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Historias del amor perdido
Historias del amor perdido
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Libro electrónico55 páginas40 minutos

Historias del amor perdido

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El amor causa dolor. Esta antología de historias de amor presenta una recopilación de cinco historias cortas y poemas, narrando cada una de ellas una historia de amor. Cada personaje debe descubrir por sí mismo si una rosa vale la pena a pesar de todas las espinas.

Un hombre y su mujer se enfrentan por bolsas de zanahorias. Un borracho se pelea con su único amor verdadero, una botella de vino. Tres mujeres lloran la pérdida del único hombre que podía calmar su agitado barril de pólvora emocional. Un joven enamorado se aferra a su primera pasión amorosa. Una foto deteriorada despierta recuerdos de un viaje de pesca y del amor que se fue.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 ago 2016
ISBN9781507150979
Historias del amor perdido

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    Historias del amor perdido - J. H. Bardwell

    El amor causa dolor. Esta antología de historias de amor presenta una recopilación de cinco historias cortas y poemas, narrando cada una de ellas una historia de amor. Cada personaje debe descubrir por sí mismo si una rosa vale la pena a pesar de todas las espinas.

    Un hombre y su mujer se enfrentan por bolsas de zanahorias. Un borracho se pelea con su único amor verdadero, una botella de vino. Tres mujeres lloran la pérdida del único hombre que podía calmar su agitado barril de pólvora emocional. Un joven enamorado se aferra a su primera pasión amorosa. Una foto deteriorada despierta recuerdos de un viaje de pesca y del amor que se fue.

    HISTORIAS DEL AMOR PERDIDO

    ––––––––

    de

    J.H. Bardwell

    Publicado por Twigboat Press

    Copyright © 2015 by J. H. Bardwell

    Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio sin la previa autorización escrita del autor, distribuida en cualquier forma de encuadernación o cubierta distinta a aquellas en que se publica y sin una condición análoga impuesta al comprador. Se trata de una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, lugares, sucesos y acontecimientos son producto de la imaginación del autor o son utilizados de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, o eventos reales es pura coincidencia.

    DEDICATORIA

    ––––––––

    Para todas aquellas almas románticas que una vez perdieron el amor o siguen buscándolo.

    ÍNDICE

    ––––––––

    1. ¿Quién dice que no puedes convertir a un hombre en un conejo?

    2. Mareo miserable.

    3. Ciudades en la arena.

    4. Pétalos de rosa

    5. Comentarios crueles

    Próximos lanzamientos

    El autor

    La editorial

    1. ¿QUIÉN DICE QUE NO PUEDES CONVERTIR A UN HOMBRE EN UN CONEJO?

    Mis problemas conyugales culminaron con una gran adquisición de zanahorias de las que nunca antes habíamos necesitado una bolsa entera. Esperaba ver llegar a un montón de conejos saltando en procesión hacia la cocina tras mi mujer. No llegó ninguno y comprendí en cuanto ella levantó un muro sobre mi refresco y mis galletas que quería hacer de su marido un conejo. Que la nariz se me moviera nerviosamente y que las orejas se me cayeran; dos pasos fuera de casa y ya me veía cavando madrigueras en el patio. Me resistí al repentino deseo de engullir camino al sótano y a mi tele para sacar un frigorífico más pequeño y secreto.

    Así que por esto es por lo que querías hacer la compra esta semana, le arranqué educadamente el producto de las manos y comencé a explorar mi frigorífico. Ella empezó por la tercera bandeja y evitó el contacto (como si yo fuera el único con los dedos arrugados y manchados de color naranja) antes de volver a sus bolsa de la compra.

    ¡No sólo por esto!. Ella dejó caer algo en la bolsa mojada de papel marrón y sacó su mano como si me acusara, agitándola bajo el pecho.

    Retira eso dije mientras seguía sacando una bolsa de plástico tras otra de amarga comida para conejos.

    No, respondió Vivian, no lo voy a hacer. Empezó a cargar una a una las bolsas de la compra para evitarme la molestia de vaciarlas. ¡Cómo si no pudiera olerlo! La cocina se impregnó del aroma rancio de un bufé de ensaladas pasadas. Sus manos apestaban. Antes solíamos cogernos de la mano, cuando

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