Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

El azul en la flama
El azul en la flama
El azul en la flama
Libro electrónico90 páginas50 minutos

El azul en la flama

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

El azul en la flama, nueva estación de uno de los itinerarios poéticos más deslumbrantes y sólidos de nuestra viva tradición, es el pulido testimonio de un viaje (hacia adentro, hacia afuera) en el que el oficio ha sabido aliar, con maestría los imperios de la razón y los sentidos. La mirada lúcida de David Huerta descubre paisajes autosuficientes
IdiomaEspañol
EditorialEdiciones Era
Fecha de lanzamiento20 jun 2020
ISBN9786074452341
El azul en la flama
Autor

David Huerta

David Huerta (México, 1949) ha impartido talleres de poesía en prácticamente todo el país; ha dado lecturas en México y el extranjero, y compilado varias antologías de poesía. Muchos de sus libros son hitos de la poesía mexicana: Cuaderno de noviembre (Era, 1976), Huellas del civilizado (1977), Versión (1978; Era, 2005, Premio Xavier Villaurrutia), Incurable (Era, 1987), Historia (1990, Premio Carlos Pellicer), Los objetos están más cerca de lo que aparentan (1990), La sombra de los perros (1996),La música de lo que pasa (1997), El azul en la flama (Era, 2002). Ha sido traducido al inglés, francés, finés, entre otros idiomas. Forma parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte y ha sido becario del Centro Mexicano de Escritores y de la Fundación Guggenheim.

Lee más de David Huerta

Relacionado con El azul en la flama

Libros electrónicos relacionados

Poesía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para El azul en la flama

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El azul en la flama - David Huerta

    Discursos


    1. La corteza de los fenómenos

    Por un instante

    La lluvia se desgajó como un fruto blanco

    sobre la superficie azul del mundo:

    aquí, allá, se desdoblaron

    cajas y presencias,

    la cauda de los accidentes,

    el infinitesimal estallido inicial del dolor.

    El agua indivisa y recta

    mojó ángulos y artefactos;

    luego cesó, igual que había comenzado.

    El mundo azuleó más aún, titubeante.

    Se encendió y quedó vinculado

    a los esplendores atmosféricos.

    Por un instante el mundo se unió

    al cielo, después de la lluvia.

    Madrugada

    Lenta disolución de los vasos en la madrugada intempestiva.

    ¿Qué vasos había, qué edificios, qué escombros del verano

    olvidados y vueltos a recobrar con el cuerpo inclinado?

    Señales arduas recorren en círculos el borde infinitesimal

    del despertar, aciagas señales de consternación

    se difunden debajo de las sillas, entre las sábanas sucias.

    Falla la respiración, los ojos se abren y la boca se seca

    en medio de un roce de abismos, sin ningún esplendor

    ni anuncio de palingenesia ni consuelo ni huella de cobijo.

    ¿No estaban los vasos aquí, los vasos de los que se bebía

    con una sorda insistencia? Han desaparecido sin chasquido

    ni testimonio, escondidos en una maraña de silencios.

    Los vasos dejaron rasguños en la mano y la boca,

    se astillaron como espejos de mal fario, se doblaron

    y oscilaron junto a los cabellos y las páginas emborronadas.

    Qué más da. Uno se despierta y camina. Uno toca las casas,

    reconoce los cuerpos, lee y escribe, sube escaleras

    y repite nombres sin término y palabras desnudas

    rumbo a los mediodías y las oficinas, hacia la numerosa

    aventura de reconocer y sentir, debajo de un rumor

    de disminuciones y larga, fugitiva, oscura conciencia de la muerte.

    Hojas y espadas

    Del otro lado de las hojas caen las espadas.

    Una vez caen sobre el filo, otra

    con la punta que, recta, se hunde

    en la superficie del jardín. Tenue lluvia

    de feroces metales sobre el suelo pacífico.

    No suenan las espadas. Apenas

    el rumor de las hojas se escucha

    como un papeleo de cuadernos que amarillean,

    de bocetos que el dibujante arrugaba, desesperado.

    Pero nada se escucha porque no hay nadie.

    El desierto jardín va pareciéndose al mundo

    mientras cae la noche.

    Cuatro tardes

    1

    La nube rodea el núcleo de luz

    y la tarde se precipita en el pozo del tiempo:

    instante fijo, remolino de polvo,

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1