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Mi mujer ideal
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Libro electrónico146 páginas1 hora

Mi mujer ideal

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Información de este libro electrónico

Cada día que pasaba, deseaba más quedarse ella con el puesto de esposa…
Tyler Watts era rico, atractivo y un hombre con éxito en los negocios. De hecho, estaba en lo más alto del mundo empresarial, pero sabía que le faltaba algo que todos los de su posición parecían tener: una esposa y una familia modelo. Tyler necesitaba ayuda en tan delicada situación, por lo que contrató a una experta en relaciones, Mary Thomas. Mary era una madre soltera que sabía mucho de las relaciones, pero si se trataba de las suyas propias era un verdadero desastre...
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 nov 2017
ISBN9788491704805
Mi mujer ideal
Autor

JESSICA HART

Jessica Hart had a haphazard early career that took her around the world in a variety of interesting but very lowly jobs, all of which have provided inspiration on which to draw when it comes to the settings and plots of her stories. She eventually stumbled into writing as a way of funding a PhD in medieval history, but was quickly hooked on romance and is now a full-time author based in York. If you’d like to know more about Jessica, visit her website: www.jessicahart.co.uk

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    Mi mujer ideal - JESSICA HART

    HarperCollins 200 años. Desde 1817.

    Editado por Harlequin Ibérica.

    Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Núñez de Balboa, 56

    28001 Madrid

    © 2006 Jessica Hart

    © 2017 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Mi mujer ideal, n.º 2087 - noviembre 2017

    Título original: Business Arrangement Bride

    Publicada originalmente por Mills & Boon®, Ltd., Londres.

    Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

    Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

    ® Harlequin, Jazmín y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.

    ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

    Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

    I.S.B.N.: 978-84-9170-480-5

    Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

    Índice

    Portadilla

    Créditos

    Índice

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Si te ha gustado este libro…

    Capítulo 1

    DÓNDE la había visto antes?

    Tyler observó a la mujer, que sonreía mientras estrechaba la mano de un grupo de hombres con traje de chaqueta. Se había fijado en ella desde que llegó y estaba intentando recordar quién era desde entonces. ¿Por qué su cara le resultaba tan familiar?

    No era el tipo de mujer que llamaría su atención normalmente. Tenía unas facciones normales, ni bonitas ni feas, el pelo oscuro, rizado, y llevaba un traje de chaqueta que le quedaba demasiado estrecho. Elegante y sofisticada no era, desde luego.

    Sin embargo, había algo en ella… Tyler no podría decir qué era y eso lo sacaba de quicio. A él le gustaba saber con qué estaba lidiando en cada momento y lo irritaba no poder dejar de mirar a una mujer que ni siquiera se había fijado en él.

    Evidentemente, ella tenía la habilidad de entablar conversación con cualquiera, algo que Tyler era incapaz de hacer… o eso decía Julia.

    –Eres una persona encantadora –le había dicho su mejor amiga, con su característica sinceridad–. Pero, de verdad, eres tan sociable como un rinoceronte.

    Tyler hizo una mueca al recordarlo.

    Sin percatarse de que la mueca había provocado un ligero ataque de pánico en las personas que estaban a su lado, tomó un sorbo de champán y observó el vestíbulo de su nuevo edificio, lleno de gente. Él odiaba los eventos sociales. No le gustaba perder el tiempo hablando de bobadas con unos y otros, como hacía aquella mujer, pero su director de Relaciones Públicas había insistido en que debía asistir a la fiesta de inauguración. De modo que allí estaba, en un vestíbulo lleno de concejales del Ayuntamiento de York, consejeros y hombres de negocios. Y todos querían hablar con él.

    Todos menos ella.

    Que no lo había mirado en toda la noche.

    Un concejal lo estaba aburriendo contándole algo sobre el plan de transportes de la ciudad, y Tyler volvió a mirar alrededor, preguntándose cuándo podría marcharse. ¿Por que había aceptado acudir a aquel evento tan aburrido?

    De repente, se dio cuenta de que no veía a la mujer y pensó que la había perdido. ¿Se habría marchado?

    ¡Ah, allí estaba! En una esquina, quitándose los zapatos de tacón. Tyler vio que hacía una mueca de dolor. Afortunadamente, no se había ido o no habría podido averiguar quién era… Esa idea lo molestó.

    Podría preguntarle a alguien, seguramente, pero el grupo que lo rodeaba seguía hablando sobre planes de transporte.

    O podría ir y preguntarle él mismo.

    –Perdonen –dijo bruscamente. ¿Quién había dicho que no sabía comportarse?

    Y luego, sin decir nada más, se dirigió hacia la desconocida.

    En una esquina, al lado de los ascensores, Mary estaba moviendo los dedos del pie derecho para activar la circulación. Le había parecido buena idea ponerse zapatos de tacón, pero aquello era una tortura.

    La noticia de que Tyler Watts iba a trasladar el cuartel general de su famosa empresa inmobiliaria a York había alterado a toda la comunidad. La construcción de un modernísimo edificio frente al río había indignado a los conservadores, pero los que opinaban que York, una ciudad medieval, también podía ser una comunidad del siglo XXI, estaban encantados.

    En cualquier caso, el evento para celebrar la finalización de las obras era una gran oportunidad, y Mary estaba decidida a aprovecharla. No sería la única que buscase un contrato con la constructora Watts y, aunque no consiguiera nada, los contactos siempre eran interesantes.

    De modo que había elegido su atuendo con cuidado. Era su primer evento social desde el nacimiento de Bea y quería tener un aspecto elegante y… en fin, profesional. Un traje de chaqueta y unos zapatos de tacón darían la impresión perfecta. Lo sabía porque compraba revistas de moda.

    Desgraciadamente, las revistas no decían qué hacer cuando el tacón de aguja te cortaba la circulación en los pies, o cuando, cinco minutos antes de salir de casa, una descubría que el traje le quedaba demasiado estrecho. Y tampoco solían recordarte que algunos arquitectos modernos confunden el suelo de un vestíbulo con una pista de patinaje.

    Mary suspiró, volviendo a ponerse el zapato para quitarse el otro. Como solía pasarle en la vida, había una gran diferencia entre su imaginación y la realidad. Se había imaginado a sí misma encandilando a los concejales de York, tan impresionados con su profesionalidad que hacían cola para contratar los servicios de su agencia de empleo, pero no había sido así.

    Sí, todo el mundo era muy agradable. Y aunque nadie había sido tan grosero como para señalar que el traje le quedaba estrecho, tampoco le habían ofrecido trabajo.

    Lo único que había conseguido esa noche era un dolor de pies.

    Mary tomó un sorbo de champán mientras se daba un masajito en la planta del pie. Haría un último esfuerzo para hablar con el director de Recursos Humanos de la constructora Watts, decidió, y luego se iría a casa.

    Entonces detectó que alguien estaba mirándola. Y cuando giró la cabeza vio nada menos que a Tyler Watts dirigiéndose hacia ella. Como un elefante en una cacharrería, iba abriéndose paso entre la gente, que se apartaba para dejarle sitio.

    Y él no parecía darse cuenta de nada, claro. Que típico de él. En sus breves encuentros con Tyler Watts en el pasado, le había parecido la persona más grosera y más arrogante del mundo, y no tenía ningún interés en volver a verlo. Quería un contrato con la constructora Watts, pero no tenía intención de hablar con su presidente.

    Sin embargo, él parecía dirigirse hacia ella. Mary miró alrededor, por si acaso había alguien interesante a su lado, pero no, estaba sola.

    Si no hacía algo rápidamente, Watts llegaría a su lado. De modo que se puso el zapato y se lanzó de cabeza hacia el grupo más próximo. Pero no había contado con aquel suelo resbaladizo y, de repente, su tacón derecho patinó y se vio lanzada hacia delante.

    A su alrededor pudo oír que la gente contenía el aliento, anticipando el desastre, pero no llegó al suelo. Una mano la había sujetado del brazo, tirando de ella hasta que recuperó el equilibrio. Más o menos. Porque seguía aleteando con el brazo izquierdo y el resbaladizo suelo no ayudaba nada.

    Mortificada, consiguió ponerse en pie definitivamente.

    –Muchas gracias por… –Mary no terminó la frase al ver frente a ella los glaciales ojos azules de Tyler Watts.

    Su primer pensamiento fue que debía haberse movido a la velocidad del rayo para llegar a tiempo, el segundo, que aquel hombre debía de ser increíblemente fuerte. Ella no era precisamente una pluma, pero Tyler Watts la había sujetado con una sola mano.

    Sólo entonces se fijó en la mancha que tenía en la camisa. Mientras intentaba no caer al suelo debía de haberle tirado el champán encima…

    –Vaya, lo siento –se disculpó, nerviosa.

    No tenía por qué estarlo, pero había algo en Tyler Watts que la ponía a una en alerta. Debía admitir que tenía una presencia formidable. Y no era sólo su aspecto… aunque el contraste entre el pelo oscuro y los ojos tan claros daba un poco de miedo. Exudaba una energía que dejaba a la gente boquiabierta con una mezcla de aprensión y admiración.

    No era un hombre al que una quisiera tirarle una copa de champán.

    –¿Se encuentra usted bien?

    –Sí, gracias –contestó Mary, intentando controlar el deseo de tocarse el brazo, donde tenía una sensación de hormigueo–. Este suelo es letal para los tacones –intentó explicar–. Pero así son los diseños modernos. ¿A qué idiota se le habrá ocurrido poner un suelo de mármol resbaladizo en un vestíbulo?

    –Supongo que a un idiota como yo –contestó él con una mirada irónica.

    Si la tierra se hubiese abierto bajo sus pies en aquel momento, Mary se habría dejado tragar por ella tranquilamente. ¿Cómo podía haber dicho eso? Criticar el diseño del edificio delante del constructor cuando necesitaba trabajo era una soberana estupidez.

    –Evidentemente, usted nunca ha intentado caminar con tacones.

    –Pues las demás mujeres no parecen tener problemas –contestó él–. Quizá el problema son sus zapatos, no mi suelo.

    Los dos miraron hacia abajo. Aquellos zapatos eran los favoritos de Mary, o lo habían sido hasta aquel momento, y los había elegido deliberadamente porque le recordaban sus días en Londres, cuando era delgada y tenía éxito en la vida. Eran negros, con lunares blancos, de modo que podía llevarlos con un traje de chaqueta oscuro. Pero el lacito negro les daba un toque divertido, informal.

    Aunque quizá el tacón era demasiado alto, pensó. Pero ¿qué clase de arquitecto diseñaba un edificio de oficinas sin tener en cuenta los tacones de aguja?

    Tyler miró los zapatos, notando de paso que tenía unas piernas muy bonitas, y sacudió la cabeza.

    –Sugiero que la próxima vez

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