EL PLAN DE LAS ALMAS
Paul Aurand, que había sufrido por el persistente dolor causado por la caída de un rayo y del que luego se había liberado, trabajó como hipnoterapeuta en un centro médico con doctores especializados en ayudar a los pacientes a gestionar el dolor crónico y la enfermedad. El papel de Paul era aplicar la hipnoanestesia tradicional para facilitar una menor sensibilidad al dolor en la mente del sujeto; básicamente, se trata de adormecer sus síntomas mediante la sugestión hipnótica. Esta no es una idea nueva. De hecho, la hipnosis se lleva utilizando como anestésico durante intervenciones de cirugía mayor desde comienzos del siglo XIX, antes de la introducción de la anestesia química.
El procedimiento utilizado por Paul para mitigar el dolor tenía éxito a veces, pero quería que los resultados totales fueran más satisfactorios. Se dio cuenta de que, en lugar de tratar de mitigar el dolor, podía guiar al sujeto para que se convirtiera en un observador objetivo y entrase en diálogo con el dolor y su fuente. Evocar al observador durante el estado hipnótico permite al sujeto circunvalar sus pensamientos conscientes y sintonizar directamente con su sabiduría interior. Luego, guiaba al sujeto para que literalmente solicitase ayuda al dolor dentro de su mente, y así obtener respuestas. A veces, la fuente del dolor era un trauma infantil determinado o quizás una relación disfuncional. Otras veces, se le decía que comiera de manera diferente o cambiase su estilo de vida. La clave parecía ser que recibiera consejo desde el interior, más que de una fuente externa.
REENCARNACIÓN Y CRECIMIENTO INTERIOR
No era infrecuente que la fuente de un dolor estuviera relacionada con un suceso del
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