“L'addio”, una grata exhumación
Es motivo de alborozo para esta columna ofrecerles a los lectores de Proceso el rescate, o como reza el encabezado, la exhumación, de una partitura que ha estado en el olvido por casi una centuria y media. Leyendo su título –El adiós en castellano– podría creerse que se trata de la obra de un compositor italiano, sin embargo, es de la autoría de un excepcional músico mexicano de quien no se ha escrito aún una verdadera biografía1 y cuya producción musical yace, prácticamente toda –salvo tres piezas–2 , en silencio. Esta espinosa omisión no debe sorprender, ya que el siglo XIX mexicano, desde la perspectiva de sus compositores, todavía no se ha estudiado a cabalidad deparando, a la luz de los hallazgos que poco a poco van realizándose, valiosas sorpresas.
Es cierto que la musicología patria va cubriendo paulatinamente lagunas, pero el territorio aún por explorar, no sólo del decimonónico sino del virreinato, es descomunal.
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