De repente en lo profundo del bosque
Por Amos Oz
3.5/5
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Información de este libro electrónico
El lector tiene entre sus manos una Aggadah, una parábola, con todo su simbolismo y carga metafórica, que cuenta la historia de un pequeño pueblo embrujado sobre el cual ha recaído una extraña maldición: la desaparición de todos los animales... De noche, en el pueblo, un raro e imposible silencio habita la oscuridad. También de día la ausencia total de animales deja su huella: ni un perro, ni un gato, ni siquiera una mosca o un grillo. Algo debe de haber sucedido: los niños preguntan y algunos adultos se enfadan. Otros no, como la maestra Emmanuela con sus extraños dibujos, o el viejo pescador Almón, cuyas redes están siempre vacías, o la panadera, que en vano echa migas en el patio para pájaros que nunca vendrán. Hasta que Maya y Mati, dos niños empecinados en encontrar la verdad, se atreven a desobedecer la ley establecida y parten para su aventura...
Amos Oz
AMOS OZ (1939–2018) was born in Jerusalem. He was the recipient of the Prix Femina, the Frankfurt Peace Prize, the Goethe Prize, the Primo Levi Prize, and the National Jewish Book Award, among other international honors. His work, including A Tale of Love and Darkness and In the Land of Israel, has been translated into forty-four languages.
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Comentarios para De repente en lo profundo del bosque
70 clasificaciones7 comentarios
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5It was an interesting, but short read. The format was unique. Dialogue was not separated or marked with quotations. I'm not sure if this was because it's a translated edition, I don't see why it would be. I'm also not sure what the author's purpose was in doing this. There was very little diaglogue though and it's from the viewpoint of children, so maybe just reinforcing the simplicity of the idea of the book. Read it and tell me what you think!
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Known for his adult novels, Amos Oz blends magic and adventure in this novel for middle grades. This fable-like tale centers around young Maya and Matti who live in a town that is populated with a strange cast of human characters but is completely absent of animals. The children of the village often wonder about the animals, about what they were like and what happened to them. It’s not until Maya and Matti let their curiosity get the better of them and travel to the strange forest that the real depths of humanity and friendship are revealed. This short novel, with hints of magical realism and dark overtones, does not quite carry the kid appeal that it should, considering its intended audience. Some of the sophisticated themes may be lost on young readers, and it seems that adults familiar with author’s award-winning adult books may be more likely to pick up this story. Recommended. For ages 10-14.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5This book is a middle reader, targeted for the 10-14 year old age group. A few spots may be a bit tricky for the youngest in this group, however, for the most part, it is written in clear, concise language perfect for middle readers.This is a sort of folk tale, about Maya, daughter of Lilia the Baker, and Matti, her best friend. They live in a cursed village where none of the children have ever seen animals ... not a bird, not a dog, not a fish, not a cat. Sometimes they can catch an adult saying "something" about them, but they quickly stop talking when they realize it. Emanuella the Teacher, who the village says is desperate for a husband and therefore a wee bit "off", teaches them about animals in school, but the other adults dismiss what she tells them.The children of the village are never allowed to go into the forest alone, and are never to go out at night, for fear the Nehi the Mountain Demon will snatch them up. After their schoolmate, Little Nimi, disappears for three weeks into the forest, when he comes back, he has whoopitis, and can only whoop. The villagers now call him Nimi the Owl.Maya and Matti have a secret, and one day, they go off to find answers to that secret. What they find may be the key to why their village is cursed.This is a rather haunting little tale with a great moral lesson on acceptance. I enjoyed it, and so did Bebe Boy James.QUOTES (from a galley-may be different in final copy):Nimi found fun in everything there was and in anything that happened.Maybe it's a good thing you feel that way. Maybe there really is an old craziness here in the village. And you'd be better off knowing nothing about it, Maya. Nothing. Because people who don't know can't be thought guilty. And they're likely not to catch it.And they train us not to be happy about what we have, but only about what we have that others don't.Writing: 4.5 out of 5 starsPlot: 4 out of 5 starsCharacters: 3.5 out of 5 starsReading Immersion: 4 out 5 starsBOOK RATING: 4 out of 5 stars
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5A parable about good and evil - every animal has vanished from a small mountain village. Then two small children see a fish in the river and follow it into the forest.
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Lovely prose and an evocative sense of enchantment, but this doesn't strike as a story that will appeal to mahy children.
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Suddenly in the Depths of the Forest reads like a folk tale/fairy tale, and actually frequently reminded me of a number of other stories, although it never actually turned into any of them. At one point, there was a clear reference to Persephone, for example. I expected a bit more fairy tale than folk tale, I guess, so I was a bit surprised to find it without a neat ending tied up in a bow.
The story is well-written and clever. I love stories about animals, even in their absence. Can you imagine a town with nothing but people? Ugh! Of course, I wouldn't mind getting rid of, say, all the cockroaches. What do they do anyway? And, given that I'm petrified of bees, I wouldn't mind them being gone either, except for the flowers and the honey. But kittens and dogs and horses and goats and everything? And beef and chicken and pork?
What the story seems mostly to be about is not so much the absence of the animals, but the way people react to the lack. In some ways, this seems to be a study of human nature, of hubris and curiosity, of bravery and fear, of cruelty and friendship. Really, the story doesn't fit into a particular box and is told in a somewhat atypical manner. I enjoyed this brief tale, and think it conveys an interesting message, although I think it's up to the reader whether the message is positive or negative. - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Read with my ten year old daughter and she liked it so much she wants to read it again. Raises important moral questions for all ages. It is tender, evocative, full of imagination - and not condescending.
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De repente en lo profundo del bosque - Amos Oz
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Amos Oz
Créditos
De repente en lo profundo del bosque
Para mis queridos y asombrosos Din, Nadav, Alon y Yael, que me ayudaron a contar esta historia y le aportaron algunas ideas y sorpresas.
1
La maestra Emmanuela explicó a la clase qué aspecto tiene un oso, cómo respiran los peces y qué sonidos emite la hiena por la noche. También colgó en la clase fotografías de animales. Casi todos los niños se burlaban de ella, porque en su vida habían visto un animal. La mayoría de los niños no se creía del todo que en el mundo existiesen esas criaturas. Al menos, no cerca de donde nosotros vivimos. Y además, decían, la maestra todavía no ha conseguido encontrar en todo el pueblo a nadie que quiera ser su pareja, y por eso, decían, tiene la cabeza llena de lobos, gorriones y todo tipo de fantasías que las personas sin pareja se inventan llevadas por la soledad.
Sólo el pequeño Nimi, debido a las explicaciones de la maestra Emmanuela, empezó a soñar por las noches con animales. Casi toda la clase se reía de él cuando lo primero que hacía por la mañana era contar cómo sus zapatos marrones, alineados delante de su cama, se habían convertido en la oscuridad en dos erizos que habían estado durante toda la noche arrastrándose por la habitación, pero por la mañana, al abrir los ojos, habían vuelto a ser de pronto un par de zapatos debajo de la cama. En otra ocasión, llegaron murciélagos negros a medianoche, le montaron sobre sus alas, atravesaron con él las paredes de la casa, sobrevolaron el pueblo, las montañas y los bosques y lo condujeron a un palacio encantado.
Nimi era un niño un poco despistado y casi siempre le moqueaba la nariz. Además, tenía los dos dientes incisivos hacia fuera y con un gran espacio entre ellos. Los niños llamaban a ese espacio «pozo de basura».
Cada mañana, Nimi llegaba a clase y empezaba a contarles a todos un nuevo sueño, y cada mañana le decían:
–Qué plasta, cierra de una vez tu pozo de basura.
Y cuando no se callaba, se metían con él. Pero Nimi, en vez de sentirse herido, se unía a sus burlas. Aspiraba, se tragaba los mocos y, con una especie de alegría desbordada, empezaba a llamarse a sí mismo con los motes ofensivos que le habían puesto los niños: pozo de basura, soñador, zapato-erizo.
Maya, la hija de Lilia la panadera, que se sentaba en clase detrás de él, le susurró varias veces:
–Nimi, escucha. Sueña todo lo que quieras, con animales, con chicas, pero cállate. No lo cuentes. No te conviene.
Mati le dijo a Maya:
–No lo entiendes, Nimi sueña sólo para contarlo. Y, además, sus sueños tampoco cesan cuando se despierta por la mañana.
Todo divertía a Nimi y todo le hacía gracia: la taza rajada en la cocina y la luna llena en el cielo, el collar de la maestra Emmanuela y los dientes que sobresalían de su boca, los botones que había olvidado abrocharse y el rugido del viento en el bosque, todo lo que existía y todo lo que ocurría le parecía gracioso a Nimi. En todo encontraba una razón para partirse de risa.
Hasta que un día huyó de la clase y del pueblo y se adentró solo en el bosque. Casi toda la gente del pueblo le estuvo buscando durante dos o tres días. Durante siete o diez días más le estuvieron buscando los guardas. Luego sólo siguieron buscándolo sus padres y su hermana.
Volvió al cabo de tres semanas, delgado, sucio, arañado y magullado, pero relinchando de entusiasmo y alegría. Y desde entonces, el pequeño Nimi continuó relinchando y no volvió a hablar: no dijo ni una palabra desde que volvió del bosque, sólo deambulaba descalzo y harapiento por las calles del pueblo, moqueando, enseñando los dientes y el pozo que tenía en medio, correteando entre los patios traseros, trepando a los árboles y a los postes, y relinchando todo el rato mientras el ojo derecho le lloraba sin cesar por culpa de su alergia.
Era totalmente imposible hacerle volver al colegio a causa de la relinchitis. Al salir de clase, los niños relinchaban a propósito para hacerle relinchar a él. Le llamaban Nimi el potro. El médico confiaba en que se le pasaría con el tiempo: tal vez allí, en el bosque, se había tropezado con algo que le había asustado o impresionado, y ahora tenía relinchitis.
Maya le dijo a Mati:
–¿No crees que tú y yo deberíamos hacer algo? ¿Que deberíamos intentar ayudarle?
Y Mati le contestó:
–Déjalo, Maya. Pronto se cansarán. Pronto se olvidarán de él.
Cuando los niños le echaban con burlas y arrojándole piñas y cáscaras, el pequeño Nimi escapaba relinchando. Trepaba a las ramas del árbol más cercano y desde allí, desde la copa, volvía a relincharles con un ojo lloroso y unos exagerados dientes incisivos. Y a veces desde el pueblo, incluso a mitad de la noche, parecía oírse a lo lejos el eco de sus relinchos en la oscuridad.
2
El pueblo era gris y triste. Estaba rodeado de montañas y bosques, nubes y viento. No había otros pueblos por los alrededores. Casi nunca venía nadie a este pueblo y los caminantes no lo visitaban. Unas treinta o cuarenta casas pequeñas estaban diseminadas por la ladera de un valle cerrado, rodeado por todas partes de montañas escarpadas. Sólo por el oeste había una estrecha apertura entre las montañas, y por esa apertura pasaba el único camino que llegaba al pueblo; pero no iba más allá, porque no había más allá: aquí se terminaba el mundo.
De tarde en tarde llegaba algún artesano errante o algún vendedor ambulante, y a veces algún mendigo desorientado. Pero nadie se quedaba más de dos noches, porque el pueblo estaba maldito: un extraño silencio reinaba siempre en él, ninguna vaca mugía, ningún burro rebuznaba, ningún pájaro trinaba, ninguna bandada de ocas atravesaba el cielo vacío, y tampoco los aldeanos hablaban mucho entre ellos, sólo decían lo imprescindible. Lo único que se oía constantemente era el sonido del río, día y noche, porque un caudaloso río se deslizaba entre los bosques de las montañas. Dejando espuma blanca en las orillas pasaba ese río a lo largo del pueblo, efervescente, burbujeante, haciendo un ruido que parecía un ligero lamento, para surgir y ocultarse después entre las sinuosidades de los valles y los bosques.
3
Por las noches el silencio era aún más negro y denso que durante el día: ningún perro estiraba el cuello ni echaba hacia atrás las orejas para aullarle a la luna, ningún lobo gemía en el bosque, ningún ave nocturna ululaba, ningún grillo cantaba, ninguna rana croaba, ningún gallo cacareaba al amanecer. Hacía ya muchos años que todos los animales habían desaparecido de este pueblo y sus alrededores, vacas, caballos y ovejas,