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Memorias de un soldado
Memorias de un soldado
Memorias de un soldado
Libro electrónico314 páginas5 horas

Memorias de un soldado

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Memorias de un Soldado es el testimonio de un militar que sirvió a su país —desde soldado raso hasta coronel— y escribió esta obra, con sinceridad y patriotismo, para ofrecernos su punto de vista sobre su actuación y la de la institución a la cual perteneció desde 1928 hasta 1979.
Apareció la primera edición de este libro, y ahora la segunda, cuando su autor ya había fallecido porque la actitud de éste no era la de polemizar ni la de buscar más gloria que aquella que edificó en silencio y nos legó como su testamento: la superación personal es posible y se debe luchar por alcanzarla; la virtud depende de nuestras convicciones a pesar de las circunstancias desfavorables; la honradez vale más si se demuestra con hechos de la propia actuación; sólo quien respeta y ama a su familia sabe luchar por sus conciudadanos.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 ago 2019
ISBN9780463884997
Memorias de un soldado

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    Memorias de un soldado - Francisco Boza Gutiérrez

    Francisco Boza Gutiérrez

    Memorias de un soldado

    Nicaragua y la Guardia Nacional: 1928 - 1979

    SEGUNDA EDICIÓN

    PRÓLOGO

    Lo que vuelve atractiva en su género esta biografía, es su estilo sencillo y transparente. Son memorias de un soldado raso que llegó a ser coronel por sus méritos, atravesando, sin mancharse, el pantano de una institución corrupta... Por ello, el principal mérito del Coronel Francisco Boza es haber preservado, no sólo su vocación de militar honesto y eficiente, durante casi cincuenta años que duró su carrera en la Guardia Nacional, sino haber sujetado su comportamiento a los valores éticos transmitidos por sus padres... Esta obra contribuye además a la historia de la Guardia, a la cual perteneció el autor desde que se fundó, participando en su desarrollo, hasta verla convertida, a su pesar, en un instrumento incondicional de la dinastía Somoza.

    Además, esta historia personal describe con acuciosidad episodios significativos de Nicaragua acaecidos en ese medio siglo. En algunos de ellos, el Coronel Boza fue protagonista, testigo presencial o simple cronista. Nos referimos a hechos importantes como el papel de los marinos norteamericanos, como fuerza de ocupación en nuestro país (1910-1932); los conatos de alzamientos habidos en el seno de la Guardia, durante los primeros años de creada (Sargento Larios, Abelardo Cuadra, Gabriel Castillo); lo mismo que las minuciosas crónicas extraídas de un diario personal que llevó siempre; el intercambio de fuego de las patrullas de aquellos bisoños cadetes de la flamante Academia Militar, con las fogueadas guerrillas del General Sandino; los terremotos habidos en Managua (1931, 1972); las ambiciones del nuevo Jefe Director del Ejército; el asesinato de Sandino, el derrocamiento del Presidente Sacasa; los pactos políticos; la asonada del 4 de abril de 1954; el ajusticiamiento del dictador; la instauración de la dinastía, la invasión de Olama y Mollejones; la huida oprobiosa de Anastasio Somoza Debayle; el triunfo de la revolución encabezada por el FSLN, etc.

    La pregunta que se hace el lector es, ¿cómo pudo el Coronel Francisco Boza sostener su conducta militar sin tacha, dominando las tentaciones que sin duda le brindaba su contorno? Nosotros creemos que sólo pudo lograrlo una personalidad como la suya, de firmes convicciones morales, fiel a su carrera militar, sin ambiciones de poder ni de dinero mal habido y defendido por un temperamento cauteloso, hábil para calcular los riesgos... En todo caso, el prestigio del Coronel Boza trascendía más allá de su posición castrense; pues en dos ocasiones recibió propuestas de los adversarios de Somoza para incorporarse a sus filas; invitaciones que rechazó, sin revelar nunca a su jefe los contactos habidos.

    El colofón de este libro comprueba la excelente opinión que siempre se tuvo a todos los niveles del Coronel Boza... ello quedó demostrado cuando ya retirado del Ejército, las autoridades de la revolución sandinista, que no podían ser más enemigas de la Guardia Nacional, le pidieron continuar desempeñando el cargo de Tesorero de la Junta Nacional de Asistencia Social, después de que le hicieron una minuciosa auditoría de la que salió sin ningún reparo.

    Podemos, entonces, concluir que los juicios sobre personas que pertenecieron o pertenecen a cualquiera discutida agrupación, sea religiosa, partido político, etnia o clase social, no son justos si se aplican globalmente, pues siempre habrá excepciones que confirmen la regla, como la trayectoria del Coronel Francisco Boza quien en este ameno libro nos describe su honradez.

    Emilio Álvarez Montalván

    MEMORIAS DE UN SOLDADO

    No voy a escribir la historia de mi país que es Nicaragua. Ésta deben escribirla los historiadores, yo únicamente soy uno de los tantos protagonistas de ella; o mejor dicho fui parte de ella, y quisiera contar en forma modesta, para que algunos acontecimientos ocurridos lleguen al conocimiento de mis compatriotas. Desde joven, como miembro de las fuerzas armadas, participé y fui testigo de muchos acontecimientos importantes en la vida del país. Pero como militar que fui, me puedo sentir orgulloso de haber cumplido mi deber, siempre poniendo por delante el respeto y la integridad de mis conciudadanos. Al retirarme del Ejército, sentí gran satisfacción de no haber participado en actos de corrupción económica, como lo hicieron otros oficiales, que se enriquecieron ilícitamente y que, además, fui muy afortunado en el cumplimiento de mis deberes sin manchar mis manos de sangre por crímenes políticos.

    El autor.

    Managua, 14 de julio, 2002

    ANTECEDENTES HISTÓRICOS Y PERSONALES

    Nací el día 28 de julio de 1911, en la ciudad de Managua, mis padres eran: Francisco Boza Zúniga y Amelia Gutiérrez Cabrera, mi niñez no fue muy feliz, pues mi madre murió cuando sólo tenía dos años de vida; mi padre tuvo que trasladarse a vivir a la ciudad de Masaya, donde residían sus hermanas, quienes se hicieron cargo del cuidado mío y de mis otros dos hermanos.

    Mi padre, que era contador de profesión, en esa época era el encargado de la contabilidad del Gran Hotel Lupone de la ciudad de Managua y debía viajar constantemente a esa ciudad, circunstancia que nos privó de su directo cuidado y protección. Mis tías hacían todo lo posible para proporcionarnos su ayuda, a fin de que no nos faltara nada en cuanto al alojamiento, alimentación, etc., pero creo que la ausencia de nuestra madre fue frustrante en nuestra niñez y adolescencia.

    Asistí a la escuela pública, observaba buena conducta, tenía facilidad para aprender las lecciones, al final obtenía buenas notas. En las horas libres jugaba béisbol en los patios del vecindario que no tenían cercas, trepaba a los pequeños árboles de jícaro que con sus ramas largas y coyundosas facilitaban el movimiento de un lugar a otro sin el riesgo de una caída, así fui adquiriendo destreza y se me fortalecieron mis músculos, jugaba futbol en las calles desoladas de mi barrio; con mis compañeros de juego comprábamos vejigas de cerdo que limpiábamos e inflamábamos con la boca.

    No teníamos dinero para comprar bolas duras de cuero, además algunos de mis compañeros de juego lo hacían descalzos. A veces iba más largo en mis travesuras juveniles, de vez en cuando dejaba de asistir a la escuela para viajar a la Laguna de Masaya, con el propósito de aprender a nadar. De estas inquietudes no se daban cuenta en mi casa. Así fue transcurriendo el tiempo hasta mi incorporación en la Guardia Nacional de Nicaragua; mi última aventura en mi vida de adolescente.

    Pero quiero hacer un alto en el calendario de mi vida para relatar, en forma breve, importantes acontecimientos en la historia de mi infortunado país.

    Debido al sistema arbitrario, dictatorial y prolongado impuesto al pueblo de Nicaragua por el Presidente de la República, el General José Santos Zelaya, se rebeló contra este gobierno el General Juan J. Estrada, quien desempeñaba las funciones de Gobernador e Intendente de la Costa Atlántica de este país. El General Estrada, al momento de la rebelión, había obtenido el apoyo de prominentes líderes de los partidos liberal y conservador. Así organizado el ejército rebelde inició el avance hacia el interior del país.

    El Presidente Zelaya, al tener confirmación de esta traición del General Estrada y del avance de las tropas rebeldes, movilizó a toda prisa un poderoso ejército para hacerles frente y tratar de derrotarlos.

    Mientras se efectuaban los primeros encuentros armados, ocurrió lo inesperado, un grupo de las tropas del gobierno capturó y ejecutó en forma sumaria a dos ciudadanos de los Estados Unidos que se habían incorporado al ejército rebelde. Este acto tan infortunado y sin prever las consecuencias ocasionó en forma inmediata la ruptura de relaciones entre este pequeño país y el poderoso gobierno de los Estados Unidos. Este grave error cometido por las tropas del gobierno del Presidente Zelaya, fue el motivo principal que causó su caída del poder, el gobierno americano acusó al Presidente Zelaya de ordenar el fusilamiento.

    Los ejércitos del Gobierno fueron derrotados en el lugar llamado El Recreo, en los días 21 y 22 de diciembre de 1909. El Presidente Zelaya, al tener conocimiento de esta aplastante derrota de sus tropas, renunció a la Presidencia de la República y por consecuencia el Vicepresidente, Doctor José Madriz, asumió el poder de acuerdo con la Constitución.

    Reformas importantes en bien del país

    El Presidente Zelaya durante su prolongado gobierno hizo importantes obras de progreso, pero restringió las libertades ciudadanas, persiguió a veces con crueldad a sus enemigos políticos y violentó la Constitución para prolongar su período de gobierno. Murió empobrecido en la ciudad de Nueva York, donde se había refugiado después de la Primera Guerra Mundial.

    Triunfo de Estrada y gobierno de éste

    El General Juan J. Estrada, a la cabeza de su ejército, entró triunfante a la ciudad de Managua, el 28 de agosto de 1910. Asumió la Presidencia y organizó su Gabinete Ministerial con elementos prominentes de los partidos liberal y conservador; posiblemente con la buena intención de estabilizar la situación política, procedió de inmediato a poner en vigor una especie de Constitución, a la que se le llamó Ley de Garantías, con el propósito de evitar venganzas y atropellos a personas vinculadas al gobierno anterior.

    La preocupación más seria que tenía el Presidente Estrada era obtener el reconocimiento de su gobierno por los Estados Unidos. Con ese propósito se comisionó al doctor Salvador Castrillo, quien era el representante de la revolución en Washington, para que hiciera las gestiones del caso.

    El gobierno americano, atendiendo las gestiones del doctor Castrillo, nombró al Señor Thomas Dawson para que atendiera el problema de Nicaragua. El Señor Dawson se dirigió a Nicaragua y a su llegada le comunicó al Presidente Estrada las condiciones necesarias que exigía el gobierno americano para otorgar su reconocimiento.

    El Presidente Estrada y sus consejeros aceptaron las condiciones que exigía el gobierno americano y para ese efecto, nombró varios delegados entre sus mejores colaboradores. Los delegados nombrados se reunieron con el señor Dawson y se firmaron varios acuerdos, los que fueron llamados Pactos Dawson. Entre los acuerdos se establecía la convocatoria para elegir una Asamblea Constituyente y que ésta redactara una nueva Constitución. Que se solicitara un préstamo por una suma no especificada para hacer frente a reclamos por daños a personas y propiedades ocasionadas durante el gobierno del Presidente Zelaya y la revolución. Además, que se estableciera un juicio para juzgar a los sospechosos que hubieran tomado parte en el fusilamiento de los ciudadanos americanos Le Roy Cannon y Leonard Groce y, finalmente, se confirmó en la Presidencia al General Juan J. Estrada y a Don Adolfo Díaz como Vicepresidente por un término de dos años.

    Desde los primeros días de su gobierno, el General Estrada tuvo problemas muy graves debido a las intrigas y presiones desarrolladas por su Ministro de Guerra, el General Luis Mena. Este General Mena había surgido como figura preponderante e influyente en su gobierno. El General Estrada, cansado de estas intrigas, con el apoyo de su Ministro General, el General José María Moncada, ordenó el arresto del General Mena, pero las tropas acantonadas dentro del Campo de Marte, quienes eran leales al General Mena, no acataron su orden.

    El General Estrada, incapacitado para resolver los problemas de su propio gobierno, con un ejército que no obedecía sus órdenes, se vio obligado a renunciar a la Presidencia de la República y en compañía de su Ministro General, el General Moncada, abandonaron el país y se refugiaron en un país de Centroamérica.

    Benjamín Zeledón y la Revolución de Mena

    El General Luis Mena, considerando que su posición en el gobierno ya no era tan segura, se preparaba para dar un golpe de Estado al Presidente Díaz, pero este presidente que ya había obtenido el apoyo del nuevo ministro americano, ordenó la distitución de Mena; con la mediación del alto funcionario de los Estados Unidos se logró que el General Mena aceptara los hechos consumados, pero éste se retiró a la ciudad de Granada donde tenía depositado un considerable número de armas de diferentes calibres y municiones. Con estas armas logró equipar un pequeño ejército que fue integrado en su mayor parte por elementos liberales que le dieron su apoyo, poniendo este ejército al mando del General Benjamín Zeledón; el General Zeledón, abogado y liberal, era muy valiente, pero soñador e iluso.

    El General Zeledón se dirigió con su ejército a la ciudad de Managua, donde se atrincheró en la parte oriental y por varios días mantuvo un bombardeo constante contra la fortaleza de la Loma de Tiscapa. Las fuerzas militares, que defendían la ciudad y que estaban al mando del General Emiliano Chamorro, atacaron las fuerzas de Zeledón, logrando desalojarlas, éstas se vieron obligadas a retirarse a la ciudad de Masaya, donde ocuparon los pequeños cerros de El Coyotepe y La Barranca. Por otra parte, un grupo de fuerzas rebeldes ocupó la ciudad de León, interrumpiendo el tránsito del Ferrocarril del Pacífico. Así la situación planteada, el Presidente Díaz se vio obligado a pedir la intervención del ejército americano, un hecho lamentable en la Historia de Nicaragua.

    Varios batallones del Cuerpo de Marinos de los Estados Unidos, que habían desembarcado en el Puerto de Corinto, se dirigieron por medio del Ferrocarril del Pacífico a la ciudad de Masaya y se estacionaron frente al cerro El Coyotepe, instalaron sus armas pesadas frente a este pequeño Inerte e iniciaron su ataque a esta fortaleza.

    El cerro llamado El Coyotepe tiene poca altura, allí se habían atrincherado un grupo selecto de soldados que comandaba el General Zeledón, era prácticamente indefendible ante las tropas del ejército americano, equipados con armas modernas, con cañones de mediano alcance y morteros poderosos cuyos proyectiles al ser disparados corren una trayectoria parabólica y son muy destructivos contra fuertes amurallados.

    El General Zeledón, comprendiendo que su situación era insostenible, dejando un grupo de soldados en el cerro y acompañado de los mejores oficiales, bajó de la fortaleza y se dirigió a la ciudad de Masaya donde algunos de sus acompañantes se quedaron; entre ellos, el periodista Hernán Robleto. En Masaya le informaron falsamente que la ciudad de Jinotepe estaba ocupada por fuerzas liberales y con esta información se dirigió a esa ciudad, pero en el camino entre los pueblos de Catarina y Niquinohomo fueron atacados por un grupo de soldados de las fuerzas del Gobierno y después de un ligero combate los liberales fueron derrotados, encontrando la muerte el General Zeledón. Según se informó en esa ocasión, las fuerzas del Gobierno no identificaron a los caídos en ese combate y éstos fueron dejados abandonados en el camino, pero unos vecinos del lugar se hicieron cargo de atender el traslado de los cadáveres de ese lugar al pueblo de Niquinohomo, llevándolos en unas carretas tiradas por bueyes y fueron enterrados en una fosa común, sin identificarlos.

    En una ocasión, un profesor de historia me manifestó que las tropas del gobierno que derrotó al grupo de rebeldes que comandaba el General Zeledón eran dirigidas por el General conservador Camilo Barberena, pero éste nunca se dio cuenta que entre los muertos estaba el General Zeledón.

    Habiendo llegado a su fin la revolución que encabezó el General Luis Mena, y vuelta la tranquilidad al país con la ayuda de las tropas americanas, el Presidente Díaz convocó a elecciones en las que resultó electo, como era de esperarse, para un período de cuatro años, habiendo iniciado éste el año de 1913 y finalizado en enero de 1917.

    El Tratado Chamorro-Bryan

    Durante la administración del Presidente Díaz, se firmó el 8 de agosto de 1914 el Tratado Chamorro-Bryan, mediante el cual se otorgó una concesión de perpetuidad a favor del Gobierno de los Estados Unidos para la construcción de un canal interoceánico, aprovechando las aguas del río San Juan, el Lago de Nicaragua y una franja de terreno del departamento de Rivas, o por cualquier otro lugar del territorio de Nicaragua. También se autorizó, por un término de 99 años, la construcción de bases navales en dos islas en el Océano Atlántico y en un área de la Península de Cosigüina frente al Golfo de Fonseca, estas bases servirían para la defensa del canal proyectado.

    Al firmarse este Tratado, Nicaragua recibió una donación por la suma de tres millones de dólares y como consecuencia de esta concesión, nosotros los nicaragüenses fuimos llamados en los países de México y otros países de Latinoamérica con el mote infamante de «vendepatrias».

    Es bueno recordar, que en el pasado Francia vendió a los Estados Unidos el extenso territorio de Luisiana, lo mismo hizo España con La Florida y Rusia con Alaska y la provincia de Panamá al independizarse de Colombia le concedió a este gran país del norte una parte de su territorio, lo dividió en dos para la construcción del llamado Canal de Panamá.

    Emiliano Chamorro en la Presidencia

    Al finalizar el período del Presidente Díaz, se efectuaron elecciones en las que resultó electo el General Emiliano Chamorro, éste tomó posesión el primero de enero de 1917.

    Durante la administración del General Chamorro, se mantuvo la libertad de expresión, se sometió al gobierno a una estricta economía, se comprometieron los ingresos de las aduanas y del ferrocarril, también se iniciaron las construcciones de las primeras carreteras para conectar las ciudades del norte del país. Por otra parte, se apoyó la educación para lo cual se creó un impuesto especial.

    Al terminar el período presidencial del General Emiliano Chamorro, se llevaron a cabo las elecciones en las que resultó electo el distinguido y talentoso estadista Don Diego Manuel Chamorro, este era tío del General Chamorro. Tengo la firme opinión que las elecciones en las que resultaron electos el Señor Díaz, Emiliano Chamorro y su tío Don Diego Manuel, del mismo apellido, fueron fraudulentas.

    Durante la administración del Presidente Diego Manuel Chamorro, a invitación de éste, se reunieron los presidentes de Honduras, El Salvador y Nicaragua, a bordo del barco de guerra de los Estados Unidos «Tacoma», con el objeto de impedir que emigrantes de los tres países alteraran la paz en Centroamérica.

    También en los primeros meses del año 1923, se efectuaron en Washington reuniones con delegados de los cinco países de Centro América, con el objeto de firmar un acuerdo de paz. Entre los acuerdos se especificó que ninguno de los cinco gobiernos reconocería al presidente que surgiera de un golpe de Estado; por Nicaragua firmó el General Emiliano Chamorro.

    El Presidente Diego Manuel Chamorro falleció repentinamente el 12 de octubre de 1923, sucediéndolo en el poder el Vicepresidente Don Bartolomé Martínez, originario del departamento de Matagalpa, poco conocido por lo nicaragüense, pero había sido escogido como Vicepresidente de Don Diego por su escasa figuración política, se creía que sería fácilmente manejable.

    El Presidente Martínez concluyó el período de Don Diego, pero no teniendo el apoyo de su partido para conseguir su reelección, rompió las relaciones con el Partido Conservador y fundó su propio partido que llamó Partido Conservador Republicano; ocurrió lo que se observa con frecuencia, que los políticos considerados manejables se rebelan. También había una intriga familiar, una sobrina de Don Bartolo era casado con el astuto, hábil y talentoso político liberal, el Doctor Albino Román y Reyes; se dice que este hábil político fue quien organizó la Coalición Libero-conservadora, que llamaron Pacto de Transacción. Como resultado de estos pactos, se propuso para las próximas elecciones a los candidatos: Don Carlos Solórzano, del Partido Conservador como Presidente y al doctor Juan Bautista Sacasa, como Vicepresidente.

    Al terminar el período de gobierno del Presidente Martínez, se celebraron elecciones para autoridades supremas, resultando electa la fórmula de la Coalición Libero-conservadora. Al asumir su cargo, el Presidente Solórzano y para cumplir con los acuerdos políticos nombró una tercera parte de su Gabinete de Gobierno con elementos del Partido Liberal; lo mismo se hizo con la Corte Suprema de Justicia. También en el resto de la administración, se hicieron los respectivos nombramientos de acuerdo con lo pactado.

    Durante el primer año de gobierno del Presidente Solórzano, ocurrió la disolución de la llamada Contabularía, un cuerpo armado que comandaban varios oficiales del ejército americano, quienes mantenían la presencia militar del Gobierno de los Estados Unidos. El desmantelamiento de este cuerpo aunado se originó por la falta de apoyo de parte del Presidente Solórzano, cuando esto era requerido por los jefes americanos, que ya notaban los amagos de intranquilidad que se desarrollaban por parte de elementos del Partido Conservador, leales al líder o caudillo, General Emiliano Chamorro.

    Desde el día que asumió el mando el Presidente Solórzano, inició el viejo caudillo, General Emiliano Chamorro, un ataque frontal contra su política de gobierno. Este caudillo fanático y radical no podía aceptar que en el gobierno conservador tuvieran injerencia los elementos del Partido Liberal Nacionalista.

    La situación política del país se fue empeorando y después de varios intentos revolucionarios se consumó el golpe de Estado llamado El Lomazo, que ocurrió cuando el cuartel de la Loma de Tiscapa fue ocupado militarmente por el General Emiliano Chamorro con la complicidad de un pariente cercano del propio Presidente Solórzano, el 25 de octubre de 1925.

    Don Carlos Solórzano, un distinguido, honrado y respetado caba1lero de la sociedad nicaragüense, no soportó las intrigas y presiones del viejo caudillo conservador, el General Chamorro, viéndose obligado a renunciar a la Presidencia de la República. El Vicepresidente, Doctor Juan Bautista Sacasa, se refugió primero en la ciudad de León, salió posteriormente del país, con dirección a los Estados Unidos y después a México, donde encontró apoyo militar del gobierno de ese país, que estaba bajo la dirección del General Elías Calles.

    En Nicaragua, el General Emiliano Chamorro, sin ser miembro del Congreso, logró que este cuerpo legislativo lo nombrara Presidente de la República, pero el gobierno americano le negó el reconocimiento, por lo que el Presidente Chamorro no tuvo más alternativa que renunciar a su cargo, entregando el poder a un miembro del Congreso, pero este personaje tampoco consiguió ser reconocido, y después de un corto tiempo se vieron en la necesidad de volver a utilizar los servicios del astuto político Don Adolfo Díaz, quien sí obtuvo el tan deseado reconocimiento.

    El doctor Juan Bautista Sacasa, habiendo obtenido un amplio apoyo del gobierno de México, se dirigió a Nicaragua acompañado de in grupo de prominentes políticos liberales; un numeroso contingente de exiliados que permanecía en México y Guatemala, más un pequeño conjunto de aventureros mexicanos, llevando como jefe del pequeño ejército al valiente y experimentado General José María Moncada; ocupó en forma sorpresiva la ciudad de Puerto Cabezas en la parte norte de la Costa Atlántica de este país.

    El día primero de diciembre de 1926, el Doctor Sacasa se proclamó Presidente Constitucional de Nicaragua y organizó su gabinete de gobierno con los mejores elementos políticos del Partido Liberal, como Ministro de Guerra nombró al General Moncada.

    El General Moncada, habiendo incorporado a su pequeño ejército numerosos elementos del Partido Liberal, de la parte norte de la Costa Atlántica, se movilizó hacia el Sur de la costa, donde se tenía conocimiento de la llegada de un fuerte ejército que había destacado el Presidente Díaz. El ejército conservador se había atrincherado en el lugar llamado Laguna de Perlas, hasta ese lugar llegó con sus tropas el General Moncada y con la incorporación de valiosos elementos de la ciudad de Bluefields se enfrentó al ejército conservador y le causó una aplastante derrota.

    Por el resultado favorable de la derrota del ejército conservador, el ejército liberal adquirió abundantes armamentos y después de un corto descanso y contando con un número superior a los tres mil hombres, su jefe el General Moncada emprendió la marcha hacia el interior del país, cruzando ríos y montañas y después de un mes que duró la travesía, alcanzó las tierras del departamento de Matagalpa donde lo esperaba un fuerte ejército conservador al que derrotó en los pueblos de Muy-Muy y El Chompipe.

    Después de estas victorias, el ejército liberal se dirigió al departamento de Chontales donde también derrotó a las tropas del Gobierno en los combates de Palo Alto y Las Mercedes.

    El gobierno americano, que había reconocido y apoyaba al Presidente Díaz, inició una campaña para obstaculizar el triunfo del Gobierno Liberal que había organizado el doctor Sacasa en la Costa Atlántica. Con este fin, de Panamá se destacó una pequeña flota de barcos de guerra hacia la Costa Atlántica de Nicaragua, ejerciendo una presión constante contra las tropas y el gobierno instalado en Puerto Cabezas, lugar que fue declarado zona neutral, logrando expulsarlos de ese puerto al Doctor Sacasa y su gabinete. Éstos se trasladaron al lugar llamado Río Grande, por un corto tiempo permanecieron en este lugar teniendo finalmente, que abandonar el país y refugiarse en la República de Guatemala.

    El gobierno americano, por medio de su ministro en Managua, propuso al Gobierno de Díaz un convenio de paz, habiéndose llevado a cabo unas conferencias a bordo del barco de guerra Denver, que estaba anclado en el Puerto de Corinto, de esas conferencias no se obtuvo ningún resultado positivo.

    Cuando el General Moncada se acercaba al departamento de Chontales, se le incorporó un fuerte contingente de tropas liberales que se habían organizado en los departamentos de Nueva Segovia, Jinotega y Matagalpa, y otro grupo de los departamentos de Occidente que comandaba el legendario General Francisco Parajón. También llegó de las montañas del Norte, el General Augusto César Sandino con una bien organizada caballería. Con ese gran refuerzo de hombres y armas, el General Moncada se preparaba para iniciar su avance hacia la capital de la república, Managua.

    Cuando todos estos acontecimientos se desarrollaban en el departamento de Chontales, se presentó sorpresivamente en la ciudad de Managua el Coronel Henry Stinson, delegado personal del Presidente de los Estados Unidos, con la delicada misión de imponer una paz duradera en Nicaragua. Por segunda vez en la historia de este país, el Presidente Díaz había pedido la intervención del gobierno americano para lograr la paz y protección de los intereses de ciudadanos de ese país. Cuando el Coronel Stinson se presentó en Managua, ya estaban en la bahía de Corinto, varios barcos de guerra y transportes con un fuerte contingente de tropas

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