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El médico en casa: Manual de consulta
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Libro electrónico248 páginas3 horas

El médico en casa: Manual de consulta

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Información de este libro electrónico

¿Qué hacer cuando descubrimos nuevos síntomas en nuestro cuerpo? Acudir al médico es sin duda el paso imprescindible ante la sospecha de una enfermedad grave, pero muchas veces acusamos un conjunto de manifestaciones más benignas —aunque no por ello menos necesitadas de atención— frente a las que nos asalta la duda de acercarnos o no a un especialista. Ante nuestra falta de información, en ocasiones recurrimos a búsquedas poco acertadas en la red, que pueden conducirnos a informaciones poco rigurosas y que sólo contribuyen a agravar nuestra confusión al respecto.
Este libro surge como una herramienta para orientarnos de una forma sencilla y práctica en estos casos. Escrito por profesionales de la medicina de avalada trayectoria, este completo manual nos proporciona un valioso recurso para guiarnos con los problemas de salud de instalación reciente, es decir, aquellos que aparecen en una persona que previamente se sentía bien y que, ante lo que ocurre, puede preguntarse cómo actuar. Una obra destinada a la comunidad, didáctica y accesible, que contribuirá a nuestro conocimiento general de la salud del cuerpo humano y que nos ayudará a sentirnos más serenos y menos solos en estas situaciones de la vida.
IdiomaEspañol
EditorialNed Ediciones
Fecha de lanzamiento22 jun 2017
ISBN9788416737178
El médico en casa: Manual de consulta

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    El médico en casa - Paula Carrete

    INTRODUCCIÓN

    El médico en casa es un manual práctico para orientarse ante problemas de salud de instalación reciente. Está destinado al público en general y lo hemos escrito tres médicos de familia que trabajamos en el Hospital Italiano de Buenos Aires. En esta introducción desarrollamos algunos aspectos de la concepción del libro, así como nuestros objetivos.

    Un problema de salud de instalación reciente es aquel que sobreviene en una persona que previamente se sentía bien y que, ante lo que ocurre, puede inquietarse y preguntarse si tiene sentido solicitar la ayuda de un médico. Uno de nuestros principales objetivos ha sido tratar de ubicarnos en ese momento en el que un individuo (o una familia) debe tomar decisiones que no suelen ser fáciles, tales como: acudir a las urgencias de un hospital o de un centro de salud, llamar a un médico a domicilio, solicitar una cita previa con un médico, consultar en una farmacia, acudir sin cita previa al consultorio del médico, ir a una sala de atención primaria, preguntarle a un vecino, familiar o amigo, llamar al médico por teléfono (o escribirle un correo electrónico, o un mensaje de texto), utilizar un tratamiento que otras veces dio resultado, buscar diagnósticos, consejos y eventuales tratamientos en Internet, o bien no hacer nada y esperar a que el problema se resuelva solo. Como podemos ver, las opciones son muchas y dependerán del problema de salud en cuestión y del contexto en el que ocurren. Ante la imposibilidad de abarcar todas las opciones, bien podríamos haber desistido de adentrarnos en los vericuetos de esos momentos complejos en los que las personas deben tomar decisiones en relación con un problema de salud de instalación reciente, pero hemos hecho el intento y he aquí, finalmente, este libro, que esperamos pueda ser útil para ayudar a los lectores/usuarios a sentirse menos solos en estas circunstancias.

    La locución que hemos elegido: problemas de salud de instalación reciente no es azarosa. Nos gustaría contar con un término más simple, una única palabra que todos entendiesen y utilizasen, pero no la hemos encontrado.

    Definir problema de salud no es sencillo; el término abarca todas las enfermedades, pero es un concepto más amplio, que incluye también condiciones habitualmente consideradas menores,¹ que no solemos incorporar al universo de las enfermedades, tales como el resfriado, o las picaduras de mosquitos, así como síntomas² y signos³ que pueden deberse a múltiples causas, como el dolor de pecho, el mareo, la tos o las erupciones cutáneas. Es importante dejar claro que el concepto problema de salud no da cuenta de su gravedad: cuando una persona sufre un infarto agudo de miocardio o descubre piojos en la cabeza de su hijo está, en ambos casos, ante un problema de salud, y cuando alguien tiene un dolor de cabeza (un problema de salud definido por el síntoma) éste puede deberse a una migraña (entidad de buen pronóstico, que no pone en peligro la vida) o a una rotura de un aneurisma cerebral (entidad muy grave, que pone en peligro la vida).

    Definir el concepto de instalación reciente tampoco es fácil, y no hemos encontrado una única palabra para expresarlo. En medicina existe el término agudo, pero su definición es: una enfermedad grave y de duración corta. Corta podría equivaler a de instalación relativamente reciente, pero agudo da una idea de grave, o al menos de cierta gravedad, y también de enfermedad; en ese sentido, no podemos decir que un resfriado sea un problema de salud agudo. Hay palabras equivalentes a de instalación reciente, como súbito, repentino, inesperado, imprevisto, brusco, inopinado e impensado. Todas ellas incluyen ideas que queremos transmitir, pero ninguna nos satisface del todo. Otra opción podría ser emergente, en el sentido de una condición nueva que nace, sale, emerge, aparece o sobreviene. Es un término preciso, que se acerca bastante a nuestra idea, pero no podemos utilizarlo porque en medicina la palabra emergente está asociada a las emergencias médicas, y los temas que desarrollamos en este libro no representan emergencias médicas (aunque algunos de ellos lo son). Tampoco sería correcto utilizar la palabra urgente, ya que la urgencia es la sección de los hospitales donde se atiende a los enfermos y heridos graves que necesitan cuidados médicos inmediatos, y los problemas de salud urgentes deberían atenderse en un médico de urgencias (o emergencias), lo que no sucede con gran parte de los temas de nuestro libro. Como veremos, justamente el desafío que nos hemos planteado en este libro es ayudar al lector/usuario a discriminar lo urgente de lo que puede esperar; en ese sentido, si bien muchas personas concurren a urgencias por una faringitis, nosotros intentaremos explicar por qué esta conducta no es imprescindible (sobre todo si la persona cuenta con un sitio más idóneo que urgencias para consultar). En resumen, podríamos decir que de instalación reciente implica una condición nueva, que ocurre en una persona que no tenía ese problema antes.

    El tiempo en el que se instala el problema es variable: generalmente son situaciones que sobrevienen (emergen) en minutos u horas, pero a veces pueden instalarse a lo largo de días e incluso semanas, y también entrar en nuestra definición. No podemos ser tan taxativos; la subjetividad y el contexto influyen mucho y no queremos obviar estas variables. Por ejemplo, una persona puede sentir acidez de estómago hace varios meses, y un determinado día asustarse, o preocuparse, y preguntarse si debe consultar al médico. En este caso, más allá de que no se trata aquí de un problema nuevo, esa persona encontrará el tema acidez en este libro porque nosotros lo hemos incluido como un problema de instalación reciente; sin embargo, si una persona tiene episodios de diarrea y estreñimiento hace varios meses y alguien le dice que eso puede ser colon irritable, no encontrará dicha entidad en este libro ya que se trata de un problema de salud crónico (que dura mucho tiempo) y en este libro no desarrollamos esos problemas, tanto si se trata de enfermedades mayores, tales como el fallo renal crónico, o menores, como el acné. En relación con este último punto, vale la pena mencionar que existen problemas de salud crónicos que pueden exacerbarse, o bien manifestarse en forma de crisis, como, por ejemplo, el asma; en ese sentido, siguiendo con la línea de centrarnos en los problemas de instalación reciente, en este libro desarrollamos la crisis asmática pero no hablamos del asma como enfermedad crónica. Otro ejemplo podría ser la diabetes: se trata de una enfermedad crónica y frecuente y, si bien existen crisis, éstas son poco frecuentes y no forman parte de los objetivos de este libro; por eso, la diabetes no está desarrollada aquí.

    Ahora bien. Existen muchísimos problemas de salud de instalación reciente. Nosotros hemos elegido desarrollar aquellos que consideramos más frecuentes e importantes, y también aquellos en los que creemos que podemos ser más útiles para ayudar al eventual lector/usuario. Para ello, hemos intentado imaginarnos a nuestro lector/usuario. Hemos imaginado la situación en la que una persona (o su hijo, o un familiar o un amigo) tiene tos, fiebre, ardor al orinar, o dolor abdominal, hace unas horas, o hace uno o dos días, y consulta nuestro libro. También hemos imaginado la situación de una persona a quien, en urgencias, le acaban de diagnosticar una neumonía, o una hepatitis, y vuelve a su casa y lee nuestro libro. Hemos excluido condiciones muy graves o complejas, tales como el politraumatismo o el fallo renal agudo, porque nos resulta imposible y sin sentido desarrollarlas aquí.

    Podemos decir, entonces, que hemos escrito un libro subjetivo ya que surge de nuestras ideas, experiencias y perspectivas como médicos de familia. Hemos buscado y elegido cada tema y, si bien sabemos que esa elección puede tener errores, hemos pensado y discutido cada uno de ellos a lo largo de varios años de trabajo de intercambio clínico y editorial. En cuanto a nuestro contexto, si bien ejercemos en la ciudad de Buenos Aires, hemos intentado ponernos en el lugar de un lector/usuario que también puede estar en una ciudad más pequeña, o en un pueblo, o en un sitio alejado de un centro de salud (aunque no nos resultó fácil), pero no hemos incorporado problemas con los que no tenemos experiencia alguna como, por ejemplo, la picadura de una víbora.

    Como hemos mencionado, los tres autores somos médicos de familia que trabajamos en el Hospital Italiano de Buenos Aires. Tenemos un número de pacientes y/o familias a cargo, de quienes somos los médicos de cabecera, y a muchos de ellos los hemos ido conociendo a lo largo de los años. Cuando un paciente de nuestro hospital tiene un problema de instalación reciente puede ir a urgencias o a un consultorio de demanda espontánea o de consultas no programadas (un ámbito similar a urgencias, pero donde los motivos de consulta suelen ser menos graves y el paciente concurre por sus propios medios). También puede pedir una cita previa para vernos (que habitualmente se consigue dentro de los 15 días), puede enviarnos un mensaje (que intentamos contestar dentro de las 48 horas siguientes), puede acudir a nuestro consultorio sin turno (si coinciden los horarios), puede llamar a un médico a domicilio, puede no hacer nada, ir a la farmacia, consultar con un amigo, etcétera.

    Nos pareció importante explicar nuestra modalidad de trabajo porque sabemos que en cada contexto esta situación es muy distinta. Hay personas que viven en un pueblo y cuando tienen un problema de instalación reciente van a la casa de su médico, que ha atendido a toda su familia a lo largo de varios años, y hay personas que ante estas situaciones tienen que ser atendidos por médicos a quienes no han visto nunca y probablemente no vuelvan a ver; todo esto determina que las variables para incorporar en este libro sean muchas, pero hemos intentado imaginarnos ciertas pautas (o situaciones) generales válidas para cualquier lugar, ya que nuestro objetivo es que el lector/usuario pueda tener una idea acerca de si determinada condición clínica exige concurrir de forma rápida a urgencias, o a un consultorio de demanda espontánea, o si puede esperar y resolverse mediante una llamada telefónica al médico, o mediante la solicitud de una cita previa, o bien no es necesario consultar si se resuelve solo, etcétera. Nos ha interesado ofrecer algunas recomendaciones teniendo en cuenta estas variables, pero conocemos nuestras limitaciones y comprendemos que cada lector/usuario deberá adaptarlas a su contexto. Por ejemplo, en el capítulo de Bronquitis aguda decimos: Más allá de esto, una visita programada (con cita) con el médico de cabecera puede ser útil ya que existen algunos medicamentos que pueden utilizarse para mejorar los síntomas (tratamiento sintomático). Este consejo puede ser imposible de seguir para muchos lectores/usuarios, pues sabemos que son pocas las personas que tienen un médico de cabecera; nosotros, sin embargo, preferimos dejar clara nuestra postura en cuanto a que consideramos que el tratamiento (y sobre todo el seguimiento) de los problemas emergentes es más eficaz si la persona puede contactar con un médico que la conoce, ya que en esos momentos suele sentirse vulnerable y necesitar el vínculo con un médico que le brinde confianza.

    Independientemente de esta consideración, y más allá de los diferentes contextos, en el libro será habitual que aparezcan, ante un determinado problema de salud, recomendaciones del tipo: consultar de forma urgente (generalmente en urgencias), consultar lo más pronto posible (en urgencias o en un consultorio de demanda espontánea, en una sala de espera, mediante una visita sin cita al médico o llamándolo por teléfono, etcétera), consultar solicitando una cita previa con un médico, o bien incluso la explicación de que si el problema se resuelve solo no es necesario consultar.

    Hemos mencionado que cuando aparece un problema de salud de instalación reciente la pregunta que surge, invariablemente, es ¿cuán peligroso es dicho problema para la salud? A lo largo del libro, hemos intentado responder a esta pregunta. Para ello, utilizamos términos médicos cuyo significado es importante que expliquemos detalladamente aquí. Por ejemplo, la frase se trata de un cuadro común implica que el problema es frecuente, pero también da una idea de cierta baja peligrosidad para la salud; en realidad, el término que más utilizamos para indicar que una condición es de baja peligrosidad es benigno. Por ejemplo, un resfriado es siempre benigno, mientras que un dolor de pecho puede deberse a una entidad benigna, como un dolor muscular, o a un cuadro más peligroso para la salud, como un infarto agudo de miocardio (en este caso, no utilizamos la palabra maligno, ya que en el lenguaje oral este término está relacionado casi exclusivamente con los tumores).

    Otra pregunta que surge invariablemente ante un problema de salud emergente es: ¿cambia algo si voy al médico? Responder a esta pregunta ha sido nuestro principal desafío y podemos asegurarles que no ha sido fácil. Lo más sencillo sería simplificar y responder: consulte siempre al médico; sin embargo, nos parece que podemos aportar algo más. Ante entidades que pueden ser peligrosas para la salud, nuestra recomendación va a ser siempre la de consultar con un médico (puede ser de forma urgente, lo más pronto posible, o en el curso de unos días), mientras que, ante problemas benignos, surge siempre el dilema de la necesidad de consultar ya que éstos se curan solos y, en consecuencia, uno podría pensar que no tiene sentido consultar al médico. Sin embargo, ante algunas entidades benignas, el médico puede ayudar a mejorar la calidad de vida, mientras que ante otras no tanto. En cada caso, intentamos dar cuenta de esto.

    En relación con la utilización de terminología médica cuyo significado nos parece importante explicar detalladamente, creemos necesario comentar aquí el significado del concepto tratamiento sintomático, un concepto que los médicos utilizamos mucho y que a veces no es fácil comprender. Básicamente, podríamos decir que el tratamiento sintomático se utiliza para aliviar el síntoma. Otra implicación de este término es que no está dirigido a tratar o a eliminar la causa del problema. Hay ocasiones en las que lo único que le ofrecemos a una persona es un tratamiento sintomático, como, por ejemplo, ante una tos por una bronquitis aguda en la que, al tratarse de un cuadro viral, solamente indicamos un tratamiento para aliviar la tos y no damos nada para matar al virus. En otros casos, puede usarse un tratamiento sintomático en forma conjunta con otro dirigido a resolver la causa del problema, como en la sarna, por ejemplo, en la que podemos indicar un medicamento para matar el parásito y también otro (sintomático) para aliviar la picazón. Algunas personas piensan que el tratamiento sintomático no es imprescindible; que si se da es mejor, pero que si no se da, no pasa nada, ya que el cuadro igualmente va a resolverse solo. En principio, esta idea es correcta, pero también es relativa: por ejemplo, cuando una persona tiene un cólico renal, el tratamiento para aliviar el dolor es sintomático, pero resulta fundamental.

    Siguiendo con la explicación de la terminología médica utilizada en el libro, quisiéramos detenernos un poco más en el uso que hacemos de la palabra agudo. Como hemos mencionado más arriba, su definición formal es una enfermedad grave y de duración corta. Esa definición puede aplicarse perfectamente para el infarto agudo de miocardio o la apendicitis aguda; sin embargo, veremos que también utilizamos el adjetivo agudo para algunos problemas de salud de instalación reciente de baja peligrosidad (benignos, o que no son graves), tales como la bronquitis aguda, la diarrea aguda, la sinusitis aguda, etcétera. Esto es así porque dichas entidades tienen su correlato crónico (bronquitis crónica, diarrea crónica, sinusitis crónica, etcétera) por lo que, en estos casos, el término agudo se utiliza solamente para dar cuenta de la duración, no de la gravedad.

    Por último, y en relación con el uso de la terminología médica, en la medida posible

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