El ascenso de los totalitarismos: Política, sociedad y economía en el periodo de entreguerras
Por Joan Solé
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Mussolini y Hitler tuvieron su gran oportunidad en el período de entreguerras (1919-1939), cuando el malestar por las consecuencias de la Gran Guerra exacerbó los sentimientos ultranacionalistas, las crisis económicas causaron hambre en la población y el temor a la "Amenaza roja" socialista y comunista llevó a las clases medias y altas a buscar una protección armada contra ella. Por su parte, Stalin supo apropiarse de la estructura de un partido único creada por Lenin para imponer su poder absoluto en la URSS.
Este libro analiza cómo surgieron los tres principales regímenes totalitarios de la época y cómo impusieron su sanguinario dominio.
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El ascenso de los totalitarismos - Joan Solé
reflejarse.
El fascismo italiano
~ 1919-1939 ~
En la percepción popular ha existido cierta tendencia a infravalorar la importancia del fascismo italiano. Cuando se ven filmaciones de Benito Mussolini arengando a las masas desde el balcón de la Piazza Venezia, lo natural es quedarse pasmado ante el histrionismo ridículo de aquel personaje con ínfulas de emperador romano. Además, los fascistas italianos no alcanzaron ni la potencia militar, ni la hegemonía ni la envergadura de los nacionalsocialistas alemanes, y desempeñaron un papel subalterno y hasta servil respecto a estos durante la Segunda Guerra Mundial. Tampoco perpetraron ninguna matanza sistemática y organizada de comunidades enteras, ni inquietaron a la comunidad internacional con planes expansionistas verosímiles, más allá de soflamas retóricas acerca de la gloria militar y evocaciones nostálgicas del poderío del Imperio romano. Hay que conceder que, para tratarse de una dictadura del siglo xx, se quedó muy lejos de los niveles de brutalidad y barbarie alcanzados en Alemania, la URSS y otros países.
Todo esto es cierto. Y sin embargo, los fascistas italianos fueron los primeros en concebir un modelo político totalitario, en desmontar la organización democrática representativa basada en el parlamentarismo y sustituirla por el partido único dotado de monopolio en violencia, medios de comunicación, política y educación. Como hemos visto en el capítulo introductorio, hubo otras corrientes autoritarias, políticos e intelectuales que aspiraron a imponerse como dictadores, pero los primeros que lograron instaurar su programa fueron los fascistas italianos. Ellos sirvieron de modelo para Hitler. El fracasado intento de golpe de Estado nazi de 1923 (el Putsch de Múnich o de la cervecería) estuvo directamente inspirado en la triunfal Marcha sobre Roma de los camisas negras fascistas en 1922. El ascenso al poder de Hitler en 1933 —once años después de Mussolini— tuvo como referente inmediato la trayectoria de los fascistas. Estos intervinieron decisivamente, junto con los alemanes, en la guerra civil española, al proporcionar a la facción militar de Franco armamento y otros recursos que resultarían clave para derrotar al bando republicano. Y los camisas negras —inspiradores de los camisas pardas de las SA nazis— ejercieron una violencia brutal contra todos sus enemigos, fueran socialistas, comunistas o simplemente rivales políticos liberales. Los fascistas intimidaron a toda la población italiana que no los siguió con entusiasmo real o fingido, hasta lograr una obediencia masiva. Atacaron a la población civil abisinia con armas químicas letales, una violencia salvaje que echa por tierra la versión de que los fascistas fueron un régimen relativamente inocuo hasta que se dejaron llevar por la agresividad nazi. Entre 1922 y 1943 impusieron en Italia una ideología y una forma de vida patriarcales, machistas a más no poder, autoritarias, verticalistas y opresivas. Por todo ello, es obligado prestar toda la atención al régimen fascista, ser conscientes de su enorme, y lamentable, importancia histórica.
La película de Ettore Scola Una jornada particular (Una giornata particolare), de 1977, protagonizada por Sophia Loren y Marcello Mastroianni, muestra la opresión a la que fueron sometidos amplios segmentos sociales —demócratas, mujeres, homosexuales— durante el fascismo italiano.
Controversia sobre la guerra y descrédito del parlamentarismo
En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, un conflicto que contra todas las previsiones iniciales iba a ser muy prolongado y cambiaría la faz de Europa y del mundo, pues pondría fin a cuatro imperios —el austrohúngaro de los Habsburgo, el alemán de los Hohenzollern, el otomano de los sultanes y el ruso de los Romanov— y situaría a Estados Unidos en el camino para convertirse en primera potencia mundial. Fue la guerra más brutal habida hasta entonces y costó 10 millones de vidas de soldados. Puso fin a un siglo de paz en Europa, y creó un ambiente de violencia, militarización y autoritarismo que no desapareció al concluir la contienda, sino que permaneció en varios países, de modo que fue el caldo de cultivo idóneo para los