Sobre la pasión, el amor y los celos

Por La Rochefoucauld

Esta traducción de máximas referentes a la pasión, el amor y los celos ha sido realizada por Rafael Gumucio, para quien La Rochefoucauld, al desentreñar la naturaleza humana, "supo ser terrible sin dejar de ser galante".

• Idioma: Español
• Editorial: Ediciones Tácitas
• Fecha de lanzamiento: 5 dic 2017
• ISBN: 9789563790573

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(www.lakomuna.cl)

PRÓLOGO

LA BATALLA FINAL

El mayor defecto de la penetración no es no llegar hasta el fondo, sino pasar de largo —dice La Rochefoucauld. Habla, como suele hacerlo en sus máximas, de amor. Habla, como pocas veces en esas mismas máximas o sentencias (como las llamó él), del amor físico. De alguna forma, sacándola de contexto, la frase podría ser también una suerte de arte poética. El extraño encanto que estas máximas y sentencias han ejercido en lectores tan diversos como Nietzsche, Proust, Cioran, Barthes o Todorov se basa justamente en el justo lugar en que el aristócrata francés, como un topógrafo sabio, supo posicionar su instrumental para ir muy al fondo del alma humana sin abandonar completamente su piel. Profundo, pero no lo suficiente como para que la luz de la superficie no alcance a los buzos que nadan entre los restos de las naves hundidas. Fiel a las apariencias, sin engañarse por ellas, La Rochefoucauld sabe ser terrible sin dejar de ser galante. Condena como nadie la frivolidad sin dejar de saber que más allá de ella solo nos espera la oscuridad de la nada, de la que no se puede extraer ya ni una sola frase.

A la hora de eso que hoy llamamos penetración sicológica, La Rochefoucauld teme tanto no llegar suficientemente lejos como pasarse de largo. Es quizás lo que lo diferencia de Pascal, con el que se supone comparten una visión terrible de la vanidad del hombre, de su incapacidad de ser sincero incluso cuando dice la verdad, sobre todo

Comentarios para Sobre la pasión, el amor y los celos

[Solcii Spindola · Calificación: 5 de 5 estrellas]

Claramente no es un libro de autoayuda; contrariamente puede confundirnos un tanto más. Sin embargo, nos permite entender sesgos de nuestra propia naturaleza.