LOS BULOS SOBRE MUSSOLINI
El fascismo fue devastador para Italia. Durante las dos décadas que duró la dictadura de Mussolini, impuesta tras un golpe de Estado facilitado por el rey en 1922, el régimen persiguió a la oposición política con enorme brutalidad. Miles de disidentes fueron obligados a exiliarse. Y quienes no lo hicieron, quienes plantaron cara al Duce públicamente, lo pagaron con el destierro, la cárcel o con la vida. El diputado socialista Giacomo Matteotti, el periodista y político liberal Giovanni Amendola o el sacerdote católico Giovanni Minzoni fueron asesinados impunemente por las milicias fascistas.
El régimen disolvió los partidos políticos y los sindicatos no alineados, eliminó la libertad de prensa, creó un tribunal de delitos políticos y restableció la pena de muerte. Su política ultranacionalista se tradujo en una violenta italianización de regiones con minorías lingüísticas, como Tirol del Sur o el litoral esloveno, con miles de represaliados. Sus leyes racistas provocaron, asimismo, la discriminación y la expulsión de los judíos de la vida pública italiana. A su vez, su ambición imperialista causó la muerte de miles de libios y etíopes. En particular, durante la invasión de Abisinia (1935), donde el ejército italiano cometió crímenes de guerra al utilizar armas químicas prohibidas por las convenciones internacionales.
Su participación en la Segunda Guerra Mundial fue desastrosa. El coste material para Italia fue enorme: infraestructuras destruidas, plantas industriales y cultivos arrasados, ciudades, pueblos y parte de su rico patrimonio cultural arruinados. El producto nacional bruto del país en 1945 era igual al de la Italia “atrasada”
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