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La oportunidad
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Libro electrónico207 páginas2 horas

La oportunidad

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Julian Balcazar era una persona sin rumbo.
Toda su vida trabajo para alguien mas, nunca tenia tiempo, vivía al día, sobreviviendo esperando los días de paga, estresado y resignado de que su vida era así.
El destino lo lleva a conocer al Sr. Jones, un millonario exitoso pero longevo, que le pide escribir sus memorias.
Un drama crudo, sobre el sufrimiento de una persona en el mundo actual, que confronta dos vidas completamente diferentes, el rico y el pobre, el positivo contra el negativo.
Una novela de fe, humildad, de perseverar a costos muy altos.
El miedo al éxito, al cambio, plasmado en una novela humana y de corazón.

IdiomaEspañol
EditorialAppie Ebooks
Fecha de lanzamiento21 jun 2018
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    La oportunidad - Rodolfo Santos

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    1

    Tiempos Difíciles

    ¡Estoy Harto! Pensó, mientras se dirigía en transporte público a su trabajo, esta vida apesta,

    Esto resume la vida de Julián Balcázar, su vida no era la que él pensaba, su vida no le gustaba.

    Cuarenta y cinco años de edad, su matrimonio fracasado, y solo desde ocho años atrás, ya nada le motivaba, no tenía sueños, ilusiones, su vida se había vuelto monótona, aburrida, solitaria, triste y sin rumbo.

    Sentado en el transporte, observaba los rostros de los demás pasajeros, al igual que él, se veían preocupados, quizás como el, tenían muchas deudas y el dinero no les alcanzaba para vivir.

    Su mente se extraviaba en su pasado, en esos momentos felices que tuvo, y no encontraba una respuesta, de cómo sin imaginarse había caído tan bajo.

    Tengo que hacer algo, pensó mientras escuchaba a dos pasajeros, en los asientos delante de él, que platicaban como uno de ellos, ese día iba a perder su celular de más de siete mil pesos, que un mes antes había empeñado, para poder sobrevivir unos días más, antes del día de pago.

    Aquí es, se paró rápidamente del asiento, cuando vio un edificio familiar, antes de su parada de todos los días por 10 años, empezó a abrirse camino entre un transporte que llevaba más de la cantidad permitida de pasajeros, y a empujones pudo llegar a la puerta trasera, para tocar el timbre y pedir su parada.

    Al bajar del transporte, apresuro el paso, le quedaba una caminata de quince cuadras para llegar a su oficina, eran las ocho con quince minutos de la mañana, como muchas mañanas anteriores se le había hecho tarde, otra larga noche de insomnio era la culpable, otra noche de preocuparse de no tener dinero, y que en pocos meses, podía también perder su casa, al atrasarse con los pagos de la hipoteca durante un largo periodo, trataba de caminar más rápido, viendo la hora en su celular, casi corriendo.

    ¡Malditos huesos! Vocifero enojado, el clima era muy frio, estaba a tres grados centígrados, era invierno, uno de los más fríos en cinco años, venia de aquejar una enfermedad, que lo dejo en cama por quince días, y estaba preocupado, su seguridad social no le había cubierto una incapacidad medica por tantos días, solo eran seis días lo escrito en el certificado médico, su supervisor a regañadientes había reportado su enfermedad, pero le había pedido ese certificado cuatro días antes, recordó como antes, era uno de los mejores asesores mercantiles en su empresa, una financiera de préstamos económicos, para mediana empresas.

    Pero conforme fueron pasando los años, su cuerpo se debilitaba, y su mente cada vez estaba más agotada, decaía cada vez más, muchas veces sin ganas de hacer nada.

    ¡Por fin! Pensó aliviado, frente a él, solo cruzando la avenida, estaba un edificio de15 pisos de altura, donde en uno de los pisos completos, estaba su oficina.

    Tomo el elevador, apretó el botón para el piso número siete, al abrirse las puertas, frente a él estaba su oficina, salió de prisa y abrió la puerta de cristal, -hola Julián buenos días- lo saludo el seguridad, lo conocía desde hace cinco años, me encargaron que te comentara, que en cuanto llegaras, vayas al departamento de recursos humanos con la licenciada Gabriela, quiere hablar contigo.

    Casi como robot, Julián asintió con la cabeza, en la mente rápidamente vino esa preocupación, algo estaba mal, lo presentía, y tomo rumbo a la oficina del final del pasillo, pasando por el reloj checador se percató que no estaba su tarjeta de control de entrada y salida, su corazón se aceleró, y su mente empezó a pensar en todas las deudas que tenía, sus gastos con su hija que tenía solo siete años de edad, que tenía que mandar cada mes.

    Frente a la puerta de la licenciada, se quedó inmóvil, su cuerpo no le obedecía a su mente, muy dentro de él no quería tocar la puerta, tomo una bocanada de aire, y toco tres veces a la puerta.

    -pase por favor- escucho una voz femenina, en respuesta al escuchar los débiles golpes de la puerta.

    -buenos días licenciada, me mando a llamar-dijo con una voz de preocupación. Buenos días, Julián, toma asiento necesito hablar contigo, contesto ella.

    Como un niño regañado en la oficina de la directora en una escuela, tomo asiento, había un silencio absoluto, como adagio de que algo malo iba a ocurrir.

    En ese momento, un ruido estremeció ese silencio, era el sonido del teléfono en el escritorio, -permíteme Julián, déjame atender la llamada-comento la licenciada.

    El escuchaba cada palabra que salía de la boca de ella, atendiendo la llamada pero su mente, empezaba a recordar esa época, donde vivía sin preocupaciones, gastando tanto dinero como podía, dándose lujos que no necesitaban, el dinero no era problema en el pasado, ya que era uno de los mejores vendedores y cada mes tenia de las mejores comisiones económicas a nivel nacional, y siempre le decía a su familia que no importaba lo que se gastaba, porque venía más dinero el siguiente día de paga, el divagaba en sus pensamientos, y no se dio cuenta que la llamada telefónica había concluido.

    -Julián-subiendo el tono de voz de ella, para volverlo a la realidad.

    -perdón licenciada- contesto el, al escuchar su voz, -bueno Julián, el motivo porque estás aquí conmigo esta mañana, son tus incontables faltas a trabajar, y tus números en tus metas de producción no son los deseados desde hace cuatro meses.

    -licenciada, he tenido muchos problemas en cuestión de salud, por eso mis resultados no han sido, los que la empresa espera, pero ya me siento mejor, y me comprometo a rendir como antes- expreso Julián decidido.

    -lamentablemente Julián, recuerda que la empresa se basa en resultados, ya antes habías firmado una carta responsiva, donde te comprometías a dar los resultados requeridos este mes, y te recuerdo que al firmarla y no llegar, eras dado de baja de la empresa por bajo rendimiento-respondió con voz firme la licenciada.

    Y continuo -por lo mismo la empresa ha decidido darte de baja, y aquí tengo los documentos de liquidación, que necesito que me firmes, así mismo tengo ya preparado tu cheque de liquidación, acorde a este año laboral con todas tus prestaciones que la ley establece- termino ella, abriendo la carpeta, que decía su nombre, le mostró con una pluma que tenía en la mano la cantidad que según la empresa le correspondía, Julián al ver el cheque y los documentos vio la cantidad en números de su liquidación.

    -cinco mil quinientos pesos, solamente, licenciada disculpe acá hay un error, yo les trabaje por diez años, ¡no es justo!- con una voz exaltada y sus ojos llorosos de la impotencia al ver la cantidad plasmada en el cheque y su hoja de liquidación.

    -Julián, le recuerdo-, se había acabado en ese momento la amistad que se tenían, se había vuelto profesional, ella ya no se acordaba que él, era uno de los empleados que más la apoyo ocho meses atrás, cuando ingreso a la empresa.

    -le recuerdo que usted firmo un contrato laboral por un año, dependiendo sus resultados, y ese sistema se ha manejado desde hace seis años, por lo cual la antigüedad es nula, y lo único que me queda agregar es que le deseamos mucha suerte- dándole, después que el firmara la hoja de liquidación, su cheque.

    Se levantó lentamente, no hubo despedida, no salió nada de su boca, solo se dirigió lentamente camino a la puerta, con sus ojos clavados en el cheque.

    Al salir y tomar el elevador rumbo a la salida, iba destrozado, llegando a la salida ya no sabía que rumbo tomar, para el cualquier dirección era igual.

    Recordó como la empresa, les prometió seis años atrás mejores contratos cuando todos firmaron el acuerdo de contratos de trabajo por año, lo cierto que la empresa, se había asesorado con compañías de recursos humanos externas, para pagar menos liquidaciones laborales, acorde a lo que la ley les permitía.

    Sus deudas se vinieron a la mente, iba a perderlo todo, ya no tenía nada de valor, todo lo había vendido para sobrevivir en ese tiempo de enfermedad, su rostro al verse al espejo no se reconocía, había bajado más de quince kilos, desde que empezó a aquejar esa enfermedad.

    Empezó a vagar por la ciudad, el frio de ese invierno ya no lo sentía, caminaba con su cabeza baja, decepcionado de todo, sin saber cómo, llego a su casa, abrió la puerta, subió las escaleras y entro a su cuarto, tiro las llaves al piso, y se tiro a su cama.

    Que voy a hacer, pensó tristemente, mientras se acordaba como su padre le había enseñado, que lo mejor que podía hacer para tener una buena vida, era estudiar, prepararse e ir a la universidad, conseguir un buen trabajo y vivir de esa manera.

    Su padre siempre rígido, le había obligado a terminar su carrera, que siguiera su ejemplo, y que jamás hiciera algo riesgoso para no perder un trabajo seguro.

    Otra noche larga, pensaba en lo que tenía que mandar para su pequeña hija, pero ese cheque no ajustaba, tenía que buscar trabajo, comida, gastos, su mente era una calculadora, iba a quedarle mal, a la persona que más amaba, no tenía ganas de nada en ese momento, se había rendido.

    Pensaba y pensaba, una solución rápida para acabar con todo ese sufrimiento, era el suicidio, para que seguir viviendo así, no tenía nada, su hija vivía con el nuevo esposo de su mujer, ella lo había engañado con el ocho años atrás, y le vino el recuerdo de como los encontró en su habitación, recordó como trabajaba más de doce horas para darles todo, y se deprimía por jamás comprender por qué ella lo engaño, ya no tenía sentido, quería dejar de sufrir.

    La claridad empezó a asomarse por su ventana, el sueño lo había finalmente vencido, ya era otro día.

    2

    Sin salida

    Así pasaron los días, ropa sucia regada por toda la habitación era testigo de la apatía de un hombre que antes, sus éxitos lo precedían, el dinero como sus ganas de vivir se fueron acabando, su tensión iba en aumento cada día, conforme veía el periódico, y en los anuncios clasificados leía que todas las empresas buscaban personal con edades de treinta y cinco años o menos, se sentía que ya no engranaba en ese mundo que para él, era más complicado, se sentía inútil y toda esa confianza de antaño se había esfumado.

    Le venían recuerdos de cuando a los 25 años, junto a la mujer que fue su pareja, compraban en el supermercado y llenaban ese carrito de todo lo que les apetecía, y ahora trataba que treinta pesos le alcanzara para comprar algo de comida y que le rindiera todo ese día.

    La sabía que tenía que hacer algo, pero su mente negativa le saboteaba cada intento de levantarse de esa depresión, y buscar una salida a esa situación tan decadente.

    Que era mejor para quitarse la vida, un cuchillo, pensaba y cada noche lo llevaba a la cama, y junto a él trataba de ponerse más triste, con recuerdos de ese pasado feliz, donde un día, solo un día, derrumbo en el todo lo que amaba y pensaba, era el simplemente alguien que necesitaba respirar porque el cuerpo lo pedía, vivía en ese pasado sin interesarle más nada, y necesitaba un poco de coraje para terminar de existir.

    Al ver su billetera, solo quedaban poco dinero, durante días fue a muchas entrevistas, y todos lo rechazaban, su edad no era conveniente para arriesgarse a darle el puesto, ¨te llamamos¨ era la frase que escuchaba cada vez que terminaba la entrevista, pero el celular nunca sonaba, era un camino sin salida.

    Sin esperanzas, ese sonido llego de repente, su celular sonaba, nervioso apresuro a contestar. Si bueno, esperando que esa llamada fuera de la última entrevista que tuvo dos días antes.

    -hola Julián, como estas soy Marcos- en sus pensamientos recordó a Marcos, una persona siempre optimista, alegre, su mejor amigo desde los catorce años.

    Él fue su mejor amigo, los dos entraron juntos a esa escuela naval, donde su padre una vez le dijo que él no era lo suficiente capaz para lograr ingresar, Vivian en la misma pequeña vecindad, y tenían las mismas metas y sueños.

    Se levantaban temprano a correr, estudiaban hasta altas horas para el examen de admisión, porque miles cada año intentaban entrar, pero tenían que pasar los exámenes médicos, y de conocimiento, tenían ese sueño, que hacía que no se rindieran durante 3 meses, pusieron más allá del límite sus capacidades.

    Y su perseverancia logro sus frutos, fueron admitidos a una de las escuelas más difíciles de ingresar.

    -hola Marcos, como estas viejo amigo, tantos años sin vernos- contestó, en realidad no quería hablar con nadie, tenía años de aislarse por completo de todo mundo, lo único que deseaba que esa llamada fuera corta.

    -mira Julián me tome el atrevimiento a llamarte, vi en tus redes sociales tus publicaciones desde hace meses, y te siento mal amigo, como te encuentras maldita sea¨, pensó arrepentido Julián, era muy impulsivo y tenía la costumbre de publicar todo lo que le pasaba en su red social, lo cual desde hace ocho años atrás dio como resultado el alejamiento de muchos buenos amigos, por la negatividad y depresión que hacia transmitir, se quedó callado.

    Al sentir ese silencio del otro lado de la bocina, Marcos continuo -amigo, sé que te sientes mal desde hace años, pero tú solo te has metido en esa tormenta y no ves la luz, y siempre me ayudaste en la escuela así que quiero ofrecerte mi ayuda mientras Marcos hablaba el recordaba todo el pasado, el primer año en la Naval, donde por tradición eran sujetos a esa despiadada novatada, donde los ponían juntos a hacer ejercicio toda la noche, los humillaban y golpeaban con un bate en el abdomen y glúteos, y donde siempre apoyo

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