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Juegos de motricidad para la tercera edad
Juegos de motricidad para la tercera edad
Juegos de motricidad para la tercera edad
Libro electrónico274 páginas3 horas

Juegos de motricidad para la tercera edad

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El envejecimiento es una realidad presente y un problema futuro. La práctica regular y sistemática del ejercicio físico a través del juego permite que el colectivo de personas mayores, aumente su nivel de socialización e integración, aspecto tan importante en esta etapa final de la vida, así como la mejora de su nivel físico prolongando su independencia. El juego es una herramienta fundamental en el desarrollo de actitudes y aptitudes en el ser humano, ya que la vida puede ser considerada como un juego.
El autor estructura el libro en dos partes. En la primera se fundamenta la aplicación del juego en el colectivo de la tercera edad, analizando lo que supone el envejecimiento de la sociedad y cómo este incide en las diferentes capacidades físicas. El juego es importante, pero tanto o más importante es cómo lo aplicamos, debido a ello los métodos de enseñanza desarrollados en un juego u otro son la clave del éxito, aspecto que el autor refleja en su obra a través de la pedagogía del juego, la dinámica de grupo y los juegos para personas mayores.
En la segunda parte del libro se presentan diferentes propuestas prácticas de juegos orientados a la desinhibición, al calentamiento y activación, al desarrollo de las capacidades físicas y coordinativas, con el objeto de que el lector pueda emplearlas a la hora de diseñar y poner en práctica algunas sesiones de juegos con personas mayores. El juego se presenta a modo de ficha exponiéndose objetivos, espacio de juego, material necesario, coste económico, descripción del juego, variantes, y problemas que pueden surgir durante su aplicación.
IdiomaEspañol
EditorialPaidotribo
Fecha de lanzamiento26 feb 2020
ISBN9788499109374
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    Juegos de motricidad para la tercera edad - José Mª Cancela Carral

    edad.

    Primera parte. Fundamentos

    1

    Concepto de persona mayor y envejecimiento

    1.1. Introducción

    El porcentaje de población mayor de 65 años se ha ido incrementando con el devenir del tiempo, pasando de ser del 13,79% en 1991 al 18,40% en 2016. Desde 1900, las personas mayores se han multiplicado por ocho en términos absolutos, siendo más fuerte el incremento de los mayores de 80 años, que entre 1991 y 2001 aumentaron en un 42% (Teófilo et al., 2011; Abellán y Pujol, 2015; INE, 2016). Al respecto, se estima que para 2025 casi uno de cada cuatro ciudadanos y ciudadanas tendrá más de 65 años.

    El envejecimiento es un proceso progresivo de deterioro en el que nuestro cuerpo se modifica. Es una de las pocas características que nos unifican. No obstante, si bien todos envejecemos, el modo en que lo hacemos depende de numerosos factores. Envejecer es un proceso fisiológico influenciable. Las influencias que sobre él se ejerzan pueden ser positivas (retrasándolo) o negativas (acelerándolo). En este sentido, podemos retardarlo evitando factores de riesgo como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la sobreexposición al sol, el sedentarismo o la obesidad, y adoptando conductas que benefician al organismo como la práctica habitual de ejercicio.

    Todos los estudios que han abordado de forma seria el proceso de envejecimiento coinciden en señalar un descenso de la capacidad funcional en los mayores de 60 años. Es a partir de la sexta década de vida cuando se produce una disminución acelerada de dicha capacidad (Matsudo y Matsudo, 2008). Esta merma fisiológica propia del proceso de envejecimiento, como decíamos más arriba, no necesariamente va en paralelo a la edad cronológica, presentando considerables variaciones individuales según el estilo de vida, los hábitos, la alimentación o las enfermedades sufridas. Si sumamos a esto la presencia de numerosas patologías y su interrelación en un mismo sujeto, se configura un enorme mosaico de posibilidades.

    El envejecimiento asociado a la edad tiene una alta repercusión en el deterioro que se produce en las cualidades físicas humanas. A continuación, analizaremos su incidencia en cada una de estas.

    1.2. Incidencia del envejecimiento en las cualidades físicas

    Fuerza

    Como evidencian diversas investigaciones, la fuerza de prensión manual se reduce tanto en mujeres (Tabernero et al., 2000; Forrest, Zmuda y Cauley, 2007) como en hombres (Forrest, Zmuda y Cauley, 2005). El estudio realizado por Tabernero et al. (2000) con mujeres de entre 20 y 84 años concluyó que solo a partir del rango de edad de los 50-60 se aprecia una reducción significativa de la fuerza de prensión manual, con independencia de la mano que sea dominante, en relación con las participantes más jóvenes. Además, esta disminución es ligeramente más importante en la mano dominante que en la no dominante. Por su parte, Forrest et al. (2005) realizaron un estudio transversal y longitudinal de siete años con hombres de entre 51 y 84 y encontraron que los mayores de 75 tenían un 27,6% menos de fuerza que los menores de 60, con una ratio media de descenso del 2,8% al año. A pesar de que todos los grupos de edad experimentaron una merma de la fuerza durante el seguimiento, la tasa de pérdida se aceleró con la edad, siendo un 2% en los menores de 60 y un 3,4% en los mayores de 75 años.

    Goodpaster et al. (2006) efectuaron un estudio longitudinal de tres años para analizar la fuerza extensora de las piernas en mujeres y hombres de 70 a 79, y obtuvieron tasas anuales de descenso del 4,1% en hombres negros, del 3,4% en hombres blancos, del 3% en mujeres negras y del 2,6% en mujeres blancas, mientras que la tasa de pérdida de masa muscular anual fue del 1%.

    A pesar de que la reducción de masa muscular está asociada con la disminución de la fuerza en las personas mayores, esta mengua de la fortaleza es mucho más rápida que la consiguiente pérdida de masa muscular. La edad, el nivel inicial de fuerza, la merma de la talla, un grado de actividad física bajo, estados patológicos de salud en enfermedades o caídas contribuyen a una pérdida paulatina de fuerza conforme avanzan los años.

    Al respecto, varias investigaciones confirman que una baja fuerza muscular, tanto de piernas como de prensión manual, se asocia independientemente con un riesgo de mortalidad en personas mayores (Ruiz et al., 2008; Newman et al., 2006).

    Asimismo, una baja masa muscular (sección transversal muscular pequeña), un bajo nivel de fuerza en los músculos y un alto nivel de grasa en ellos se relacionan con limitaciones de la movilidad en personas mayores (Visser et al., 2005); de ahí la importancia de trabajar estas cualidades en los programas de actividad física, que nosotros propondremos a través de juegos motores.

    Capacidad aeróbica

    máx. por década.

    máx. no es constante a lo largo de la edad, pero sí que se acelera marcadamente con cada década y es mayor en hombres que en mujeres (Fleg et al., 2005; Hollenberg et al., 2006).

    Tras una investigación que duró seis años, Hollenberg et al. (2006) demostraron que la capacidad aeróbica se reduce en ambos sexos, siendo de un 18% para mujeres y de un 24% para hombres por década. La tasa de disminución fue independiente de factores de riesgo iniciales, tales como la constitución corporal, el tabaquismo, los medicamentos o las condiciones de salud, aunque estas variables influyen fuertemente en el rendimiento aeróbico.

    El acelerado ritmo de reducción de la capacidad aeróbica máxima acarrea importantes consecuencias en lo que respecta a la independencia funcional y la calidad de vida, y no solo en personas mayores sanas, sino sobre todo cuando se dan enfermedades relacionadas con este déficit (Fleg et al., 2005), por lo que, al igual que la fuerza, la capacidad aeróbica debe trabajarse de forma prioritaria en la tercera edad.

    Flexibilidad

    La flexibilidad experimenta una reducción progresiva, pero no lineal, conforme avanza la edad (Araújo, 2008; Doriot y Wang, 2006). Los valores medios tienden a ser sistemáticamente mayores en mujeres que en varones, incluso a edades tempranas. Después de los 60 años esa diferencia aumenta, y la mujer es entre un 20% y un 40% más flexible que el hombre, si bien otros autores como Doriot y Wang (2006) concluyen que el efecto del sexo es más débil que el de la edad. En su estudio, llevado a cabo con adultos jóvenes (de 25 a 35 años) y adultos de edad avanzada (de 65 a 80), compararon los máximos rangos de movimiento de las articulaciones del tren superior y el movimiento específico, infiriendo que la máxima pérdida se observa en el cuello y tronco, especialmente en la extensión del cuello y en la flexión lateral y rotación axial del tronco. No encontraron diferencias de edad en las articulaciones del codo y la muñeca.

    Equilibrio

    La función del equilibrio es conservar el centro de gravedad en la base de sustentación, facilitar información de la posición del cuerpo y mantener una imagen clara de nuestro entorno cuando nos movemos.

    El mantenimiento del equilibrio se consigue gracias a la integración armoniosa de la información del sistema vestibular (oído interno), la vista y los receptores del sistema neuromuscular. Los datos aportados por estos órganos son integrados por el sistema nervioso central, que ordena el movimiento de la cabeza, brazos, piernas y tronco para mantener la postura.

    Un buen equilibrio es una habilidad imprescindible para la vida diaria que requiere una compleja integración de la información sensorial con respecto a la posición del cuerpo en relación con el entorno y la capacidad de generar las respuestas apropiadas del sistema motor para controlar el movimiento corporal. Un grave problema consecuencia del envejecimiento es la susceptibilidad de sufrir una caída debido a la pérdida progresiva de rendimiento de estos sistemas. Cerca de un 40% de personas mayores tienen por lo menos una caída al año (Rubenstein, 2006) y el 10-15% de estas están asociadas con lesiones graves (Sturnieks, Gerofe y Lord, 2008).

    Numerosas investigaciones epidemiológicas han identificado un gran número de factores de riesgo de caerse: Rubenstein (2006), por ejemplo, revisó numerosos estudios y concluyó que la causa más frecuente de caída (un 30%) son los accidentes provocados por circunstancias ambientales (escasa iluminación, tropiezo con obstáculos...), seguida de debilidades o alteraciones de la marcha (17%), asociando la edad avanzada con un mayor riesgo de caídas.

    Una edad avanzada, en efecto, es un factor relacionado con el deterioro físico funcional y una serie de condiciones crónicas, las cuales están asociadas con el riesgo de caídas. En este sentido, en el estudio realizado por Yamashita, Noe y Bailer (2012) se muestra que es en los grupos en torno a los 77 años en donde radica el mayor peligro de sufrir caídas.

    En la revisión realizada por Carbonell, Aparicio y Delgado (2009) se apunta que el sentido dinámico de la posición disminuye con la edad, modificándose el patrón de locomoción: ello supone una reducción de la velocidad de la marcha, un incremento del tiempo de apoyo bipodal, una disminución de la longitud de zancada y una dorsiflexión reducida de tobillo durante la fase aérea en comparación con jóvenes. Esto implica graves riegos de que el pie contacte con obstáculos. Si a la marcha se le añade la realización de una tarea cognitiva, su velocidad decrece aún más.

    Trabajar el equilibrio es fundamental pues, como acabamos de ver, las caídas en los mayores son muy frecuentes y las consecuencias más habituales y graves de este problema son las lesiones, las fracturas óseas y los traumas psicológicos que tales accidentes pueden conllevar. Su prevención es posible mediante la práctica regular de actividad física. Al respecto, los juegos motores que proponemos están adaptados para que los factores de riesgo ambientales sean mínimos.

    Constitución corporal

    La constitución corporal es un componente clave de la salud y la aptitud física del individuo. En este sentido, la obesidad es un problema grave de salud que reduce la expectativa de vida por el incremento de las posibilidades de sufrir dolencias coronarias, hipertensión, diabetes tipo II, afección pulmonar obstructiva, artrosis y algunos tipos de cáncer.

    Desde 1980, la obesidad se ha más que doblado en todo el mundo (OMS, 2014). En 2008, 1.400 millones de adultos (de más de 20 años) tenían sobrepeso y, de estos, más de 200 millones de hombres y cerca de 300 millones de mujeres eran obesos. El sobrepeso y la obesidad son el quinto factor principal de riesgo de defunción en el mundo. Cada año fallecen por lo menos 2,8 millones de personas adultas como consecuencia de ello.

    Según un estudio realizado por Andreyeva, Michaud y Van Soest (2007) en diez países europeos, España tiene la prevalencia más alta de obesidad entre varones (20,2%) y mujeres (25,6%) mayores de 50 años. Asimismo, estos autores hallaron que tanto la obesidad como el sobrepeso están asociados con condiciones crónicas de salud como diabetes, concentraciones altas de colesterol en sangre, hipertensión y artritis.

    Este rápido crecimiento de la obesidad frente a décadas pasadas, así como las diferencias encontradas entre diferentes países con poblaciones similares, indica que las pautas de este grave problema de salud son ambientales y que la causa de su extensión es social. Al respecto, la OMS reconoce que la mejora de la dieta y la promoción de la actividad física representan una oportunidad única para reducir la mortalidad y la carga de morbilidad mundial.

    2

    La pedagogía del juego motriz en la tercera edad

    2.1. Introducción

    No existen muchos estudios relativos a la metodología de trabajo con personas mayores y, los que hay, son imprecisos; así pues, teniendo muy en cuenta los métodos propios del ámbito de la Educación Física, desarrollaremos el modus operandi más apropiado para trabajar con este colectivo.

    Los métodos de trabajo a los que vamos a hacer referencia están basados en modelos pedagógicos que van desde la pedagogía directiva hasta la pedagogía libertaria.

    El conjunto de todas estas estrategias de enseñanza puede ser reunido en tres grandes grupos: métodos instructivos, métodos participativos y métodos basados en la búsqueda (emancipativos).

    Lo más conveniente es no focalizar el desarrollo del trabajo en un único método. El uso de uno u otro dependerá de varios factores: por ejemplo, de la parte de la sesión o la época del año, ya que, seguramente, al inicio del curso es mejor dirigir más la sesión, y, a medida que este avanza, ir dando una mayor amplitud de autonomía, más libertad para desarrollar la creatividad. También dependerá de los objetivos propuestos para cada juego motor: si estamos utilizando juegos en los que trabajamos la movilidad articular, emplearemos un método más dirigido, mientras que si trabajamos con actividades más lúdicas, o más de expresión, la manera de operar será menos directiva.

    2.2. Métodos de enseñanza

    Métodos instructivos

    Según Mosston y Ashworth (1982) existen varios métodos de este tipo: entre otros, los de mando directo, asignación de tareas, enseñanza por grupos, programas individuales o enseñanza recíproca.

    En ellos es el profesor/a quien propone los juegos, adoptando una actitud directiva e indicando los factores y elementos necesarios para realizar el ejercicio. Es él quien imparte la información, el conocimiento de los resultados, la organización y las dinámicas de la ejecución, basadas en su control constante y en una distribución programada del juego.

    Lo que se intenta con esta clase de métodos es la reproducción de unos esquemas de movimiento, sin dar cabida a la creatividad que tanto caracteriza al juego: todo debe estar controlado.

    Visto así puede parecer una metodología incompatible con los juegos motores, pero hemos de decir que ofrece bastantes posibilidades de éxito, ya que el objetivo a conseguir está claramente definido y puede ayudar a la persona mayor a aumentar su confianza y a perder ciertos miedos al ridículo, así como a tomar conciencia de sus limitaciones y posibilidades, que en muchos casos se han ido perdiendo a lo largo de los años.

    Métodos participativos

    En cuanto a estos tipos de métodos son aplicables a los juegos motores las dinámicas propias de los juegos de roles o de fantasía, así como las de animación de grupos, entre otras, y la microenseñanza, mediante el aprendizaje de juegos desconocidos por parte de los jugadores o el intercambio de juegos entre los participantes.

    Los métodos participativos tienen una gran cantidad de aspectos positivos, aunque tal vez el más importante de esta metodología sea que desarrolla el concepto de dinámica vivencial y el desarrollo personal.

    No debemos olvidar que todo método es un instrumento al servicio de los objetivos que queremos conseguir, no un fin en sí mismo; de hecho, no siempre será la metodología participativa la más idónea para todas las sesiones.

    Métodos basados en la búsqueda o emancipativos

    Por último, los métodos de esta clase que podemos aplicar a los juegos motores son los de resolución de problemas y, en el aspecto de la progresión de un juego a través de la reflexión de las situaciones, los basados en la investigación-acción.

    El juego motor plantea un problema, un reto que hay que lograr salvar, para lo cual los participantes disponen de distintas opciones y estrategias de acción que deben adoptar y poner en práctica. La solución no existe de antemano, sino

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