Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

El Joven Aventurero
El Joven Aventurero
El Joven Aventurero
Libro electrónico92 páginas1 hora

El Joven Aventurero

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Este libro narra la historia de un joven vagabundo que el destino le llev al sufrimiento amargo de la vida y de cmo la gente mala lo mand a la crcel por un delito que no haba cometido.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento30 nov 2012
ISBN9781463340575
El Joven Aventurero

Relacionado con El Joven Aventurero

Libros electrónicos relacionados

Ficción de acción y aventura para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para El Joven Aventurero

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El Joven Aventurero - Alfredo Espinoza

    Copyright © 2012 por Alfredo Espinoza.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Para realizar pedidos de este libro, contacte con:

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE.UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    408922

    La historia comienza en una tarde calurosa en las orillas de la ciudad de Chihuahua. Es una humilde pero feliz familia, compuesta por don Efraín Mendoza, y su esposa doña Consuelo y sus hijos, Juan y Antonio Mendoza Rodríguez.

    Corría el año de 1956, Juan contaba con 12 años y Toño con 10. Una mañana don Efraín se dispuso a abandoñar su casa para ir a su trabajo. Don Efraín le dice a su esposa:

    –Consuelo, mañana me pagan y quiero que le digas al dueño de la casa que ya podemos arreglar los documentos para que me venda la casa.

    –Ve tranquilo Efraín, así lo haré.

    Don Efraín siempre abordaba a la misma hora el autobús que lo llevaba a la fábrica de refrescos en el cual el laboraba.

    Se decía en la fábrica que don Efraín llegaría muy lejos, pues conocía muy bien el trabajo de la compañía y era jefe de personal. Mientras Juan y Toño iban a la escuela. Juan cursaba el sexto grado y Toño el cuarto. Los proverbios japoneses o chinos dicen que no hay mal que por bien no venga; pues Juan iba a pintar con otros amigos de la escuela, pero se apartó de esos amigos para ir a buscar a Richy, un vago sin oficio ni beneficio. Se fueron al mercado de la ciudad a robar carteras. Juan no sabía nada de eso, así que se le ocurrió imitar lo que hacía Richy.

    –¡¡¡Agárrenlo, agárrenlo!!! ¡Me ha robado mi cartera! –gritaba alguien mientras Juan corría junto con Richy.

    A la vuelta de la esquina, los paró una patrulla, y Juan dijo:

    –Chispas avispas, ya nos torcieron.

    –¿A dónde van un par de mocosos?

    –No hemos hecho nada malo, señor.

    –Policía, ellos me robaron mi cartera.

    Al esculcarlos, encontraron la cartera a Juan.

    –¡No! Ahora verán lo que les espera en la cárcel.

    Mientras Juan lloraba, Richy iba serio y le dice a Juan:

    –¡Cállate estúpido! Por tu culpa nos han agarrado. Eres un idiota. A ti te sacaran, pero a mí, ¿quién me saca? No sé para que te traje.

    –¡Ya, cállense mocosos o los callo de un trancazo! –dijo uno de los policías refiriéndose a Richy.

    Cuando llegaron a la cárcel, los llevaron ante el Juez calificador, quien dijo:

    –A este me lo dejan aquí encerrado y al otro lo llevan al tribunal para menores (refiriéndose a Juan que era menor de edad).

    Mientras tanto, Toño buscaba a su hermano en e el recreo de la escuela. Un compañero de clases de Juan le dijo a Toño:

    –Tu hermano no vino hoy a la escuela. ¿Por qué?

    –No pudo, está enfermo –contestó Toño ocultando la preocupación que tenía.

    Toño pensaba que su hermano se hizo la pinta; pero de regreso a la casa.

    –¿Dónde se quedó Juan, Toño? –pregunto doña Consuelo sin sospechar nada.

    –Por ahí a de venir –contesto Toño.

    Sin más comentarios, doña Consuelo siguió el trabajo de la casa. Así pasaron los minutos.

    –Vente a comer Toño. Creo que Juan se debe haber entretenido con alguno de sus amigos.

    –Sí mamá, voy.

    Comieron tranquilos y Toño, preocupado, pensaba si le había pasado algo a su hermano. Así pasaron las horas, cuando regresó don Efraín.

    –¡Efraín, Efraín!

    –¿Qué pasa Consuelo?

    –No ha venido Juan.

    –No te preocupes, ya vendrá y le daré una tunda para que aprenda a no llegar tarde a casa.

    Después de cenar, don Efraín se dispuso a mirar la televisión. Eran las nueve de la noche y don Efraín empezaba a estar preocupando por el muchacho.

    –Efraín, ve a buscar a Juan –le dijo angustiada doña Consuelo.

    –Sí, sí, ahora voy. Ustedes esperen aquí por si regresa.

    Don Efraín dirigió sus pasos a la Cruz Roja, a la Cruz Verde, los hospitales y nada. Ya eran las tres de la mañana cuando llegó al tribunal de menores. Se dirigió a barandilla y el policía de guardia lo atendió:

    –Buenos días, ¿qué se le ofrece?

    –Quería saber si se encuentra Juan Mendoza.

    –Permítame ver la lista. Juan Vásquez, Juan… Juan Mendoza. Sí, señor. Está detenido.

    A don Efraín le dio un vuelco el corazón al saber que su hijo estaba detenido.

    –¿De qué se le acusa?

    –De ratero. Lo agarraron robando carteras en el mercado del centro.

    Don Efraín lleno de vergüenza peguntó:

    –¿De cuánto es la multa?

    –Son 50.00 pesos, pero tendrá que esperar hasta que llegue el juez calificador a las 8:00 am.

    –¿Puedo esperar aquí?

    –Como usted quiera.

    Mientras don Efraín esperaba, doña Consuelo en casa lloraba desconsoladamente y Toño preocupado le dice:

    –Ya no llore mamá. No gana nada con llorar. Ya verá que ahorita regresa, ya no se preocupe. Tal vez se quedó con algún amigo.

    Y así transcurrieron las horas. En el tribunal se arremolinaba la gente que quería ver al juez. Cuando le tocó el turno a don Efraín.

    –Buenos días, señor juez.

    –Buenos días. ¿Cuál es su caso?

    –Me dijeron que aquí está el niño Juan Mendoza.

    –Así es.

    –Quería pagar la multa. ¿Cuánto es?

    El juez dirigiéndose a un policía dijo:

    –Chavez, tráigame a Juan Mendoza Rodríguez.

    Cuando el policía volvió, Juan corrió con su padre.

    –Perdóname,

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1