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Coral De Los Desangelados
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Libro electrónico290 páginas3 horas

Coral De Los Desangelados

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Gabriel de la palabra. Gabriel de la persecucin. Gabriel del nirvana a ultranza de la metaltica civilizacin condicionada Anfitrin de las esferas lumnicas de la alegra, evangelista de las calles de Dios. Hedonista frontal y por tal excomulgado. Qu ms d? Cuando l habla de sus hermanos desangelados.
Gabriel frente al angelus nminis prefiere por todo lo alto el nombre de hermano.
Este es el autor que te dejamos en los ojos de tus manos. No preguntes de donde viene, sino comienza a andar el camino para encontrrtelo
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento10 dic 2013
ISBN9781463373702
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    Coral De Los Desangelados - Gabriel Araucabarca

    Copyright © 2013 por Gabriel Araucabarca.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 03/12/2013

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    495513

    Índice

    Estacion Metalitica

    Baladas De Papel

    El Huevo De Colon

    Cabaret Konzert

    Darkangel

    Enajenados De La 8Va. Avenida

    Las mejores cosas las digo, cuando en el aluvión de las estupideces, mantengo mi boca cerrada

    "Los que conozco y no conozco, navegan desde el puerto vaginal hacia el arrabal de los intestinos.

    Yo que me conozco y no me conozco, cuando en todo soy presa de mis instintos, navego por el plancton de las estrellas. Ellos cohabitan con el vientre cloacal en que nacieron. Yo, sin vejez, ni muerte, ni delito cohabito con el Infinito y su más alucinante juego"

    ESTACION

    METALITICA

    A Bruno: Un paisaje de América

    que no te enseñaron en ningun mapa

    A Lily, compañera total en dias

    de tormentas y de bonanza

    Acerquémonos a este documento, escrutémoslo con ojo atento y vamos a encontrar dentro de la poderosa síntesis vivencial, el mundo que mira el poeta, un mundo atacado por la senectud, por ese óxido que habitaba en algun ramal perdido de perdidas vias férreas. Ahora es el cardúmen mas familiar a las paredes de las azoteas, lugares que siempre fueron aire y luna.

    El óxido, como contrapartida del brillo de los metales nuevos lejos de la madera, ya deambula por todas partes. Si el metal tiene una edad de conclusión en el óxido, en el paisaje araucabarquiano, las cuatro estaciones tienen un punto de drenación de toda la maduración podrida, en otoño.

    Los frutos dulcísimos que no se trasladaron al fluído vital de un ser de sangre caliente, caeràn a su muerte y desdoblamiento quimico en otoño, dejando asi paso al brote nuevo, a lo que va a nacer.

    Segun Araucabarca: Las azoteas se emborrachaban de oxido y yo que tengo otoño de todos los otoños, hablo inacabadamente un paisaje blindado como otoños eternos diafaniza la nitroglicerina

    La hermana mayor de la nitroglicerina es la bomba atómica. Hiroshima y Nagasaki solo son dos de sus diabólicos, sangrados vestidos. Una bomba da nombre a nuestro siglo: Edad Atómica. Los puentes que en este estado de cosas enlazan al matador con el caido, son ecuaciones para las cuales un terráqueo solo es un número, que puede alterar el grado de alcance de la destruc tibilidad, pero nunca anularla.

    La liberación del átomo, descubierta por el hombre en su mas sublime acto creador, se vuelve contra el hombre mismo, y este pasa a ser la partícula anónima mas desoladora de lo que va de la vida en la tierra.

    Por eso las criaturas de Araucabarca son desoladas, espacialmente desoladas, territorialmente compulsadas, violentas, sin salida. Y territorialmente para Araucabarca es América Latina, militarizada y a merced de los dueños de la pólvora encapsuladạ.

    Y el es uno de esos muchachos que fuman sobre cualquier asfalto emocionadamente, desesperadamente

    Vástago de una nueva generación que ama al soldado, mucho antes que al uniforme, se hermanará cupularmente en uno de los grandes momentos de pasion lírica, a aquel soldado negro de Kentucky: Me arrodillé sobre un soldado de franela y estalactita.le busqué la mirada. habia un túnel de muchachos amputados.

    En este estado de mimetización carnal y sin banderas con el soldado, las metrópolis míticas pasan a ser una gran estación de espectro rojo sangrado, donde los mismos muñecos de traje verde y cuerpo casi adolescente, esperan el tren del acribillamiento, que en circulo cerrado sale y vuelve al mismo lugar asi pasen los años, es el repetido coral que se oirá por todo el viaje araucabarquiano.

    Segun el: número de cédula: dos mil treinta y tres (guion) cero, cero, veinticuatro. Generación perdida. Epitafio: soldado sin rostro

    Nuestro estilo de vida es caduco. De sus pautas de moraleja solo queda el recuerdo. La compulsión de la calle esta en vigencia, es cotidiana, es realidad. Cada reducto, cada boca de trenes, cada cinematógrafo, cada libre viajante por los desvíos del sexo, cada funcionario de la maraña pública, cada publicación y cada vómito de la TV, son versiones de la mas patética libertad controlada, a influjo de un nuevo Señor Feudal vestido de democracia.

    Salirse de esa rutina, volverse objetivo en las alturas del hombre, para dejar de ser objeto, implica ponerse delante de la máquina de los garrotes y hacerle morisquetas… asi hijo legendario, mis eructos desafinarán la máquina metropolitana y se volverá contra mi, contra un solo hombre Tan poderosa es? O tan poderoso soy yo?

    Las criaturas de Araucabarca viven sobre la ciudad, no inmersas en ella. Son el sobrecogedor enfrentamiento de las razas del hombre en la calle de todos. Es el hombre en el universo y no el universo de un hombre, que pueda limitarse a su aislacionista casa y su sueldo y sus hijos y su status y su doméstica muerte.

    En la calle todos peregrinan la misma lucha diaria y se parecen, están al descubierto, existen en público con escafandras de indiferencia escalofriantes. Existen como ellos, calles que requieren verdaderos temples de hombría para atravesarlas a cierta hora. En ellas están la mujer y la droga en oferta sin sin herejes y los traficantes de estereotipo que cambian por algunos dólares, todos los valores sociales

    La aventura empieza al otro lado de la puerta de una casa honesta, la violencia anda lo mismo por la avenida de neón peremne que por las callejas claroscuras de los bajos fondos. Es un fenómeno de la calle… hasta que golpea la puerta de Mr Honorabitat, de la mano de sus hijos que hace escasas horas han pasado a habitar la publica dimensión de policiales, en el repetido diario del desayuno de hibernadero, el incinerador y el dia siguiente.

    Según Serenata a la luz de la luna: Y un dentellazo de etíope, abre los grifos del desenfreno. Balada en rojo de adolescente -caminata en azul de polizonte y miedo.

    Este libro lleva una dedicatoria secreta: a todos esos muchachos del mundo, sus hermanos de la noche del opio y de los pantalones de brin, que deambulan el filoso tobogán de la calle, proyectando tras de si una sombra de desconcierto. A aquellos a los que la sangre caliente y el ímpetu juvenil, los hace peores sucesores del sistema mercantilista y mejores habitantes de la barricada. Y tal vez ese arrebato y apasionamiento que replantea en pleno reinado de la máquina, sin saberlo, el STURM UND DRANG de los románticos, sea en esta hora el gran pecado de juventud, según las memorias de un viejo de treinta años.

    Por eso el abrazo manifiesto es para los pecadores, y no para los santulones (buenos burgueses) El grito no es para los que tienen raices en la tierra, sino para los que flotan con total desarraigo sobre ella. Para los soldados de todos los confines y no para el resultado de ninguna guerra…

    Segun Araucabarca: Yo estoy de parte de todos los soldados de la contaminación/de este confín o del otro lado de la masacre

    Lo metalítico, hace referencia a una Edad que ha transitado el hombre. Si el paleolítico nos da vestigios de la criatura, latiendo en la antiquísima guarida de piedra virgen; y el megalítico ya nos devuelve al héroe de la soledad, para no morir, mutando la piedra con la propia piedra en dólmenes majestuosos que aun subsisten. Lo metalítico alude al metal sobre la piedra fabricando la ciudad terráquea, donde Arucabarca cohabita con sus criaturas demasiado carnales que casi siempre no saben que la cárcel de Sing-Sing, o el casi ya legendario submarino atómico, amen de los misiles teleguiados que apuntan peremnemente a las grandes capitales de la vida, son la alucinante visión que San Juan tuvo al ser abierto el séptimo sello del Apocalipsis. … La violencia será desatada entre nosotros y la paz será un eclipse entre las insolaciones de los bombardeos, cuyo oráculo es el poder y los orantes somos nosotros, culpables de ser humanos y nada mas que eso.

    Porque: De no ser yo tan tu y tu tan yo/cruza carnal de contraviolencia, fuga, sicotrópico y olvido, nunca jamás hubiéramos nacido compañero embeleso.

    En todo este paisaje de embeleso violento, en los bares de sangre derramada por la carne de piel sensible y canto castellano, subyace el paraje salvaje de la Primavera mecànica, donde la vida tiene idéntica vestidura que la muerte…

    Según las contrapuestas figuras de Poemario: como un borinquen planetario y manso/ matándose con su Harley Davidson sobre la primavera mecánica.

    Pero este no será el misal que Araucabarca trasladará en el tierno interludio en que habla con su hijo, para que aquel lata suave, profusamente como una barca, envuelto en su abrazo calidísimo de padre ni siquiera dañado por la selva afuera y el asfalto, entonará su mas añeja canción de cuna… Recuerdas ese viejo cuento? Y recuerdas esa vieja balada? …. Para concluir en el nudo fundamental alrededor de cuya trabazón se entretejen hasta soldarse, la vestidura técnica de un enamorado de las letras con la desnudez desgarradora de un enamorado del hermano hombre, coloquialmente, como un orador en un vagón de un solo pasajero.

    Puedo hablar de la vejez/ del mismo modo que de la infancia/ deambulo dia y noche con vagos viejos o jovenes, robustos o parias/ y ellos no encuentran ninguna diferencia en mi/ y cuando me voy me han extrañado como si fuese uno de ellos. Y yo no soy de nadie ni de ninguno/ ningun estado es mi comarca definitiva/ porque yo deambulo por los cuatro climas/ y tengo perfume de todos los arboles/ y tibieza de todas las hembras/ y oscuridad de todas las sombras.

    América, la rubia, prepotente, hermosa, drogada hermana del Norte dueña del superdesarrollo, ha detenido su tren que empieza a ceder ante una ley cósmica: la gravedad. Los que están dentro del tren, creen que siguen subiendo, pero el próximo paisaje parece el reverso de una moneda ya vista.

    El Aguila plateada vuela en picada, mientras en las poleas ferrocarnales del tren USA, baila una vietnamita vestida de soldado con un negro desvestido de norteamericano. Y un soviet le lleva las panteras falderas a Michael Jackson, para brindar por la decoloración: no negro, no rojo y adiós para siempre a los números perdedores de la Gran Ruleta Americana y emprender el retorno a casa.

    Pero no hay retorno, porque el convoy sin una meta adonde llegar, da vueltas, retardando tal vez el choque inevitable con el expreso que por la misma via y en sentido contrario avanza, encandilando con la media luna de su faro musulmán, en la América de cristal, los vidrios rotos del holocausto que viene.

    Esa será la gran tribulación, cuando Amor Arcángel sea calcinado por la ira de Dios, y el Darkangel del odio feroz lo reviva con las babas del diablo, y el hermano hombre sea eternalmente desangelado.

    Pero el amor que conocemos, hace tantas ciudades que lleva traje color carne, y en tiempo pasado se parece tanto a esa vieja casona donde madre pone un pájaro mas en su jaula de verano… Ya aquel perro antiquísimo que jamás confundirá las partículas de nuestro olor que ama, aunque hayamos enterrado la vieja ropa en la que se nos enredaron los olores de los amigos caídos, amadísimos y caídos entre 6 y 7 de los relojes y cuatro lágrimas en tiempo pasado, pero que en el Presente imperfecto están, están en esa vida de carne y de pelambre que ayer defendíamos y que mañana será la caravana que vea algún tripulane del Cosmos, tal vez el míticamente esperado en su crucero a otra dimensión.

    Segùn la alucinógena contramarcha de Metrópolis: Y fue en la jardineria neumática de los carriles de salida/ que enterré mis botas color ocre/ cosidas hacia cien mañanas por un amigo/ y caminé como nunca, descalzo, en contrasentido/ soñando el segundo viaje espacial del barbado insurgente que llamaban Jesus.

    Ahora, en el fuego existencial con una pala al rojo vivo: el Amor, acompañaremos al poeta al viaje dentro de un libro por una calle laberíntica, donde todavía vibra a borbotones la linfa oxigenada de Jimmy Hendrix.

    Y atrás, los funerales del YO cebado de presa humana de los sobrinos capitales de Tio Sam.

    Y a la izquierda, bajo los cóndores confundidos y la flauta de caña, la calavera del Che…Y en el cono final a ultranza, el espectro bellísimo de otro barbado que tanto conocíamos: Jesus, en su regreso de astronauta.

    Y tal vez los faros de la Estación Metalitica bañen de luna la barba blanca de Walt Whitman. Tal vez en el viaje el sea el anfitrión, tal vez haya llorado algo por las manchas de su soñada Democracia. Tal vez el regreso a las azoteas sea una lágrima…No lo sabemos, no nos importa, el crucero América-América ya está en marcha y parte de la siguiente página.

    Serenata a la luz

    de la luna

    No sé por qué soy manso

    en vez de ser asesino

    y por culpa de cual por qué

    en vez de matar escribo.

    Zico Coimbrantes:

    Un viajero de Venus en el trópico sideral,

    un tambor sonal sin balas ni mecanografía,

    un socio capital de todos los desbordes,

    al borde del delirio me decía:

    lo mejor en la vida tiene nombre de mujer,

    pero no la llames porque te comerá el cerebro

    cada vez que quieras pensarla

    más allá del escarpado de su cuerpolatría.

    Era la hora cero de mujer y mi reloj marcaba

    la cero hora que me separaba del todo

    que no entendía.

    Desaceleré aún más mi reloj de los doce años

    y me quedé solo, trinando,

    en un solo melancólico sin danza,

    sin saber por qué una mujer es tu trofeo,

    ni por qué designio a la vez patea al fuego

    el celoso pedestal que levantara.

    Anoche… cuando la ninfa mercader

    en mi cama de otoño se fue, siento que la poseí

    y que me poseyó, pero nunca, lo sé yo,

    conocí su ultra secreto misterioso,

    pero comprendí que en el misterio de la Trinidad

    como en ningún otro, falta la mujer

    y no hay nada en la senda del retorno,

    porque ella ES el misterio impenetrable

    aún en los rituales todo glamorosos

    de su penetración consentida…

    Y allá, donde el karma de la contraluz

    se refracta en la cruz de un halcón negro,

    di dos vuelta de timonel furioso

    hacia los puertos del entendimiento,

    entonces comprendí a Coimbrantes

    y entonces comprendí por qué miento.

    Eso fue ayer, abrazado a todos piel a piel

    en el rusticano hotel de los irredentos.

    Anoche es una mesa veladamente puesta

    para los que anoche no pudieron irse

    porque nunca habían venido.

    Anoche es una celebración de camaradas

    con la silla vacía del que se llama amigo.

    Anoche es la caminata de una mujer

    que se ha marchado, y es el ruído quebrado

    de todo lo que se rompe para el olvido.

    Anoche es un tiempo letal pasado

    donde el verbo matar hace un segundo

    que se transformó en sustantivo,

    porque anoche fue y ya no hay retroceso,

    que yo maté y estoy muerto, amigos mios,

    porque en una noche como anoche

    me quedó el amanecer, con ese sol

    reloco y a contragente que abre insurgente

    el fogonazo de un tiro.

    No, no quiero que se convoque

    a perdonadores ni escuchar los salmos

    para el descanso en paz. No lo he pedido.

    Porque si después de muerto

    hay que arrepentirse, yo no me arrepiento,

    yo no lloro ni me aterrorizo.

    Y si despues de anoche, mis despojos hablan

    con el creador de los

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