicado hace varios años, que se llama, El contenido social de la literatura iberoamericana, donde digo que deben contemplarse y verificarse las diversas corrientes, las diversas tendencias, para tener en cuenta cuál es, en realidad, la panorámica de la literatura iberoamericana, porque aún subsisten en México, por ejemplo, formas tan diversas y tan importantes que entre sí no se identifican.

    JLM: ¿Cree usted que la buena literatura latinoamericana logra plantear el significado sin llenarlo del todo? ¿Hay casos acertados y no acertados?

    AY: ¿Cuál es la pregunta? ¿Me la quiere repetir, por favor?

    JLM: ¿La literatura actual latinoamericana logra plantear el significado sin llenarlo del todo, sin apurarlo del todo? Aclaro que no tomo ningún partido con la pregunta, sino que deberá tomarse como mera pregunta, exclusivamente.

    AY: La tendencia principal de la literatura iberoamericana, y no sólo la actual, por causas que he estudiado en ese ensayo sobre el contenido social de la literatura americana, sí tiene un significado, sí tiene un

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1