Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Al límite: (Grind)
Al límite: (Grind)
Al límite: (Grind)
Libro electrónico72 páginas53 minutos

Al límite: (Grind)

Calificación: 3 de 5 estrellas

3/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Phillip vive para el skateboarding. La escuela no es más que un paréntesis entre intentar un aterrizaje difícil y escapar de los guardias de seguridad. Cuando él y su mejor amigo, Wally, conocen a un patinador profesional que graba videos de sus mejores trucos para su sitio web, Phillip decide que ellos pueden hacer lo mismo y ganar un poco de dinero. Pero cuando crean una página propia y empiezan a recibir visitas (y a obtener ganancias), comienzan a sentirse presionados para hacer trucos cada vez más peligrosos.

Philip lives for skateboarding. School is merely the break between trying to land a difficult jump and outrunning the security guards. When he and his best friend Wally meet a professional skateboarder who videotapes himself for his website, Philip thinks they can do it too—and make money at the same time. When they start getting hits on their website—and making money—they start to feel the pressure to do more and more dangerous stunts.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 oct 2010
ISBN9781554695058
Al límite: (Grind)
Autor

Eric Walters

Eric Walters, a former elementary school teacher, is a bestselling children’s author in Canada. He is the founder of Creation of Hope, which provides care for orphans in the Makueni district of Kenya. His recent books include The Rule of Three series and Nothing to Fear.

Relacionado con Al límite

Libros electrónicos relacionados

Salud y vida cotidiana para jóvenes para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Al límite

Calificación: 3.1 de 5 estrellas
3/5

5 clasificaciones1 comentario

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

  • Calificación: 4 de 5 estrellas
    4/5
    This e-book version offered through Tumblereadables provides a welcome alternative format to the traditional Orca Soundings chapter books. As an e-book, each chapter is broken up into small section over 5-10 pages, making the task of reading a novel much less daunting and giving the reader the immediate satisfaction of accomplishment. No audio track is provided, but there are many useful features such as a table of contents for easy access, bookmarking capability, and additional options to customize the text according to font, size, colour, and spacing. Identified as a high interest / low level vocabulary novel, the story follows a pattern of short dialogues between the characters, with limited narrative - which reads exceptionally well in the e-book format. Students will connect with the skateboard lingo such as grind, fakie, 360s, and descriptions of various skateboarding manoeuvres, but more savvy readers may find some of the scenerios and the conclusion a little contrived. Home access available with a public library card or school library subscription.

Vista previa del libro

Al límite - Eric Walters

trece

Capítulo uno

Sonó la campana, marcando el fin tanto del día escolar como de mi siesta. Me agaché y recogí mi mochila, guardé el cuaderno y me levanté. A pesar de lo lento que estuve, fui el primer alumno en atravesar la puerta. Ni mi mente ni mi cuerpo se habían movido tan rápido en todo el día.

Qué no entendía que el día de escuela se había acabado? Debería dejar de hablar, porque yo ya había dejado de escucharlo. Ya sabía que había un examen y claro que iba a prepararme. Planeaba saltarme la primera clase para estudiar. Por ahora, sin embargo, era libre.

Zigzagueé por el pasillo entre la masa de chicos que iban en sentido contrario. No conocía a la mayoría de ellos, pero lo que sí sabía era que todos queríamos lo mismo: salir del edificio cuanto antes. Llegué a mi casillero, lo abrí y lancé adentro mi mochila. No había nada ahí que fuera a necesitar más tarde. Lo único que iba a usar estaba al fondo del casillero y…

—¡Oye, Phil!

Me di la vuelta.

Cómo va todo, Wally?

Qué quieres hacer?

—Pensaba irme a casa porque tengo algunas cosas pendientes. Después voy a terminar toda la tarea y a hacer un poco de matemáticas extra, para estar mejor preparado. Después voy a leer un poco de la Biblia y a acostarme temprano, porque al que madruga Dios lo ayuda.

En serio? —preguntó Wally.

Qué crees que voy a hacer? —Me agaché y saqué mi patineta del casillero.

—Ya sabía que íbamos a patinar —dijo Wally, que ya tenía su tabla bajo el brazo—. Sólo quería saber dónde.

—Estaba pensando en ir detrás del Super Save.

—Por mí está bien. Supongo que Lisa no va a venir.

Me volteé, cerré el casillero de un golpe y puse el candado.

Tú qué crees?

eh?

Quieres patinar o no?

Wally sacó su patineta de debajo del brazo y la levantó.

—No traigo esto sólo para verme en onda.

—Qué bueno, porque la verdad es que no lo estás logrando —bromeé.

Cada vez había menos alumnos a nuestro alrededor, o sea que algunos habían conseguido escapar antes que yo. Eso no me gustó nada. Nos apuramos por el pasillo. Pensé en lo rápido que podríamos avanzar si pusiéramos las patinetas en el suelo y saltáramos sobre ellas. Claro que eso habría hecho que nos suspendieran.

Afuera de la escuela el estacionamiento estaba lleno a reventar: había autos saliendo en reversa de sus lugares y muchos otros avanzando lentamente en fila, listos para salir. Los alumnos serpenteaban entre los vehículos. Caminamos entre el tráfico. Patinar, repito, habría sido más rápido, pero las reglas eran las mismas en el estacionamiento: si te atrapan patinando estás suspendido. Parecía que había más reglas y castigos por hacer skateboarding que por vender drogas.

Llegamos por fin al borde del estacionamiento. A sólo unos pasos del terreno de la escuela, bajé mi patineta y me impulsé sobre ella hacia la libertad.

El sendero era suave, en bajada, y llevaba a un túnel bajo la calle principal. Había grupos de personas a lo largo de nuestro camino. Eso me gustaba. La gente se convertía en obstáculos que había que sortear. Me impulsé con más fuerza, tomando velocidad. Zigzagueé de un lado a otro para esquivar a la gente, pero tratando de hacerlo en el último momento.

Me incliné mucho para que la pendiente hiciera parte del trabajo y aceleré. Justo al final de la colina había unos cuantos escalones: doce, para ser exactos. La escalera estaba cada vez más cerca. Me lancé desde lo más alto y tomé una gran altura, agarrando la patineta con una mano, volando; golpeé el pavimento con fuerza, salí despedido de la patineta hacia adelante y caí de cara en el pasto y la grava, a un lado de la calle.

Oí los gritos y las risas detrás de mí: era la gente que había en el camino. Me levanté.

Estás bien? —me preguntó Wally. Había llegado corriendo con la patineta bajo el brazo.

Escupí un poco de pasto y tierra.

—Estoy bien.

¿Disfrutas la vista previa?
Página 1 de 1