Fue inevitable… ¿o no? La Guerra Civil (1936-1939), el acontecimiento más trágico de nuestra historia contemporánea, ha sido descrita habitualmente con rasgos inapelables: una fuerza desencadenada por los errores de ambos bandos (republicanos y franquistas) contra la que poco pudo hacer nadie, pues la escalada de tensión y provocaciones mutuas generó un enconado y divisivo odio entre los españoles que no encontró otra vía de expresión que las armas.
Sin embargo, el análisis individualizado de varios momentos clave en el camino hacia el 18 de julio de 1936 muestra que un giro en la historia —el frenazo antes de la autodestrucción—estuvo a punto de producirse en más de una ocasión, gracias a la lucidez o los heroicos esfuerzos de algunos. Y también que el conflicto, una vez comenzado, podría haber terminado antes.
¿UN GOBIERNO DEMASIADO AZAÑISTA?
Así, los partidos de izquierda ganadores de las elecciones del 16 de febrero llevaban advirtiendo desde la campaña electoral sobre la desafección de ciertos mandos del Ejército y realizaron peticiones al Gobierno para que democratizara la cúpula militar y sacara de ella a generales como Franco, Goded o Fanjul. En concreto, el político José Díaz Ramos, secretario general del PCE e impulsor