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El placer de estar conmigo
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Libro electrónico406 páginas6 horas

El placer de estar conmigo

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El placer de estar conmigo es un viaje esencial para todas aquellas mujeres que desean conocer un espectro más completo de su sexualidad. El libro abarca desde lo biológico, fisiológico, psicológico y emocional, pasa por lo sociocultural y llega a aspectos vinculados con lo erótico y espiritual. Con la mente de una científica y el corazón de una mujer sensible, la médica sexóloga Carolina González Jiménez despliega todo su talento académico, reflexivo y narrativo para conducirnos cuidadosamente por el universo misterioso de la sexualidad femenina.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 may 2022
ISBN9789585377455
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    El placer de estar conmigo - Carolina González Jiménez

    LA SEXUALIDAD HUMANA ES un universo maravilloso y este libro será un viaje entretenido y enriquecedor a través de ella. Con cada página quiero trasladarte a lugares donde nunca hayas estado para que así deambules entre los recovecos de tus recuerdos, por los caminos de tus ideas, sensaciones y sueños; además, que puedas circular con mayor conciencia entre los pasadizos de tus deseos, emociones y creencias. Viajamos para aprender, para evolucionar, para explorar, para crecer, para conocer, y sobre todo, para conocernos y disfrutarnos.

    Antes de un viaje, por más sorpresivo o planeado que sea, solemos buscar información esencial para conocer algo más acerca de ese territorio al que vamos. Para algunas es necesario saber muchísimo y tenerlo todo muy planeado, para otras, todo lo contrario. Pues bien, para este viaje interior quiero que sepas algunas cosas antes de despegar. Deseo que en este apasionante camino te dejes sorprender, y por último, que este destino lo conviertas en algo único y personal.

    Vamos por partes. Los seres humanos tenemos varios tipos de inteligencia. Para Howard Gardner, existen ocho: lingüística, lógica/matemática, musical, espacial, corporal/kinestésica, naturalista, interpersonal e intrapersonal. Esto ha demostrado que nuestra inteligencia no se basa en el coeficiente intelectual, sino en muchos otros factores y habilidades. Sin embargo, en lo que a sexualidad se refiere, solemos ser bastante analfabetas, en realidad nos falta mucho, no sólo por aprender, sino por descubrir, sentir y explorar, y esto, por supuesto, está directamente relacionado con nuestra inteligencia intrapersonal e interpersonal.

    Muchos de los malentendidos, creencias y problemas relacionados con nuestra sexualidad surgen precisamente de que todo lo metemos en la misma canasta y solemos observarlo a través de un solo lente: el personal, que está influenciado por las experiencias propias y por todo aquello que vamos tomando de la sociedad y también de los más cercanos sin ningún tipo de filtro, tragando entero, sin reflexionar, refutar o preguntarnos si realmente estamos de acuerdo o no con eso.

    Antes de contarte qué es la sexualidad, quiero que hagamos un pequeño ejercicio. Busca un lápiz con qué apuntar. Tómate unos segundos o todo el tiempo que necesites. Si lo deseas, antes de comenzar a escribir puedes cerrar los ojos y tomar tres respiraciones profundas. Al abrirlos, disponte a responder las siguientes preguntas. Trata de contestar lo que primero llegue a tu mente.

    ¿Qué es para mí la sexualidad?

    Ahora escribe todas las palabras con las que relaciones el concepto de sexualidad, si quieres hacerlo de una forma más dinámica y divertida, ponte máximo un minuto para responder. Para estimular tu mente, te daré un ejemplo de palabras que se relacionan con el concepto DÍA: sol, actividad, trabajar, luz, energía, azul, atardecer, amanecer, pájaros, ruido, movimiento.

    En los últimos tres meses, ¿cuáles son las emociones predominantes relacionadas con mi sexualidad?

    En el ejercicio de mi profesión como sexóloga, me sucede con mucha frecuencia que algunos de mis pacientes, incluso mis amigos, piensan que mi principal labor es enseñar a las personas a tener sexo, y la verdad, nada más distante de la realidad. A lo que me dedico es a enseñar, educar y acompañar a las personas a conocerse, a tomar conciencia de sus actitudes, pensamientos y acciones, a amarse, descubrirse, respetar sus creencias y las de los demás, les ayudo a trabajar en su autoestima, a tener bases para construir vínculos afectivos y de pareja sanos y de crecimiento; también a tener salud sexual, y, sobre todo, a vivir consciente y plenamente su vida sexual. Sí, claro, no puede faltar el tema del erotismo (que no es lo mismo que tener sexo) pero es fundamental entenderlo, no como un todo de la sexualidad, sino como una parte de esta.

    Siempre recuerdo las palabras de Víctor Oseguera, uno de mis maestros, quien en una conferencia dijo algo que quedó tatuado en mí: «La sexualidad no es algo que tenemos, es lo que somos». Con frecuencia suponemos que la sexualidad está separada o es diferente a nuestra vida y no; nuestra vida sexual es nuestra vida.

    Ahora bien, antes de contactar y plantear las bases acerca de lo que es sexualidad, quiero que sepas algo sobre lo que he estado reflexionando.

    Es frecuente escuchar que para aprender a veces hay que desaprender; estoy de acuerdo, pero debo aclarar que no ocurre todas las veces. Yo le agregaría que para aprender hay que reflexionar y tomar aquello que nos sirve, lo que nos suma en la vida. Esto me lleva a deducir que si para aprender hay que desaprender, entonces, ¿para conocerme me debo desconocer? La verdad creo que tiene sentido porque me ha pasado, te voy a contar una historia.

    Cuando me fui a hacer las especializaciones en sexología a México, me lancé al vacío sin saber qué me iba a encontrar al final y si eso me gustaría o no, lo que hallé fue un país enorme y con una cultura parecida y al mismo tiempo diferente a la de Colombia; encontré desconocidos que se volvieron conocidos, y a su vez se volvieron amigos, y amigos que se volvieron familia en el tercer encuentro. Sobre todo, creo que descubrí muchos aspectos de mí que no conocía, o que más bien no reconocía, tales como mi capacidad de adaptación, mi resiliencia, mi lado guerrero y aventurero (no tanto la resistencia a la comida picante), entre muchísimas otros. Nunca imaginé que fuera tan arriesgada ni que tuviera la osadía de ampliar mi zona de confort, ya que soy una amante del control y la certidumbre. Siento que descubrí una parte desconocida de mí al sacar a la aventurera que llevo dentro para irme de viaje un fin de semana con una persona a la que había visto dos veces y con otros seis desconocidos, confiando sólo en mi intuición —creo que puede parecer más aterrador de lo que fue—, pero el caso es que tuve un gran fin de semana y esos desconocidos ya son parte muy importante de mi vida. Así es como me permití empezar el proceso de autoconocimiento. Ahora quiero hacer una reflexión: ¿para conocerme debo desconocerme? Sí, tiene sentido, aunque como todo, lo mejor es tomarlo sin exagerar y sin generalizar: algunas veces es necesario desconocernos para conocernos o reconocernos.

    ¿Qué piensas tú de esto? Detente por un momento y pregúntate: ¿en qué aspectos te desconociste para luego conocerte?

    ¿QUÉ ES LA SEXUALIDAD?

    En 2006 y 2010 la Organización Mundial de la Salud definió la sexualidad como «un aspecto central del ser humano que está presente a lo largo de su vida. Abarca el sexo, las identidades y los roles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Se siente y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, prácticas, roles y relaciones. Si bien la sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no todas ellas se experimentan o expresan siempre».

    La sexualidad nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos, nada ni nadie nos la puede quitar. Está en cada una de nosotras, en cómo elegimos vivirla. Recuerda: tu vida sexual es tu vida.

    Como muchas de las cosas, habrá aspectos que no puedas cambiar, elegir o controlar, pero lo que sí puedes hacer es elegir cómo quieres enfrentarlos.

    La sexualidad va más allá de lo que nombramos o conocemos como sexo. Está más relacionada con cómo nos sentimos y nos vivimos como mujeres, cómo los hombres se sienten y se viven como hombres; se enlaza con lo femenino y lo masculino, con las relaciones interpersonales, con los vínculos y relaciones de pareja y, por supuesto, no podemos dejar por fuera el erotismo, donde están las relaciones sexuales o lo que solemos llamar sexo; así como el placer, la sensualidad, las prácticas sexuales, los estímulos sexuales, entre otros.

    La sexualidad está conformada por tres factores fundamentales que siempre estarán presentes y cada uno tiene un papel fundamental, lo podemos graficar de la siguiente manera:

    Como puedes darte cuenta, la sexualidad es mucho más profunda, completa y compleja de lo que solemos pensar, y como a menudo menciono en mis conferencias y a mis pacientes, las combinaciones de todas estas características son infinitas, lo que nos abre el panorama y las posibilidades; no hay una sola sexualidad, sino que hay tantas sexualidades como personas en el mundo.

    CONCEPTOS BÁSICOS EN SEXUALIDAD

    ¿Sabes la diferencia entre sexo, género, orientación sexual e identidad de género? Si no es así, no entres en pánico. Para algo estamos juntas en este viaje.

    Como la sexualidad es más bien un todo y no una parte de, es necesario tener claros ciertos conceptos, ya que podríamos confundirnos fácilmente. No se trata de etiquetarnos, se trata de tener unas bases claras para que luego cada persona se identifique o diferencie.

    A continuación te daré las definiciones de los conceptos básicos en sexualidad y en cada una te propongo marcar aquella con la que te identifiques.

    SEXO

    Solemos decir esta palabra para referirnos a las relaciones sexuales, pero su verdadero significado es un poco diferente. El sexo son las características físicas o biológicas (órganos sexuales internos y externos, hormonas sexuales, cromosomas, entre otros) que definen a los seres humanos como mujeres o hombres, teniendo en cuenta que hay más posibilidades, ya que estos son los extremos de un continuo. Por ejemplo, en medio de este espectro encontramos las personas intersexuales, en quienes al nacer no es posible determinar si sus órganos sexuales y otras características físicas son de hombre o de mujer («hermafroditas» era el término despectivo que se usaba hasta hace poco para denominarlas).

    Mi sexo es:

    GÉNERO

    Es una categoría social, significa que una sociedad y cultura en un momento específico determina las características propias de comportamiento, vestimenta, actitudes, entre otras, de una persona según su sexo; es lo que conocemos como femenino y masculino. Energéticamente, cada persona, independientemente de su sexo, posee la energía femenina y masculina. Ten en cuenta que tu género no determina tu orientación sexual.

    Mi género predominante es:

    ORIENTACIÓN SEXUAL O PREFERENCIA GENÉRICA

    Es el mayor gusto o atracción por relacionarnos erótica y/o afectivamente con personas del otro sexo/género, de nuestro mismo sexo/género o de ambos sexos/géneros; heterosexual, homosexual o bisexual. Aquí también están las personas asexuales; esto no significa que no tengan sexo ni sexualidad, son personas que no sienten atracción sexual hacia ningún sexo/género. Es importante mencionar que la asexualidad es diferente de la disminución o pérdida del deseo sexual. Este concepto es muchísimo más amplio de lo que pueda mencionar aquí, pero la idea es que tengas un poco de claridad acerca de lo que significa. Importante: no es algo que se elige o selecciona, no, es algo que se siente. Nacemos con nuestra orientación sexual, no nos hacemos heterosexuales, homosexuales o bisexuales, y no es sino hasta la pubertad o adolescencia que empezamos a expresarla o sentirla. Lo que sí puede pasar es que nuestras experiencias de vida y nuestro entorno influyan en la aceptación y expresión de nuestra orientación sexual, sobre todo teniendo cuenta que vivimos en un mundo heteronormativo, cuando realmente somos un universo de diversidades, hasta las personas heterosexuales constituimos un mundo diverso.

    Mi orientación sexual es:

    IDENTIDAD DE SEXO/GÉNERO

    Es la percepción propia e íntima de sentirse mujer u hombre. Para algunos autores, la identidad de género está constituida desde el primer año de vida y para otros desde los tres. Esta no se puede cambiar ni modificar. En muchas ocasiones nuestra identidad de sexo/género coincide con nuestro sexo, es decir: «yo soy sexo mujer y me siento mujer», a esto se le conoce con el término de cisgénero. En otros casos esto no ocurre: «soy sexo hombre y yo me siento mujer», es lo que se conoce como persona trans. Por lo tanto, existen mujeres trans y hombres trans.

    Yo me siento:

    No quiero dejar pasar este momento sin decirte que este libro es para ti, mujer, con o sin vulva —como ya lo mencioné, existen mujeres trans y son bienvenidas en este universo de conceptos y experiencias que estoy creando—, independientemente de tu orientación, tu género predominante o tu identidad de sexo/género. Deberíamos entender que somos mujeres diversas desde muchos aspectos y esto es realmente valioso. Para ti, hombre, si estás leyendo este libro, es una causalidad que lo hagas. Bienvenidas las diversidades y las diferencias que nos acercan y enriquecen.

    Mi objetivo de ninguna manera es saturarte con términos y definiciones, simplemente quiero entregarte conceptos básicos para que tengas en cuenta.

    Sólo nos falta uno, que para mí es la conexión entre lo técnico y lo personal, es la manera de llevarlo a nuestra vida y me refiero a la salud sexual, que como bien lo dice La Organización Mundial para la Salud, «es un estado de bienestar físico, mental y social relacionado con la sexualidad y no sólo ausencia de enfermedad, malestar o disfunción». Necesitamos un enfoque positivo de la sexualidad y para que podamos lograrla es indispensable respetar, proteger y garantizar los derechos sexuales, que a su vez hacen parte de los derechos humanos. Es esencial tener claro lo que es la sexualidad. Dicho esto, ¿cómo crees que está tu salud sexual en este momento?

    ¿ES NORMAL QUE…?

    Viene a mi mente la frase de Morticia Addams: «La normalidad es una ilusión. Lo que es normal para una araña, es el caos para una mosca».

    Al reflexionar sobre este tema es inevitable para mí mencionar a mi maestro, el psiquiatra y sexólogo mexicano Juan Luis Álvarez-Gayou, que en paz descanse, a quien agradezco tantas enseñanzas y el amor por la sexología. Por esto quiero dedicarle este segmento del libro, ya que casi todo lo que diré a continuación lo aprendí de él.

    Es muy frecuente en mis consultas, o incluso en conversaciones cotidianas con amigos y conocidos, que me hagan preguntas tales como: «¿es normal que a mí me guste masturbarme?», «¿es normal que no me guste masturbarme?», «¿es normal que no quiera tener relaciones sexuales todos los días?», «¿es normal que primero necesite conectarme emocionalmente con una persona para luego poder tener sexo?», «¿es normal tener sexo casual?», y muchas más.

    Estos comentarios e inquietudes no tienen una única respuesta. Primero tendríamos que hacernos esta pregunta: ¿normal para quién?, porque lo que puede ser normal para ti puede ser anormal para mí y viceversa. Ahora yo te pregunto a ti, ¿alguna vez en la vida te has preguntado si eres normal o anormal en algo y más en lo que a tu sexualidad se refiere? Si la respuesta es no, te felicito y aplaudo, esto es algo positivo. Si, por el contrario, tu respuesta fue un rotundo sí, no entres en pánico, para eso estamos juntas, y si sigues leyendo averiguarás lo que puedes hacer con «lo normal y anormal». Mientras tanto, toma una hoja y escribe en frases lo que te has preguntado o dicho sobre aquello normal o anormal en tu vida, en cualquier área de la sexualidad y regresa aquí.

    Hablar de normalidad en temas relacionados con la sexualidad, y sobre todo, con nuestros comportamientos sexuales, es bastante frecuente y pareciera que son asuntos siameses. Considero que fuimos los seres humanos quienes nos encargamos de esto, ya que socialmente hemos aprendido, o mejor dicho hemos tragado entero, sin reflexionar acerca de que si algo es normal quiere decir que está bien, y por ende esa persona o acción está sana; muy por el contrario, si algo o alguien es anormal, quiere decir que eso está mal, y por lo tanto está enfermo.

    Para dejar las cosas un poco más claras y reflexionar al respecto, según la RAE (Real Academia Española de la Lengua), hay varias definiciones de normal, por lo cual elegí tres de ellas: 1. «Que sirve de norma o regla». 2. «Dicho de una cosa: que se halla en su estado natural» y 3. «Dicho de una cosa: que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano».

    Esto quiere decir que este término se vincula más con una norma o normativa. Teniendo esto claro hemos adaptado el término normal a la expresión y vivencia de la sexualidad, y no sólo al erotismo, sino también a otros aspectos de la sexualidad como las relaciones de pareja y la orientación sexual. Sin embargo, quiero aclarar que no hay que satanizar el término normal, ya que este se usa y sirve bastante en campos y ciencias como la medicina, para poder determinar, por ejemplo, la presión arterial, sabemos que cuando se sale del rango es necesario tratarla. Por el contrario, en sexualidad este término, más que ayudarnos o beneficiarnos, nos estorba, nos limita y con frecuencia hace que surja una emoción de culpa que impide que podamos elegir lo que deseamos para que de este modo podamos encajar en una norma.

    Vamos por la vida viviendo nuestra sexualidad, a veces pretendiendo meter un gran círculo dentro de la pequeña caja cuadrada de lo que es normal, ocurre que hay oportunidades en las que podremos lograrlo, pero resulta que no es el punto o no es lo que realmente queremos; otras veces nos frustramos al no lograrlo y hasta nos sentimos «bichos raros» en la Tierra. ¿Te ha pasado? Por si todavía no te queda claro, quiero decirte que no, no eres extraterrestre ni un bicho de otra galaxia, todos tenemos la virtud y libertad de ser diferentes, te lo digo yo, que me considero orgullosamente atípica y en muchos casos fuera del molde. ¿Te imaginas que todos fuéramos iguales? ¡Qué terrible sería!, ya que como dice el dicho, «en la variedad está el placer». Y por último, recuerda: no hay una sola sexualidad, sino múltiples sexualidades, así que la caja realmente no existe, está en la mente y en la sociedad.

    No quiere decir que porque no exista «una normalidad» en sexualidad, podemos hacer todo lo que queramos o deseamos, sin que nos importen los demás, como si no existieran leyes ni valores. El consentimiento del otro es fundamental para expresar y vivir nuestra sexualidad; una relación de pareja sin el consentimiento de uno de los dos deja de ser una relación de pareja para convertirse en coerción u obligación. Así que somos libres para actuar, tenemos la responsabilidad de no interferir con la libertad de otros ni pisotear sus derechos; lo que hagas en tu vida hazlo con respeto, con el consentimiento del otro. No olvides que cada país tiene sus leyes, y por más libre que seas, si las incumples tendrás consecuencias. Piensa antes de actuar. Si todos hiciéramos esto, el mundo actual sería diferente en muchos aspectos. También hay que saber que aunque no hay «una normalidad en sexualidad», puedes presentar alteraciones o dificultades en alguna o varias áreas de la sexualidad, lo que no te hace «anormal» ni significa que tengas una enfermedad; lo que puede estar sucediendo es que no está funcionando para ti y necesitas tomar acciones al respecto, eso se puede cambiar.

    Por ahora sólo me queda decirte, y cito de forma textual a mi maestro, el doctor Álvarez-Gayou: «coge o agarra el término normal y bótalo a la basura».

    Si escribiste en una hoja aquello en lo que te sientes o sentías normal o anormal, pues rómpela y arrójala a la basura a modo de ritual o quémala (pero por favor no provoques un incendio). Si no lo haces porque sencillamente no te nace y punto, está bien, haz lo que tú desees y lo que necesites al respecto, recuerda que eres libre de elegir, simplemente escucha y sigue tu intuición.

    Yo por mi parte, quiero compartir contigo que también hay aspectos que me crean algún nivel de inquietud o conflicto. Dedicada al tema de la sexualidad humana, también ocurre que me lanzan preguntas o frases incómodas de las que quiero desprenderme; estas son las más frecuentes: «¿es normal que siendo sexóloga no te gusten todas las prácticas sexuales?» «¿Es normal que con los años que tienes no tengas pareja?», «tan bonita y sin novio, ¿es que eres muy exigente?», «¿es normal que siendo heterosexual defiendas los derechos de las personas en el colectivo LGBTIQ+?».

    Para concluir, te diré que el término normal no está invitado a nuestro viaje porque lo hemos dejado de vacaciones permanentes, o aún mejor, en el exilio, y si por alguna razón aparece, tienes el poder de elegir qué hacer o no con él.

    Te invito, más bien, a hacerte preguntas como: ¿cuáles son mis actitudes frente a mi propia sexualidad y a la sexualidad de los demás?, ¿qué tipo de cosas conectan o no para mí en lo relacionado con el erotismo, las prácticas sexuales, las relaciones interpersonales, los vínculos de pareja, mi ser mujer, entre otros?

    Ha iniciado este viaje con rumbo a tu propia sexualidad, una experiencia que espero te lleve a conocerte. Estoy emocionada al saber que nos hemos embarcado juntas en esta aventura única y especial. Te invito a que estés dispuesta a descubrir tu camino, abrazarlo, vivirlo, respetarlo, valorarlo, y sobre todo, a disfrutar del proceso. Este es un viaje con la persona más importante de tu vida: tú.

    EN ESTE VIAJE TODAS LLEVAMOS una maleta llena de historias, momentos, experiencias, personas, creencias y recuerdos. Algunas traen exceso de equipaje, otras se fueron desprendiendo de contenido en el camino, a otras les faltaron cosas por empacar o que añoran haber tenido y, también habrá algunas que sientan que cargan lo necesario; lo mismo ocurre con nuestra vida sexual, todas tenemos una historia sexual única aunque presente coincidencias.

    Cada paso que damos en nuestra vida va encaminando nuestras propias creencias, así como la forma en la que vemos y vivimos nuestra sexualidad. Por lo tanto, en este viaje de descubrimiento, uno de los primeros destinos es el pasado, haciendo un recorrido por nuestra infancia, pasando por nuestra adolescencia y terminando en el lugar donde nos encontramos actualmente.

    A propósito del pasado, quiero compartirte algunas de mis historias.

    Cuando tenía cuatro años llegué a la casa después de haber pasado todo el día en la guardería y no podía parar de llorar. Lloraba tanto que hablar parecía imposible, y cuando modulaba alguna palabra mi mamá no podía entenderme. Una vez logré calmarme le dije: «mami, no voy a volver a la guardería». Ella abrió los ojos, me tomó la mano y me dijo: «no entiendo por qué me dices eso, si siempre has sido tan feliz allá». Tomé aire y le dije entre sollozos: «lo que pasó es que un niño compañero mío me alzó la falda del uniforme y me vio los calzones». Con mucha ternura y paciencia, e imagino que con risa, mi mamá me dijo: «hija, no hay nada de malo, son sólo calzones, puedes decirle que no lo haga. Igual hablaremos con la profesora, todo estará bien». Unos días después, a causa de mi insistencia y angustia, me compró shorts para que usara por debajo de la falda. Los shorts se volvieron mis amigos inseparables.

    Quiero contarte que en mi infancia fui una niña muy dulce, tierna, tranquila, obediente, disciplinada y sensible; me encantaba jugar a ser mamá, también a ser profesora. Era muy regañona e intensa, o al menos eso decía mi hermano cinco años mayor. Fui más bien solitaria, poco amiguera, además, ¡pasé por tres colegios!, algo un poco traumático para mí, sí, tres son bastante. Lo peor, o quizás lo mejor de esta historia, es que esto ocurrió no porque fuera indisciplinada o por mala estudiante, sino porque el primer colegio no contaba con el ambiente o espacio apropiado para mí, no me sentía valorada o cuidada.

    También te diré que desde esa época empecé a no querer mis pecas, odiaba ser tan blanca, mis compañeros me llamaban Fantasma, Blancox, o Fresita. Creía que ser tierna e ingenua era malo, aspectos que con el paso del tiempo fui evaluando y ahora, más de veinte años después, te puedo decir que amo mis pecas y ser blanca a pesar de tener que ser muy cuidadosa con el sol. Ahora me reconozco y valoro más con mis cualidades y mi forma de ser.

    El segundo colegio por el que pasé no tenía un buen nivel académico en bachillerato y entre mis padres y yo decidimos que lo mejor era cambiar, y en el tercero sí pude cursar todo el bachillerato y graduarme después de un considerable esfuerzo. Recuerdo que mi mejor amiga en esa etapa bromeaba diciéndome: «Caro, es que tú eres muy nerd», y como me estresaba tanto, en los exámenes no me iba bien y a ella, que no estudiaba mucho, le iba mejor que a mí. Además, reconozco y te confieso que mi autoconfianza en la época de la adolescencia brillaba por su ausencia. En conclusión, aunque crecí y aprendí mucho en el colegio, preferiría no repetirlo, y si en un caso hipotético me ponen a escoger entre repetir la etapa del colegio o la de la facultad de medicina, no

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