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Asesinato en la Ópera de Pekín: Serie de Misterios de la Dinastía Qing, #3
Asesinato en la Ópera de Pekín: Serie de Misterios de la Dinastía Qing, #3
Asesinato en la Ópera de Pekín: Serie de Misterios de la Dinastía Qing, #3
Libro electrónico213 páginas3 horas

Asesinato en la Ópera de Pekín: Serie de Misterios de la Dinastía Qing, #3

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Luego de ayudar al príncipe Kung a evitar un desastre internacional, y de negociar con la madre del inspector Gong su compromiso con la concubina Swan, Lady Li decide ir a disfrutar de una noche en la ópera para ver la actuación, por primera vez, de una artista femenina en escena en la ópera de Pekín. Pero su noche de placer toma un giro dramático porque, durante la función, alguien es asesinado en escena.

El inspector Gong intenta distraerse de sus líos amorosos, pero sus planes se complican cuando asiste a la misma función de ópera que Lady Li. A partir de ahí, su mente por suerte se ve ocupada en resolver el asesinato que ocurrió ante cientos de personas, y se sumerge en un mundo de disfraces y bambalinas.

La emperatriz ha decretado que ahora las mujeres pueden desempeñar los roles femeninos de las amadas óperas de Pekín. Pero pocas mujeres se han animado a aceptar el desafío y arriesgarse a ser el blanco de la ira de los habitués más conservadores de la ópera. Cunado la primera mujer que se anima a desempeñar el papel de "dan" se convierte en la principal sospechosa del asesinato de su coprotagonista, Lady Li le ruega al inspector Gong que no la arreste todavía a la actriz y que encuentre al verdadero asesino, porque si la arresta, la actriz sería decapitada. Con el futuro del teatro chino en sus manos, el inspector Gong tiene que encontrar la verdad entre personas que viven de ocultarla, detrás de sus trajes y máscaras.

¿Descubrirá el inspector al asesino, con la ayuda de Lady Li? ¿O el intento de cambio social de la emperatriz morirá en su primer intento?

Asómense detrás de las cortinas del fascinante mundo de la ópera china en Muerte en la Ópera de Pekín, el tercer libro de la Serie de Misterio de la Dinastía Qing.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 jun 2020
ISBN9781071551882
Asesinato en la Ópera de Pekín: Serie de Misterios de la Dinastía Qing, #3

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    Asesinato en la Ópera de Pekín - Amanda Roberts

    1

    Lady Li se aclaró la voz y le hizo señas a una criada para que le llevara más té. Hacía lo que podía para imponer el aire de superioridad característico en ella, pero la mujer que estaba sentada frente a ella era una adversaria formidable. Quería que su pie se quedara quieto, sin golpetear al piso, y que pudiera sostener su taza de té con soltura, en vez de apretarla como si fuese un tornillo.

    —Por supuesto, estamos más que complacidos porque nuestro hijo por fin accedió a una candidata para casarse —dijo Gong Furen, la madre del Inspector Gong, mientras se sentaba bien erguida, cabeza en alto, como mirando a Lady Li con superioridad.

    Pero nadie miraba con superioridad a Lady Li.

    Lady Li se había puesto uno de sus chapaos más ornamentados, y su cabello estaba peinado a la perfección alrededor de su tocado de batou. Las joyas que se había puesto para decorar su cabello eran grandes y brillaban hasta en la luz tenue de la sala de visitas formal de su casa, donde estaban en ese momento.

    Gong Furen tampoco se había quedado atrás con su propio atuendo, pero era obvio que los hilos del bordado de su vestido no eran tan caros como los de Lady Li, y ella tenía muchas menos joyas. Pero había otras áreas en las que Gong Furen sobrepasaba a Lady Li. Específicamente, en que ella tenía hijos varones, uno de los cuales quería tomar a la compañera de Lady Li, Swan, que había sido concubina de su marido, por esposa.

    Gong Laoye, el padre del Inspector Gong, también estaba presente, pero más allá de los saludos de rigor, se había quedado en silencio. Dejaba que su esposa se hiciera cargo de las negociaciones. Lady Li sospechaba que Gong Furen manejaba todos los aspectos de su vida.

    —Pero, dadas las circunstancias —continuó Gong Furen—, usted entiende por qué tenemos... cierta preocupación.

    Lady Li sonrió y asintió ligeramente. Era esa preocupación la que amenazaba con romper su confianza. Ella quería que los padres del Inspector Gong aceptaran a la candidata, pero para convencerlos, ciertos aspectos de la vida de la concubina... Lady Swan tenían que permanecer... ocultos. No quería decepcionar a los Gong, pero el Inspector ya sabía de la adicción al opio de Swan, y de todos modos había estado de acuerdo en casarse con ella. Si revelaban la adicción de Swan a los padres, la situación se complicaría para todos.

    —Le puedo asegurar —dijo Lady Li—, que Lady Swan será una esposa excelente para su hijo.

    Swan, muy atinadamente, no dijo nada, pero se sentó derecha con la vista hacia el suelo. Lady Li sabía que Swan ansiaba casarse, pero en realidad ella no tenía ni voz ni voto en el tema. Tras la muerte de su marido, Swan había pasado a ser propiedad de Lady Li. De ese modo, lo que pasara con la muchacha era decisión de Lady Li, si se casaba o permanecía como una casta viuda para el resto de sus días. Algo así le había sucedido ya a Swan en su primera opción de matrimonio, en la cual tampoco había tenido voz ni voto.

    —No tengo ninguna duda de las muchas cualidades admirables de Lady Swan —admitió Gong Furen mirando a la joven de arriba abajo—. Estoy segura de que su marido era un hombre selectivo.

    —Realmente lo era —dijo Lady Li, haciendo un gesto a la criada para que rellenara las tazas de té—. Lady Swan proviene de una familia muy respetable de aquí, de Pekín. Su padre era calígrafo. Él le enseñó a leer y escribir, y le dio clases personalmente, y por eso ella tiene una caligrafía hermosa. Puede recitar a todos los clásicos y habla inglés.

    —Sí —dijo Gong Furen, apretando los labios con gesto de reprobación—. Oímos cómo ella... ayudó a nuestro hijo a en su último caso. Usted sabrá que ella se apareció en nuestra casa... sin escolta.

    Lady Li sintió que el ojo le temblaba involuntariamente, y esperaba que no se dieran cuenta. Ella había estado ayudando al Inspector Gong a resolver un asesinato en el barrio británico de la Delegación Extranjera porque hablaba inglés y él no. Swan, por su cuenta, se escabulló fuera de la mansión y se involucró en el caso. Había ayudado mucho, pero Lady Li tenía temor del daño que podía hacer a su reputación. Las mujeres casadas, incluso las viudas, rara vez salían de sus casas, y jamás sin escolta. Pero Swan había terminado en la casa del Inspector Gong porque ella, con razón, tenía miedo de volver a la casa de Lady Li, que la habría golpeado mucho si no hubiera sido que el Inspector Gong estuvo allí para impedirlo.

    Lady Li emitió una risita, como si el incidente no hubiera sido nada serio, aunque todos sabían que sí lo era. —Ese día, Lady Swan sí que mostró su capacidad. Me atrevería a decir que el Inspector Gong no hubiera podido resolver el caso sin ella.

    Gong Furen se reclinó en la silla y suspiró. —Sí, creo que ella fue tan útil para él en esa ocasión que por esa razón él insiste tanto con esta propuesta. —Dicho eso, miró a su marido, Gong Laoye, pero él estaba callado, y no ayudaba para nada a su esposa en esta situación. Era obvio que el hombre aceptaría cualquier cosa que la mandona de su mujer decidiera.

    —Creo que el Inspector Gong quiere una esposa que sea obediente y útil a la vez —dijo Lady Li—. Alguien que podrá criar a sus hijos y administrar el hogar mientras él esté ocupado trabajando para el príncipe y velando por la seguridad de esta ciudad.

    —Si los dioses lo conceden, ella no tendrá que administrar el hogar por muchos años —dijo Gong Furen. Era tradición que los hijos varones se quedaran con su familia incluso después de casados. Y Lady Li sabía que el Inspector Gong tenía hermanos mayores que ya estaban casados. Aún luego de que muriera Gong Furen, Swan sería la última de las generaciones de esposas. Lady Li temió que el deseo de Swan por casarse la estuviera atando a las dificultades de tener que reverenciar a su suegra y cuñadas mayores, pero eso algo que Swan finalmente aprendería por su cuenta, si el casamiento sucedía.

    —Pero, criar hijos... —dijo Gong Furen, y Lady Li sintió que se le estrujaba el corazón—. Esperamos que los hijos vengan pronto. Nuestro hijo ha esperado demasiado para aceptar una esposa. No queremos retrasar más la llegada de los nietos.

    Lady Li asintió. —Por supuesto —dijo—. Mi marido murió en seguida después de que Swan pasara a formar parte de nuestro hogar, y no tuvo la bendición de quedar embarazada. Pero ha sido una tía maravillosa para mis hijas.

    Por favor, no pregunte más. No pregunte más, por favor, rezaba Lady Li en silencio, mientras Gong Furen volvía la vista a Swan.

    —Ponte de pie, muchacha —le ordenó Gong Furen a Swan, que miró a Lady Li, quien asintió dándole permiso.

    Swan se puso de pie con gracia, sin perder nunca el equilibrio en sus zapatos de tacón tradicionales.

    —Date la vuelta —dijo Gong Furen, y Swan obedeció. Gong Furen chasqueó la lengua y movió la cabeza—. Ella es terriblemente huesuda. Será difícil para ella tener niños saludables.

    Lady Li volvió a reír. —Nada que unas comidas suculentas y la felicidad no puedan curar —dijo Lady Li, haciendo señas a Swan para que volviera a sentarse—. Ella sufrió mucho cuando murió Lord Yun. Ayunó durante meses. Y pareciera que su apetito normal no volvió más. Pero estoy convencida de que, una vez que se vuelva a casar con un marido que le caliente el corazón y la cama, volverá el apetito y aparecerán niños saludables.

    —¿Y ella ya tiene veinte años? —preguntó Gong Furen, buscando cualquier pretexto para hundir a Swan como candidata apta para su hijo.

    Lady Li se obligó a no mostrar el disgusto que sentía por la conversación. En realidad, era la primera vez que ella se veía envuelta en negociaciones de casamiento. Ella no había arreglado su propio casamiento, ni el de Swan, y sus propias hijas todavía no tenían edad para casarse. Ella conocía la rutina general de las dos familias que se reunían para llegar a un acuerdo, pero no se había dado cuenta de lo ofensivo que era todo el proceso, como si estuvieran regateando el precio y la calidad de un ternero.

    —Sí —dijo finalmente Lady Li—. Ella solo tenía dieciséis cuando mi marido la tomó como concubina, y eso fue hace cuatro años.

    —Como concubina —dijo Gong Furen—. No como esposa.

    Lady Li no respondió, pero no pudo evitar fruncir el ceño. ¿Qué esperaba Gong Furen? Lady Li era la esposa de Lord Yun; él no podía tener otra esposa.

    —Es este asunto de llevar la muchacha como esposa lo que me tiene tan preocupada —dijo Gong Furen, tratando de explicar su posición—. La joven ya ha sido tomada como concubina, y ya pasó la edad ideal para casarse. Mi marido y yo creemos que sería más apropiado llevar a Lady Swan como concubina. De ese modo, cuando nuestro hijo sienta más simpatía por la idea de tener su propia familia, todavía podrá tomar una esposa más adelante... Una esposa Han.

    Aunque en general ya no se lo consideraba bien, no era raro que un hombre tuviera una concubina antes de tener esposa. Era una manera de tener los beneficios de tener una esposa sin tener las obligaciones legales, pero eso en general solo pasaba entre la gente de clase más baja, entre los hombres que no podían costear el precio de mantener una esposa, pero esperaban poder comprar una más adelante. Que Gong Furen sugiriera que Swan fuera dada como concubina al Inspector Gong y no como esposa era un insulto grave. Normalmente, una familia privilegiada como la de Lady Li o la de Swan rechazaría esa oferta de inmediato. Pero Swan tenía pocas opciones. De hecho, no tenía ninguna otra perspectiva de casamiento. Una vez más, Lady Li se tragó la furia que le hervía en la boca del estómago y forzó una sonrisa.

    —Lady Swan es la casta viuda de un gran señor —dijo Lady Li—. Ella aquí, en mi casa, tiene todo lo que necesita, y yo valoro su compañía. Yo no la dejaría irse de mi casa por una condición inferior a la de esposa. Además, yo ya he hablado con el Inspector Gong sobre este asunto, y él me dio su palabra de que la tomaría por esposa. Y sé lo mucho que él valora su palabra.

    Los orificios nasales de Gong Furen flamearon, y se quedó mirando fijo a Lady Li como si pudiera fulminarla con la mirada. Pero Lady Li no se inmutó. No mostró ni furia ni temor. Su cara parecía de piedra. Honestamente, no tenía nada que ganar o perder por esta situación. Su única preocupación era hacer lo mejor por Swan, y ahora mismo, se preguntaba si dar por terminado el asunto y volver atrás era lo que le convenía a Swan. No podía imaginarse estar sometida a semejante suegra tan apabullante y mandona por el resto de su vida. Pero dudaba de que Swan se pondría contenta si ella le saboteaba la única chance de casarse.

    Al fin, Gong Furen se puso de pie, y su marido la imitó de inmediato. —Gracias por su hospitalidad —dijo la mujer con una ligera flexión de rodillas, no lo suficientemente profunda para mostrar el respeto que merecía el status de Lady Li, pero lo suficiente para que Gong Furen mostrara su desagrado por la situación—. Hablaremos una vez más con nuestro hijo y le haremos saber si la propuesta sigue en pie.

    Lady Li inclinó levemente su cuello a los Gong, en señal de amabilidad. Swan se puso de pie y luego se arrodilló todo lo que pudo con sus tacones.

    —Espero con ansiedad noticias suyas —dijo Lady Li, y luego le hizo señas el Eunuco Bai, que se había quedado en un rincón en silencio todo el tiempo, para que los escoltara hasta la puerta.

    En cuanto desaparecieron de vista, Lady Li colapsó nuevamente en su silla. —¡Qué mujer insufrible! —le dijo a Swan—. ¿Estás segura de que quieres seguir con esto ahora que la conoces?

    —Creo que todo salió bastante bien —dijo Swan, pura sonrisa, ahora que no tenía que hacer el papel de la humilde criada.

    —¿Cómo puedes pensar semejante cosa? —preguntó Lady Li, pateando sus zapatos de tacón y masajeándose los dedos—. Parecía que estábamos regateando la compra del pescado en el mercado.

    —Pero la gente solo regatea por las cosas que realmente quieren —dijo Swan, acercándose a la puerta para asegurarse de que realmente se habían ido—. Ellos solo quieren que usted acepte un precio más bajo por la novia, pero saben que tendrán que aceptarlo.

    Lady Li no lo podía creer; la sorprendían el optimismo y la astucia de Swan. —Creo que en eso tienes razón. Si ella quiere que el Inspector Gong se case, tendrá que aceptarte. Él dijo que no se casaría con nadie más.

    Swan se la ingenió de alguna manera para girar con sus tacones en un baile gracioso. —¡No puedo creer que finalmente me voy a casar con él!

    Lady Li sonrió pero tuvo que suprimir un atisbo de tristeza que le estrujaba el corazón. Lo que no daría por ser ella la que se casaría con el Inspector Gong.

    Pero no podía admitirlo en voz alta, por supuesto. A diferencia de Swan, ella no estaba en posición de casarse. Como primera esposa, era su deber permanecer una casta viuda por el resto de su vida. Incluso si eso no le importara, ella no quería entregar su inmensa fortuna a un nuevo marido y poner en riesgo las dotes de sus hijas ni comprometer su status. Ahora mismo, su hija mayor estaba en una lista selecta de posibles consortes para el joven emperador cuando el joven tuviera la edad suficiente. ¡Un día ella podría ser la madre de la próxima emperatriz de China! No, ella no podía casarse. Tenía que seguir con la vida que le había tocado.

    —¡Va a haber mucho por hacer! —dijo Swan, todavía soñando con el día de su boda—. Tengo que trabajar en los bordados de mi atuendo. Todavía tengo varias piezas de mi primer matrimonio en el baúl, pero seguro que Mamá Gong apreciará si tengo algo nuevo. Y necesitará un nuevo vestido de novia. ¿Cree que Popo me dejará llevarme las cacerolas y utensilios de cocina que traje conmigo? Y Mama y Baba también necesitarán ropas nuevas. ¡Cómo se van a poner cuando les cuente que seré una esposa, y no solo una concubina!

    Siguió así hasta que volvió a su habitación con su lista de deseos y cosas que hacer. En realidad, Swan tendría muy poco que hacer, más allá de los bordados de su atuendo. Las bodas siempre eran planificadas por los padres, y aunque Lady Li no fuera su madre, era su guardiana, por eso gran parte de la responsabilidad recaía en ella. Gimió al pensar en el hecho de que tendría que planear una boda con esa Gong Furen. Tal vez pudiera acercarse a la madre de Swan y ofrecerle la chance de planear la segunda boda de su hija.

    —¡Mamá! ¡Mamá! —gritaron sus hijas, que entraron corriendo en la habitación revoleando un panfleto por el aire. Acababan de volver de una visita a un templo cercano con Popo, su abuela paterna.

    Popo pasó despacito con su bastón, pero tenía una sonrisa en la cara. Unos pocos

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