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Cuatro Cuentos Apestosos: Volumen 1: Cuatro Cuentos Apestosos, #1
Cuatro Cuentos Apestosos: Volumen 1: Cuatro Cuentos Apestosos, #1
Cuatro Cuentos Apestosos: Volumen 1: Cuatro Cuentos Apestosos, #1
Libro electrónico57 páginas40 minutos

Cuatro Cuentos Apestosos: Volumen 1: Cuatro Cuentos Apestosos, #1

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Cuatro historias de amor, traición y ese gas verde favorito de todos en un inolvidable volumen. 

Para lectores adultos (maduros o no). Aproximadamente 11.000 palabras. 

EMBOTELLANDO PEDOS 

¿Podría el poder más grande... 

El camino a la riqueza, más allá de nuestra imaginación más salvaje... 

La clave para alcanzar el más alto nivel de conciencia espiritual y la felicidad... 

... Ser obtenido por pedos embotellado??? 

--Es nuestro secreto... --Vlad le dijo al niño pequeño. --Usa el poder con cuidado... 

EL CRITICO ENCULADO 

El culo de Zack Pimpton nunca ha estado peor, y el hecho de que el médico sea un comediante a tiempo parcial no ayuda. Por desgracia, Zack es bastante cabrón y dice lo que no debe, haciendo que el buen doctor se ponga furioso. 

A PUNTO DE REVENTAR 

Barnabus Prim ha llegado al final del camino. Ahogado en deudas y casado con una mujer odiosa que no puede ni verlo, decide hacer lo impensable. Pero encontrar el camino al más allá resulta mucho más difícil de lo que él había imaginado. 

EL MATRIMONIO APESTA 

Mackelroy Puggsley creía haberlo oído todo, hasta que un extraño hombre llamado Bilby Bloob se aparece en su vestíbulo una mañana. Cuando Bilby le pide un permiso de matrimonio para su gaseosa esposa, el viejo pone el freno. Sí, una cosa es casarte con tu novia de la secundaria, pero ¿con un pedo? ¿A quién se le puede ocurrir casarse con un pedo? 

--No me iré a ningún lado hasta que nos dé un permiso de matrimonio --insisitó Bilby. 

--¿Ah, sí? --Mackelroy se hizo sonar los nudillos.

IdiomaEspañol
EditorialDonald Rump
Fecha de lanzamiento6 abr 2016
ISBN9781310715778
Cuatro Cuentos Apestosos: Volumen 1: Cuatro Cuentos Apestosos, #1
Autor

Donald Rump

When he's not writing about old, crusty farts, Donald Rump writes about actual farts--the stinkier the better. He is also an advocate of the No Fart Left Behind program and marriage equality for all gaseous entities great and small. Mr. Rump lives in Southern Maryland with his pet fart Floofy. (Note: Image licensed by DepositPhotos.com and © Matthew Britton.)

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    Cuatro Cuentos Apestosos - Donald Rump

    Embotellando Pedos

    Embotellando Pedos

    Henry Winkle no era un pequeño bastardo común y silvestre. Era un sorete excepcionalmente malvado que disfrutaba provocando a otros, incluso a gigantes que podrían aplastar sus bolitas Raisinet con facilidad. No es de extrañar que el bellaco haya repetido un año en la escuela, así que sus padres no tuvieron otra opción que enviarlo con los católicos después de que lo expulsaran de la escuela pública que estaba en la mano de enfrente. A las dos semanas de estar en St. Agnes ya había fastidiado a la mayor parte del personal, sobre todo al suave Padre Amos (¿o era Anos?), que acogía a todo el mundo, incluso a pequeñas mierditas poseídas por el demonio que disfrutaban pegando a las monjas a sus sillas con pegamento ultrarrápido. Cuando sus padres se enteraron de las últimas hazañas de Henry (cambiar el agua bendita al frente de la iglesia por agua del inodoro), se preguntaron si no le vendría bien ir a una escuela militar. Quizás deberían ponerlo en un cañón y dispararlo en la dirección en la que pensaban que estaba la Academia Militar de Fort Union.

    Demonios, valía la pena intentarlo.

    Así que no debe sorprender que Henry se encontrara otra vez llorando y con la nariz ensangrentada tras haber sido noqueado por un chico de la mitad de su tamaño que lo dejó inconsciente. Tal vez no debería haberle dicho al estudiante transexual con cinturón negro de segundo grado que golpeaba como una niña.

    --Hey, amiguito. ¿Qué pasa? --dijo Vlad, el anciano portero, fregando el piso.

    A Henry le gustaba hablar con el viejo saco cada vez que se metía en problemas, lo que se estaba convirtiendo en un acontecimiento diario. Por su puesto, a Henry no le gustaba Vlad en lo más mínimo. Eso significaría que era menos que el anticristo. En realidad, a Henry le gustaba burlarse de los feos pantalones a cuadros del vejestorio y del escote masculino que asomaba cada vez que se inclinaba. El cabello de Vlad parecía haber sido pintado con aerosol, sus cejas eran retorcidas como el vello púbico y sus botas viejas y rechinantes deberían estar en un museo. Y, aunque Vlad levaba un par de gruesos bifocales, Henry juraría que el viejo no podría verse el pito. Curiosamente, Henry confiaba en él, lo que volvía su relación aun más peculiar.

    --Vamos, amigo. Puedes contarme. --Vlad se apoyó en su trapeador.

    Henry se encogió de hombros.

    --Me peleé.

    --¿Otra vez? Es la quinta vez esta semana.-- El viejo le echó una ojeada a su reloj. --Tienes que cortar con esa mierda.

    --Sí, ya sé. --El muchacho continuó caminando.

    --¿Y adónde vas? ¿Tienes que dejar a los chicos en la piscina? --sonrió Vlad.

    --Nah, tengo que ver al director.

    --¿En serio? No puedes hacer eso. ¡Esta vez seguro que te echan!

    --Sí, bueno... supongo que no es una gran pérdida. --Miró las paredes destruidas y el moho negro que cruzaba el techo.-- ¿Qué cree que debo hacer?

    --Bueno, para empezar, no deberías meterte en más peleas.

    --¡Pero no fue mi culpa! Leslie me acusó de tirarme un pedo y me metió el dedo en el culo.

    --¿Estás seguro de que era un dedo? --dijo Vlad, haciendo a un lado el trapeador.-- De todas maneras, hay mejores formas de ocuparse de esos pequeños bastardos comemierda.

    --¿Ah, sí? ¿Cómo cuál? --preguntó

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