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La infidelidad de Cassandra
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La infidelidad de Cassandra
Libro electrónico64 páginas1 hora

La infidelidad de Cassandra

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Información de este libro electrónico

Una noche de borrachera podría caerle fatal a Cassandra.
Engañar a su prometido con un chico malo, peligroso y nada conveniente no estaba en sus planes.
Volverlo a hacer, tampoco.
Pero la tentación es mucho más fuerte que ella.
¿Hasta dónde será capaz de llevar esta aventura?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 abr 2018
ISBN9781386702344
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    La infidelidad de Cassandra - Paola Noguera Franco

    A  Romy, por siempre apoyarme

    Índice

    ACTO 1

    ACTO 2

    ACTO FINAL

    SOBRE LA AUTORA

    La infidelidad de Cassandra

    ACTO 1

    ––––––––

    Cassandra terminó de abrir sus ojos, con mucha dificultad, tenía los parpados pesados y solo lo estaba haciendo porque los rayos del sol le estaban quemando literalmente las retinas.

    Pero lo que, sin duda, la acabó de despertar fue el saber de que algo no estaba bien.

    Se incorporó violentamente en la cama, haciendo que la pesadez en su cabeza se le hiciera más intensa. Estaba en su habitación. Todo bien por ahí. Pero cuando divisó sus propias ropas tiradas por todo el suelo es que se dio cuenta que las cosas no estaban tan bien como pensaba, más cuando notó algo inusual durmiendo apaciblemente a su lado.

    Cassandra casi se atraganta al percatarse y la culpabilidad terminó de hacer mella en ella cuando notó que fluidos resbaladizos salían de su entrepierna.

    Había ocurrido.

    Había dormido con un hombre anoche. Y no hubiera estado mal si ese hombre hubiera sido Diego Saavedra, su novio de hace años. Pero el hombre que dormía allí no era él. Podía notarlo por la contextura morena de la piel del hombre que roncaba como si el mundo fuera suyo. Por eso y porque sabía perfectamente que Diego no estaba en la ciudad.

    Se había acostado con Axel Manzoni.

    Ya consciente de su temible situación, Cassandra se anudó como pudo con una sábana que pudo rescatar y que no se veía tan untada de restos de fluidos y salió huyendo al baño de su habitación.

    ¿Cómo pudieron acabar las cosas de esta forma?

    ¿Cómo había sido capaz de romper los votos a su novio?

    Abigail quizá tenía razón, y en verdad era una zorra sin remedio. Pero pensar en esa chica era lo que menos le preocupaba. ¿Cómo se supone que vería la cara de Axel luego de haber compartido una noche como esa?

    Los sensibilizados senos de Cassandra eran testigo de ello. Su amante ocasional, literalmente los había devorado anoche. No recordaba con exactitud la cantidad de veces que él le había hecho el amor, de todas las formas posibles, teniéndola abajo, subiéndola, poniéndola en cuatro patas. En verdad que ese estúpido la había zarandeado como muñequita y como si no pesara nada. Y ella podía ¡recordarlo todo!, todas las malditas imágenes se le agolpaban  en la mente con una terrible nitidez, así que tampoco podía aducir demencia olvidadiza.

    Cassandra siguió lavándose la cara.

    Ni siquiera habían bebido tanto. ¿Cómo es que había pasado?

    Anoche había sido el cumpleaños de Abigail, su eterna rival y amiga, con quien habían festejado una pequeña fiesta por su cumpleaños 23.

    Diego, el novio de Cassandra no iba a estar presente, por estar en un viaje de negocios con su padre, así los únicos serian Abigail, su hermano Axel, así como los infaltables de Paula, Roberto así como Javi, el compañero y amigo gay del grupo, que nunca se perdía una dentro del equipo.

    Había corrido bebida y una deliciosa comida preparada por Paula, pero aun así Cassandra se había contenido de beber como hubiera querido por ser la anfitriona de la casa donde se realizaba el pequeño encuentro. Una casa que manejaba sola ya que su madre no estaba en la ciudad por esos meses, porque era utilera de un equipo de polo así que estaba la mayor parte del tiempo ausente y su tía Clota, que estaba de encargada, coincidentemente iba a salir a cenar afuera esa noche, así que eso le daba libertad para organizar estos encuentros.

    Aun así, nada justificaba que hubiera tenido semejante acostón con Axel. Nada lo ameritaba. Salvo que ayer era la primera vez que tuvieron oportunidad de departir e intercambiar algunas palabras porque Abigail lo había traído obligado para que fuera su conductor asignado

    Imágenes de la madrugada vinieron a su mente, y

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