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Trazos
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Libro electrónico127 páginas1 hora

Trazos

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Se presentan en este libro una nueva entrega de fascinantes historias de Branden Neeson. Se hallan en esta obra, dos relatos largos de decenas de personajes inmersos en unas aventuras con inquietud, y llevando la ciencia ficción a una visualización práctica. En el primero, “Dinamos”, se explorará en el mundo de los sueños, convenciendo de manera segura a cualquiera que lea la finalización de la obra en la que se resalta los pensamientos que se suelen tener de ellos, y la explicación lógica. Comienza con un grupo de personajes que se irán conociendo unos a otros involucrados en lo relativo a los sueños, sin duda una obra clarificadora. En el segundo, “Sendos”, aún se aumenta más la expectación y lo interesante del tema que se abarca, aunque esto se desvela en la parte última de la historia, sin duda en ella se explicará una teoría de gran aporte lógico y grandes deseos en el hombre, con este espectacular final se completa una obra de decenas y ricos personajes que estamos seguros que mantendrán al lector entusiasmado con su lectura, en una historia trepidante y sumamente interesante.

Branden Neeson, con ya varias decenas de libros a disposición de los lectores, sigue manteniendo en sus relatos espectaculares teorías que atrapan y persuaden a los que se acercan a sus libros. Gustoso de cuidar la libertad intelectual de cada uno de sus protagonistas, los envuelve en aventuras apasionantes que no paran de aumentar lo formidable. El público lector, comparte lo atractivo de sus tramas, mostrándose agradecido con sus singulares historias muy de su satisfacción.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 jun 2019
ISBN9780463928066
Trazos
Autor

Branden Neeson

Branden Neeson; tiene presentado ante el público numerosos thrillers caracterizados por interesantes entramados con un estilo de suspense en las secuencias que los forman. Cuidadoso en la definición de los ambientes de sus lugares, no van involucrando en los sucesos que en estos acaecen, permaneciendo atentos a las acciones que se van fraguando a medida que transcurren. No falta en estos relatos momentos de miedo y delirio, de sorpresa que lleva al sopesar en su ciencia ficción, y increíble momentos que se van sucediendo en sus variadas historias. Acostumbra a dar a sus lectores, desde relatos de género de puro y estiloso suspense, hasta de miedo y asombro, de alucinación, incluso de elaborados párrafos donde se vierten en ellos, partes de interesante reflexión de investigación en algunos de sus relatos.

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    Trazos - Branden Neeson

    Chapter 1. Dinamos

    Deambulo por la calle Forrester encaminándome por las enrevesadas vías del antiguo recinto de trenes de Pertez, me desplazo por la calle Sgolen, y me monto en el primer autobús que para en dirección a los barrios del distrito Fandos, allí tengo reservada una habitación, en el hotel Nadtos, apenas no he comunicado a nadie de mi viaje, he pedido un receso en mi trabajo en la empresa de artes gráficas de unos meses, y me lo han concedido, no sabía cúal podía haber sido la respuesta, pero parece que el momento ha sido oportuno, llevo diez años en esta empresa, y han ganado mucho dinero conmigo, tengo una mediana edad, y he creído conveniente esta petición, en mi condición de soltero y sin familia que atender, lo he visto adecuado, en cuanto a la decisión del hotel, es sencillo, lo escucho a unas personas en su día, hace unos meses, y comentaban que está muy bien, y por eso voy para él, esa es la razón, no me he planteado el tiempo a estar, simplemente he comunicado al personal del hotel que hago una reserva indefinida, y ellos me han dado su aprobación, que esté el tiempo que desee. Este, es un considerable hotel de un nivel medio alto, situado a unas cuantas ciudades de la mía, a unos cuatro cientos kilómetros, está a unos veinte kilómetros de los altos de Duem, en el territorio de Befiod, unas cordilleras de altas montañas rocosas. El hotel se halla abajo de estas, pero a pocos kilómetros. Hay algunas pequeñas urbes alrededor, pero todo está distado en este terreno por bastante. Llegamos ya de noche al hotel, nos bajamos del autobús unos pocos viajeros, y nos adentramos por un paso principal.

    A eso de una hora después de mi llegada, tras haber comprobado mi habitación y haber dejado mis cosas, me bajo a cenar, después, voy a unas terrazas, donde estoy tomando algo. Allí estoy hablando con varios huéspedes, nos sentamos observando la cálida noche, y conversamos. Conozco en ese momento a Drast Wendol, un biólogo que acompañado de su mujer Mirta Algar, que se dedica a la misma profesión que él, querían hacer unos muestreos de la montañas rocosas de Duem, me comentan de unos estudios de la flora que se da en este entorno y de la importancia de mantener este lugar en su estado, que es muy natural, agreste, con varios animales rondados por sus arbolados rincones. Nos mantenemos comentando amenamente mientras observamos la estampa que rodea la terraza del hotel.

    A un lado nuestro, se sientan Clark Baet y su mujer Susan, de unos sesenta años, los dos son dos viajeros por el mero hecho de disfrutar, han dejado sus trabajos de oficina de la ciudad, y se han venido a este paraje a pasar unos días, los dos deben de trabajar en oficinas de varias industrias, de temas de papelería, él, y de mercancías portuarias, ella. Les acompaña Hia Glason, de mediana edad, un hombre de la industria de la minería, debe tener una ingeniería, por lo visto, se halla aquí por unos estudios que le han debido de ser encargados, algo relacionado con el suelo y sus aguas. Casi pegado a ellos, se encuentra Nis Gedeon, un antiguo cocinero del hotel de unos sesenta años residente de una casa de por el lugar que suele acercarse por el hotel para pasar el rato. Y apoyado en la barandilla de la terraza, asomando la copa mientras la sujeta, se sitúa Lester Gasop, un socio de una pequeña empresa cementera de también mediana edad que se encuentra comprobando unas rutas, debe de estar en este lugar observando algunas vías y sus accesos estudiando el enviar sus camiones por las carreteras del entorno. Hay más gente por el hotel, tiene una alta capacidad, considero que estará por

    lo menos a su mitad, parece habitual el movimiento en el hospedaje.

    Así, conversamos, una hora tras otra, ya llevamos unas dos horas, vamos interviniendo comentando temas mientras bebemos en la confortable terraza. Nadie lo hace desmesuradamente, la noche es cálida, y el grupo que nos juntamos, mostramos formalidad a la vez que nos sentimos cómodos charlando. Además se tiene el cuidado de que cada uno vaya comentando algo a medida que pasa el tiempo, se mantiene entre todos el estado placentero que se va formando. La atención del hotel es notable, se muestran gentiles y cuidadosos observándose con agrado ante el grupo que nos sentamos en sus terraza. De esta manera tan agradable, permanecemos durante varias horas, aunque todo se revuelve cuando rondan las tres horas es este lugar.

    Al llegar este momento, Lester Gasop, aparece por la entrada de la terraza algo alterado, nos cuenta que se había ido con Hia Glason, que le había pedido que le acompañase a pedir un lápiz y un papel, pero que cuando estaban a medio camino le había dicho que prefería bajarlo de su habitación, así le bajaría unos papeles que le quería enseñar, por lo que Lester decidió acompañarle a por ellos, así que fueron los dos a cogerlos a la habitación de Hia Glason. Entonces, cuenta Lester, que cuando se acercaban a la puerta de la habitación de Hia, se fijaron que había cierto tumulto en la habitación contigua, esta aparecía con la puerta abierta en su paso.

    Hia entonces se adentra, conocía a la persona que se hospedaba en ella, había hecho cierta relación de hablar por los días que llevaba en el hotel, es la señora Dina Trous, un anciana que de vez en cuando realizaba viajes en solitario, por lo visto debía de hacerlos en su día con su marido, pero al fallecer este, ahora los hacía sola, debía ser reconocida por el personal del hotel, y creo además debía de tener en su día algún negocio de hostelería con su marido. Cuenta Lester que según entraron se encontraba Dina estirada en la cama en un estado mareado, con la mirada algo ida. En la misma habitación estaba atendiéndola Bruk Freter, un hombre mayor que debía de estar preparando un antiguo molino del por allí, para realizar labores de restauración. Y Dara Hilsan, una mujer de unos cuarenta años, profesora en una ciudad lejana que debía de ser gustosa de la comarca y sus rincones. Ambos se presentaban situados a un lado de la cama observando preocupados a la ancina Dina algo delirante cuando Lester y Hia entraron.

    —He,... Tenido,... Un sueño,... - dice Lester que dice la señora echada en la cama.

    —¿Se encuentra bien? - le dice Hia a la señora.

    —He,... Tenido,... Un sueño,... - cuenta Lester que dice la anciana pareciendo delirando en su cama.

    —¿Un sueño? - pregunta Bruk Freter, el hombre mayor que permanece cercano a ella a un lado de la cama.

    —Sí,... - responde la señora.

    —Está bien, … señora,... pero mejor descanse ahora,... - le dice Lester a la señora.

    —Es de un hombre,... - cuenta la anciana.

    —Quizás sería mejor que descanse ahora,... - comenta Hia viendo a la mujer débil.

    —Un hombre,... - vuelve a decir la anciana.

    —Sí,... De un hombre,... - repite dándole paso cercano a ella Bruk Freter buscando que ella se sintiera bien hablando.

    —Es un hombre,... Camina por unas praderas de heno, … - cuenta la señora mirando hacia la nada - Pasea lentamente por ellas,... Con los brazos en alto,... Como abiertos,... - relata la anciana.

    —Sí,... ¿Reconoces quién es? - le pregunta Bruk Freter.

    —No le veo la cara, … No lo tengo claro,... Es Sloan,... Camina hacia un árbol,... y más adelante de él, se muestra un pequeño lago – cuenta la anciana.

    —Sí,... Dara,... sigue contándonos,... ¿Y qué sucede después? - le pregunta Bruk dulcemente.

    —Camina,... Anda y anda,... Anda y anda por el alrededor del lago,... - comenta la ancina.

    —Sí,... - le habla Bruk.

    —Camina ,... Y va,... Recorriendo el sinuoso,... Exterior,... Del lago,... Luego se tumba,... Con la mano alzada,... - relata la anciana.

    —Luego se agita,... Da vueltas para un lado y para el otro,... Se sienta en el suelo,... Coge unas piedras,... empieza a tirarlas para el lago y contra una roca que tiene cerca,... Después, coge una y se queda mirándola,... Está con ella en la mano por varios instantes,... La tira también contra unas hierbas,... Entonces un árbol se cae por entero,... Él está seguro de que no le ha dado,... Pero el árbol se ha caído por completo,... Se acerca a mirar,... Camina hacia las hierbas,... Se agacha a mirar para la raíz del árbol y unas plantas fuertes se alargan y lo sujetan,... Él lucha por zafarse,... Se suelta,... Anda hasta donde ve que se abre del suelo una zanja,... De ellas y una zona del suelo se eleva por unos metros,... Se da la vuelta,... Quiere subir pero no sabe como,... Da vueltas sobre sí mismo,... Mira de algo que le valga,... Aparece una escalera de mano situada para subir,... Él se acerca y sube por ella,... Lo hace por un largo rato,... Porque la escalera se mete en la tierra a medida que sube manteniéndose su parte alta,... Se queda quieto,... Va a ceder,... Coge fuerzas e intenta subir de nuevo,... Da arriba,... No hay nada que no sea más campa,... Ve un tobogán,... Se tira por él,... Observa una variedad de imágenes al deslizarse,... Ve una casa situada al revés contra el suelo,... Contempla un pájaro situado en una campa,... Está asustando a un espantapájaros que se acerca a él,... Sale del tobogán,... Pasa hacia el lago,...

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