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El ser mujer: La confusión sobre la identidad femenina y cómo los cristianos deben responder
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El ser mujer: La confusión sobre la identidad femenina y cómo los cristianos deben responder
Libro electrónico230 páginas3 horas

El ser mujer: La confusión sobre la identidad femenina y cómo los cristianos deben responder

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Vivimos en un momento cultural donde la definición de "mujer" elude a los pensadores más agudos y a los científicos más brillantes, donde dicen que el sexo biológico y el género de una persona están divorciados, donde el significado del género en sí mismo cambia constantemente de objetivo, y en el que especialmente niñas y mujeres luchan por saber quiénes son.  

Donde la confusión social se ha producido naturalmente a partir de una agenda, y los cristianos se preguntan especialmente cómo pensar y cómo responder, Katie J. McCoy ofrece una guía clara y útil en su primer libro comercial, “Ser mujer”. 

En estas páginas, Katie te ayudará ha entender: 

  • ¿Por qué, como cultura, hemos llegado a tal lugar de confusión de género? 
  • ¿Cuál es la relación entre el sexo biológico y el género, y por qué esta relación es tan crucial? 
  • La verdad sobre la transición de género, incluido el daño irreversible de la terapia hormonal en el cuerpo humano femenino. 
  • Mitos comunes y malentendidos en el debate de género. 
  • Lo que las Escrituras y la ciencia tienen que decir al respecto. 
  • Maneras de responder como cristianos hacia seres queridos que luchan con la identidad de género. 
 

We live in a cultural moment where the definition of “woman” eludes the keenest of thinkers and brightest of scientists, where one’s biological sex and one’s gender are divorced, where the meaning of gender itself is a constantly moving target, and where girls and women, especially, struggle to know who they are. 

Where societal confusion has naturally ensued from this state of affairs, and Christians especially wonder how to think and respond to it, Katie J. McCoy offers a clear and helpful guide in her debut trade book, To Be a Woman. 

In these pages, Katie will help you understand: 

  • Why, as a culture, we’ve arrived in such a place of gender confusion 
  • What the relationship is between biological sex and gender, and why this relationship is so crucial 
  • The truth about gender transitioning, including the irreversible damage of hormone therapy on the female human body 
  • Common myths and misunderstandings in the gender debate 
  • What Scripture and science have to say on the matter 
  • Ways to respond in a Christlike way to loved ones struggling with gender identity.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 jun 2024
ISBN9798384500292
El ser mujer: La confusión sobre la identidad femenina y cómo los cristianos deben responder

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    El ser mujer - Katie J. McCoy

    Tabla de contenido

    Introducción: Un caos cultural y una confusión contagiosa

    Capítulo 1—Cómo: El efecto formativo de la influencia social

    Capítulo 2—Por qué: Las ideas que dominan nuestro sentido de identidad

    Capítulo 3—Dónde: La esfera relacional y la validación de la identidad de género

    Capítulo 4—Qué: Las diferencias biológicas demasiado complejas como para ignorar

    Capítulo 5—Quién: El significado teológico de la identidad femenina

    Capítulo 6—A la vuelta de la esquina: Lo que no puedes darte el lujo de no saber

    Capítulo 7—Mirar atrás y avanzar hacia delante

    Apéndice A: ¿Qué pasa con la intersexualidad?

    Apéndice B: ¿La disforia de género tiene un fundamento cerebral?

    Glosario

    Lectura recomendada

    Notas

    El ser mujer

    Ser mujer: La confusión sobre la identidad femenina y cómo pueden responder los cristianos

    Copyright © 2024 por Katie J. McCoy

    Todos los derechos reservados.

    Derechos internacionales registrados.

    B&H Publishing Group

    Brentwood TN, 37027

    Diseño de portada: Faceout Studio, Jeff Miller.

    Imágenes de la portada: Reksita Wardani y White Dragon/Shutterstock.

    Clasificación Decimal Dewey: 305.42

    Clasifíquese: MUJERES \ ROL SEXUAL \ VIDA CRISTIANA

    Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida ni distribuida de manera alguna ni por ningún medio electrónico o mecánico, incluidos el fotocopiado, la grabación y cualquier otro sistema de archivo y recuperación de datos, sin el consentimiento escrito de la autora.

    A menos que se indique de otra manera, las citas bíblicas marcadas NBLA se tomaron de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA), Copyright © 2005 por The Lockman Foundation. Usadas con permiso.

    ISBN: 9798384500292

    1 2 3 4 5 * 27 26 25 24

    Para Cindy McCoy,

    la primera y mejor mujer que conocí.

    Reconocimientos

    Doy gracias a B&H Publishing por identificar la necesidad de abordar este tema y la urgencia del momento que tantos seguidores de Cristo están enfrentando. Ashley Gorman, mi editora, brindó tanto su guía profesional como su ánimo personal a través de este proceso. Doy gracias por su profesionalismo editorial y sus años de amistad. Mary Wiley también dedicó tiempo para leer el manuscrito y aportó ideas útiles.

    No puedo dejar de mencionar la influencia constante de Phil Miller, cuyo liderazgo del Center for Church Health en Texas Baptists me ayuda a concentrarme en lo que importa para la eternidad y me brinda la libertad de ir en pos de ello de maneras creativas; y también al Dr. Jeff Warren, pastor de la Iglesia Bautista Park Cities, cuya predicación es un modelo para abordar temas culturales con claridad y compasión.

    Y doy gracias a los muchos amigos que me han alentado: a Michelle, cuyo enfoque del reino ha constituido una presencia afilada por casi quince años; a Payton, que escuchó con entusiasmo y curiosidad el contenido de semanas de investigación; a Tasha, cuyos mensajes de texto alentadores siempre parecían llegar en el momento justo; y a muchos que apoyaron de incontables maneras: Donna, Esther, Hannah, Katie, David, Kibby, Jonathan, Teresa, Ben, Sharon, Ann y las chicas de la «Minivan».

    A mi familia: mi hermano Zach, que me enseña constantemente a ser una mejor escritora y un mejor ser humano en general; a Papá, cuya confianza es contagiosa y sus convicciones son un puntal; y a Mamá, cuya influencia y visión refinadoras fueron indispensables para aventurarme en este proyecto y en cientos de otras empresas. Los amo muchísimo.

    Por último, a las madres y las ministras para quienes está escrita esta obra, las cuales han compartido sus historias de hijos, pacientes, estudiantes y compañeros de trabajo que navegan por una cultura de confusión de género; ustedes estimularon y dirigieron esta investigación. Mi oración es que esta obra aumente la audacia de su testimonio, la profundidad de su compasión y la confianza de su convicción en lo que significa ser una mujer.

    INTRODUCCIÓN

    Un caos cultural y una confusión contagiosa

    Después de dos años de testosterona y una doble mastectomía, ella seguía siendo una niña cansada, solitaria y herida. Sus palabras.

    Cuando Heather Shribe se hizo cristiana mientras estaba en la universidad, empezó a procesar el dolor de su pasado: el divorcio de sus padres, un padre abusivo, una madre distante y las palabras hirientes de su papá cuando le dijo que no era la hija que él había querido. Nunca había sido una «chica femenina». Y su sentido internalizado de insuficiencia terminó transformándose en autodesprecio.

    A Heather le costaba lo que la Biblia decía sobre la sexualidad y reconocía su propia atracción a personas del mismo sexo. Cuando compartió su lucha con un grupo de cristianos, lo hizo porque necesitaba que alguien se interesara. «Gracias por contarnos lo que te sucede… No estás sola. Otros cristianos también han luchado con esto… Vamos a ponerte en contacto con alguien capacitado para ayudarte espiritual y emocionalmente… Sigues perteneciendo aquí».

    Ella no escuchó nada de eso.

    Las cuestiones subyacentes de su autopercepción y atracción sexuales quedaron sin abordar. Su salud mental empeoró cuando decidió confesar que era lesbiana. Y una vez más después de que el subidón de la terapia hormonal cruzada desapareciera. Y otra vez después de su «cirugía superior». En sus propias palabras, estaba «tratando de modificar mi cuerpo para lidiar con el dolor de mi alma». En un período breve de tiempo, había transicionado social, hormonal y quirúrgicamente a vivir como un hombre. A Heather no solo le disgustaba ser mujer. A Heather le disgustaba ser Heather.

    Meses después de su cirugía, se dio cuenta de que su dolor iba más allá de lo que podía resolver cualquier cirujano. Percibió que el Espíritu Santo le decía: «¿Por qué te estás conformando con tu quebranto? ¿Acaso no sabes que yo ofrezco plenitud?». Tal vez ella había abandonado toda esperanza de gustarse. Pero Dios no había dejado de amarla. A partir de ese momento, empezó el proceso de detransicionar y vivir en armonía con el cuerpo que Dios le había dado. Hoy, Heather comparte su historia como testimonio del poder de Jesús para restaurar y como un llamado de atención a Su pueblo.

    La nueva epidemia

    La experiencia de Heather se parece a la de muchos. Un 80% de la comunidad LGBTQ viene de un trasfondo cristiano o religioso. Viene de tus grupos de jóvenes, de tus estudios bíblicos universitarios, tus campamentos de verano para niños. Están en nuestras congregaciones, nuestras escuelas o cooperativas cristianas y nuestras familias. Sin embargo, se sienten tironeados entre un sistema de creencias que ancla el sexo y la identidad de género en un Creador y una corriente cultural revuelta que los envuelve en confusión y, en muchos casos, les produce un daño irreparable. Si las jovencitas expresan desdén por su peso, su forma o su color de piel, la sociedad les dice que no cambien, sino que acepten quiénes son, en nombre de la positividad corporal. El mensaje es el siguiente: No deberías sentir vergüenza de tu cuerpo. Deberías aceptarlo plenamente tal cual es. Pero cuando estas mismas jovencitas expresan desdén por su sexo biológico, la sociedad les dice lo opuesto: en lugar de escuchar que deberían aceptarse y abrazar sus cuerpos, se ven inundadas de sugerencias de cambiarse mediante alteraciones médicas y quirúrgicas… todo en nombre de la aceptación personal. La autolesión es el nuevo cuidado personal.¹ Con razón las mujeres y las niñas de hoy se sienten perdidas.

    Entre los niños y los adolescentes, la disforia de género se ha disparado en los últimos años, para desconcierto y alarma de muchos padres. Históricamente, la disforia de género casi siempre aquejaba a los niños y los hombres. Esta enfermedad solía comenzar en la temprana infancia (entre los dos y los cuatro años de edad) y era extremadamente inusual, ya que afectaba a un 0,005 y 0,014 de los que nacían varones.² Pero, en la última década, estas estadísticas dieron un giro radical. De repente, las que nacieron mujeres y que nunca habían tenido confusión de género profesaron ser trans. En 2016, la reasignación de género femenino a masculino (FtM) constituyó un 46% de todas las dobles mastectomías. Para 2017, estaba en un 70%.³ En Reino Unido, una de las dos clínicas de género más grandes en Europa para niños y adolescentes fue testigo de un aumento epidémico en las derivaciones en un período de 7 años, desde 138 casos en 2010 hasta más de 2700 casos en 2019-2020. Se trata de un aumento de más del 2000% en menos de una década. Además, dentro de este mismo período de tiempo, la edad promedio de derivaciones de transición de género disminuyó, y la proporción de pacientes hombres y mujeres se inclinó a favor de las mujeres biológicas. Entre los pacientes de entre 11 y 17 años de edad, 400 de cada 500 derivaciones para transición de género eran de niñas. Estamos hablando de más de un 75%.⁴ En 2007, Estados Unidos tenía solo una clínica de género para adolescentes. Para 2021, ese número saltó a al menos cincuenta.⁵ En otras palabras, la confusión de género no solo está aumentando, sino que está haciendo erupción, y de manera abrumadora, las muchachas son las que parecen más afectadas por la explosión.

    La ideología de género también está influyendo a niños cada vez más pequeños. Antes de que puedan registrarse para votar, conducir un auto, recitar las tablas de multiplicación o incluso formar frases completas, los padres y los proveedores de salud están facilitando —y a veces imponiendo— la transición social. Sitios como Healthychildren.org, el sitio web oficial de crianza de la Academia Estadounidense de Pediatría, afirma que los niños tienen un «sentido estable de su identidad de género» al llegar a los cuatro años de edad.⁶ El Hospital de Niños de Boston afirma que los niños que recién empiezan a andar son conscientes de su identidad trans y la comunican al jugar con juguetes del género opuesto o negarse a que les corten el cabello de determinada manera.⁷ El hospital de investigación pediátrica de mayor renombre también presenta a una ginecóloga que explica el concepto de las histerectomías de reafirmación de género.⁸ Y para los centros médicos que intentan mejorar sus resultados, las «cirugías de reafirmación de género» son un excelente negocio. En 2022, circuló una grabación de una médica del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, Shayne Taylor, en la cual la doctora describía lo lucrativas que prometían ser las «cirugías superiores» en los menores. «Un negocio redondo», las llamó.⁹

    Un terapeuta prominente de género en San Francisco afirma que los niños saben cuál es su identidad de género a la temprana edad de tres años. Diane Ehrensaft, autora de The Gender Creative Child [El niño con creatividad de género], declara que los niños pueden estar enviando «mensajes de género» preverbales a sus padres, comunicándoles su verdadero género. Un varoncito que se desabrocha su enterito está creando un vestido para identificarse como niña. Una niña pequeña puede declarar: «¡Yo nene!», y resistirse con persistencia a usar hebillas o moños para el cabello porque quiere identificarse como niño.¹⁰ Todo esto antes de que la corteza prefrontal —la parte del cerebro responsable de la evaluación adecuada de una situación, la toma de decisiones y el control de impulsos— se desarrolle. En un grupo cerrado de Facebook para padres que identifican y reafirman la identidad transgénero de su hijo, los padres intercambian consejos sobre cómo presentar socialmente a sus pequeños como el género opuesto, incluido cómo meter una camisa dentro del pantalón para aplanar genitales para su «hija» y dónde comprar un pene y testículos prostéticos tejidos al crochet para su «hijo».¹¹ Estos padres creen que están brindando apoyo, aceptación y amor. Creen que están concediendo la libertad de una determinación personal sin restricciones ni influencias externas. Y esta determinación personal no tiene límites.

    La última década también ha sido testigo de un incremento en variantes de género. En 2014, Facebook anunció cincuenta y ocho opciones de género mediante las cuales los usuarios podían identificarse.¹² Otras fuentes afirman que la cantidad de géneros es mayor que setenta.¹³ Y parece ser una categoría social en constante expansión. Uno puede identificarse como ambigénero, con «dos identidades de género específicas en simultáneo, sin ninguna fluidez ni fluctuación»; demigénero, con «rasgos parciales de un género y el resto del otro género», o femifluido, «que fluctúa respecto a los géneros femeninos». Está la identidad angenital, en la cual una persona no quiere ninguna característica sexual pero sigue reteniendo un género; la omnisexualidad, en la cual uno tiene o experimenta todos los géneros, y blankgirl [chica en blanco], según la cual una niña no puede describir su femineidad como nada más que un «espacio en blanco».¹⁴ Recientemente, el género se ha difuminado con otras especies, como en el caso del xenogénero, donde la identidad de género de alguien no puede ser contenida por categorías humanas y se expresa en relación con animales o plantas, y más específicamente, «catgirl» [chica gato], una identidad de género asociada con los gatos y con sentimientos felinos.¹⁵ Hay que reconocer que estas identidades son poco comunes. Sin embargo, la lógica detrás de ellas es coherente. Si la identidad de género está desconectada del sexo biológico y no tiene nada que ver con él, entonces las personas tienen la libertad de crear su identidad según sus actitudes y afinidades. El género se transforma en un sentimiento transitorio, una impresión efímera que puede cambiar durante el curso de la vida, o incluso del día.

    La narrativa cultural dominante afirma que las identidades de género no conformistas constituyen una porción significativa de nuestra sociedad. Salir del armario como trans o no binario se ha puesto de moda entre los famosos, por ejemplo, Halsey, Cara Delevingne, Ellen/Elliot Page, Demi Lovato y Janelle Monae. Las publicaciones dirigidas a adolescentes y jovencitas, como Teen Vogue y Cosmopolitan, suelen mostrar contenido relacionado con la cultura trans y no binaria. Como era de esperar, la tendencia logró su cometido, y las alumnas de escuela primaria y secundaria informan una desconformidad de género entre sus pares como algo cada vez más frecuente.

    Abordar la narrativa de género ya es desalentador de por sí, pero además se silencia sistemáticamente su contranarrativa. En una sociedad donde las perspectivas son «violencia» y las palabras son «armas», cualquier discurso que cuestione —y mucho menos, contradiga— la narrativa predominante de género se considera peligroso, dañino, una amenaza a los derechos civiles, e «inseguro». Cuando un senador de Estados Unidos apremió a una profesora de abogacía de Berkeley para que le contestara si los hombres podían quedar embarazados, ella lo acusó de transfobia y de contribuir a la violencia contra las personas transgénero y a su índice de suicidio.¹⁶ Según cuáles canales de noticias y plataformas de medios sociales frecuentes, tal vez nunca hayas escuchado sobre eruditos y autores que produzcan respuestas con base científica a la ideología de género. Varios puntos de venta retiraron libros como The End of Gender [El fin del género], de Debra Soh, When Harry Became Sally [Cuando Harry se transformó en Sally], de Ryan Anderson, y Un daño irreversible, de Abigail Shreir, después de recibir quejas sobre su contenido. Después de que la Asociación Estadounidense de Libreros enviara Un daño irreversible a sus distribuidores, emitió una disculpa por cometer un «incidente serio y violento» que iba contra sus políticas, valores y todo lo que creían y apoyaban.¹⁷ Si te atreves a afirmar abiertamente que solo las hembras pueden ser mujeres, te arriesgas a caer en un purgatorio de medios sociales y a la muerte profesional.¹⁸ Cualquier cosa que no sea una reafirmación y un acuerdo sin reservas se suele tratar como transfobia. El desacuerdo, por más pacíficamente que se comunique, se ha vuelto sinónimo de odio.

    Qué estamos haciendo aquí

    En la escuela secundaria, mi clase favorita era la del Sr. Eaton, «Introducción al periodismo». Y no solo porque pudiéramos mirar la película Todos los hombres del presidente. El Sr. Eaton nos inculcó un amor por hacer buenas preguntas, por indagar más. Y como cualquier buen profesor de periodismo, nos inculcó las nociones elementales de un buen reportaje: preguntar quién, qué, dónde, cuándo, por qué y cómo.

    A medida que examinamos la confusión respecto a la identidad femenina, consideraremos cinco esferas distintas que moldean y dan forma a nuestra visión. Por momentos, estas esferas se superponen. En otros momentos, se excluyen unas a otras. Pero siempre influyen en la formación de la identidad femenina.

    Quién: Esta es la esfera teológica. Es el fundamento de nuestra identidad. Quiénes somos responde a lo

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