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Gente de tango. Tomo 3
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Libro electrónico595 páginas8 horas

Gente de tango. Tomo 3

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Este Tomo culmina el listado de las trescientas seis biografías que constituyen el total de este libro. Finaliza así el homenaje a aquellos que a través de sus interpretaciones o sus producciones musicales engrandecieron al tango, y a través de él contribuyeron a afianzar la cultura rioplatense en el Mundo.
Están ahora los directores, arregladores, ejecutantes, cantores, autores y compositores que por capricho del abecedario quedaron en el tercio final del listado que conforman el trabajo que el autor iniciara a fines del año 2004.
Completados los tres tomos, la expectativa es que la obra pueda cubrir del modo más amplio posible la historia de esta música, sistematizándola sobre la base de quienes dedicaron a ella sus mayores afanes.
Como se expresó en la contratapa de los dos tomos anteriores, la nómina de artistas que encararon esta tarea es tan amplia que no es posible incluir en este diccionario biográfico a todos ellos. No obstante, se reitera la expectativa de que al menos implícitamente el reconocimiento alcance a todos, y en especial a aquellos menos recordados por el gran público pese a sus afanes y desvelos por contribuir a la gran cruzada de la difusión de nuestra música popular.
Nuevamente estas reseñas permiten al lector transitar el siglo XX y la primera década del actual a través de la vida de los últimos ciento tres personajes recreadas en este tomo. Culmina así este homenaje a la "Gente de Tango", la mayoría de los cuales ya no está entre nosotros, pero perduran en el recuerdo y el afecto de quienes tienen "su corazón envuelto en tangos" como rezan los versos que encabezan la presentación con la que el autor inicia el Tomo 1.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 ago 2020
ISBN9789508441539
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    Gente de tango. Tomo 3 - Carlos Federico Torres

    Carlos Federico Torres

    Gente de tango

    Biografía de 306 personajes que engrandecieron al género musical que nos indentifica

    Tomo III

    Biografías 206 a 306

    Gente de tango. Tomo III

    Torres, Carlos Federico

    Gente de tango : Tomo III / Carlos Federico

    Torres - 1.a ed. - Santa Fe : Universidad Católica de Santa Fe, 2020.

    Libro digital, EPUB

    Archivo Digital: descarga y online

    ISBN 978-950-844-153-9

    1. Tango. I. Título

    cdd 784.188 85

    © Torres, Carlos Federico, 2016-2020

    © Universidad Católica de Santa Fe, 2016-2020

    Echagüe 7151, Santa Fe (s3004jbs), República Argentina.

    Todos los derechos reservados.

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin previa autorización por escrito.

    Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

    Corrección a cargo de Mirta Rosa de Papini Dirección editorial: María Graciela Mancini

    Diseño editorial: Carlos Federico Borra, Matías Ariel Libonati

    Epub: Mariel mambretti

    Fotografías de portadas en los tres tomos a cargo de Mikele Borra

    Índice

    Prólogo al tomo iii

    Biografías

    206. Nelson, Julio Jorge

    207. Nichele, Reinaldo Fidel

    208. Nijenson, Miguel

    209. Omar, Nelly

    210. Ortiz, Ciriaco

    211. Ortiz, Jorge

    212. Pacheco, Héctor

    213. Pacheco Huergo, Maruja

    214. Padula, José Luis

    215. Pane, Julio Oscar

    216. Pansera, Roberto

    217. Paz, Juan José

    218. Pereyra, Eduardo (el Chon Pereyra)

    219. Petorossi, Horacio

    220. Petrucelli, Luis

    221. Piana, Sebastián

    222. Piazzolla, Astor Pantaleón

    223. Piro, Osvaldo

    224. Plaza, Julián

    225. Podestá, Alberto

    226. Polito, Juan

    227. Pomar, Mario

    228. Pontier, Armando

    229. Ponzio, Ernesto

    230. Pracánico, Francisco

    231. Pueblito, Juan

    232. Pugliese, Lucela Delma (la Beba Pugliese)

    233. Pugliese, Osvaldo Pedro

    234. Puglisi, Cayetano

    235. Quiroga, Rosita

    236. Randall, Elías

    237. Razzano, José (el Oriental)

    238. Requena, Osvaldo Francisco

    239. Reyes, Tito

    240. Reynal, Gabriel

    241. Rial, José

    242. Ribó, Osvaldo

    243. Rinaldi, Susana (la Tana Rinaldi)

    244. Rivas, Adolfo

    245. Rivero, Leonel Edmundo

    246. Rizzutti, José María

    247. Rocatagliatta, David (Tito)

    248. Rodio, Antonio

    249. Rodríguez, Enrique

    250. Roggero, Aquiles

    251. Roldán, Alfredo Faustino

    252. Roldán, Carlos

    253. Rossi, Ernesto Ovidio (Tití Rossi)

    254. Rossi, Rafael

    255. Rotundo, Francisco

    256. Rovira, Eduardo

    257. Rubens, Oscar

    258. Rubistein, Luis

    259. Rufino, Roberto

    260. Ruggiero, Osvaldo (el Tano Ruggiero)

    261. Ruiz, Floreal

    262. Ruiz, Ricardo

    263. Saborido, Enrique

    264. Sala, José

    265. Salamanca, Fulvio

    266. Salgán, Horacio Adolfo

    267. Sánchez Gorio, Juan

    268. Sanguinetti, Horacio

    269. Santa Cruz, Domingo (el Rengo Santa Cruz)

    270. Sassone, Florindo

    271. Schiammarella, Rodolfo

    272. Serpa Oscar

    273. Silva, Federico

    274. Simone, Mercedes

    275. Sobral, Jorge

    276. Sosa, Julio María

    277. Spitalnik, Ismael

    278. Stampone, Atilio

    279. Stamponi, Héctor (Chupita)

    280. Stazo, Luis Antonio

    281. Suárez Paz, Fernando

    282. Sucher, Manuel

    283. Suñé, José María

    284. Sureda, Antonio

    285. Tagini, Armando

    286. Tanturi, Ricardo

    287. Tarantino, Osvaldo

    288. Teisseire, Luis

    289. Tinelli, José

    290. Tolosa, Luis

    291. Toranzo, Uldelino

    292. Trípodi, Orlando

    293. Troilo, Aníbal Carmelo (Pichuco)

    294. Tucci, Terig

    295. Tuegols, Rafael

    296. Valdez, Jorge

    297. Vardaro, Elvino

    298. Varela, Héctor

    299. Vargas, Ángel

    300. Vázquez, Nelly

    301. Vidal, Jorge

    302. Villoldo, Ángel Gregorio

    303. Viván, Carlos (el Irlandés)

    304. Yanel, Carlos

    305. Yiso, Reinaldo

    306. Zerrillo, Roberto

    Bibliografía

    Prólogo al tomo iii

    Este Tomo completa las 306 biografías que constituyen la obra completa. Toca ahora conocer a los últimos 101 personajes del tango que por obra y gracia del abecedario quedaron para el final de estas reseñas que elaboré, tal como lo relatara en la presentación del primer tomo, a partir de aquellas audiciones radiales de hace algunos años atrás cuya conducción compartía con ese inolvidable referente de la cultura santafesina que fuera Ricardo Gandini.

    Puestos a consideración de los lectores interesados los 306 personajes que conforman el total de mi trabajo, seguramente surgirán de inmediato los nombres de otros que también deberían formar parte del mismo. Es una deuda que queda pendiente y que espero algún día poder saldar, no solo con los lectores, sino fundamentalmente con la memoria de aquellos para los que ese mínimo homenaje no he alcanzado a concretar.

    Tal como ya lo hiciera al prologar el Tomo ii, quiero agradecer a la señora Mirta Liliana Rosa su valiosa tarea de correctora, encarada nuevamente en forma minuciosa y responsable y a la Universidad Católica de Santa Fe, y en especial a la Doctora Graciela Mancini responsable de su Sello Editorial, por esta nueva demostración de apoyo y confianza.

    Y he esperado esta última presentación para dejar constancia también acerca de mi beneplácito con la diagramación del libro y de las tapas de sus tres tomos a cargo de mi tocayo (en cuanto a los nombres de pila) Carlos Federico Borra. Pido a los lectores que en relación a estas tapas observen las fotografías del bandoneón que aparece en cada una de ellas y como esas imágenes van avanzando de modo de mostrar sucesivamente y de forma muy creativa, todas las partes de este emblemático instrumento del tango.

    Carlos Federico Torres

    Santa Fe, 20 de marzo de 2015

    Biografías

    206. Nelson, Julio Jorge

    Reconocido como el decano de los comentaristas del tango, nació en Buenos Aires el 27 de abril de 1913. Su verdadero nombre era Isaac Rosofsky.

    Presentador de orquestas en sus comienzos, es muy curiosa la causa que según cuenta Julio Nudler le permitió idear esta actividad. Señala al respecto este autor que «Nelson observó que en los locales en los que actuaban los conjuntos musicales no se contaba con un presentador que anunciase los títulos de los temas que ellos iban a interpretar, por lo que era habitual que uno de los músicos escribiera el mismo con tiza en una pizarra».

    Ésta fue la circunstancia que permitió a Nelson imaginar el lugar que comenzaría por entonces a ocupar.

    Contra lo que quizás pueda suponerse, su relación con Gardel fue mínima, habiéndolo presentado solamente en una única oportunidad, en ocasión de una actuación de el Zorzal en el teatro El Nacional, en 1933.

    Al año siguiente comenzó a difundir por radio Buenos Aires la audición Esta noche escuche a Gardel, con el fin de mantener vivo el interés del público por el cantor, quien desde el año anterior no estaba en el país.

    A poco de fallecer Gardel, de cuya muerte se enteró la noche del accidente estando en el café Los 36 Billares, la flamante radio Callao con la conducción del locutor Carlos Enrique Cecchetti comenzó a difundir un programa dedicado exclusivamente al malogrado cantor. En 1936, Nelson pasó a conducirlo y le cambió el nombre por El bronce que sonríe. A partir de 1944, trasladó la audición a radio Mitre. Otro programa de difusión diaria que le diera gran popularidad fue El éxito de cada orquesta, cuyo itinerario fue en principio igual al de la anteriormente mencionada: comenzó en radio Callao, para pasar luego radio Mitre y finalmente, hasta el fallecimiento de Nelson, se difundió diariamente por radio Rivadavia. Ambas audiciones alcanzaron décadas de duración.

    También desde 1949 dirigió con el comentarista de automovilismo con Alfredo Curcu la audición Una luz en el camino, la que se emitía en la madrugada.

    Es bastante generalizada la opinión que imputaba a Nelson lucrar con el recuerdo y la memoria de Gardel, existiendo inclusive una difundida expresión según la cual «cuando Gardel pasó a mejor vida, Nelson también lo hizo». Sin embargo otras opiniones, en nuestro criterio más justas y acertadas, reconocen en Nelson a la persona que más contribuyó a la perdurabilidad de el Zorzal en la memoria del público.

    Fue también importante su tarea como letrista, perteneciéndole los versos de Margarita Ghautier, su obra más difundida, sin dudas porque los acertados versos de Nelson inspirados en la famosa Dama de las camelias se acopla una bellísima melodía del pianista Joaquín Mauricio Mora.

    Existen de este celebrado tango muchas versiones discográficas, entre ellas algunas solamente instrumentales, como por ejemplo la realizada por el Sexteto Tango, sobre la base de un excelente arreglo de Julián Plaza. Entre las que destacan los versos de Nelson recordamos la de las orquestas de Osmar Maderna con el cantor Pedro Dátila, realizada el 20 de febrero de 1947, y la de Alberto Mancione, cantando Ángel Varela, el 26 de noviembre de 1952.

    Son también muy reconocidos los versos que escribió para el tango Carriego, con música de Raúl Nievas Blanco, del que existe una siempre vigente grabación de la orquesta de Miguel Caló con el cantor Roberto Arrieta.

    Otras de sus poesías muy celebradas fueron las de los tangos La casa vacía, en este caso en colaboración con Reinaldo Yiso, siendo su melodía del prolífico compositor Arturo Gallucci, también llevado al disco por la mencionada orquesta, con la voz en este caso de Roberto Rufino, y Óyeme mamá, cuya melodía compuso el pianista y director Armando Ballotti, grabado por la orquesta de Francini y Pontier con el cantor uruguayo Pablo Moreno, en septiembre de 1952.

    En realidad, su tarea de letrista no lo vinculó especialmente con ningún compositor en particular, compartiendo títulos con los músicos mencionados y también con Miguel Nijenshon, José García y Marcos Larrosa, entre otros.Además, intervino en dos películas, referidas ambas a la vida del Zorzal: Historia de un ídolo y Soy del tiempo de Gardel.

    El 2 de marzo de 1976 sufrió un infarto cardíaco del que no pudo recobrarse, falleciendo cuatro días después en el sanatorio Anchorena en el que había sido internado. Tenía 62 años de edad.

    207. Nichele, Reinaldo Fidel

    Violinista y compositor, nacido en Zárate (provincia de Buenos Aires), el 1º de junio de 1918, aunque su infancia y adolescencia transcurrieron en Montevideo, donde su padre se desempeñaba como técnico en refrigeración.

    Realizó sus estudios de violín con el maestro Camilo Giucci, y su debut profesional se produjo a los 13 años de edad en el Casino de Carrasco de la capital uruguaya, integrando la orquesta de Juan Bauer. En 1936, ya en Buenos Aires, integró la orquesta de Fortunato Mattino. En 1937, ingresó a la flamante orquesta de Aníbal Troilo, de la que se desvinculó brevemente a fin de integrar la de Roberto Zerrillo que realizó el acompañamiento de Libertad Lamarque en algunas giras que esta cantante realizó.

    Tras este fugaz paso con el mencionado director y violinista uruguayo, Nichele se reincorporó a la orquesta de Pichuco al año siguiente, permaneciendo en ella hasta 1955.

    De esta etapa, ha quedado una grabación a la que Horacio Salas califica como un hito en la historia del tango. Se trata de Recuerdos de bohemia, el tango de Enrique Delfino, sobre arreglos de Argentino Galván, en la que Nichele ejecuta con excepcional brillantez un extenso solo de violín, antes de la breve intervención al final del tema del cantor Alberto Marino.

    Integró también la agrupación del pianista Francisco Rotundo, aunque únicamente para participar como refuerzo en algunas de las grabaciones que ésta realizó para los sellos Odeon y luego para su subsidiaria Pampa entre los años 1948 y 1957, compartiendo la fila de violines, entre otros, con Hugo Baralis y Mauricio Misé.

    Desde 1956 hasta 1959, conformó junto con Carlos Arnáiz, Armando Ziella, Eduardo Mataruco, Nito Farace y Rodolfo Fernández la fila de violines de la orquesta de Carlos Figari, quien contaba con los cantores Enrique Dumas, Ricardo Argentino y Héctor Omar. Con esta formación realizó catorce grabaciones para el sello rca Victor, participando también en la que bajo la dirección de Armando Cupo acompañaba a Alberto Morán.

    En 1956, constituyó un cuarteto con Eduardo Rovira en bandoneón y arreglos, en el que además tocaban Fernando Romano, el contrabajo, y Orlando Trípodi, el piano, y que fue la primera etapa de renovación que emprendió Rovira.

    Posteriormente, formó parte de la orquesta de Atilio Stampone, y en 1961, de la llamada Agrupación de Tango Moderno, creada por Eduardo Rovira en ese mismo año. Integraban este conjunto aparte del propio Rovira, en bandoneón, y Nichele, en violín; Leopoldo Soria, en piano, y nuevamente Fernando Romano, en contrabajo.

    Este cuarteto contó siempre con arreglos de Rovira, elaborados con el objetivo de crear formas más accesibles al público que las de los conjuntos renovadores de la época, en los que el director se incluía.

    De este modo, la estética de las ejecuciones trataba de mantenerse dentro de la tradicional, con un lenguaje muy rítmico y lucimiento de los solistas.

    En 1965, para la grabación de su cuarto disco larga duración, la agrupación fue dirigida por Nichele, quien además siguió siendo el violinista de la misma, contando para la ocasión con Atilio Corral en el bandoneón, en diez de los doce temas que integraron el disco, mientras que en los dos restantes, el bandoneonista fue un juvenil Rodolfo Mederos; el pianista pasó a ser José Colángelo; mientras que Fernando Romano seguía siendo el contrabajista.

    Si bien Eduardo Rovira, en esta oportunidad no participó como intérprete, cabe destacar que dejó su sello como arreglador de todos los temas. El grupo mantuvo permanentemente a lo largo de esos años una línea renovadora pero con las características ya indicadas, registrando en los cuatro discos versiones en las que el violín de Nichele adquirió un rol preponderante.

    Ejemplo al respecto es la grabación de su propio tango Baile de etiqueta, en el que su violín solista se escucha al final de la segunda parte, luego de haber realizado un juego melódico y rítmico con el piano a cargo, ya en ese cuarto disco, del mencionado Colángelo.

    También en 1965, dirigió y formó parte del cuarteto Los Solistas del Tango, al que completaban Atilio Stampone, en piano; Eduardo Rovira, en bandoneón, y Fernando Romano, en contrabajo, conjunto que en mayo de ese año lanzó bajo la simple y contundente denominación de Tango, un magnífico disco larga duración con doce temas clásicos, entre ellos La cumparsita, El motivo, Mi refugio, Inspiración, c.t.v. y Chiqué.

    También en 1965, más precisamente en el mes de noviembre, debutó en el escenario del local Gotan formando un trío con Atilio Stampone y Eduardo Rovira, donde continuaron actuando hasta 1970.

    En este año, pasó a integrar la orquesta de Grandes Valores del Tango, la recordada audición que se emitía por Canal 9 de televisión y ya en 1973 ingresó a la primera formación del Sexteto Mayor, en la cual permaneció hasta 1976.

    Simultáneamente con esta última actividad, entre 1974 y 1976, formó parte del marco orquestal que dirigido por el pianista Osvaldo Requena acompañó al cantor Alberto Castillo en la grabación de un total veintinueve temas. En esta agrupación, José Votti, Armando Andrade y Bernardo Stalman completaban con Nichele la fila de violinistas, mientras que Juan Carlos Bera, Néstor Marconi, Daniel Lomuto y Osvaldo Pichuquito Rizzo integraban la de bandoneones; Enrique Marchetto estaba a cargo del contrabajo y el propio Requena, del piano.

    En 1978, se alineó en el sexteto que Raúl Garello presentó en El Viejo Almacén y al año siguiente, con el mismo director, actuó en el Teatro Municipal General San Martín, de avenida Corrientes al 1500.

    La década del ochenta lo encontró realizando varias giras por Europa, Japón y otros países de Asia, formando parte de las orquestas de Osvaldo Requena, Carlos García y Néstor Marconi.

    Con este último, precisamente, en 1988 viajó a Japón integrando una delegación de importantes figuras del género, entre ellos el Polaco Goyeneche y Nelly Vázquez, como cantantes; el pianista Orlando Tripodi, y el mencionado Marconi y Daniel Binelli como bandoneonistas, que presentaba un espectáculo al que se denominó Tanguísimo. El mismo era dirigido por Marconi al frente de un conjunto formado a tal fin que se conoció como Octeto Buenos Aires y que integraban, entre otros, los mencionados intérpretes.

    A comienzos de los noventa, entre sus múltiples actividades, Nichele constituyó el conjunto que bajo la dirección y arreglos también de Raúl Garello, acompañó a la joven cancionista Patricia Vel.

    Ingresó luego a la agrupación de Osvaldo Requena y simultáneamente a esta actividad, en los primeros meses de 1997, ya con 79 años de edad, integró la orquesta dirigida por Pascual Cholo Mamone, constituida a fin de grabar un cd de doce temas, en la que Nichele se desempeñó como solista de violín, pudiéndoselo apreciar aún en la plenitud como intérprete, en especial en los solos que realizó para los temas Inspiración, Canaro en París, Adiós Nonino, La comparsita, Divina y Con lirismo.

    Su obra como compositor no es para nada extensa pero sí valiosa. Entre su producción se encuentran el vals Querida, con letra de Evaristo Frantanoni, grabado por Alberto Morán acompañado por la orquesta dirigida por Armando Cupo, y los tangos Baile de etiqueta, a cuya grabación por parte de la Agrupación de Tango Moderno de Eduardo Rovira ya se hiciera referencia, y No vernos más.

    Un mes antes de emprender una gira a Japón como integrante de la orquesta de Osvaldo Requena, Nichele enfermó gravemente, falleciendo en la mañana del 25 de abril de 1998, precisamente el día en el que la delegación comandada por el recordado pianista emprendía el viaje. Tenía entonces 80 años de edad.

    208. Nijenson, Miguel

    Su verdadero apellido era Nijenshon y había nacido en Buenos Aires el 1º de diciembre de 1911, hijo de un matrimonio de inmigrantes letones provenientes de Riga, capital de esa república báltica.

    Luego de iniciar sus estudios de piano en un conservatorio de su barrio natal, perfeccionó los mismos con el maestro Vicente Scaramuzza, el mismo profesor de Osvaldo Pugliese y tantos otros pianistas del tango y otros géneros musicales. Estudió además armonía con otro reconocido docente, el profesor Gilardo Girlardi.

    A los 14 años, se incorporó a la orquesta de Roberto Firpo, con la que realizó una gira por Sudamérica, para la que debió contar con la autorización expresa de sus padres.

    En 1927, formó un trío con Aníbal Troilo y el violinista Domingo Zapia, para tocar en el café Río de la Plata; luego en 1928 integró el sexteto del violinista Roberto Dimas y, desde 1935, integró el quinteto Los Poetas del Tango, con Francisco Fiorentino y Héctor Artola, en bandoneón, y Antonio Rodio y José Bonano, en violines.

    En 1936, ingresó por primera vez la orquesta de Miguel Caló, en la que fue reemplazado, en 1939, por Héctor Stamponi, reemplazado a su vez en 1940, por Osmar Maderna.

    Desde 1943 hasta mayo de 1945, Nijenson dirigió la orquesta que acompañó a la cancionista Tania en grabaciones para el sello Odeon, quedando entre otras, muy buenas versiones de los tangos Otra noche, Yuyo verde y Ya estamos iguales.

    En este último año, cuando Maderna se alejó de la orquesta de Caló para formar su propia agrupación, Nijenson reingresó a ella, encargándose además de los arreglos, para los que Caló le solicitó que siguiese el estilo que había impuesto Maderna.

    Su segunda etapa con Caló se prolongó ahora hasta el año 1955, cuando fue designado director de una orquesta que en el Luna Park acompañó a cantores que se presentaron en un concurso realizado en ese estadio.

    Los ganadores fueron Jorge Budini y Mario Bonet, y Nijenson formó entonces su propia agrupación, incorporando a ambos ganadores como vocalistas.

    Los bandoneonistas de la nueva agrupación eran Víctor Lavallén, Manuel Daponte, Ángel Álvarez y Eduardo Conti, luego reemplazado por Osvaldo Montes, mientras que en los violines se desempeñaban Emilio González, Raúl Domínguez, Pedro Saporchnik y Milo Dojman. En 1956, acompañó con este mismo conjunto al cantor Ernesto Herrera, quien registró así para el sello Odeon su primer disco simple como solista, luego de ganar un certamen organizado por la revista Radiofilm en dicho año. Integraban el disco los temas Vamos, vamos,

    zaino viejo y Fogón de huella.

    La orquesta grabó para el sello Odeon entre los años 1957 y 1958 un total de once temas, cuyo detalle es el siguiente: Tres esperanzas, Mi incertidumbre, Zorro gris y Medias de seda —cantados por Carlos Budini—; Espérame en el cielo, Casi caminando y Que seas muy feliz —cantados por Mario Bonet—; Lonjazos —con la participación a dúo de Budini y Bonet—; Anastacio, el pollo —único registro instrumental—; Patoteros —con la voz de Jorge Garré, futuro cantor de Fulvio Salamanca— y Me la nombra el viento, vocalizado por José Berón.

    En 1958, Nijenson incorporó a su orquesta al cantor Alberto Chino Hidalgo y en ese mismo año asumió la dirección artística de Radio del Pueblo.

    Al año siguiente, formó el llamado Cuarteto de Oro, que él mismo dirigía desde el piano y completaban Milo Dojman, en violín, junto con Mauricio Chulman y Ángel Álvarez, en bandoneones. Sin embargo, la excesiva retribución que solicitaba para las actuaciones del conjunto frustró todas las posibilidades del mismo, al punto tal que el cuarteto no llegó a concretar ninguna presentación.

    También creó un quinteto de cuatro bandoneones (Chulman, Daponte, Montes y Álvarez) y piano para actuar como número vivo en el cine teatro Ópera. Para estas actuaciones, adaptaba obras clásicas de modo que fueran ejecutadas por esa formación de raigambre tanguera. Las presentaciones se extendieron sólo por dos meses, pero representaron para el director y los músicos que lo acompañaban una experiencia valiosa que capitalizaron durante el resto de sus respectivas trayectorias.

    En 1961, participó al frente de su orquesta en una gira de cuatro meses de duración por Francia, Suiza, Alemania e Italia junto con una delegación artística que completaban Argentino Ledesma, Chola Luna, Fernando Ochoa, Carlos Acuña y el Trío Los Santos.

    Luego de varias experiencias fallidas con cuarteros y quintetos, en 1969 creó con el bandoneonista Juan Carlos Bera el cuarteto A Puro Tango del que quedó un interesante disco larga duración y con el que también, en ese mismo año, acompañó al cantor Enrique Campos en la grabación de veinticinco temas para el sello Magenta, incluyendo entre ellos dos con la participación de Carlos Cristal formando dúo con el recordado ex cantor de Tanturi.

    Estás en Buenos Aires, Discos de Gardel, Buenos Aires del cuarenta Por eso canto yo, Cuando seas mayorcito, Andate con ella, Nada más que un corazón y El viejo vals, este último en uno de los aludidos dúos con Cristal, son algunas de los más difundidas de esas versiones discográficas.

    A esas versiones, cabe agregar en ese mismo año una más —Un vals para mamá— que Campos con el acompañamiento del mencionado cuarteto realizó para el sello Alondra.

    Estas veintiséis grabaciones fueron, por otra parte, los últimos registros grabados por Campos, fallecido el 13 de marzo del año siguiente.

    En los inicios de la década del setenta la actividad de Nijenson se circunscribió a actuaciones individuales en locales nocturnos y confiterías, hasta que en 1973 brindó marco musical al frente de un cuarteto al cantor Horacio Casares para la grabación de un disco larga duración integrado por doce temas, entre ellos los tangos No la traiga, perteneciente a Héctor Gentile y Reinaldo Yiso que Alfredo Gobbi había grabado con la voz de Ángel el Paya Díaz, y Un desolado corazón, cuya música le pertenecía en colaboración con José Niesso.

    En 1974, se trasladó a la ciudad norteamericana de Chicago, donde vivió en casa de uno de sus hijos, destacado médico cardiólogo en esa ciudad. Allí, subsistió actuando como pianista en presentaciones similares a las que realizara en Buenos Aires durante los años previos a su viaje a Estados Unidos.

    A instancias de su esposa, regresó a la Argentina en 1979, radicándose junto con ella en Mar del Plata, ciudad en la que ambos fallecieron el 9 de mayo de 1983, como consecuencia de un escape de gas en el departamento que ocupaban.

    Según ha escrito Julio Nudler, «nunca quedó definitivamente dilucidado si el suceso fue producto de un accidente o de un pacto suicida entre ambos cónyuges». De todos modos, las crónicas de la época no dejaron dudas acerca de la primera alternativa, dado que se trataba de un gélido amanecer y el sistema de calefacción que el matrimonio empleó, según las pericias realizadas presentaba peligrosas fallas.

    Como compositor Nijenson dejó además algunas obras que obtuvieron trascendencia.

    Una de ellas, escrita en colaboración con el violinista José Nieso y con letra de Roberto Miró, fue el ya mencionado Un desolado corazón, tango que además de la grabación del cantor Horacio Casares ya recordada, registra la de la orquesta de Carlos Di Sarli con la voz de Oscar Serpa en 1954. Además, con versos de José María Suñé, quien se desempeñaba como representante de la orquesta de Miguel Caló, compuso la música de los tangos Yo quiero cantar un tango, Viento malo, Castigo, Sol y Decime qué pasó.

    Con letra de Carlos Bahr compuso Sin comprender, hermosa melodía que Miguel Caló grabó con su orquesta y la voz de Roberto Arrieta el 25 de abril de 1947, con la participación de Nijenson como pianista de la agrupación.

    También con versos de Bahr, compuso los menos difundidos tangos Siempre, Quise ser un Dios y La vendedora.

    En colaboración con el bandoneonista Alberto Di Paulo compuso la melodía de los tangos Buenos Aires ciudad tango y Muchacha esperada, a los que pusieron letra H. Onega y J. Digorado, respectivamente.

    También pertenecen a Nijenson los instrumentales Tango compadrón y Disco rayado, tema este último de curiosa melodía escrita en colaboración con Miguel Caló, en la que se intercala efectivamente el sonido de un disco rayado.

    La orquesta de Caló lo grabó el 27 de octubre de 1950, nuevamente con la participación de Nijenson como pianista.

    209. Omar, Nelly

    Cantante y autora nacida en la ciudad de Guaminí, en el suroeste de la provincia de Buenos Aires el 10 de septiembre de 1911. Su nombre real es Nilda Elvira Vattuone.

    En Guaminí, su padre era capataz de una estancia, y de quien heredó el gusto por el canto, dado que él era guitarrero aficionado.

    Nelly tuvo muchos hermanos, pero sólo dos mujeres siguieron sus pasos: Elena, apodada Gory, quien luego se casó con el poeta Julián Centeya, y Nélida.

    En 1924, se trasladó a Buenos Aires, a fin de realizar una prueba para integrar el elenco del conjunto de música nativo Cenizas del Fogón, al que fue incorporada en forma inmediata.

    El conjunto actuó en radio Rivadavia, y además de cantar, la futura Nelly Omar tuvo la oportunidad de concretar breves participaciones como actriz. En los años 1932 y 1933, en la misma emisora y en las radios Mayo y Splendid, las que ocupaban el mismo edificio, se presentó junto a su hermana Nélida para cantar a dúo.

    El repertorio de las hermanas Vattuone estaba integrado por temas camperos y géneros musicales típicos de la provincia de Buenos Aires como milongas, estilos y canciones, además de tangos, que en este caso estaban a cargo sólo de Nelly.

    Curiosamente, las hermanas decidieron a partir de entonces intercambiar sus nombres artísticos, y así Nilda pasó a ser Nelly y Nélida tomó el nombre de su hermana Nilda.

    Poco tiempo después la ahora Nelly se incorporó al elenco del conjunto Cuadros Argentinos, de características parecidas a los que había integrado con anterioridad.

    Con este grupo, participó en un radioteatro que se irradiaba por radio Stentor, presentándose también el mismo en diversos escenarios de barrios y ciudades del interior, bajo la dirección de los hermanos Julio y Alfredo Navarrine y de Antonio Molina, con quien se casó en 1935, matrimonio que duró sólo ocho años hasta su separación en 1943.

    En 1937, un gran plebiscito radiotelefónico realizado por la histórica revista Caras y Caretas, ya muy próxima a desaparecer, reconoció a Nelly como la cancionista más popular de la época.

    En 1938, en una actuación en un cine de la localidad de Valentín Alsina, el locutor la llamó «La Gardel con polleras», apodo con la que por mucho tiempo se la ha identificado.

    Por entonces, Nelly se presentaba asiduamente en las principales emisoras radiales, compartiendo el micrófono con Libertad Lamarque y Agustín Magaldi, quien pronto habría de fallecer.

    Los libretos de los programas pertenecían a Enrique Cadícamo y a Homero Manzi. Inició entonces con este último una relación amorosa que se mantendría hasta la enfermedad y muerte del poeta.

    Se ha interpretado al respecto que algunas poesías de Homero fueron precisamente inspiradas en ella, citándose en tal sentido a los versos de los tangos Ninguna y Solamente ella.

    Lo que debe descartarse es que Malena también tenga esa musa inspiradora, dado que en este caso la destinataria del poema fue la esposa del tenor venezolano Genaro Torterola, una artista argentina que bajo el seudónimo de Malena se desempeñaba como cantante de temas internacionales.

    En 1940, debutó en el cine participando en el elenco del film Canto de amor, dirigida por Julio Irigoyen, donde también actúo Carlos Viván, el cantor y compositor de temas de gran perdurabilidad.

    Su segunda actuación cinematográfica fue en la película Melodías de América, estrenada en enero de 1942 y dirigida por Eduardo Morera. En este film, Nelly cantó El aguacero, el hermoso tango perteneciente a Cátulo Castillo y José González Castillo.

    Ninguna de esas dos películas alcanzó demasiada difusión, pero en cambio continuaron siendo muy exitosas sus presentaciones radiales, en las que ratificaba permanentemente su innegable calidad.

    Su llegada al disco se produjo en 1946, cuando ingresó a los estudios del sello Odeon, por mediación de Francisco Canaro.

    Dejó en ese año registrados diez temas: el 28 de enero, Adiós pampa mía y Canción desesperada; el 8 de octubre, El Morocho y el Oriental (Gardel–Razzano) y Rosas de otoño; el 26 de marzo del año siguiente, Sentimiento gaucho y Sus ojos se cerraron; el 28 de mayo, Déjame, no quiero verte nunca más y La canción de Buenos Aires; y finalmente, el 22 de octubre, dos de sus éxitos más perdurables: Nobleza de arrabal, de Francisco Canaro y Juan Andrés Caruso, y Desde el alma, el vals que Rosita Melo había escrito en su adolescencia, cantando ahora la letra que Homero Manzi había escrito para que sea interpretada por Libertad Lamarque.

    En ese mismo año, la Sociedad de Autores y Compositores le rindió lo que fue su primer homenaje, escenificado en el local nocturno Novelty. En esa ocasión, le fue entregada una medalla y se la rebautizó «La voz dramática del tango».

    En 1947, inició un ciclo de actuaciones en radio Splendid que obtuvo importante repercusión y, en 1949, grabó, acompañada por la orquesta dirigida por Domingo Maraffiotti, la milonga La descamisada y la marcha Es el pueblo.

    A partir de esta identificación con el gobierno de Perón, durante los seis años siguientes en el que éste se mantuvo en el poder, Nelly actuó en las grandes fiestas populares del régimen, lo que le valió, luego de producido el golpe de Estado que derrocó al presidente Perón en 1955, un largo período de silenciamiento de su labor artística en el país. Ante estas circunstancias, para continuar su carrera, se vio obligada a realizar su actividad en el exterior, primero en Uruguay y luego en Venezuela.

    Recién en 1966, se presentó fugazmente en televisión y sólo a fines de esa década volvió a los estudios de grabación acompañada por los conjuntos de los guitarristas Roberto Grela y José Canet.

    A principios de los años ochenta, volvió a ingresar a los estudios de grabación, ahora acompañada por la orquesta de Alberto Di Paulo. En diciembre de 1997, con 86 años de edad y una voz todavía diáfana e increíblemente joven, grabó un disco compacto incluyendo entre otros temas, dos con letras de quien fuera su último compañero en la vida, el autor Héctor Oviedo: La piel de vivir y Por la luz que me alumbra, con música de F. Agüero y de Osvaldo Tarantino, respectivamente. En esta oportunidad, la acompañaron las guitarras de Bartolomé Palermo y Paco Peñalba; además de los mencionados, también formaron parte de este álbum algunos viejos temas a los que habitualmente se los conocía en versiones instrumentales, como es el caso de Comme il faut.

    Con anterioridad, con la misma tesitura de entonar viejas melodías a las que muy poco se las había cantado, había registrado con el conjunto de guitarras de José Canet los tangos La guitarrita y Derecho viejo.

    Los tres célebres clásicos de Eduardo Arolas contaban desde hacía muchos años atrás con letras del bandoneonista y director Gabriel Clausi, las que estas grabaciones de Nelly prácticamente dieron a conocer.

    El africano, antiguo tango de Eduardo Pereyra, es otra de sus interpretaciones sobre una melodía que nunca había sido cantada.

    Como autora, fue extensa su producción, casi toda ella asociada al guitarrista José Canet como compositor de la música.

    A título de ejemplo, pueden citarse Intriga y pasión, Misterio y canción, Catedral al sur, Amar y callar, Cuando entramos a pensar y Casualidad y amor, todos ellos grabados por Nelly con el acompañamiento del conjunto de guitarras dirigido por el propio Canet.

    Aún, con 98 años de edad, solía presentarse en audiciones televisivas, en las que con absoluta dignidad brindaba acabadas muestras de su talento inmutable de setenta años atrás.

    En noviembre de 2011, celebró sus 100 años con un concierto en el Luna Park, que contó con la participación del bailarín Juan Carlos Copes y un grupo dirigido por Érica Di Salvo. En la oportunidad interpretó temas como Sur, Amar y callar, Desde el alma y La descamisada, entre otros. A partir de entonces Nelly Omar se convirtió en la única persona de su edad en el mundo en llevar a cabo un recital de más de una hora de duración.

    Falleció el 20 de diciembre de 2013, a los 102 años.

    210. Ortiz, Ciriaco

    Bandoneonista, director y compositor nacido en Córdoba el 5 de agosto de 1905. Su nombre completo era Ángel Ciriaco Ortiz y en el ambiente del tango era conocido con el cariñoso apodo de Ciriaquito.

    Desde niño, vivió en su Córdoba natal en el ambiente musical del boliche Don Ciriaco, propiedad de su padre, buen ejecutante del bandoneón y compositor del vals Viaje a Argüello, comenzando así desde sus primeros años el aprendizaje de ese instrumento, familiarizándose a través de él con el género musical al que posteriormente dedicaría su actividad como músico.

    Fue precisamente en el local de su padre, fallecido en el año 1942, donde conoció a Gardel, visitante infaltable del lugar cuando se presentaba en Córdoba.

    El Zorzal grabó luego dos temas compuestos por Ciriaquito: Sueños, con letra de Eugenio Cárdenas, llevado a un disco del sello Odeon el 26 de diciembre de 1925, acompañado sólo por la guitarra de José Ricardo, y Nena, con letra de Juan Carlos Bazán, registrado para el mismo sello al año siguiente, ahora con las guitarras de Guillermo Desiderio Barbieri y el mencionado Ricardo.

    También se ha comentado que alrededor de 1920, estando Roberto Firpo con su orquesta de gira por la provincia de Córdoba, Ciriaquito con apenas quince años, reemplazó a Pedro Maffia quien se vio afectado por una indisposición.

    De todos modos, oficialmente su trayectoria profesional se inició en el año 1923, cuando otro visitante al local de su padre, el pianista Nicolás Vacaro, tuvo la oportunidad de escucharlo, y le propuso entonces que viajara con él a Buenos Aires, alojándolo en su casa y presentándolo al flautista Juan Carlos Bazán, director de la orquesta donde Vacaro estaba tocando.

    Al poco tiempo, el joven bandoneonista debutó en el club Pueyrredón de Mar del Plata.

    Ya en 1925, fue contratado para actuar en el cine Gaumont, formando a tal fin un conjunto que inicialmente lo integraron el bandoneonista Nicolás Di Massi, los violinistas Marcos Larrosa y Juan Ríos, y el pianista Eliseo Ruiz.

    En ese mismo año, ingresó al sello Victor formando parte de la Orquesta Típica Victor, creación que en esa compañía se estaba gestando y cuyo responsable era el director artístico de la misma, el maestro Adolfo Carabelli. Ortiz permaneció en ella cerca de veinte años, tomando parte por lo tanto de esta recordada agrupación durante casi toda su trayectoria.

    La misma, creada sólo para grabar, efectuó sus primeros registros discográficos el 9 de noviembre de 1925, día en el que editaron los tangos Olvido, de Ángel D’Agostino, y Sarandí, de Juan Bauer.

    Ese día, junto con Ciriaquito estaban los bandoneones de Luis Petrucelli y Nicolás Primiani; los violines de Manlio Francia, Agresilao Ferrazano y Eugenio Romero; el piano de Vicente Gorrese y el contrabajo de Humberto Costanzo.

    Su vinculación se extendió a todas las agrupaciones creadas por el «sello del perrito», formando parte también de la Orquesta Típica Porteña, la orquesta típica de Adolfo Carabelli; el conjunto Los Provincianos, cuya dirección ejerció; la Orquesta Victor Popular; el Cuarteto Victor de la Guardia Vieja y el grupo Los Virtuosos, entre otros, finalizando su vinculación con la mencionada casa grabadora casi treinta años más tarde de esas primeras grabaciones.

    En 1927, Ortiz actuó en radio Cultura y luego pasó a radio El Mundo emisora en la que se presentó integrando distintas formaciones durante veinte años.

    En 1929, integró su recordado trío, cuya extensa vinculación con el sello rca Victor se prolongó hasta el año 1955. Esta formación, que completó inicialmente y durante mucho tiempo con los guitarristas Ramón Andrés Menéndez y Vicente Spina —este último recordado compositor del vals Tu olvido y los tangos Me quedé mirándola y Loco turbión y otros exitosos temas—, comenzó a grabar el 20 de marzo de 1929, registrando dos temas compuestos por Ciriaquito: el gato Campero y la chacarera Rancho viejo.

    El último disco del trío para este sello fue grabado el 15 de septiembre de 1955, completando así el conjunto durante todo ese extenso lapso doscientos sesenta registros para dicha compañía discográfica, registrando luego doce temas más para el sello tk.

    Acompañaron a Ortiz en la formación del trío, luego de los dos primeros guitarristas mencionados, Jaime Vila, Reinaldo Baudino, Roberto Grela, Tito Francia, Ubaldo De Lío y Edmundo Zaldívar, ex integrante de la orquesta de Ricardo Tanturi en 1938 y del Cuarteto Troilo–Grela a partir de 1953. Zaldívar posteriormente acompañó a Ortiz ya en los últimos años de la vida de éste, cuando a fines de los sesenta se presentaron en el escenario de El Viejo Almacén.

    Simultáneamente a las actuaciones en las formaciones mencionadas con anterioridad, a fines de los años veinte y durante parte de la década siguiente, también actuó en las orquestas de Vardaro–Pugliese, Francisco Canaro y Julio de Caro y acompañó al cantor Antonio Rodríguez Lesende, integrando un trío con Juan Carlos Cobián, en piano, y Cayetano Puglisi, en violín.

    Entre su nutrida agenda de actuaciones de esos años, no puede tampoco dejar de recordarse su participación en los carnavales del teatro Politeama con la orquesta gigante que dirigió Juan Carlos Cobián.

    Asimismo, al frente de una orquesta de corta duración, Ciriaquito grabó cuatro temas entre 1931 y 1932: un fox–trot, dos tangos y una chacarera. Por otra parte, como director del conjunto Los Provincianos, siempre para el mismo sello, grabó seis temas entre el 7 de marzo de 1931 y el 30 de enero de 1934. Ellos fueron los tangos La cumparsita, con la voz de Roberto Díaz; El distinguido ciudadano y Pico blanco, ambos instrumentales, y los valses Volvió la princesita y Un placer, contando en este último con la voz de Carlos Lafuente, y A tu memoria, madrecita, el que al igual que Volvió la princesita, fue vocalizado por Luis Díaz.

    En 1934, participó en un concurso organizado por la revista Sintonía para elegir los músicos más populares, con los que se formaría un conjunto musical para actuar en radio El Mundo. Resultaron ganadores mediante el voto de los lectores, Ortiz junto a Pedro Maffia, Elvino Vardaro y los hermanos Julio y Francisco De Caro.

    Maffia no pudo participar en el conjunto a formarse, por lo que fue reemplazado por quien seguía en número de votos entre los bandoneonistas, el talentoso Carlos Marcucci.

    Este conjunto de intérpretes de primerísima línea, al que se denominó Los Virtuosos se presentó en la mencionada emisora y grabó cuatro tangos para el sello rca Victor: Un lamento, Tierra querida, El tirabuzón y Chiclana.

    En 1935, Homero Manzi propuso formar otro grupo integrado por los bandoneonistas más reconocidos del momento, surgiendo así Los Cinco Ases Peteco, denominación que aludía a la marca de un producto que auspiciaba las audiciones de la agrupación en radio Stentor, en la que desarrollaron toda su actividad.

    Integraron esa formación los bandoneones de Ciriaco Ortiz, Carlos Marcucci, Pedro Maffia y Pedro Laurenz y el piano de Sebastián Piana. El propio Manzi se encargaba de las presentaciones del conjunto en cada audición, recitando glosas que eran obviamente de su propia producción.

    En 1950, simultáneamente con la continuidad de sus actuaciones con el trío y con la orquesta de Julio De Caro que un año antes había regresado a la actividad, formó parte de la orquesta de Mariano Mores en el teatro Alvear, como asimismo de la formación de Horacio Salgán y se presentó además a dúo en un ciclo radial con el pianista Lucio Demare.

    En 1952, siendo aún parte del catálogo de rca Victor, formó nuevamente un sexteto para registrar cuatro tangos: Recuerdos de la pampa, El verde, Canaro y Una noche de garufa, grabando los dos primeros el 10 de diciembre de ese año y los dos últimos el 29 de septiembre del año siguiente.

    Formaban esta excelente agrupación, a la que se conoció como Sexteto Ciriaco Ortiz, el director y Federico Storticatti, en bandoneones; Elvino Vardaro y Hugo Baralis, en violines; Jaime Gosis, en piano, y Alfredo Sciaterra, en contrabajo.

    Considerando los registros discográficos realizados para rca Victor por las distintas agrupaciones que integró, el total de sus participaciones en ellos asciende a trescientos.

    En la década del sesenta, actuó en El Viejo Almacén y en el local nocturno Jamaica adonde también se presentaba el dúo conformado por Horacio Salgán y Ubaldo De Lío.

    En el mes de mayo de 1965, formando un dúo con este último guitarrista grabó quince temas, registros que se efectuaron en el Auditorium de Radio Municipal de la ciudad de Buenos Aires bajo idea y dirección de Julio Álvarez Vieyra, los que sin embargo quedaron inéditos hasta su publicación en un disco compacto editado por el sello Melopea en mayo de 1999. El trabajo incluyó quince temas, todos ellos clásicos del género como por ejemplo El motivo, Ninguna, Viejo rincón, El abrojito, Caminito y De vuelta al bulín, a los que Ortiz y De Lío supieron imprimirles su personal estilo interpretativo.

    Entre las composiciones de Ortiz se destaca como la más exitosa el tango Atenti pebeta con letra de Celedonio Flores, el que entre sus muchas grabaciones cuenta con una del trío dirigido por Ortiz realizada en octubre de 1952, y con otra, ya clásica, de Edmundo Rivero.

    Lobo, otro de sus tangos con letra de Luis Rubistein, fue grabado en Estados Unidos por Carlos Viván el 20 de abril de 1937, acompañado por la orquesta dirigida por Tierig Tucci.

    Además de sus composiciones ya mencionadas, se pueden citar: Sueños y Nena, ambas grabadas por Gardel; Juro, tango con letra de Luis Rubistein que Ciriaquito llevó al disco con su trío en agosto de 1936; los temas Desengaños, Entre copa y copa, No me preguntes nada, No digas nunca; el vals Perdóname —que lleva letra de Enrique Cadícamo y que también grabó con su trío en enero de 1935—; Valsecito de antaño, Te quiero más, Tu retrato, Muñequita gaucha, Acordate, Tus ojos serenos, Bonita, Lo mismo que antes y Otros tiempos y otros hombres, nuevamente con versos de Enrique Cadícamo, tango del que existe una impecable grabación de Francisco Fiorentino con la orquesta dirigida por Astor Piazzolla, realizada en el año 1946.

    A las virtudes de Ortiz como músico, se agrega su permanente contribución al anecdotario más jocoso del tango, dado que se recuerdan numerosas circunstancias generadas por su permanente buen humor e ingenio, del que fluían todo tipo de ocurrencias.

    Varios autores, como Outeda y Casinelli, Héctor López Ruiz y Néstor Pinsó, lo destacan como un ser muy especial, digno de ser

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