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Libro electrónico87 páginas1 hora

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Se ofrece en estos escritos un nivel espectacular de obras de suspense de Branden Neeson plasmadas en estas páginas bajo este título que consiguen atraer a los lectores del gusto de la intriga cómo es común en sus lecturas. Compuestos por dos, en el primero, “ Muestras “, entraremos en una composición de investigación basada desde un punto sucedido a unos empleados de una fábrica que se ven envueltos en unos misteriosos hechos que les son dados. El protagonista irá abriéndose paso en una trama desconcertante de ritmo constante y secuencias sorprendentes en una búsqueda de datos. En el segundo, “ Visores ”, la fascinación se nos planteará desde a poco de sus páginas dónde el protagonista de esta historia se verá inmerso en un extraño misterio de senda incierta. Seremos conscientes de un sorprendente y atrayente hecho que va desarrollando el escrito dejando al pensar la soledad y las acciones que se van dando. Una lectura inmersiva que te traslada a una historia de ciudad y de género de investigación con secuencias que no descansan dónde el conocimiento se va ampliando.

Branden Neeson, es un autor aplicado en el desarrollo de tramas de suspense, dónde se da la investigación, el misterio y la ciencia ficción. Ofreciendo numerosas lecturas de estos géneros, logra dar a sus lectores narraciones y descripciones que se muestran inquietantes en cualquiera de sus partes con variaciones de ámbitos, personajes y argumentos. Manejando estos resortes da cuenta en numerosas de sus historias de planteamientos de investigación médica, y física. Reconocido por ser cuidadoso en el mantenimiento de las intrigas de sus obras dejando que están fluyan desarrollando el interés por ellas.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 sept 2019
ISBN9780463383759
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Autor

Branden Neeson

Branden Neeson; tiene presentado ante el público numerosos thrillers caracterizados por interesantes entramados con un estilo de suspense en las secuencias que los forman. Cuidadoso en la definición de los ambientes de sus lugares, no van involucrando en los sucesos que en estos acaecen, permaneciendo atentos a las acciones que se van fraguando a medida que transcurren. No falta en estos relatos momentos de miedo y delirio, de sorpresa que lleva al sopesar en su ciencia ficción, y increíble momentos que se van sucediendo en sus variadas historias. Acostumbra a dar a sus lectores, desde relatos de género de puro y estiloso suspense, hasta de miedo y asombro, de alucinación, incluso de elaborados párrafos donde se vierten en ellos, partes de interesante reflexión de investigación en algunos de sus relatos.

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    Distos - Branden Neeson

    Chapter 1. Muestras

    Veo como Plimon sigue preocupado por su mujer, ella ha tenido que hacer un largo viaje por la enfermedad de un familiar de edad avanzada. A él le noto preocupado, se le nota algo distante, por lo que me cuenta ella, suele hacer trayectos cortos y esta vez le ha tocado hacer uno largo, le veo pasear callado.

    Salimos afuera, vamos sacando los varios cajones con piezas que llevamos haciendo por estas tres últimas horas, damos al exterior observando el acaecer de la noche, mientras sentimos como la temperatura va descendiendo, todavía no estamos en temporada de pasar mucho frío, pero algunas noches son frescas.

    —Dejamos estos por aquí - me comenta - Andan algunos de los camiones algo despistados últimamente y quizás así no tengan tanto problema - me dice.

    —De acuerdo - le respondo.

    Entramos adentro, y dejamos a un lado algo asomados unos cajones que vamos dejando para la carga que será posterior, cuando lleguen los camiones. Le vuelvo a notar algo cabizbajo, los pensamientos sobre su mujer, le tienen pensante. Nos metemos recorriendo algunas zonas interiores, y cargamos de nuevo unos cajones.

    —A ver si nos entran al lado de los que hemos dejado - me comenta.

    —Vale - le digo cuando vamos llevando ya los cajones cargados de piezas.

    Caminamos portando, y recorremos hasta la posición anterior, vamos dejando los cajones cerca de los otros, con algo de maña, nos van entrando. He visto que lleva el móvil en el bolsillo, no es común en él, normalmente lo deja en su taquilla para cambiarse, y no le hace caso en toda la noche, hoy parece que prefiere llevarlo encima por lo que pueda surgir.

    Vemos que se han caido unas barras que estaban preparadas para llevar, se ha soltado su sujección, y se han salido por un lado, nos acercamos hasta ellas comprobando por donde se han escurrido, nos pasamos para un lado a recogerlas.

    —Estas sujecciones sulen dar problemas, habrá que traer otras que respondan mejor - comenta agachándose a por unas.

    —Sí, parece que no pueden - digo.

    Poniéndolas otras vez en su sitio, las reforzamos doblemente, y las dejamos bien puestas. Luego, nos trasladamos a una de las paredes caminando por un trecho, damos a donde se encuentran unos tubos que también tenemos que dejar en la entrada para cargar, están preparados, pero hay que ponerlos para cuando se los lleven. Vamos para los tubos, y los cargamos para llevarlos hacia las salidas.

    —Tenemos que dejar esto allí - me comenta.

    —Sí, bien - le respondo.

    Cargando mientras recorremos con los tubos, damos por la entrada, y los vamos dejando para que luego los recojan con facilidad, los posicionamos a un lado próximos a la pared. Intentamos que no se queden muy cercanos a ella, para que a la hora de sacarlos no se queden atorados. Calculamos sus medidas mientras los dejamos.

    —Con esto bastará - dice.

    —Sí - le digo fijándome.

    Tras dejar preparado todo lo que teníamos que dejar para que se lleven, vamos a coger unos cubos y unos trapos para limpiar una zona, la habíamos dejado anteriormente un tanto encharcada de unos líquidos de unas piezas cuando íbamos haciéndolas. Pasamos caminando para uno de los almacenes a coger lo necesario, y nos desplazamos al lugar a limpiar.

    —Quitamos la mayor parte, y lo demás se seca - me dice.

    —Está bien - le digo.

    Damos con los trapos por el sitio, y vamos dejando todo limpio, cuando quitamos la mayoría de estos líquidos, volvemos a coger los cubos y los trapos, llevándolos otra vez de vuelta hacia los almacenes dejándolos en su sitio.

    —Todo bien - comenta Plimon.

    —Sí - comento.

    Tras dedicarnos, nos vamos a nuestras máquinas. En ellas nos volvemos a poner a hacer nuestras piezas.

    Ya llevo un par de meses en esta empresa, me he sentido cómodo en ella desde que he llegado, el trabajo me resulta sencillo dedicándonos a la elaboración de piezas. Estas están destinadas a la composición de otros engranajes que más tarde son situados en todo tipo de aparatos, desde poleas, grúas, algunos pequeños hornos industriales, herramientas,... Se me está haciendo ameno dedicarme a mis tareas. Aunuqe tiene un tamaño medio, no estamos demasiados, normalmente estamos unos cinco a la hora que yo lo hago, que es de cuatro de la tarde a dos de la madrugada, unos horarios pensados en los transportes y sus llegadas. A otras horas hay un número mayor de trabajadores, pueden llegar a ser unos diez, con algunos de las oficinas de la empresa. Usualmente, estoy casi siempre con Plimon, un hombre de al igual que yo de cuarenta y cuatro años, con el que tengo muy buen trato, cada uno está en su máquina ocupándose de sus producciones, pero nos vamos comentando a ratos, y vamos llevando cómodos el trabajo. Luego también suelen estar con nosotros, Falimen y Brotas, dos hombres algo más mayores de un buen talante serio que solían trabajar en unas zonas de almacén de otro pabellón, apenas nos veíamos con ellos, solían estar allí por todo el tiempo debido a que se acumulaba trabajo de otras horas.

    El otro es Tamilen, unos hombre de unos cincuenta años, que se ocupaba de arreglar máquinas, casi siempre estaba atareado en su taller, otra zona de los pabellones de los almacenes. Se mantenía un buen trato entre nosotros, aunque con quién más había estado es con Plimon, con los otros tres había hablado de vez en cuando. Por tanto estoy contento con mi estancia en esta empresa, el sueldo no está mal, y llevo bien lo que se me encarga, me está resultando positivo permanecer. Luego quedaba el jefe de la empresa, Liuponal, un hombre mayor, de carácter iracundo, con cara habitualmente de desasosiego, por lo hablado con los demás siempre había sido así, aunque también me comentaban, y yo lo había comprobado que no hay problema con él, que es un hombre serio y que deja trabajar tranquilo al personal, aunque sí, todos nos dábamos cuenta del ahuyentar que emana en su paso, es un hombre de aspecto íntimo y desagradable, con un aura lóbrega, vistiendo bien, cotidianamente, pero siempre desarreglado, con pelo revuelto y dejadas medias barbas. La primera vez

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