Estamos acostumbrados a leer historias sobre las guerras mundiales o la guerra civil española, pero no del periodo de entreguerras, aun siendo tan rico en acontecimientos. ¿Por qué elegió este convulso momento para su novela?
Por pura curiosidad, porque quería entender qué falló para que ocurriera lo que ocurrió. Cómo los nazis pudieron hechizar al pueblo alemán y alcanzar al poder. Qué llevó a una sociedad como la germana a creer y seguir de forma enfervorizada a un personaje como Hitler y a un movimiento y a una ideología tan perversos como el nazionalsocialismo (que en realidad ya estaba en Mi lucha, escrito en 1925). Quería entender qué es lo que pasaba en esa sociedad, en esos años previos a la catástrofe que fue la Segunda Guerra Mundial.
Lo que ocurre es que cuando estaba documentándome se cruzó en mi camino una lectura, de Solzhenitsyn, y vi claro que también tenía que contar eso, los años más duros del estalinismo y de las purgas. Leyendo a Hannah Arendt me di cuenta de que los totalitarismos nazi y soviético son dos caras de la