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Don Diego de noche
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Don Diego de noche. Francisco de Rojas Zorrilla
Fragmento de la obra
Jornada primera
(Salen el Conde y don Bernardo.)
Don Bernardo: Cuando hay segura amistad
justamente se confía.
Conde: Con este engaño querría
conquistar la voluntad.
Don Bernardo: Si sabes la que te tiene
el príncipe de Aragón,
vanos los engaños son.
Conde: Aumentarla me conviene,
y si ambición te parece
querer agora aumentalla,
por lo menos conservalla
justa disculpa merece;
no da al capitán la gloria
don Bernardo, el conquistar,
sino es saber conservar
la gloria de la victoria;
quiéreme el Príncipe bien,
pero con esta ocasión
conservaré la opinión
y la esperanza también;
de la industria no te espantes,
que el amor, donde hay poder,
como el mal, suele tener
sus crecientes y menguantes;
él quiere perdidamente
a Lucinda de Aragón;
no es casamiento, aunque son
deudos; porque no es decente
que dentro del reino case,
que en lo demás le igualara;
ella, que en su honor repara,
de que se hiele o se abrase
tiene muy poco cuidado,
y así el Príncipe, celoso,
ronda esta calle, animoso
de que ha de hallar confiado
la causa por qué la deja.
Fragmento de la obra
Jornada primera
(Salen el Conde y don Bernardo.)
Don Bernardo: Cuando hay segura amistad
justamente se confía.
Conde: Con este engaño querría
conquistar la voluntad.
Don Bernardo: Si sabes la que te tiene
el príncipe de Aragón,
vanos los engaños son.
Conde: Aumentarla me conviene,
y si ambición te parece
querer agora aumentalla,
por lo menos conservalla
justa disculpa merece;
no da al capitán la gloria
don Bernardo, el conquistar,
sino es saber conservar
la gloria de la victoria;
quiéreme el Príncipe bien,
pero con esta ocasión
conservaré la opinión
y la esperanza también;
de la industria no te espantes,
que el amor, donde hay poder,
como el mal, suele tener
sus crecientes y menguantes;
él quiere perdidamente
a Lucinda de Aragón;
no es casamiento, aunque son
deudos; porque no es decente
que dentro del reino case,
que en lo demás le igualara;
ella, que en su honor repara,
de que se hiele o se abrase
tiene muy poco cuidado,
y así el Príncipe, celoso,
ronda esta calle, animoso
de que ha de hallar confiado
la causa por qué la deja.
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Don Diego de noche - Francisco de Rojas Zorrilla
9788498971811.jpg
Francisco de Rojas Zorrilla
Don Diego de noche
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Créditos
Título original: Don Diego de noche.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: info@linkgua.com
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-9897-326-6.
ISBN rústica: 978-84-9816-217-2.
ISBN ebook: 978-84-9897-181-1.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Sumario
Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 51
Jornada tercera 95
Libros a la carta 141
Brevísima presentación
La vida
Francisco de Rojas Zorrilla (Toledo, 1607-Madrid, 1648). España.
Hijo de un militar toledano de origen judío, nació el 4 de octubre de 1607. Estudió en Salamanca y luego se trasladó a Madrid, donde vivió el resto de su vida. Fue uno de los poetas más encumbrados de la corte de Felipe IV. Y en 1645 obtuvo, por intervención del rey, el hábito de Santiago.
Empezó a escribir en 1632, junto a Pérez Montalbán y Calderón de la Barca, la tragedia El monstruo de la fortuna. Más tarde colaboró también con Vélez de Guevara, Mira de Amescua y otros autores.
Felipe IV protegió a Rojas y pronto las comedias de éste fueron a palacio; su sátira contra sus colegas fue tan dura al parecer que alguno de los ofendidos o algún matón a sueldo le dio varias cuchilladas que casi lo matan. En 1640, y para el estreno de un nuevo teatro construido con todo lujo, compuso por encargo la comedia Los bandos de Verona. El monarca, satisfecho con el dramaturgo, se empeñó en concederle el hábito de Santiago: las primeras informaciones no probaron ni su hidalguía ni su limpieza de sangre, antes bien, la empañaron; pero una segunda investigación que tuvo por escribano a Quevedo, mereció el placer y fue confirmado en el hábito (1643). En 1644, desolado el monarca por la muerte de su esposa Isabel de Borbón y poco más tarde por la de su hijo, ordenó clausurar los teatros, que no se abrirían ya en vida de Rojas Zorrilla, muerto en Madrid el 23 de enero de 1648.
Personajes
El príncipe de Aragón
El conde de Urgel
Leonora, su hermana
Don Fernando
Don Carlos, su hijo
Lucinda, su hermana
Don Bernardo
Don Diego de Mendoza
Lope, su criado
Febo, criado
Ramiro, criado
Celio, criado
Liseo, criado
Lucrecio, criado
Flora, criada
Jornada primera
(Salen el Conde y don Bernardo.)
Don Bernardo Cuando hay segura amistad
justamente se confía.
Conde Con este engaño querría
conquistar la voluntad.
Don Bernardo Si sabes la que te tiene
el príncipe de Aragón,
vanos los engaños son.
Conde Aumentarla me conviene,
y si ambición te parece
querer agora aumentalla,
por lo menos conservalla
justa disculpa merece;
no da al capitán la gloria
don Bernardo, el conquistar,
sino es saber conservar
la gloria de la victoria;
quiéreme el Príncipe bien,
pero con esta ocasión
conservaré la opinión
y la esperanza también;
de la industria no te espantes,
que el amor, donde hay poder,
como el mal, suele tener
sus crecientes y menguantes;
él quiere perdidamente
a Lucinda de Aragón;
no es casamiento, aunque son
deudos; porque no es decente
que dentro del reino case,
que en lo demás le igualara;
ella, que en su honor repara,
de que se hiele o se abrase
tiene muy poco cuidado,
y así el Príncipe, celoso,
ronda esta calle, animoso
de que ha de hallar confiado
la causa por qué la deja.
Don Bernardo ¿Y hay causa?
Conde De ajeno amor
ninguna, solo su honor
este desdén le aconseja;
con esto, tengo pensado
fingir que hay causa, por quien
le deja, y hacer también
que fueses tú disfrazado
quien le salga a acuchillar
con dos criados leales,
pues que tú los tendrás tales,
que esto les puedas fiar;
yo, que escondido estaré,
saldré a ponerme a su lado;
huiréis todos, con cuidado
de que el Príncipe me dé
por autor de aquella hazaña,
y por cuya valentía
en la confianza mía,
pues en esto a nadie engaña,
ponga su amor y secreto,
y llegue yo a tal lugar,
que venga Aragón a estar
a mis intentos sujeto;
que el que tuviere con él,
ese tendrás tú conmigo.
Don Bernardo Tú sabes que soy tu amigo,
y que te he sido fiel;
de tu intento, Conde, estoy
advertido; dos criados
tengo leales y honrados
de quien deudo y dueño soy,
a quien daré de esto parte.
Conde Pues parte y diles mi intento,
y como es mi pensamiento,
Bernardo, alcanzar por arte
lo que niega la fortuna.
Don Bernardo ¿A qué hora viene aquí?
Conde Él suele decirme a mí
que entre las doce y la una.
Don Bernardo Yo voy.
Conde El cielo te guíe.
Don Bernardo Tu dicha el cielo previene.
Conde ¡Dichoso el hombre que tiene
un hombre de quien se fíe!
(Salen el Conde, el Príncipe y
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