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Cinco días
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Libro electrónico118 páginas1 hora

Cinco días

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Información de este libro electrónico

La voz de un pequeño y la de su hermana adolescente nos transportan al universo indeseado de la violencia intrafamiliar. Es difícil abordar el dolor que cruza a una familia entera cuando se instala la violencia como única manera de resolver los conflictos. Esta es una historia que podrá ser la de muchos, pero que permanece en las sombras o en el silencio asustado de tantos niños y adolescentes que viven estos grandes y pequeños infiernos cotidianos. Gloria Alegría, una vez más, nos entrega un relato estremecedor de una situación de la que se está empezando a hablar, pero que por el momento no ha hallado el camino por donde llegar a una solución concreta para tantos que la sufren a diario. Después de leer Cinco días, será difícil volver a nuestro entorno de igual manera, pues veremos la realidad con otros ojos. Esta novela ha sido seleccionada dentro de la mejores creaciones inéditas de 2016 que otorga en Consejo Nacional del libro y la lectura en Chile.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 may 2018
ISBN9789561811119
Cinco días

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    Cinco días - Gloria Alegría

    Cinco días

    © Gloria Alegría Ramírez

    Edición y diseño: equipo Edebé Chile

    Ilustración de portada: Carlo Cortes

    © 2016 by Editorial Don Bosco S. A.

    General Bulnes 35

    Santiago de Chile

    www.edebe.cl

    docentes@edebe.cl

    Registro de Propiedad Intelectual Nº A-273570

    ISBN Edición Impresa: 978-956-18-1000-6

    ISBN Edición Digital: 978-956-18-1111-9

    Primera edición impresa, diciembre 2016

    Segunda reimpresión, marzo 2018

    Primera edición Ebook, abril 2018

    Diagramación digital: ebooks Patagonia

    www.ebookspatagonia.com

    info@ebookspatagonia.com

    Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de la portada, puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o electrónicos, incluidas las fotocopias, sin permiso escrito del editor.

    Índice

    Día uno

    Día dos

    Día tres

    Día cuatro

    Día cinco

    Día uno

    Anoche a mamá se le cayó un diente. Recién había apagado la tele cuando escuché el portazo, los gritos de papá, cosas cayéndose y mamá gritando: ¡Mi diente! ¡Mi diente!

    Siempre que mamá y papá gritan, el cuerpo se me pone duro y me dan ganas de llorar. Después quiero ir a ver a mamá y quedarme con ella, pero la Cata no me deja. Cuando papá y mamá pelean, ella se viene a mi pieza y me dice que me quede tranquilo que ya va a pasar, que son peleas de grandes. Anoche también. Le pregunté si los dientes que se les caen a los grandes se pueden volver a pegar y ella me dijo que había unos dientes postizos que se llamaban coronas y que se las ponían casi siempre a los viejos. Después me dijo que se quedaría conmigo un rato.

    La Cata, a veces pasa todo el día callada, no habla con nadie y otros días pasa todo el día enojada. Se metió en mi cama y ahí yo sentí que temblaba. Le pregunté si tenía frío y me dijo que un poco, pero que no me preocupara que se le iba a pasar, tomó el control remoto de la tele, la encendió y nos pusimos a ver una película. De pronto, sentí que mi hermana estaba llorando y le pregunté si lloraba por la película que era un poco triste y me dijo que no, después le pregunté si era por lo del diente de mamá, solo movió la cabeza. Después de un rato nos quedamos dormidos. Yo soñé con el diente de mamá. Soñé que el diente corría por la vereda y que mamá, mi hermana y yo, íbamos trás él. Me desperté justo cuando el diente estaba cruzando la calle y un auto lo atropellaba.

    Hoy papá nos fue a dejar al colegio. Dijo que mamá no estaba en condiciones de manejar. Le pregunté qué era eso de las condiciones y me dijo que era porque no se sentía bien. Quise ir a despedirme de ella, pero papá dijo que mejor la dejara dormir. Lo primero que pensé fue que mamá iba a andar sin dientes igual que la Meche, y me dio pena porque la Meche en vez de verse linda cuando se ríe, se ve fea y siempre se tapa la boca con la mano o con el paño para secar los platos. Le pregunté a papá por qué se le había caído el diente. Papá se quedó callado y después de un momento me dijo que se había resbalado. Mi hermana dijo: Siiií, seguro. Mi hermana a todo dice, sí seguro, pone los ojos medio en blanco y mira hacia el techo. Ahí fue cuando papá frenó muy fuerte, detuvo el auto, se dio vuelta y le gritó a mi hermana que si él decía que eso había pasado era porque así había pasado y se terminaba de comentar el asunto. Y queda prohibido hablar de eso en el colegio, nos advirtió, porque a su mamá eso sí que no le va a gustar. La Cata no le dijo nada, solo se fue mirando todo el camino hacia la calle sin hablar. Después nos bajamos del auto, papá se acercó a mí y me dio un beso, pero cuando le fue a dar el beso a la Cata ella corrió la cara. Entonces papá se la agarró y le dio igual un beso. Después se subió al auto y partió como los autos que salen en las carreras de la televisión. Camino a la entrada del colegio le pregunté a mi hermana porque no le quiso dar un beso a papá y ella me contestó que no le iba a dar más besos porque estaba grande para esas cosas. Pensé entonces, que ser grande no era muy bueno porque a mí me gusta darle un beso a papá cuando me despido de él.

    En la tarde nos fue a buscar al colegio la tía Renata. La Cata le preguntó por mamá y ella le dijo que mamá estaba en la casa de mi abuela, la Pepi, que nosotros nos íbamos a quedar con ella unos días. Le pregunté a la tía si era por lo del diente y me dijo que sí, que mamá tenía que hacer reposo y que entonces era mejor que nos quedáramos en su casa, así ella podía estar más tranquila, que como la Pepi es su mamá la cuidará mejor que nadie. Siempre que a mamá le pasa algo nos venimos a casa de la tía Renata. La otra vez, cuando mamá se cayó por las escaleras y se quebró el brazo también nos quedamos con ella. A mí no me gusta mucho porque mis primos son muy chicos y no tienen juegos de computador ni nada de eso y yo me aburro. La Cata, le dijo que ella quería ir a buscar algunas cosas y la tía le contestó que bueno. Fuimos a la casa y aproveché de guardar en una mochila mi play y mi tía me dijo que bueno, pero que debía jugar solo una hora. Después nos pidió que no nos preocupáramos de la ropa porque ya lo había visto con mamá. De todas maneras la Cata sacó más ropa y la puso en otra mochila.

    Se ha hecho de noche. Vino la Pepi, está con la tía Renata conversando en su pieza. El tío Joaquín está jugando con nosotros, pero yo quiero jugar Play. La Cata está en el escritorio de la tía, tirada en un sofacama. Está metida en Facebook y escuchando música en su teléfono. He estado pensando en esto del diente de mamá. A lo mejor tuvo que llevarlo para que se lo pegaran o a lo mejor el diente se le partió y no se lo pueden poner. Le dije a la Cata y ella me dijo que seguramente le van a poner otro, uno falso y que a la abuela le pusieron varios falsos hace mucho tiempo que parecen verdaderos.

    Hace poco la Cata me prestó su celular y hablé con mamá. Ella me pidió que me portara bien con los tíos y me dijo que quizás mañana amanezca mejor y pueda venir a vernos después de que lleguemos del colegio. Que me ama y que duerma bien. Creo que a mamá le debe doler mucho la boca porque se nota que le cuesta hablar. Después la Cata me pidió el celular, habló con ella y le dijo que estaba bien, que me estaba cuidando y hasta mañana. Debe ser muy doloroso perder un diente, más que perder una uña porque las uñas son más chicas y más finas y cuando yo perdí mi uña jugando fútbol en el colegio me tuvieron que poner anestesia para curarme y me dolía horrible. La Pepi, cuando supo, dijo que eso dolía una barbaridad. Cuando se cae un diente debe doler mucho más que una barbaridad. Por eso mamá se tuvo que quedar donde la abuela. Total, ella es su mamá y las mamás cuidan mucho mejor que las enfermeras. Además, las mamás hacen cariño y la abuela es especialista en cariños. Hace cariño de distintas formas. Ella dice: es un cariñito nada más y a uno le regala un chocolate o a la Cata una polera o a mamá una crema. Para ella los regalos son cariños. Claro que son cariños dobles porque cuando los entrega da besos y abrazos. A mí no me gustan mucho los besos de la abuela porque me dejan pintada la cara y es un poco cargosa. Pero después me da lo mismo porque la abuela me limpia y se ríe. Me gusta cuando la abuela se ríe, se le ponen los ojos chiquititos, la boca casi le llena la cara y da felicidad mirarla.

    La Cata está durmiendo en el sofá cama en el escritorio de la tía Renata. Yo, en el dormitorio de mis primos en un saco de dormir que el tío sacó de la bodega junto con un colchón inflable. Es emocionante acostarse en un saco de dormir, es como ir de campamento, aunque nunca he ido a uno, pero sé porque Bart de los Simpson sí ha ido. Lo único malo es que me desperté, tuve que ir al baño y ahora que me metí de nuevo en el saco no he podido volver a dormir. Mis primos sí están durmiendo. Gustavito ronca y de repente me da miedo porque ronca raro, no como mamá que ronca fuerte y ya.

    Extraño mi casa. Creo que han pasado muchas horas desde que fui al baño y nunca amanece para ir al colegio. Está todo muy oscuro, hay sombras en la ventana y ruidos afuera y me da miedo de que ande por ahí un ladrón que quiera entrar a la casa y nos mate. La tía Renata no tiene alarma. Nosotros sí y mamá todas las noches la pone, así ningún ladrón se atreverá a entrar. He visto en la tele cómo se llevan a los ladrones a la cárcel. Papá dice que deberían matarlos a todos en vez de meterlos presos y darles pensión gratis y cuando lo dice se le pone la cara muy roja y se le hinchan las venas del cuello y como que asusta. La otra noche, le pregunté a papá qué era eso de pensión y papá dijo que era la cárcel, que la cárcel era como una pensión para los ladrones. Le iba a pedir que me explicara mejor, pero mamá me dijo que no molestara

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