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De Vez en Cuando
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Libro electrónico194 páginas2 horas

De Vez en Cuando

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Desempleada. En bancarrota. Dama de Honor.

Todo (desafortunadamente) palabras que describen a Em Hayes.

Sin poder encontrar trabajo en San Francisco, Em se refugia en la promesa de su madre de renta libre y regresa a casa. Su mejor amiga, Nikki, no podría estar más emocionada. La licenciatura de Em en Planeación de Eventos está empolvándose, ¿y qué mejor manera de ponerla en uso que planeando la boda de Nikki?

Solo hay una falla en ese plan: Cole Connors. El antiguo compañero de cuarto de las chicas. Y parte de la razón por la que Em no ha vuelto desde la graduación.

Em nunca ha podido olvidar a Cole – o cuan cercanos eran antes de que ella lo alejara y emprendiera la huida. Cole tampoco ha podido olvidar a Em – pero en los últimos dos años, ella tampoco le ha dado alguna otra opción que intentarlo.

Y, de acuerdo con Nikki, no hay mejor par para planear la boda de sus sueños.

Usualmente Em es buena en ocultar sentimientos alterados, pero estar cerca de Cole de nuevo los trae todos de nuevo a la superficie.

Y esta vez, no está segura de querer correr.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento21 abr 2018
ISBN9781547526444
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    De Vez en Cuando - Jennifer Ellision

    De

    vez en

    Cuando

    por Jennifer Ellision

    UNO

    EM

    Alguien me golpea en la cara con una toalla caliente y húmeda mientras salgo por las puertas del Aeropuerto Internacional de Fort Lauderdale-Hollywood.

    No, esperen; eso es solo la increíble humedad de Florida.

    Mis pies se arrastran hasta detenerse en la banqueta con un suspiro, observando los carros que llegan buscando mi traslado. Dios, ya extraño San Francisco. ¿En verdad atravesé el país en una lata de aluminio sobrevaluada para llegar aquí? ¿En verdad he sufrido por cinco horas junto a un platicador compañero de asiento y un bebe gritón por alojamiento y pensión gratis con mi Mama?

    Veo cinco centavos con el sello hacia abajo en el suelo y despreocupadamente lo toco con la punta del pie hasta que se voltea. Sonriendo, levanto la sucia moneda, buscando mi cartera dentro de mi bolsa. Mi triste y muy vacía cartera. Dejo caer los cinco centavos en el bolsillo de las monedas junto a un recibo arrugado.

    Mi cuenta bancaria no es nada mejor. Es más probable que pase una rodadora que un depósito.

    Así es. Estoy aquí por alojamiento y pensión gratis con mi Mama. Mis prospectos de trabajo han menguado en California y mi trabajo de medio tiempo no cubría ya mis necesidades después que mi compañera de cuarto se mudó. Vendí o done casi todo lo que tenía para llegar aquí, rechazando el dinero de Mama para el boleto. La culpa ya me da punzadas después de finalmente ceder a las burlonas persuasiones para venir a casa. No necesito sumarle el peso de un boleto de avión a mi conciencia.

    Solo estoy tan desempleada aquí como lo estaría en el oeste, pero, si Dios quiere, voy a cambiar eso en poco tiempo. Antes de que en verdad comience a sentirme patética.

    Un claxon molesto interrumpió lo que verdaderamente prometía ser una fiesta estelar de lastima.

    ¡Em! ¡EM! Mi mejor amiga cuelga de la ventana del auto de su prometido, saludando y atravesando el tráfico del aeropuerto mientras se acerca a mí. Nikki saluda efusivamente, rizos como destapa corchos se balanceaban en la cálida brisa.

    No estoy lista para esto.

    De forma fugaz, pienso en mi cuarto de vuelta en San Francisco: Callado. Calmado.

    Y solitario.

    Amarro mi bolsa de lona arriba en mi hombro y hago mi camino a través de los autos y personas hacia el sedán azul oscuro. Con su prometido aun al volante, Nikki salta del auto y me jala hacia un apretado abrazo. Le saco una cabeza de altura y descanso mi barbilla sobre su cabeza. Es casi demasiado caliente para el contacto, ¿pero qué demonios? Yo también la abrazo intensamente. No esta tan mal a la sombra del paso peatonal del aeropuerto.

    Mi vida en el oeste no tenía muchos inconvenientes, pero a veces, estar a tres husos horarios de distancia de mis amigos y familia calificaba como uno de los pocos.

    Hola, Em. En contraste, el saludo de Ron es mucho más sosegado, aunque me da un rápido abrazo y toma mi bolsa para ponerla en el maletero.

    "Hola, Doctor Ron," digo de forma burlona, acomodándome en el asiento trasero.

    Aún sigo en las rotaciones de la escuela de medicina, Em dice Ron, cerrando de golpe la puerta del conductor e incorporándose de vuelta al tráfico. Le da un saludo afable al oficial de tránsito que nos indica que debemos movernos. Aun no soy doctor.

    Ignóralo. Es brillante y todo mundo lo sabe. Nikki hace un gesto displicente con la mano para la modestia de Ron y un destello atrapa la luz.

    Agarro su mano y la jalo hacia mí.

    ¡Oh, es verdad! Aun no lo has visto en persona. Mueve sus dedos emocionadamente en mi mano.

    Y no lo hare si no te estas quieta.

    Claro que lo he visto en Facebook. Y en mensajes de texto, video chats, Instagram, blogs – básicamente si hay una manera de documentar el camino de Nikki al sacramento del matrimonio, ella lo encontraba. El anillo es bonito. Un pequeño y simple anillo solitario.

    Nikki se hubiera extasiado incluso con un nudo de bolsa si se lo diera Ron.

    Suelto su mano. Es hermoso, Nik.

    Gracias, dice emocionada, haciendo estirar el cinturón de seguridad para apretar la mejilla de Ron. Él sonríe y cambia de carril.

    "Estoy tan emocionada de que estés en casa, dice. No sé cómo hubiera planeado esta boda sin mi dama de honor."

    Si. Respecto a eso. Entrelacé mis dedos y comencé a girar mis pulgares. Estaba temiendo esto. No creo ser necesariamente la mejor –

    Ella giró tan rápido que le hubiera dado un latigazo cervical a la niña de Juegos Diabólicos.

    Emmeline Hayes. No te atrevas a decirme que no vas a ser mi dama de honor.

    Por la seguridad de todos en este auto, por favor no le digas eso, murmuró Ron.

    No estoy diciendo eso. Enfatice cuidadosamente, para que Nikki no intentara quemarme con su visión láser. Es solo que, en verdad necesito buscar un trabajo mientras estoy aquí.

    Ella aun parece que me quiere matar con su cerebro.

    Me refiero a que no me veo teniendo todo el tiempo del mundo para ayudar con los planes de la boda. Buscando trabajo, ¿sabes? Y no quiero estar aquí hasta la boda. Aún no han decidido una fecha siquiera. La idea de planear una boda se extiende infinitamente hacia delante, con un final indeterminado. Florida es algo temporal y solamente eso. Estoy aquí hasta que pueda encontrar otro trabajo. Un trabajo donde sea menos aquí.

    ¡Oh! Su expresión se aclara. No te preocupes. Tengo un plan para eso.

    Un plan. Genial. Una breve historia de los planes de Nikki durante la universidad pasan por mi mente como las páginas de un libro.

    Y el rostro de Cole. En cada. Una. De ellas.

    Esa es otra razón por la que no he regresado a casa en años. Estar aquí significa que tendré que verlo de nuevo. Y por la manera en que dejamos las cosas...solo digamos que no estoy segura del tipo de recepción que tendré.

    Nikki notara si comienzo a golpear mi cabeza contra la ventana, ¿verdad?

    ∞ Entonces ∞

    Primer Año

    Había estado durmiendo bien hasta que la alarma contra incendios de los dormitorios se encendió con una loca gritando.

    Se escuchó un golpe fuerte cerca del suelo cuando Nikki se cayó de la cama.

    ¿Estas bien? Tuve que gritar sobre el sonido que reventaba el tímpano, haciendo mis cobijas a un lado. Mi corazón comenzaba a recuperarse de la impresión de despertarte de esa manera. Me levante, en automático, los pies ya buscaban el par de sandalias que deje cerca de mi cama.

    ¡Bien! Nikki se levantó de inmediato, el cabello de puntas como si le hubiera caído un rayo. ¿Crees que sea un simulacro?

    No lo sé. Oh por Dios, mis oídos. Era como si la alarma estuviera abriendo y husmeando en mi cabeza para sonar un gong dentro de mi cerebro.

    Nikki intento detenerse y revisarse en el espejo para ver si tenía manchas de maquillaje, pero la empujé por la puerta de nuestro cuarto para unirnos a la estampida de personas en el pasillo. Algunos, como nosotras, estaban en pijamas, con cara de dormidos. Otros parecía que no habían llegado aún a dormir. Note ojos rojos. Ojos brillosos. Ojos de hora sexy.

    Pero dos de los chicos saliendo de sus dormitorios resaltaban. Mientras el resto de nosotros estábamos...bueno, secos, ellos estaban empapados de pies a cabeza.

    Mis ojos se fijaron en un cabello rojo empapado que brotaba de un cuerpo corto y pecoso. Corría junto a un tipo que hubiera apostado era su compañero de cuarto: cabello castaño escurriendo que colgaba sobre unos ojos azules que, incluso a la distancia era como pedazos de hielo, su rostro duro. La camisa azul del pobre tipo estaba empapada, ceñida como una segunda piel.

    Mi pulso se aceleró.

    Mis ojos se quedaron en el mientras bajábamos las escaleras con el resto de los ocupantes del piso. El pelirrojo arrojaba disculpas de manera continua, pero el chico de cabello castaño permanecía en silencio.

    Olvídalo. Está bien, le dijo finalmente a su compañero de cuarto. Como si el asunto de la disculpa estuviera cerrado; ya no se iba a discutir. Cruzó sus brazos sobre su pecho, los ojos fijos hacia el frente, negándose a darle importancia al charco formándose bajo sus pies mientras estábamos afuera.

    Dios, podías ver los músculos a través de su camisa. Miré fijamente, asombrada.

    ¿Em? ¿Hoooolaaa? Nikki movió una mano frente a mi rostro. Solo esperaba no haber estado viendo hasta babear. Ella siguió la línea de mi vista.

    Oh, ya veo, dijo entre risas. ¿Por qué no vas a saludar?

    Mi rostro se calentó, el trance termino de romperse. Claro que no, susurre de vuelta, mortificada de haber sido descubierta mientras miraba. ¿Qué voy a decir? Y mantén tu voz baja. Te va a escuchar.

    Dios, eso espero, dijo fervientemente. "¿A quién le importa si me escucha? Es lindo. Tú eres linda. Pueden ser lindos los dos juntos. Solo coquetea un poco."

    De ninguna manera.

    Ella se mordió el labio. Reconocí esa mirada en sus ojos.

    "No, Nikki," dije firmemente.

    Ella hizo un puchero.

    Nikki...

    Antes de que pudiera detenerla, salió disparada hacia la murmurante multitud de estudiantes que observaba nuestro edificio con impaciente agravio. Todos queríamos saber la misma cosa: porque rayos nos habían sacado de nuestras camas

    /alcohol

    /estudios

    /um...compañía.

    Pero de momento, estaba más preocupada por Nikki, quien se dirigía hacia el lindo y mojado tipo como un misil buscador de calor.

    No había manera de que la hubiera podido detener. La pequeña Nikki se escurrió entre los otros estudiantes más rápido de lo que yo podría imaginar.

    ¡Hola! Llego con él un instante antes que yo y dijo alegremente. Soy Nikki.

    Sin aliento, me detuve justo detrás de ella. Sus ojos se fijaron en los míos y jale las mangas de mi camisa de dormir sobre mis pulgares.

    Ella es Em, continuo como si yo hubiera estado ahí todo el tiempo. ¿Quieren venir a nuestro cuarto a cenar mañana en la noche?

    Le di un pisotón con gran fuerza. A favor de ella, puedo decir que hemos sido amigas el tiempo suficiente para que no la haya molestado.

    Sin embargo Nikki había logrado presentarme con el chico lindo. A estas alturas, igual y me arriesgo.

    Lo que ella quiso decir es ‘Hola. Gusto en conocerte.’ Les sonreí, tratando de disimular toda la vergüenza que estaba sintiendo. "Y después, estoy casi segura que quería detenerse donde todo ser humano normal lo haría para que pudieras decirnos tu nombre antes de invitarte a nuestra casa."

    Sus labios se contrajeron. Sus ojos se iluminaron considerablemente mientras perdía su postura rígida. Soy Cole, dijo, extendiendo una mano. Cole Connors. Cuarto 311.

    Em Hayes, dije, estrechándola. Note que tenía un buen saludo de mano. Un agarre solido; confiado, pero no intimidante. Sus ojos azules se detuvieron en mí por un minuto, como si me estuviera evaluando. Un inconfundible arco de electricidad me atravesó el cuerpo.

    Mi corazón estaba ocupado dirigiendo una clase de Zumba.

    En mi garganta.

    Detente, le ordene firmemente. Esto era totalmente normal. Simple atracción, y nada más.

    Nikki Wright, dijo Nikki, sacudiendo de manera entusiasta su mano cuando se volteó con ella. Em y yo estamos justo al lado en el 309.

    Y sin presiones, agregué ligeramente. "Pero prometes no decirle a nadie, te dejare saber un secreto: tal vez este en posesión de una parrilla y no es por presumir ni nada, pero hago un sándwich de queso para chuparse los dedos."

    El movió su cabeza asintiendo. Eso suena bien. Dándose cuenta que no había presentado al pelirrojo empapado a su lado, apunto al chico bajito. Este el Jerry. Mi compañero de cuarto. El compañero de cuarto en cuestión saludo vagamente antes de moverse hacia otra dirección.

    Jerry no era alguien a quien le gustara conocer gente nueva, pensé. Tampoco parecía querer acompañarnos a cenar.

    Tengo que preguntar, dije. ¿Por qué andas como perro mojado?

    Las cejas de Cole se fruncieron y paso una agitada mano por su cabello. No quiero hablar de ello. Pero luego se dio cuenta que no era la mejor respuesta y se le había salido sin pensar. No, en serio, es de lo más estúpido. Mi compañero de cuarto estaba haciendo sopa de chicharos en el microondas.

    Levante una ceja. Y entonces el... ¿te la tiro encima? Dije adivinando.

    "Ojala."

    Desear ser cubierto con sopa caliente no es algo que muchas personas quieren. Me reí por el comentario raro. Si sabes eso, ¿verdad?

    Cole juntó sus manos detrás de su cuello y las movió de lado a lado, el sonido de su cuello tronando llega a mis oídos. "El salió del cuarto por alguna razón cuando yo estaba ahí dentro. Tenía mis audífonos puestos, estaba totalmente concentrado, y lo siguiente que me di cuenta, es que salía humo del microondas. Esa mierda literalmente prendió en llamas. So tono era de incredulidad mientras sacudía su cabeza. Vaya manera de iniciar mi carrera universitaria."

    Por lo menos es una noche que nunca olvidaras, Nikki, siempre optimista, agregó.

    ¡Oye Cole! Una delgada y chillona voz interrumpió. Cole parpadeo, viendo abajo cerca de su codo, donde Jerry había aparecido repentinamente. ¿Está bien si invito a unos amigos de la casa a jugar videojuegos más tarde en la noche?

    Cole palideció. Jerry, ya son las tres de la mañana.

    Jerry lo observo de forma expectante.

    "Ni siquiera estoy seguro que nuestros aparatos eléctricos sigan funcionando

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