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María da Silva, solo un retrato del cotidiano brasileño
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María da Silva, solo un retrato del cotidiano brasileño
Libro electrónico57 páginas49 minutos

María da Silva, solo un retrato del cotidiano brasileño

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Presentación

No se puede afirmar que “María da Silva” sea un trabajo de ficción puesto que es un retrato del cotidiano sin retoques. Un pequeño libro sobre la corta vida de una buscadora de basura en Brasil. No hay descripciones superfluas, de ese modo el lector compondrá el ambiente leyendo el drama com el escenario que conoce, que sucede cerca suyo, que ve en su día a día y cuya rigidez desconoce. Diariamente “Marías da Silva” mueren de inanición y de enfermedades no tratadas, en una breve tragedia pasada en la vida, llevándose consigo toda una historia ignorada por los demás ciudadanos. Ya es hora de verlas como seres humanos y este pequeño libro puede ayudar. Siento que la obra no es mía, solamente soy el presentador del mensaje de María da Silva. Creo que si algunos lectores después de conocerla cambien, aunque sea la mirada frente a los buscadores de basura – que buscan lo despreciado, no piden limosna - la misión que me confiaron por casualidad habrá sido cumplida.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento11 jul 2018
ISBN9781547538478
María da Silva, solo un retrato del cotidiano brasileño

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    María da Silva, solo un retrato del cotidiano brasileño - pedro marangoni

    MARIA DA SILVA

    Solo un retrato del cotidiano brasileño

    pedro marangoni

    ––––––––

    Presentación

    No se puede afirmar que María da Silva sea un trabajo de ficción puesto que es un retrato del cotidiano sin retoques. Un pequeño libro sobre la corta vida de una buscadora de basura. Aquí no hay descripciones superfluas, de ese modo la imaginación del lector compondrá el ambiente leyendo el drama con el escenario que conoce, que pasa cerca suyo, que ve en su día a día y cuyo núcleo desconoce. Diariamente Marías da Silva mueren de inanición y enfermedades no tratadas, en un breve y trágico paso por la vida, llevándose consigo una historia ignorada por los demás ciudadanos. Es hora de observarlas como seres humanos y este pequeño libro puede ayudar. Siento que la obra no es mía, soy el presentador del mensaje de María da Silva. Creo que si algunos de los lectores después de conocerla cambian, aunque sea su expresión en la mirada para con los buscadores de basura - que buscan lo despreciado, no piden limosna – la misión que me confiaron por casualidad habrá sido cumplida.

    p.marangoni

    No es un despertar, no se despierta para una pesadilla. Hecha un ovillo sobre el viejo colchón mohoso, velada por los ojos de la desgracia, María abre los ojos pero no se mueve. Permanece en posición fetal, brazos escuálidos sujetando las rodillas, haciendo de sí misma el complemento de una colcha deshilachada, aquellas de color gris y con alguna rayas en rojo, descoloridas.

    El colchón, solo la parte de la espuma, probablemente había sido verde o azul y ahora marrón, teñido por el barro del arroyo de donde lo había sacado. El moho es continuo pero para María es el olor de la seguridad, el olor de su choza.

    El ovillo humano sigue quieto. La mente no. María es humana, aunque sea difícil para los demás, los escogidos por Dios, imaginar o entender que ella piensa, tiene emociones y sobretodo que ve y evalúa su posición en el mundo de los hombres – sabe que es descartable y tiene solo un deseo: quiere irse... María no quería despertarse, levantarse, ser obligada a vivir. Su vivir se confunde con sobrevivir. Solo sobrevivir, cada día  un día, sin treguas, sin descanso. Ella sabe que para los demás tipos de animales sería normal la búsqueda diaria de comida, pero, ¿por qué ella tiene que soportar eso y para qué? ¿Cuál es su ganancia? ¿Cuál es su placer? Saciar el hambre, no es placer, es  la atenuación de una necesidad de la que ella prescindiría a cambio de no despertarse.

    Pero se despierta. Una vieja casi adolescente, piel y hueso y una presumible edad entre 18 y 20 años. Pelo castaño oscuro, fino y lacio, piel blanquísima en las partes donde la suciedad de las calles no la ha encardido. Los senos caídos, algunos dientes, en los ojos solo una sombra de dignidad... 

    Abrir los ojos, despertarse, siempre es un choque desagradable, el inicio de una pesadilla. Le gustaría cerrar los párpados nuevamente y borrar la consciencia, huir de lo real. Pero sabe que no va a conseguirlo, quien la despierta no es el sueño satisfecho, es el estómago que exige su perenne, su insaciable cuota. 

    Gemela del hambre, de la hermana nada la separa y si para nada la tiraron al mundo desde luego aterra la esperanza que es cara, de la cara la sonrisa se destierra....

    A regañadientes empieza a asumir su destino de ser vivo. Mueve los ojos. Pero solamente los ojos. Siempre con la vana esperanza de estar solo teniendo una pesadilla, un mal sueño. Despertarse asustada en una cama limpia, tener hermanos, madre, padre, casa, comida, saber leer, escribir, saludar a gente y ser saludada en las calles, existir de verdad. O entonces, ¿por qué no transformarse en un perro callejero, sin tener que pensar, sin ver, sin comparar? No es un perro, pero tampoco es humana, ¿qué es al final? Si habla, no responden. A veces la echan como hacen con los animales callejeros pero también a veces le dan órdenes como se les da a los humanos. Sus ojos recorren la choza, aún en penumbras.

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