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La buena muerte: Enteógenos y eutanasia
La buena muerte: Enteógenos y eutanasia
La buena muerte: Enteógenos y eutanasia
Libro electrónico114 páginas1 hora

La buena muerte: Enteógenos y eutanasia

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Información de este libro electrónico

¿Alguna vez has imaginado tu muerte? ¿Cómo te gustaría que ésta fuera? La cultura occidental y su visión del mundo consideran este proceso como un hecho escandaloso e inaceptable, por lo que entiende la práctica médica como un método que permite prolongar la vida más allá de los límites orgánicos y éticos. Se ha transformado así un proceso natural
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 jun 2020
ISBN9786079888114
La buena muerte: Enteógenos y eutanasia
Autor

Jesús Alejandro López Castillo

Jesús Alejandro López Castillo nació en Tehuacán, Puebla, México. Es licenciado en biología y maestro en Estudios Transdisciplinarios para la Sostenibilidadpor, ambos por la Universidad Veracruzana. Ha tenido la oportunidad de presentar ponencias en múltiples congresos académicos nacionales (UNAM, UAEM, UV), e internacionales. Sus temas de investigación plantean un análisis desde la bioética del uso de enteógenos para el manejo de ansiedad en enfermos terminales, y unabordaje de la psicoterapia y el quehacer médico desde una perspectiva transdisciplinaria y de dialogo entre los saberes tradicionales y la perspectiva científica occidental.

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    La buena muerte - Jesús Alejandro López Castillo

    La buena muerte,

    enteógenos y eutanasia

    Jesús Alejandro López Castillo

    ETNÓSFERA

    COLECCIÓN

    La buena muerte, enteógenos y eutanasia

    Jesús Alejandro López Castillo

    LunariaEdiciones

    Primera edición

    Nueva Tenochtitlan, México.

    2018

    Diseño de interiores y forros / Jacinto Martínez

    Cuidado de la edición / Miguel Blumenbach

    Encuadernación / Libros Chidos Encuadernación

    Viñeta de frontispicio / Xochipilli, príncipe de las flores

    Traducción Carta sobre la muerte asistida de Aldous Huxley mediante la medicina moksha / Jazmín Rojas

    Traducción El libro tibetano de los muertos y la experiencia psicodélica, una revisión / Williams Castillo

    Fotografía de portada / Yazmín Hidalgo

    E-mail: lunaria.ediciones@gmail.com

    Facebook: /EdLunaria

    www.lunariaediciones.com

    ISBN: 978-607-98881-1-4

    ETNÓSFERA

    COLECCIÓN

    El libro que tienes entre manos es el resultado de un esfuerzo que busca ampliar la oferta cultural de manera tal que diferentes voces puedan ser compartidas mediante el disfrute de las varias manifestaciones del arte.

    Las publicaciones implican un compromiso real y múltiple entre autores, editores, diseñadores, artesanos y los lectores. Este empréstito busca generar espacios alternativos y rentables que sean acordes a proyectos de diferentes tamaños e intereses, ponderando la intención artística y temática de cada propuesta, con un beneficio común: el libro y su lectura.

    Índice de contenidos

    Carta sobre la muerte asistida de Aldous Huxley mediante la medicina moksha

    Laura Huxley / Traducción de Jasmín Rojas

    El libro tibetano de los muertos y la experiencia psicodélica, una revisión

    Ralph Metzner / Traducción de Williams Castillo

    Prólogo

    Antecedentes

    I

    Aspectos biológicos de los enteógenos

    Características físico-químicas y fármaco-biológicas

    Mecanismos cerebrales

    Estados alterados de conciencia

    Aspectos culturales del uso de enteógenos, una perspectiva antropológica

    Sociedades enteogénicas y psicotrópicas

    Uso de enteógenos en la práctica medicinal

    II

    Sustancias enteógenas utilizadas con fines terapéuticos

    Sobre la dietilamida de ácido lisérgico

    Sobre la psilocibina

    Bioética y el uso de sustancias enteógenas

    Contexto científico para el uso de enteógenos

    Contexto social para el uso de enteógenos

    III

    De la eutanasia, tratamientos e intervenciones

    Dolor físico y ansiedad ante-mortem

    Abordajes terapéuticos auxiliados por enteógenos

    Contexto del tratamiento (set & setting)

    Prevención de riesgos

    Eutanasia y enteógenos, la buena muerte

    Dignidad humana y ensalamiento terapéutico

    Práctica eutanásica con sustancias enteógenas

    Consideraciones finales

    Bibliografía recomendada

    Carta sobre la muerte asistida de Aldous Huxley mediante la medicina moksha

    Laura Huxley

    Traducción de Yasmín Rojas

    Queridos Julian y Juliette:

    Hay tanto que quiero decirles sobre la última semana de vida de Aldous y, particularmente, del último día. Lo ocurrido es importante no sólo para nosotros, sus seres queridos y allegados, aunque es también casi una conclusión o, mejor aún, una continuación de su obra, y por ende, tiene importancia para la gente en general.

    Primero que nada, debo confirmarles con toda seguridad subjetiva que Aldous no había tomado conciencia de que moriría hasta el día en que falleció. Subconscientemente todo estaba allí, y ustedes podrán ver esto por sí mismos, porque desde el 15 de noviembre hasta el 22 de noviembre tengo grabados sus comentarios; sé que todos estaremos inmensamente agradecidos con estas grabaciones. Aldous nunca estuvo muy de acuerdo en entregar sus escritos, ni a dictarlos o tomar notas con su grabadora. Usaba un dictógrafo sólo para leer poesía o pasajes literarios; solía escucharlos en sus momentos de silencio, en las noches, mientras se iba durmiendo. He tenido una grabadora por años, a veces intenté emplearla con él pero era muy grande, y particularmente ahora que estábamos siempre en la recámara y la cama tenía a su alrededor mucho equipo de hospital. (Habíamos hablado sobre la posibilidad de comprar una pequeña, pero el almacén de aquí está atascado con grabadoras de transistores, y la mayoría son muy malas. No tuve tiempo de buscarlas, y esto fue uno más de los pendientes que nos quedaron.) A principios de noviembre, cuando Aldous estaba en el hospital, cumplí años, así que Jinny, cuidadosamente, indagó en lo de las máquinas y me mostró las mejores, una cosa pequeña, fácilmente manejable y que prácticamente pasaba desapercibida. Después de haber practicado con ella varios días, se la mostré a Aldous, quien estuvo muy satisfecho con ella, y del 15 en adelante la usamos un poco cada día para grabar sus sueños, así como notas para futuros escritos.

    El periodo del 15 al 22 marcó, me parece, un lapso de intensa actividad mental para Aldous. Disminuimos, poco a poco, los tranquilizantes que había estado tomando cuatro veces al día: una droga llamada Sperine, semejante a Thorazin. La redujimos prácticamente a nada, solamente tomamos analgésicos como Percodon, un poco de Amitol y algo para la náusea. También le dimos algunas inyecciones, medio centilitro de Dilaudid, un derivado de morfina, la cual le causó muchos sueños; algunos los escucharán en las grabaciones. El doctor dice que ésta es una pequeña dosis de morfina.

    Ahora, para retomar de nuevo mi punto, en estos sueños, así como a veces en sus conversaciones, parecía obvio y transparente que, de manera subconsciente, él sabía que iba a morir. Pero ni una sola vez habló de ello conscientemente. Esto nada tenía que ver con la idea que algunos de sus amigos arrojaron: que él me quería librar del sufrimiento. No ocurrió así, porque Aldous nunca pudo tomar parte en esto, no pudo decir ni una sola mentira; era constitutivamente incapaz de mentir, y si hubiese querido librarme, estoy segura de que hubiese podido hablar con Jinny.

    Durante los últimos dos meses le di, casi diario, una oportunidad, una apertura para hablar sobre la muerte; pero, claro, esta apertura la podía tomar de dos maneras, ya sea hacia la muerte o hacia la vida. Leímos completo el manual del Dr. Leary, extraído de El libro de los muertos. Pudo haber dicho, aun bromeando, no olvides recordarme que su comentario estaba dirigido a la forma en que el Dr. Leary condujo sus sesiones de LSD, y de cómo regresaba a la gente que no estaba muerta a esta vida después de la sesión. Es cierto: a veces decía frases como si no salgo de ésta, en conexión con sus nuevas ideas para escribir, y se preguntaba cuándo y si tendría la fuerza para trabajar. Su mente estaba muy activa y parece que este Dilaudid estremeció una capa nueva que no se había movido en él.

    La noche antes de su muerte (jueves en la noche), alrededor de las ocho en punto, de repente se le ocurrió una idea. Querida me dijo, me acabo de dar cuenta que estoy imponiendo en Jinny el tener a alguien tan enfermo como yo en esta casa donde hay dos niños, esto es realmente una imposición. Jinny

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