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I Ching y Crimen
I Ching y Crimen
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Libro electrónico121 páginas1 hora

I Ching y Crimen

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Información de este libro electrónico

Un anciano erudito chino radicado en Buenos Aires instruye a su joven sobrina y a su novio sobre la interpretación del I Ching, oráculo y libro de sapiencia oriental.

En China un traficante de drogas urde una compleja trama para desalojar a sus competidores de los mercados mundiales haciendo base en América del Sur. Las triadas chinas y la Yakuza japonesa se enredan en este ambicioso proyecto. Por oscuras razones su accionar criminal pone en peligro inminente a toda la familia del sabio y los personajes se valen del I Ching para enfrentarlo. Sabiduría e inteligencia contra violencia y poder.

Vibrante novela de suspenso en toda su extensión.

IdiomaEspañol
EditorialCedric Daurio
Fecha de lanzamiento30 ene 2018
ISBN9781386320586
I Ching y Crimen
Autor

Cèdric Daurio

Cedric Daurio es el seudónimo adoptado por un novelista argentino para cierto tipo de narrativa, en general thrillers paranormales y cuentos con contenidos esotéricos. El autor ha vivido en Nueva York durante años y ahora reside en Buenos Aires, su ciudad natal. Su estilo es despojado, claro y directo, y no vacila en abordar temas espinosos. Cedric Daurio is the pseudonym adopted by an Argentine novelist for a certain type of narrative, in general paranormal thrillers and stories with esoteric content. The author has lived in New York for years and now resides in Buenos Aires, his hometown. His style is stripped, clear and direct, and does not hesitate to address thorny issues.  

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    I Ching y Crimen - Cèdric Daurio

    El autor ha utilizado la versión en castellano de I Ching- El Libro de las Mutaciones, traducido del chino al alemán por Richard Wilhelm, traducido al castellano por D.J.Vogelmann, con prólogos de C.G.Jung, R Wilhelm, y H.Wilhelm y un poema de Jorge Luis Borges Para una versión del I Ching

    ÍNDICE

    Dramatis personæ

    Prólogo

    Capítulo 1

    Capítulo  2

    Capítulo  3

    Capítulo  4

    Capítulo  5

    Capítulo  6

    Capítulo  7

    Capítulo  8

    Capítulo  9

    Capítulo 10

    Capítulo  11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo  14

    Capítulo  15

    Capítulo 16

    Capítulo  17

    Epílogo

    Del Autor

    Sobre el Autor

    Obras de C.Daurio

    Coordenadas del Autor

    Sobre el Editor

    Dramatis personæ

    Nancy Zhang :( Zhang Liang) protagonista principal.

    Lucas Colombo: amigo de la anterior.

    Huan (Xu Huan): madre de Nancy.

    Ju (Margarita Zhang): hermana menor de Nancy

    Cheng (Xu Cheng): tío de Huan, guía de Nancy.

    Hung (Zhang Hung): padre de Nancy.

    Xie Guang: jefe de una tríada de Fujian.

    Xie Fu: hijo del anterior

    Hayashida: jefe de una Yakuza en Japón.

    Ashikaga: delegado de Hayashida.

    Higa: sicario de la Yakuza.

    Cheung Gui: referente de los chinos de ultramar, radicado en Canadá

    Chaoxiang: guardaespaldas de  Xie Fu.

    Akihiro Satori: representante de la Yakuza en San Pablo.

    Wang: contacto de la tríada en Buenos Aires

    PRÓLOGO

    La muchedumbre ocupaba varias cuadras de la calle secundaria de Tokio. Habían tenido que hablar con las autoridades para intentar minimizar los trastornos para los innumerables peatones, conductores de automóviles, motocicletas y bicicletas y en fin para los vecinos. La gran mayoría de los asistentes eran hombres jóvenes, vestidos de trajes negros u oscuros en general sin corbata, aunque había algunos en chaquetas de cuero; también había numerosos veteranos, ansiosos de recordar las horas gloriosas de la organización que claro, ocurrieron cuando ellos estaban activos. Hasta había algunas mujeres, aunque escasas.

    Los atuendos eran entonces variados aunque en general sobrios. Lo que era común para todos los asistentes era que bajo esas ropas todos llevaban complejos diseños de tatuajes rituales, aunque también en distintos tiempos los diseños habían ido cambiando, haciéndose más extensos, polícromos y abstractos.

    Por fin el cortejo se fue acercando a ritmo muy lento, por la cantidad de personas que pugnaban por darle un último adiós al compañero, aunque no todos lo habían conocido en vida. Lo que había trascendido era que había ofrendado su vida en un acto de sacrificio voluntario ejemplar, del que se enterarían en el curso de la ceremonia. El auto avanzaba precedido por dos veteranos que portaban sendas cintas blancas unidas al vehículo y que iban abriendo el paso entre la multitud respetuosa. Al llegar al sitio donde las autoridades de la organización estaban esperando el coche fúnebre frenó; seis hombres fornidos retiraron el ataúd del mismo y lo colocaron sobre una cureña.

    Hayashida, el anciano jefe de toda la organización, vestido de etiqueta y notable por su porte erecto, miraba con ojos vidriosos a la multitud. Él había dispuesto que se ofreciera un servicio fúnebre semejante al de los máximos jerarcas, aunque el rango del caído era menor. Aparte del reconocimiento al acto de sacrificio del subordinado quería aprovechar la circunstancia para retemplar el viejo espíritu que los tiempos modernos habían ablandado en algún grado.

    Hayashida y los máximos jerarcas se inclinaron respetuosamente frente al ataúd, y ante una señal de aquel, su delegado  Ashikaga se dispuso a dar testimonio sobre las circunstancias en que el hombre había caído, para ofrecerla como un ejemplo cuyo recuerdo perduraría en las mentes de aquellos jóvenes que presenciaban el acto.

    CAPÍTULO 1

    Nancy tomó su mochila, se despidió con un gesto de su madre y su hermana Ju que la observaban desde la cocina y salió de la casa, cerrando cuidadosamente la puerta, ya que los robos en el barrio –y en realidad en todo Buenos Aires-habían aumentado en los últimos meses, incluyendo los asaltos a mano armada en casas de familia. Fue caminando las cuadras que separaban su casa de Belgrano de la estación de la línea D de subterráneo. El rostro del muchacho apareció fugazmente en su mente pero ella sacudió su cabeza y alejó el pensamiento. Sin embargo estaba de buen humor y en el fondo sabía la razón.  En clase lo encontraría y sin duda él buscaría la forma de sentarse a su lado, aunque fingiendo hacerlo en forma casual. Observó su falda y la arregló para que dejara sus rodillas al descubierto. No podría salir de su casa de esa forma porque su madre se lo reprocharía.

    Entró en la Facultad de Ciencias Económicas y se dirigió al aula donde tenía clases los martes. Allí ocupó un asiento cuidando que hubiera otro libre a su lado. Esperó un rato atisbando con el rabillo del ojo la entrada del aula, poniéndose impaciente. Por fin lo vio entrar y tragó un suspiro. Su silueta alta aunque un  tanto desgarbada, su cabello rojizo revuelto y su barba al tono de varios días le producían una cierta emoción que ella trataba de disimular. Mantuvo su vista al frente pretendiendo no haberlo visto, actuación que le producía cierta tensión.

    Lucas miró como buscando sitio en varios asientos, pero finalmente se sentó junto a ella.

    -Hola- saludó fingiendo sorpresa- Otra vez juntos. Nancy...si no recuerdo mal.

    Ella asintió confirmado su nombre, aunque sabía que él lo recordaba perfectamente. De inmediato ingresó el profesor de Administración Financiera y comenzó la clase.

    Al salir del edificio de la facultad Nancy miró de reojo y constató que Lucas caminaba un par de pasos detrás de ella. Al salir a la Avenida Córdoba el muchacho se puso a la par de ella y evidentemente tomando una decisión le preguntó sin ambages.

    -¿No quisieras tomar un café conmigo? Conozco un lugar a un par de cuadras.

    - Tengo miedo que se haga tarde. Mi madre se preocupa si demoro.

    - No tardaremos, lo prometo.

    Se habían sentado en un rincón del café, alejados de la puerta y del bullicio de la calle y de la gente que entraba y salía del local. Ya habían estado conversando de dos materias que cursaban juntos. Lucas de repente cambió el tema de la conversación repentinamente.

    -¿Como es tu apellido? No lo entendí cuando tomaron lista.

    -Zhang, con Z- respondió Nancy.

    -¿Es común en China?

    -Lo es en Fujian, de donde provenimos nosotros.

    -¿Entonces eres nacida en China? Jamás lo hubiera adivinado, tu acento es porteño.

    -Cuando vinimos tenía dos años. Tanto la escuela primaria como la secundaria las hice en Buenos Aires.

    -¿Y en casa que hablan, chino?

    -En realidad un dialecto que se llama Shao Jiang. Estoy estudiando privadamente chino Mandarín, que es el idioma estándar con el que se comunican todos los chinos, o casi todos.

    -Debe ser muy difícil, con el sistema de escritura. Me parece bien que no dejes perder tu idioma...étnico, para llamarlo de alguna manera. Yo siempre estoy pensando en aprender italiano.

    -¿Y porque no lo haces? Es una buena idea retomar contacto con las raíces.

    -Las mías están más lejanas, mis abuelos. Además prefiero concentrarme en estudiar inglés. ¿Nancy es tu nombre original?

    -No, es Liang.

    -¿Tiene algún significado?

    -Todos los nombres lo tienen.

    -¿Bien, y que significa?- La muchacha se sonrojó ligeramente, luego se repuso y contestó.

    -Brillante.

    -Me parece un nombre adecuado para ti.- Esta vez las mejillas de ella se tiñeron de color rosado.- ¿De modo que te llamas Liang Zhang?

    -Zhang Liang.

    -¿Y qué haces cuando no estás estudiando para la Facultad?

    -Ayudo en el negocio de mis padres, estudio chino Mandarín como te dije y...

    -¿Y todavía algo más?

    - En mis ratos libres estudio el I Ching?

    -Escuché hablar de ese libro.  ¿Qué es? ¿Un oráculo, algo equivalente al Tarot o el horóscopo?

    - Hay quienes lo usan de esa manera. Es el uso más popular, pero tiene otras funciones más elevadas.

    -¿Como cuáles?

    -Como libro sapiencial, como fuente de sabiduría.

    -¿Y ese uso está al alcance de cualquiera?

    -Es mejor hacerlo bajo la dirección de alguien avezado.

    - ¿Y tú tienes a ese alguien?

    -Es un hombre bastante anciano a quien llamo tío Cheng, aunque en realidad es tío de mi madre.

    - ¿Y cómo te enseña I Ching ese pariente lejano?

    -Nos reunimos cada tanto y le hacemos

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