Rosas para Emma
Por Mariela Saravia
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Emma Becker es una anciana que relata su historia de amor, como testamento para sus dos nietas.
En sus años de juventud, Scott era un chico de clase alta quien se convierte en su primer amor, pero cuando Emma decide hacerlo público a su familia, sus vidas toman rumbos distintos.
Veinte años más tarde, su historia de amor sufrirá un giro inesperado. ¿Podrán amarse con la misma pasión de antes? O ¿El tiempo habrá borrado todo rastro de ese primer amor?
Una novela romántica, tierna y simpática, que te hará recordar tu primer amor de juventud. Te llevará por diversos recovecos de aventura, autoconocimiento y sobretodo amor eterno…
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Rosas para Emma - Mariela Saravia
Dedico con cariño mi primera novela
a mi familia y a todas aquellas personas,
que me apoyaron y creyeron en mí talento...
Sinopsis:
Emma Becker es una anciana que relata su historia de amor, como testamento para sus dos nietas.
En sus años de juventud, Scott era un chico de clase alta quien se convierte en su primer amor, pero cuando Emma decide hacerlo público a su familia, sus vidas toman rumbos distintos.
Veinte años más tarde, su historia de amor sufrirá un giro inesperado. ¿Podrán amarse con la misma pasión de antes? O ¿El tiempo habrá borrado todo rastro de ese primer amor?
Una novela romántica, tierna y simpática, que te hará recordar tu primer amor de juventud. Te llevará por diversos recovecos de aventura, autoconocimiento y sobretodo amor eterno...
INDICE:
Capítulo 1
El inicio de mi vida
Capítulo 2
Un amor juvenil
Capítulo 3
Conociéndonos mejor
Capítulo 4
Nuevas emociones
Capítulo 5
Nunca es tiempo de decir adiós
Capítulo 6
Una luz en el camino
Capítulo 7
Víspera de navidad
Capítulo 8
Contrariedades de la vida
Capítulo 9
Es momento de brillar
Capítulo 10
Es momento de brillar parte 2
Capítulo 11
Ya es tarde para lamentos
Capítulo 12
Mi segunda nueva vida
Capítulo 13
El amor no tiene edad ni tiempo
Capítulo 1
El inicio de mi vida
––––––––
Noviembre, 1980
Donegal, asilo de ancianos
––––––––
Hay momentos en los que la vida nos pone en situaciones difíciles y no sabemos qué camino escoger. Nunca comprendí porqué la vida siempre fue tan compleja y porqué tenemos que caminar por senderos de oscuridad.
Cada vez que me convencía de que había encontrado la felicidad, la tristeza llamaba a mi puerta. La muerte de alguien especial, un problema sin resolver, una traición... todo, cualquier cosa, menos la deseada felicidad.
Entonces comprendí que la vida era así y que teníamos que aprender a separar y barajar los problemas propios, de los que nos pone la vida misma frente a nuestros ojos. Levanta tu mirada al cielo y siempre tendrás una respuesta verdadera
oh, aquella frase siempre me la repetía una y otra vez. Era lo único que me mantenía en pie para seguir adelante. De aquella ideología me aferraba para no caer jamás....
Mi nombre es Emma Becker, aquellos que me conocieron de niña, decían que solía ser una joven dulce y amable. Que tenía los ojos grises y el cabello negro más hermoso, pero en estos últimos años de vida, mi apariencia ha cambiado tanto. Todo en mí se ha deteriorado con el curso decidido del tiempo.
Mi vida ha sido un poco complicada, sobre todo en los planos del amor. Un sin fin de decepciones amorosas lastimaron mi corazón, pero esas mismas fueron las que hicieron de mí, la mujer que soy hoy. Esas mismas fueron las que me guiaron a los brazos del amor nuevamente.
No me puedo quejar, después de todo la vida ha sido generosa conmigo. Pude conocer volver a amar y ser amada, tuve el don de ser madre y hasta de conocer a mis nietas. Vivo confiada que donde esté Scott, él las ve y las cuida como lo hace siempre conmigo.
En estos momentos, mi mente atienta contra mis recuerdos. El día a día se ha convertido en una carrera monótona contra el tiempo. Hago todo lo posible por escribir tan rápido como puedo. Temo morir sin antes terminar mi relato, sin antes ver los rostros de mis nietas al contener mi único legado. Mi único recuerdo vivo, la única memoria imborrable del amor de sus dos abuelos.
Con esfuerzo recuerdo cada momento con todos sus detalles, sentimientos y energía. Los revivo una y otra vez, incluso cuando mi memoria me traiciona ya de vez en cuando.
Scott fue un hombre perfecto en lo que cabe decir de todas las palabras. Él me dio un hijo cuando pensé que nunca llegaría a ser madre. Me enseñó a amar de nuevo, a creer y a confiar en la vida con la intensidad de un sabio, pero sobre todo me ayudó a creer otra vez en mi misma. Él me demostró que no era necesario permanecer en los sueños, porque las fantasías se pueden hacer siempre realidad. Entonces, ¿Para qué esperar más? Mejor empiezo con la historia para no hacer más larga la espera...
Ahora cierro mis ojos y me aparto del papel, evitando que mis lágrimas manchen su único legado. Es inevitable no llorar después de recordar tantas cosas. Tantas emociones se mueven dentro de mí, que el dolor añejo cobra vida sin que lo pueda evitar. Y revolotea cerca de mí como quien atenta injustamente, con el único gramo de bondad que me queda dentro. No sé cómo logré sobrevivir sin Scott todos estos años, pero saber que él está conmigo es lo que me dio esa esperanza de no desfallecer mucho antes.
– ¿Se encuentra bien Señora Becker?- Me pregunta siempre la enfermera. Es increíble cómo se preocupan por esta vieja enferma. Casi moribunda diría yo.
– Si... no es nada tranquila. Ya se me pasará- Le digo, alejándola con ironía. No me gusta la intromisión personal y menos en mis letras privadas.
***
Era una niña solitaria y taciturna, siempre me las ingeniaba para encontrar algo diferente que hacer, siendo que el año de 1915 era precioso para los mayores pero no para un infante.
Me asfixiaba estando encerrada entre cuatro paredes, viendo cómo mi madre luchaba por mantener justamente repartidas las raciones de comida entre nosotros. Escuchando las discusiones nocturnas de mis padres no tener suficiente dinero y ayudando día a día, en el oficio del hogar como toda señorita de campo. Disfrutaba de la vida rural, era el único tipo de vida que podíamos costear, pero también necesitaba salir al aire y disfrutar. No todo debía ser oficio y trabajo. Sin embargo, la vida de los pobres
como solía decir mi abuela, era muy diferente a la vida de los adinerados. Las comodidades como sirvientes entre otras cosas, no estaban a nuestro alcance.
Dublín era y todavía es uno de los lugares más hermosos para visitar. Las islas verdes y frescas surcadas por el océano azul oscuro. Aquellos celajes en tonos pastel; rosa, salmón y violeta. Todo aquello era como una ciudad encantada para hacer un cuento de hadas.
Tuve el privilegio de nacer ahí y fui feliz en lo poco que recuerdo. Pero mi mayor sufrimiento, viene de ahí también. Siempre que recuerdo mi juventud, se me llenan de lágrimas los ojos tras pensar en Scott y en mí. En lo que pudo haber sido estar siempre juntos, pero bueno... ya no es momento de lamentos. Si me preguntaran: ¿Te arrepientes de tu vida? Les diría que no. Al contrario, me concentro más en lo feliz que fui que en lo mucho que sufrí. Creo que esa es la verdadera magia de vivir. El hecho de poder ver las flores aún en medio del invierno. Saber que detrás de la neblina, existe un horizonte y que bajo la nieve, se esconden retoños de claveles, rosas y tulipanes.
Nuestra casa era una cabaña de madera muy humilde, pero con las comodidades que los pobres podíamos costear. Mi padre había traído la madera del bosque unos años antes de que yo naciera. Él me contó la historia cuando tenía apenas cinco años recién cumplidos. Claro que la historia cambió un poco. Eso siempre lo tuvo mi padre. Era un excelente hombre, pero vivía en un mundo inventado, alimentado por la fantasía y eso justamente era lo que más me atraía de él. Jorge quería que todos formaran parte de su mundo especial. En todas sus historias, inventaba criaturas místicas, accidentes sobrenaturales y escenas mágicas. Todo para sorprender mis sentidos ingenuos de infante.
Mi padre trabajó en la cabaña por más de ocho meses consecutivos, mientras mi madre dormía en una tienda de campaña improvisada. Jorge tenía conocimientos claros en métodos y técnicas de supervivencia, aun cuando jamás estudió para ello.
– Robé una sábana que colgaba del tendedero en una granja cercana, rompí una rama del árbol que talé y después la clavé en la tierra. Luego cubrí el armazón de madera con la sabana y listo, tienda para acampar- Dijo mi padre maravillado –Las bestias se acercaban a mí con temor, los osos soplaban hielo fuera de sus bocas y los lobos espiraban fuego por sus narices. Los ojos de ambos eran en color cobre y sus dientes eran brillantes y afilados, como la aguja de una temible inyección-
Mi padre me contó cómo una tarde en el bosque, se encontró con una manada de osos salvajes y lobos grises. Como siempre no se asustó, más bien los vio con furia directamente a los ojos, inyectando su mirada abrasadora –Huyeron como cachorros y osos teddie de cinco metros de altura- contó sacando pecho orgulloso. Su poder era más eficaz que las garras o los dientes de cualquier animal salvaje –Tomé entonces el árbol recién cortado sobre mi espalda, escupí una flema fuera de aquella boca seca y caminé hasta la casa aún en progreso donde Janice, tu madre esperaba por mí-
Su bisabuelo, construyó la cabaña usando el sentido común como él lo llamaba. Su obra maestra logró proteger a cuatro miembros por quince largos años. Fue capaz de soportar todo tipo de embestidas como por ejemplo: los ataques de una pareja haciendo el amor todas las noches, con el afán de que mi madre quedara embarazada pronto, para entonces comenzar a llenar la casa con muchos hijos –Nunca supe qué tenía Janice que le impedía quedar embarazada- repetía mi padre, pero cinco años más tarde nací yo. Según sus bisabuelos para traer alegría infinita al mundo o para ser en un futuro, un bello ejemplo a seguir.
***
La familia adinerada para la que trabaja mi padre, vivían unas cuantas manzanas más lejos de nuestra casa. Mi padre llevaba cerca de diez años de labrar la tierra para ellos y de arreglar ciertos detalles de su hogar, pero el deseo de superarse y ser algún día un empresario importante, lo llevó a idear una estrategia.
Esa tarde escuché por parte de mi padre que iríamos a una cena formal con los ricos
. Mi mente pensó rápido e imaginó con detalle lo trágica que sería aquella reunión. Me empecé a sentir mal y hasta avergonzada. Intenté fingir una enfermedad para detenerlos de ir, pero nada de eso sirvió.
– Blusa, un miembro Becker jamás tiene miedo ni se avergüenza de sus raíces- dijo mi padre serio. Arreglándose el cuello de su camisa y tirando de sus sujetadores del pantalón con gracia.
Al llegar a la casa de los vecinos ricos
tenía miedo de entrar. La niña frente a mis ojos se mostraba imponente, dominante y bastante engreída. Se veía demasiado impecable en su vestido limpio y planchado. Su cabello bien perfumado y peinado en un pequeño moño de color lila. Sus piernas libres de raspones y de tierra de días anteriores, me hizo cohibirme sin poderlo evitar. Su hermano era mayor, pero lucia bastante apuesto. Recuerdo que al verlo sentí que me enamoré de él al instante. Aquellos pantalones de color beige, el conjunto de camisa celeste y chaleco azul marino, pintaban en él una elegancia alucinante.
Después de un rato, la señora Mogonia nos invitó a pasar a la mesa para tomar la cena familiar
. Sonreí