El mismo mar
Por Amos Oz
4/5
()
Información de este libro electrónico
Amos Oz
AMOS OZ (1939–2018) was born in Jerusalem. He was the recipient of the Prix Femina, the Frankfurt Peace Prize, the Goethe Prize, the Primo Levi Prize, and the National Jewish Book Award, among other international honors. His work, including A Tale of Love and Darkness and In the Land of Israel, has been translated into forty-four languages.
Relacionado con El mismo mar
Títulos en esta serie (100)
Sin hogar ni lugar Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Huye rápido, vete lejos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un asesinato literario: Un caso crítico Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los que van a morir te saludan Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Un asesinato musical: Un caso barroco Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La cocina del azafrán Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El mismo mar Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las trece rosas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El hombre de los círculos azules Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La danza de la muerte Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Asesinato en el kibbutz: Un caso comunitario Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El asesinato del sábado por la mañana Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Asesinato en el corazón de Jerusalén: Un caso pasional Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El dulce veneno del jazz Calificación: 3 de 5 estrellas3/5De repente en lo profundo del bosque Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Que se levanten los muertos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Perdido el paraíso Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La vida en una caja de cerillas Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Más allá, a la derecha Calificación: 4 de 5 estrellas4/5En el nombre de la madre Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Bélver Yin Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La larga sombra de la muerte Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Versos de vida y muerte: (novela) Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Muerte en lista de espera Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El ojo de jade Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Los muertos del Carso Calificación: 3 de 5 estrellas3/5A cada uno su propia muerte Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El secreto del gazpacho Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEn las montañas de Holanda Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los crímenes de Ardeshir Villa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Libros electrónicos relacionados
La muerte del sol Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVersos de vida y muerte: (novela) Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Nadie duerme con ropa en Acapulco Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Atlas descrito por el cielo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesOtras sílabas sobre Gonzálo Rojas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFima Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La colina del mal consejo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5De repente en lo profundo del bosque Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Pobre Blanco Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa distancia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesComo fue el presagio: Antología personal Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl mal cautivo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesGente que conocí en los sueños Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas afueras Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Bajo el techo que se desmorona Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Pompeyo muerto Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNiños muertos Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Palabras en mis manos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Alguien que me nombre Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDe la carrera de la edad II: De regreso Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa maldita pintura Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCorreo del otro mundo (y algunas lecturas más): Hoja por Hoja, 2001-2008 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCaos calmo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El final Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa orquesta imaginaria Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos espejos venenosos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Señor Kafka Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMudar de piel Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTrilogía mediterránea: La celda de Próspero | Reflexiones sobre una Venus marina | Limones amargos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl año de la liebre Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Ficción general para usted
Poemas de amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Meditaciones Calificación: 4 de 5 estrellas4/5EL PARAÍSO PERDIDO - Ilustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Crítica de la razón pura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Esposa por contrato Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La Ilíada Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Vaya vaya, cómo has crecido Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Divina Comedia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La casa encantada y otros cuentos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Animales mágicos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Ilíada y La Odisea Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Fortuna Calificación: 5 de 5 estrellas5/5¿Cómo habla un líder?: Manual de oratoria para persuadir audiencias Calificación: 5 de 5 estrellas5/5100 cartas suicidas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Crimen y castigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El libro de los espiritus Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Arsène Lupin. Caballero y ladrón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Iliada: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las 95 tesis Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cartas Filosoficas de Séneca Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El mito de Sísifo de Albert Camus (Guía de lectura): Resumen y análisis completo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Rebelión en la Granja (Traducido) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La riqueza de las naciones Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La llamada de Cthulhu Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Poesía Completa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Principito - (Anotado) / (Ilustrado): Incluye ilustraciones / Dibujos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mañana y tarde Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Grandes esperanzas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El mercader de Venecia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Categorías relacionadas
Comentarios para El mismo mar
64 clasificaciones4 comentarios
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5This is a story about being left behind: the characters have all lost someone and are making their way through life as best they can. The writing style is poetic and sparse, yet very vivid portraits of the characters emerge. The story provides extraordinary glimpses into ordinary lives.
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Amos returned to form with this one. Brilliantly rotating the narrative from one inter-connected protagonist to another, he brings these characters to life with an intensity. Tel-Avivis made real with depth.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Here's a poignant story of one family, each member or acquaintance trying as hard as possible to establish control of his life. That's not always as easy to achieve as it seems. The novel describes, in both in prose and poetry, how several people try to achieve that end. The novel slips so easily from prose into poetry and vice versa, that even readers who are not particularly interested in poetry may not mind this writing technique. Although it's a melancholy story, it's also an intriguing look at how several people relate to one another and how their goals at some times in their lives tend to either attract or repel others close to them. At one point, the author himself shows up as a character! That is really an interesting occurrence and a situation not often encountered in most novels. THE SAME SEA is not hard to read. However, because of the style in which it is written, it would lend itself to being read more than once. For sure, it deserves to be read at least a first time!
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5I read this, it is a quick read, but I cannot say that I enjoyed it. It is a story and it is poetic. A story of an old man, his son, his son's girlfriend. I read somewhere that this is the book that the author would like to be remembered by. It is at heart a story humans searching, but it is also a bit too erotic for me.
Vista previa del libro
El mismo mar - Amos Oz
Índice
Cubierta
Portadilla
El mismo mar
Un gato
Un pájaro
Datos
Después, en el Tíbet
Cálculos
Un mosquito
Es duro
Solo
Proposición
Nadia
Rico
En la otra cara
De pronto
Aceitunas
Mar
Dedos
Se oye
Una sombra
A través de nosotros
Albert por la noche
Mariposas a una tortuga
La historia sigue así:
El milagro de los panes y los peces
Allí, en Bat Yam, su padre le reprende:
Pero su madre le defiende
Bettine rompe
En el monasterio de El Eco
Bienaventurados
Falta Rico
Ni mariposas ni tortuga
¿Y qué se esconde detrás de esta historia?
Refugio
Envuelto en sombras la luz proclama
En lugar de una oración
María
Una pluma
El amor de Nirit
Salmo de David
David según Dita
Ella se acerca a él y él está ocupado
No se ha perdido y si se ha perdido
Deseo
Como un avaro que ha olido rumores de oro
Vergüenza
Se parece
expresiones del diccionario El narrador copia
Una postal de Thimphu
Gato encerrado
Ella se va y él se queda
Y cuando las sombras le abrumaron
Un harén de sombras
Rico reflexiona sobre la derrota de su padre
Rico vuelve a reflexionar sobre un versículo que le oyó a su padre
La cruz del camino
El pájaro del lecho del mar
Duda, asiente y pone
Externos
Sinopsis
El proceso de paz
El mediodía más caluroso de agosto
El enigma del buen carpintero que tenía una profunda voz de bajo
A dúo
Un perro saciado y un perro desfallecido
Stabat Mater
Consuelo
Fisgón, intrigante
Exilio y reino
Una niña hinchada y fea
Dentro de poco
Rico grita
Una mano
Chandartal
Nunca ha existido y ha desaparecido
Olvídalo
Sólo los solitarios saben
Rico siente
Y la misma tarde también Dita
Se despierta en mí el deseo
Creo
Una red
Rico piensa en el misterioso hombre de las nieves
Una a una
Tu hijo desea
Un mercader ruso que se dirigía a China
No es cuestión de celos
Sólo gracias a mí ha vuelto a ella
Cada mañana sale a su encuentro
Lo que quería y lo que sé
De profundis
Giggy reacciona
Dies Irae
Mi mano en el tirador de la ventana
¿Y tú?
Un ciervo
Al borde del muelle
Viene y va
Después camina un rato sin rumbo y vuelve a la avenida Rothschild
Una ardilla
No pasa nada
Endulza y remueve y endulza
Adagio
Nocturno
Al mismo tiempo, en Bengala, María
Talita kumi
¿Cómo me gustaría escribir?
Con o sin
Dita me propone
Pero cómo
Desde allí, desde una de las islas
Claro que hay motivos para esperar
Qué importa
Niño, no creas
Nadia oye
La mitad de una carta a Albert
El narrador va a tomar una taza de té y Albert le dice:
En Bangladesh bajo la lluvia Rico comprende por un instante
Magnificat
Dónde estoy
Por la noche, a las once menos cuarto, Bettine telefonea al narrador
En un remoto pueblo de pescadores al sur de Sri Lanka María le pregunta a Rico:
Su padre vuelve a reprenderle y también le suplica un poco
En medio
Dita en voz baja
Pero Albert la detiene:
Después, en la cocina, Albert y Dita
Los mejores campos devastados
Buenas, malas, buenas
Dubi Dombrov intenta expresarse
Scherzo
La nave nodriza
Soy yo
Una historia anterior a las pasadas elecciones
Medio recuerdas que has olvidado
Llegará
Brasas
Bettine le cuenta a Albert:
No lejos del árbol
Una postal de Sri Lanka
Albert acusa
Como un pozo donde se espera oír
Respuesta negativa
Abishag
Cierra los ojos y vigila
Xanadú
Quién se lo permitirá
El invierno se acaba
Un sonido
Estaba
Sólo allí
Viene y va
El silencio
Captura, llena y tira
Al final del camino
Aquí
Lo que has perdido
Amos Oz
Notas
Créditos
El mismo mar
Un gato
No muy lejos del mar, en la calle Amirim
vive solo el señor Albert Danon. Le gustan las aceitunas
y el queso curado. Es un hombre apacible, asesor fiscal,
hace poco que Nadia, su mujer,
murió una mañana de cáncer de ovarios. Dejó
algunos vestidos, un tocador, unas servilletas bordadas
con delicados hilos. Su único hijo, Enrico David,
se ha ido a escalar las montañas del Tíbet.
En Bat Yam hace una mañana de verano húmeda y cálida
pero en aquellas montañas cae la noche. La niebla
se arrastra por los barrancos. Un viento punzante
aúlla como un ser vivo y la luz turbia
se parece cada vez más a un mal sueño.
Aquí se bifurca el camino,
uno es escarpado y otro llano.
En el mapa no aparece la bifurcación del sendero
y, puesto que ya casi es noche cerrada y el viento azota
con granizo punzante, Rico debe escoger instintivamente
si bajar por el camino más corto o por el más fácil.
Sea como fuere, ahora el señor Danon se levantará
y apagará el ordenador. Se dirigirá
hacia la ventana. Fuera, en el patio,
hay un gato sobre la tapia. Ha visto una lagartija. No
perdona.
Un pájaro
Nadia Danon. Un poco antes de morir un pájaro
en una rama la despertó.
A las cuatro de la madrugada, antes de clarear, Narimi
Narimi, dijo el pájaro.
¿Qué seré cuando muera? Un sonido o un olor
o no. He empezado una servilleta.
Tal vez pueda acabarla. El doctor Pinto
es optimista: la situación es estable. Tal vez el izquierdo
no esté tan bien. El derecho está limpio. Las radiografías
son claras. Compruébalo tú misma: no hay metástasis.
A las cuatro de la madrugada, antes de clarear, Nadia Danon
empieza a recordar. Queso de oveja. Copa de vino.
Racimo de uvas. Olor a tarde lenta en las colinas de Creta,
sabor a agua fría, rumor de pinos, la sombra
de las montañas cayendo sobre la llanura, Narimi
Narimi, cantaba el pájaro allí. Me pondré a bordar.
Por la mañana habré terminado.
Datos
Rico David leía sin parar.
La situación del mundo no le parecía buena.
En un estante se han quedado sus numerosos libros,
revistas, periódicos, publicaciones sobre maldades
de todo tipo: black studies, women’s studies,
gays y lesbianas, child abuse, drogas, racismo,
rain forests, el agujero en la capa de ozono, y también
la injusticia en Oriente Medio.
Leía constantemente. Lo leía todo. Acudía
a manifestaciones de izquierdas con su novia Dita Inbar.
Se iba sin decir una palabra. Olvidaba llamar por teléfono.
Volvía tarde. Tocaba la guitarra.
Tu madre te ruega, le suplicaba su padre. No está muy allá
y tú encima la haces sufrir. Rico decía, Está bien, ya vale.
Pero cómo puede haber alguien tan insensible: olvidarte
de apagar.
Olvidarte de cerrar. Hasta las tres de la madrugada olvidarte
de volver.
Dita decía: Señor Danon, intente comprenderlo un poco.
También para él es doloroso. Y encima usted hace que tenga
remordimientos, al fin y al cabo ella no ha muerto
por su culpa. Él tiene derecho a una vida propia.
¿Qué pretendía? ¿Que se quedara sentado
cogiéndole la mano?
La vida sigue. Además, de una forma u otra todos
nos quedamos solos. Tampoco a mí me gusta ese viaje
al Tíbet pero qué le vamos a hacer, está en su derecho
de buscarse a sí mismo. Y más aún después
de perder a su madre. Él volverá, señor Danon,
pero no le espere. Es mejor que trabaje,
que haga ejercicio, lo que sea. Cuando pueda vendré
a visitarle.
Y desde entonces él baja a veces al jardín. Poda los rosales.
Corta los guisantes. Aspira de lejos el olor del mar,
sal, algas, vapor húmedo y cálido. A lo mejor
mañana la llama por teléfono. Pero Rico ha olvidado dejar
sus datos y en la guía telefónica hay muchos Inbar.
Después, en el Tíbet
Una mañana de verano, cuando era pequeño, fue
con su madre en autobús desde Bat Yam hasta Yafo
para pasar medio día con la tía Clara.
La noche anterior no concilió el sueño: temía que se parara
el despertador y nos quedásemos dormidos. Y si llovía.
Y si llegábamos tarde.
Entre Bat Yam y Yafo un carro y un burro
habían volcado. Sandías abiertas sobre el asfalto,
un baño de sangre. Después, el conductor gordo insultó
y gritó a otro gordo con el pelo grasiento. Una anciana
bostezó enfrente de su madre. Su boca era una tumba
vacía y profunda.
En el banco de la parada había un hombre con corbata.
Camisa blanca,
chaqueta sobre las piernas. No quiso subir. No se movió.
A lo mejor estaba esperando
otro autobús. Después vieron un gato aplastado.
Su madre le apretó la cabeza contra su vientre: No mires,
volverás a gritar
en sueños. Después, una niña con la cabeza rapada: ¿piojos?
Tenía las piernas cruzadas, por poco las bragas.
Y un edificio sin terminar y colinas de arena.
Una cafetería árabe. Banquetas. Humo
amargo y denso. Dos hombres encorvados.
Unas ruinas. Una iglesia. Una higuera. Una campana.
Una torre. Tejas. Enrejados. Un limonero.
Olor a pescado frito. Y entre dos muros
un mar con una vela meciéndose a sí mismo.
Después, un huerto, un monasterio, palmas
o palmeras, y casas destrozadas, si se continúa
por esta carretera, al final se llega
al sur de Tel Aviv. Después, el Yarkón.
Después, campos de frutales. Pueblos. Después,
montañas. Después está
la noche. Las cordilleras de Galilea. Siria. Rusia.
O Lapland. La tundra. Las nieves.
Después, en el Tíbet, medio dormido,
recuerda a su madre. Si no nos despertamos,
lo perderemos. Llegaremos tarde. En la nieve
en la tienda en el saco de dormir
anhela apretar la cabeza contra su vientre.
Cálculos
En la calle Amirim el señor Danon aún está despierto.
Las dos de la madrugada. En la pantalla del ordenador
las cuentas mal hechas de una compañía cualquiera.
¿Error o fraude?
Busca. No encuentra. Sobre una servilleta bordada
un viejo reloj tictaquea. Se viste. Sale. En el Tíbet ya son las seis.
Olor a lluvia sin lluvia en la calle de Bat Yam.
Vacío. Silencio. Viviendas. Error
o fraude. Mañana lo veremos.
Un mosquito
Dita se acostó con un buen amigo de Rico,
Giggy Ben Gal. Le puso nerviosa que en lugar
de follar dijera copular. Le asqueó que después preguntara
cuánto había disfrutado en una escala de cero a cien.
Tenía una opinión
para todo. Empezó a decir que el orgasmo femenino
era menos físico que emocional. Después descubrió
un enorme mosquito en el hombro de ella. Lo aplastó,
lo limpió, hojeó la gaceta local
y se quedó dormido boca arriba. Con los brazos extendidos
en forma de cruz.
No le dejó sitio para tumbarse. También su polla se encogió
y se durmió con un mosquito encima: venganza de sangre.
Ella se duchó. Se peinó. Se puso una camiseta negra
que Rico había olvidado en un cajón.
Más. O menos. Emocional. Físico.
Sexy. Chorradas. Sensual. Sexual.
Opiniones noche y día. Esto sí. Esto no.
Lo que se ha destrozado
no tiene arreglo. Hay que ir a ver cómo está el viejo.
Es duro
Abre los ojos con las primeras luces. Las cadenas montañosas
parecen una mujer robusta y tranquila
durmiendo de lado después de una noche de amor.
Una suave brisa, satisfecha de sí misma,
mueve la tela de su tienda.
La hincha, la agita, como un vientre cálido. Sube y baja.
Con la punta de la lengua toca ahora
el hueco de la palma de su mano izquierda,
el punto más interno de la palma. Le da la sensación
de estar tocando un pezón suave, duro.
Solo
Una flecha atrapada en un arco tensado:
él recuerda el contorno
de sus muslos. Adivina el movimiento de sus caderas hacia él.
Se contiene. Sale del saco de dormir. Respira
a pleno pulmón el aire de nieve. La niebla pálida,
diáfana y lechosa se va retirando, una fina túnica
sobre la curva de la montaña.
Proposición
En la calle Bostros, en Yafo, vive un griego que echa las
cartas.
Una especie de adivino. Dicen que también invoca
a los muertos, no con un vaso y letras
sino físicamente. Aunque sólo por un instante, y con luz