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Formación y Orientación de personas adultas
Formación y Orientación de personas adultas
Formación y Orientación de personas adultas
Libro electrónico228 páginas2 horas

Formación y Orientación de personas adultas

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El presente libro ofrece instrumentos, recursos y estrategias en materia de orientación en general, pero incidiendo de forma especial en la educación de adultos. Dada la importancia de la educación a lo largo de la vida, el profesional que se acerque a esta etapa formativa debe estar preparado para formar y orientar a la población diana. El material que se aporta (eminentemente práctico) aborda y articula los procesos de orientación en la etapa adulta —a partir de actividades— acompañando al orientado/a en su proceso de construcción vital y profesional. Repasa los elementos más relevantes del constructo tratado y sienta el debate sobre los hechos más controvertidos en la formación permanente del colectivo. La obra pretende ser un manual para profesionales de la orientación y de la psicopedagogía; por ello, invita a los/las lectores a saber más a partir de la bibliografía señalada y de los elementos para la reflexión comentados.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 sept 2019
ISBN9788418034985
Formación y Orientación de personas adultas
Autor

María Luisa Rodríguez Moreno

María Luisa Rodríguez Moreno Catedrática emérita de la Universidad de Barcelona. Fundadora en España de la Cátedra de Orientación Vocacional y Formación Profesional, es autora de varios manuales sobre esta temática y de monografías sobre toma de decisiones, exploración de mundo laboral y liderazgo político de las mujeres. Colabora con grupos de investigación y universidades en cuestiones vinculadas a la transición y orientación de las personas. Miembro de varias asociaciones europeas y nacionales ha redactado informes para la Unión Europea y dinamizado el Seminario Permanente de Orientación Profesional.

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    Formación y Orientación de personas adultas - María Luisa Rodríguez Moreno

    Formación y Orientación de personas adultas

    María Luisa Rodríguez Moreno

    Juan Llanes Ordóñez

    Esta obra ha sido publicada por su autor a través del servicio de autopublicación de EDITORIAL PLANETA, S.A.U. para su distribución y puesta a disposición del público bajo la marca editorial Universo de Letras por lo que el autor asume toda la responsabilidad por los contenidos incluidos en la misma.

    No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

    © María Luisa Rodríguez Moreno y Juan Llanes Ordóñez, 2019

    Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras

    Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com

    www.universodeletras.com

    Primera edición: 2019

    ISBN: 9788418036392

    ISBN eBook: 9788418034985

    I. La teoría

    1. La formación permanente. Generalidades

    Desde una perspectiva general, la formación de las personas adultas se puede definir como un proceso de carácter multidisciplinar orientado a favorecer la educación permanente para todos y el aprendizaje eficaz a lo largo de toda la vida. Históricamente, el comportamiento de las personas adultas mereció la atención de la filosofía y de la psicología y, en la actualidad, las exigencias de la adaptación a un mundo complejo y en rápida evolución fomentan el interés por conocer y por formar mejor a ese colectivo. Los requisitos de las profesiones y de los oficios, la movilidad de los trabajadores y la globalización motivan a la psicopedagogía a preocuparse —con más énfasis que nunca—- por el aprendizaje y la enseñanza en las etapas de la adultez.

    Hay que advertir, no obstante, que ha habido muchas disquisiciones sobre las diferencias y semejanzas entre educación de personas adultas, formación todo a lo largo de la vida y formación permanente. Este escrito no va a entrar a diferenciarlas o compararlas. Simplemente, remitirá a algunos conceptos generales emitidos por organizaciones internacionales e instituciones europeas en estas últimas décadas. Teniendo en cuenta la necesidad de concisión y de brevedad, iremos asimilando las tres alternativas —educación de personas adultas, formación a lo largo de la vida y formación permanente— según avancemos en lo redactado, fundamentalmente referido al marco europeo. Una vez definidos los conceptos generales, explicitaremos algunas metodologías didácticas y estrategias para poner en marcha esa educación y mostraremos algunos de los recursos concomitantes con ellas.

    Las respuestas a las crisis del siglo XXI, fundamentadas en la economía, el envejecimiento de la población y las políticas internacionales, llevaron a la Unión Europea a publicar una Resolución del Consejo del Parlamento Europeo, sobre un plan europeo renovado de aprendizaje de adultos (Unión Europea, 2011). Esa Resolución se basa en una anterior (Comisión de las Comunidades Europeas, 2006), titulada «Nunca es demasiado tarde para aprender», donde se insta a desarrollar una cultura del aprendizaje permanente, en el marco de las políticas de igualdad. Más tarde (2008, 2009 y 2010) se publicaron otras resoluciones y recomendaciones; entre ellas la resolución «Incluir mejor la orientación permanente en las estrategias de educación y formación» (DOUE, 2008), en que se da a la orientación el estatus de proceso continuo, a cualquier edad y a lo largo de la vida, además, se explican los objetivos pertinentes del aprendizaje de las personas adultas —calidad, eficacia, equidad, cohesión social y ciudadanía activa— y de la intervención orientadora. Estos objetivos se vieron complementados posteriormente con programas de desarrollo de competencias clave.

    Además, con el horizonte puesto en la agenda Europa 2020, la Unión Europea preconizaba ampliar —en todos los Estados miembros— el acceso de las personas adultas a las oportunidades educativas de calidad invitándolas a desarrollar su responsabilidad y su autonomía (Comisión Europea, 2010). En la mayoría de los documentos de esa Comisión se aconsejaba que las políticas sociales estuvieran atentas a las oportunidades de formación permanente en períodos de transición o de desempleo, y se fomentaba la orientación permanente para validar los aprendizajes formales y no formales. Se trataba también de propiciar la formación permanente flexible en empresas y en el puesto de trabajo —convenciendo a los empresarios de que el aprendizaje de los adultos aumenta la productividad, la creatividad y la innovación— y de promover la implicación de los interlocutores sociales en la formación, entre otras consideraciones. Una de las convicciones más significativas fue la que exponía que el aprendizaje permanente cubre desde la etapa de preescolar hasta después de la jubilación, es decir, todo el arco iris de la vida.

    Desde estos presupuestos, es posible aseverar que la educación permanente es un proceso global orientado al aprendizaje eficaz a lo largo de toda la vida, desde el momento en que comprende todas las edades, todos los grados de la enseñanza, todas las formas de educación y todas las políticas educativas. Este planteamiento panorámico abarca todas las dimensiones de la vida del ser humano, todas las ramas del saber y todos¹ los conocimientos prácticos (UNESCO, 1976, 1995, 2003). Dicho de otra manera: la formación permanente está orientada a fomentar una educación integral y global como principio básico de todo el sistema educativo, en el contexto de una sociedad educativa (Alberici & Serreri, 2010). Echando mano de los planteamientos idealistas de la UNESCO, recordaremos que esa formación trata de favorecer que hombres y mujeres comprendan la sociedad en la que viven, participen en la formación de la misma con un espíritu de progreso social, respondan a las exigencias del desarrollo y a las necesidades de la sociedad y se formen en continuidad interdisciplinaria de acuerdo con el desarrollo económico, cultural y social de la comunidad.

    Una de las características más interesantes del enfoque de la UNESCO es que la formación permanente debe tratar de conseguir la participación de las personas adultas en las reformas, medidas y proyectos educativos. Eso va a requerir que se les den oportunidades y medios para que desarrollen plenamente su personalidad —que va a abarcar no solo su desarrollo individual, cultural y artístico, sino también la creatividad y la sensibilidad para adaptarse a los cambios—. Esas premisas van paralelas a las diversas Recomendaciones publicadas a lo largo de los tres últimos decenios centradas preferentemente en la comprensión, la cooperación y la paz internacionales; también en la educación relativa a los derechos humanos y a las libertades fundamentales. Otro tipo de documentos emanan continuamente de los organismos internacionales dedicados a la supervisión del respeto a los derechos humanos. Conviene citar aquí como ejemplo y de manera sintética, el redactado de la Comisión de las Comunidades Europeas que, con finalidades políticas, incluía, ya en el año 2000, seis mensajes clave dirigidos a todos los países miembros para motivarlos a poner en marcha el aprendizaje permanente. Esos mensajes eran que convenía y se instaba a:

    1.Garantizar el acceso universal y continuo al aprendizaje, con objeto de obtener y renovar las cualificaciones requeridas para participar de forma sostenida en la sociedad del conocimiento,

    2.aumentar visiblemente la inversión en recursos humanos, para dar prioridad al capital más importante de Europa: sus ciudadanos,

    3.desarrollar métodos y contextos eficaces en el binomio enseñanza/aprendizaje para el aprendizaje constante a lo largo y ancho de la vida,

    4.mejorar significativamente las maneras en que se entienden y se valoran la participación en el aprendizaje y sus resultados, sin hacer distinciones entre aprendizaje no formal e informal,

    5.lograr que todos los ciudadanos y ciudadanas de Europa, a lo largo de toda su vida, puedan acceder fácilmente a una información y a un asesoramiento de calidad acerca de las oportunidades de aprendizaje, y

    6.ofrecer oportunidades de aprendizaje permanente tan próximas a los interesados como sea posible, en sus propias comunidades y, cuando proceda, con el apoyo de las tecnologías de la comunicación.

    La llamada de los organismos internacionales a construir un marco de cooperación pretende justamente movilizar recursos para el aprendizaje permanente a todos los niveles. En efecto: trabajar todos juntos para llevar a la práctica el aprendizaje permanente es la mejor manera de construir una sociedad integradora, que ofrezca a todas las personas las mismas oportunidades de acceso a un aprendizaje de calidad, donde las normas que regulen la educación y la formación se basen —ante todo y sobre todo— en las necesidades y expectativas de las personas.

    La formación permanente pide que todos —tanto alumnado como profesorado— participen en ella. Así, estos dos colectivos van recorriendo paralelamente los itinerarios educativos de modo que ambos se educan, aprenden a aprender, a ser y a emprender, además de separarse para asumir los retos de cada momento histórico. Se trata de «obtener para cada uno una educación conforme a sus aptitudes y a las necesidades de la sociedad». Garantiza, además, que durante toda su vida —todos los hombres y todas las mujeres— dispongan de instrumentos de cultura que:

    •Satisfagan las lagunas de sus conocimientos,

    •completen su información,

    •les permitan adoptar actitudes favorables al progreso en todas las esferas,

    •les enseñen a participar de manera útil y activa en la vida familiar, cívica y cultural,

    •se impliquen en el desarrollo económico y social,

    •sepan emplear con mayor provecho su tiempo libre, y

    •consigan ser conscientes del valor de la comprensión internacional.

    Se impone, pues, cambiar las maneras de ofrecer educación y formación para que la gente pueda aprender durante toda la vida y planificar la conciliación de aprendizaje, trabajo y vida familiar. Otro aspecto que habrá que tener muy presente es luchar para que las personas adultas consigan niveles generales de educación y cualificación cada vez más altos en todos los sectores y, al mismo tiempo, asegurar que los conocimientos y las capacidades que vayan adquiriendo se ajusten a las transformaciones de los requisitos laborales, a la organización de las diferentes posiciones y a los cambiantes métodos de trabajo.

    Se trata de animar y de equipar a la gente para que participe activamente en todas las esferas de su vida pública contemporánea y, especialmente, en la vida política (Rodríguez, 2018), social y a todos los niveles, incluido el comunitario². Por otra parte, y restringiéndonos al ámbito laboral, la educación de personas adultas tiene como finalidad la adquisición de conocimientos, capacidades y aptitudes para aplicarlos en las diferentes estructuras laborales, con objeto de que el trabajo sea fuente de realización, de progreso personal y estímulo del esfuerzo creador.

    Para lograr los diferentes grados de formación continuada a lo largo de la vida, habrá que tener en cuenta que las personas adultas poseen un enorme bagaje de experiencia laboral previa —lo denominamos aprendizaje experiencial, siguiendo a su autor, D. Kolb— que el formador habrá de saber capitalizar.

    En efecto, una persona adulta madura querrá progresar no solo en su vida personal y familiar, sino en su vida laboral, por lo que, desde las políticas educativas para la educación permanente, habrá que tener presentes las condiciones para conciliar la vida personal y familiar con la vida laboral —sobre todo cuando nos referimos a mujeres adultas—, y apalabrar con el empresariado cómo mejorar las condiciones de trabajo y cómo planificar un continuo aggiornamento en las tareas estructurales y técnicas.

    Por todo lo dicho, se puede deducir que se impone una gestión democrática que cuente con la participación real y libre de las personas trabajadoras, que planifique a medio y largo plazo la promoción legítima de la carrera profesional de cada trabajador y que cuente con la elaboración participativa de los programas de formación permanente en el lugar de trabajo; esa democracia participativa en el mundo empresarial exige igualdad en el acceso —sin exclusiones de ningún tipo—.

    En una palabra, la educación de persona adultas está exigiendo la igualdad a la hora de acceder a la formación y la igualdad de oportunidades a la salida de los estudios. Lo cual supone que todos los centros escolares o universitarios, los de educación formal y no formal, además de estar abiertos a su entorno, habrían de ofrecer cursos ad hoc, es decir, adecuados a las circunstancias de los destinatarios. Cursos específicos, porque sus objetivos han de ser dinámicos y cambiantes al estar centrados en un ser humano adulto que madura permanentemente. Estos cursos van a requerir un clima de enseñanza abierto, flexible, adaptado a las diversas necesidades de aprendizaje y fácilmente asequible para todos.

    Junto a esta andadura, la orientación —académica y profesional— anexa a diferentes tipos de formación debería preparar al alumnado adulto a enfrentarse

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