Cuentos Para Los Criminales En Sus Noches De Desvelo
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Las historias son narradas por un gato negro llamado Dionisio que vive con nuestro criminal, y, l, nos platica todas las ancdotas y detalles de las hazaas de su amo y sus victimas.
Los personajes que en esta obra salen a escena son consecuencia de una civilizacin que ha establecido principios falsos como valores universales, que ha establecido fines ilusorios, que ha construido una verdad de merengue, por lo que todo su contexto histrico actual se esta viniendo abajo. Este escrito, lanza la hiptesis, de que el hombre ha perdido rumbo histricamente. La humanidad debera de estar en otro punto en este momento de la historia si no se hubiera olvidado al pensamiento griego durante mas de mil quinientos aos. Si el pensamiento griego en todos sus mbitos no se hubiera visto interrumpido y casi en tu totalidad destruido por el medievo, la humanidad estara en otra rea de nuestra historia en estos momentos. Quiz con una civilizacin ms cercana a lo que en realidad es la verdad y por lo tanto con menos crisis y convulsiones socio-poltico-culturales.
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Cuentos Para Los Criminales En Sus Noches De Desvelo - Juan De Dios Ponce Hoffmann
CAPITULO NÚMERO UNO
En un sótano lúgubre y recóndito, de una ciudad cancerosa, un hombre saboreaba a risotadas sus hazañas hablando como sigue:
- Como me gusta saborear mis galletitas saladas sopeaditas en este caldito calientito ja, ja, ja - seguía riendo sarcásticamente - no hay nada más dulce como la venganza, para mí, la venganza no es un platillo frío sino caliente, extremadamente caliente, ja, ja, ja, ja - sopeaba ansiosamente la galleta en su tasa, entre su risa entrecortada y delirante.
Yo lo observaba paseándome entre sus piernas, a mí no me caía mal, siempre me tenía comida en abundancia de la más selecta calidad. Todas las noches comía como un verdadero rey, hígado, corazón, tripitas, riñón, pierna, pecho, lengua, ojo, buche, etc. Todo un suculento platillo me cenaba a diario. Por tal motivo, yo, le tenía un gran cariño y agradecimiento a mi amo chiflado, una de las cosas que más me gustaba era brincar entre sus piernas y pedirle que me diera de sus galletitas sopeadas; me encantaba saborearlas tenían un sabor tan delicado que eran como un postre para mí.
Cuando le daba la mordida a la crujiente galleta, el caldillo se escurría entre mis bigotes, pero yo, vorazmente, con mi lengua rescataba todas las gotas que mis bigotes tenían presa, como gotas de rocío en las hojas. El caldillo era de un color rojizo púrpura, de consistencia masuda y sabor salado, que al paladar le sentaba muy bien.
Sin embargo, aunque yo estaba feliz y complacido de vivir con mi amo, no dejaba de sorprenderme su comportamiento, era realmente muy extraño, era un humano que no se comportaba igual que los demás miembros de su especie o así me lo parecía a mí. Por ejemplo, una de las actitudes más extravagantes que yo veía en él era el hecho de que llevaba a machos y hembras de su especie y después, poco a poco los iba matando de una manera tan tortuosa que hasta a mí se me erizaban los pelos de la piel. Yo jamás he matado a un ratón o víbora con ese sadismo y menos he violentado con esa saña y odio tan descomunal a un miembro de mi especie. Empero, todas estas acciones de mi amo tan radicales a mí me benefician en grandes platillos de suculentas comidas que me tienen tan bien nutrido que parezco todo un leopardo de la montaña.
Por otro lado, mi amo, siempre platicaba conmigo todas sus hazañas, yo no era una mascota abandonada sin cariño y amor, lejos de eso, me atendía como a un hijo.
Algunas noches llegaba con sus victimas al sótano y ahí, cometía las más atroces acciones contra aquellos que caían entre sus manos. Mientras él los torturaba sádicamente a mí me platicaba la razón del porqué los mataba, de por qué los descuartizaba de esa manera. Yo, al escuchar sus justificaciones, que las gritaba mientras torturaba con más calor a sus reos, las entendía y le daba toda la razón. Mi amo no mataba a personas buenas e inocentes que llevaban una vida cotidiana ¡No! Mi amo mataba a secuestradores, violadores y pedófilos. A estos criminales mi amo los atrapaba y mataba lentamente, haciéndoles ver sus pecados y poniéndose él, el papel de vengador.
Pero, ¿Por qué mi amo no dejaba que la policía hiciera algo al respecto? Pues por la sencilla razón de que muchos de los delincuentes más despiadados estaban emparentados con agentes judiciales que los protegían y apadrinaban. La misma política del sistema, mal empleada por sus mandatarios, daba refugio a todo tipo de delincuentes. Por lo que mi amo, al ver la corrupción irreverente que existe en nuestro sistema de justicia, tomaba a la ley por cuenta propia y hacia justicia por su mano.
Para serles sincero, yo también gozaba al verlos sufrir, sabiendo todo el mal que habían hecho. De vez en cuando participaba de los suplicios arañándolos, mordiéndolos y gruñéndoles, y así, mi amo y yo arremetíamos contra esos repugnantes criminales de mierda.
Si tu eres un secuestrador sólo lee esta historia para que sepas lo que te espera si caes en nuestras manos.
CAPITULO NÚMERO DOS
Mi amo siempre seguía un método para encontrar, identificar y apresar a sus victimas. Era sistemático y frío para cazar a sus presas, no había ningún policía, por brillante que fuera, o investigador privado que lo igualara en técnica e inspiración. Mi amo era un artista, un genial artista que en sus obras expresaba la sublime belleza que hay en la tragedia. Más aún, era un héroe que protegía a la sociedad de parias e hijos de puta que atentan contra el bienestar de las familias cotidianas y serenas.
Pues bien, como les comentaba, mi amo siempre seguía una estratagema para llegar a sus victimas. Primero, compraba muchos periódicos, de los cuales recortaba todas las noticias de secuestros y abusos sexuales a infantes y a mujeres. Los agrupaba en esas tres clasificaciones y los estudiaba detenidamente como todo un científico en su laboratorio. Trataba de encontrar patrones, constantes en los diferentes crímenes, para ver si eran ejecutados por una misma mano. Por ejemplo, identificaba las zonas en donde eran los hechos, clasificaba las armas que se utilizaban, si existían chantajes emocionales, etc. Es decir, realizaba toda una caracterización de los crímenes para así darles lectura desde otra perspectiva que le pudiera dar pistas para seguir a esos criminales.
Mi amo tenía la convicción de que el mal con el bien no se acaba. El bien, para él, nunca podrá combatir al mal, lo único que puede combatir al mal es más mal. Sólo alguien más malo que un secuestrador, violador o pedófilo puede acabar con él. Así que mi amo era ese hombre más malo que ellos, que se propuso, a sí mismo, la tarea de terminar con el mal de su ciudad. Para mí era totalmente paradójico, ya que su mal traía como consecuencia el bien para la sociedad. En fin, es tan contradictorio este mundo que ya nada me sorprende, ya estoy acostumbrado de ver en el negro luz y en la luz el negro…. grgrgrgrgrgr.
Ya que mi amo tenía taxonómicamente ordenadas todas sus diferentes categorías en géneros, especies y subespecies, escogía aquél crimen que tenía más elementos en común en todas las veces que se había cometido. En este caso, la categoría más general fue el secuestro. Entonces, identificaba el secuestro que tenía los mismos patrones, que se había dado más de dos veces en un radio común de la ciudad, en el que se había utilizado el mismo engaño, la misma arma y el mismo chantaje para la obtención del dinero y la entrega del rehén. Los criminales son rutinarios, como toda presa. Si en un crimen una estrategia les salió bien, tienden a repetirla, por eso son casados tarde que temprano.
Cuando mi amo localizaba el secuestro que se asemejaba más a su teoría para descubrir al criminal, se dirigía a la zona de la polis en donde se había dado más de dos veces un secuestro. Estando en la zona, se daba a la tarea de localizar los puntos de reunión en donde los vagos suelen estar todo el día, cantinas, billares, esquinas, parques etc., centros de reunión en donde un ocio oscuro y destructivo, era la ocasión de encuentro de los hombres que desperdiciaban sus vidas en banalidades, que los envilecían y los volvían espíritus horrendos.
Realmente eran unos vaquetones y fanfarrones que merecían sobradamente la muerte lenta y recalcitrante que les daba mi amo.
Cuando ya había localizado los anteriores puntos de afluencia de estas sanguijuelas, mi amo, poco a poco, con la paciencia de un relojero, se iba infiltrando en aquellos grupos infames y así, aliándose con ellos, iba enterándose de las diversas actividades y hechos que perpetuaban esos miserables, con el fin de develar al grupo de secuestradores de la zona.
CAPITULO NÚMERO TRES
En esta ocasión, mi amo hizo contacto con una banda de secuestradores muy peculiar y pintoresca que a continuación voy a describir.
La banda la integraban cinco hombres, a cual más de estúpidos e imbéciles. Realmente este tipo de criminales