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Francisco de América: El triunfo impensado de la Teología de la Liberación
Francisco de América: El triunfo impensado de la Teología de la Liberación
Francisco de América: El triunfo impensado de la Teología de la Liberación
Libro electrónico651 páginas9 horas

Francisco de América: El triunfo impensado de la Teología de la Liberación

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Francisco de América examina el respaldo del papado de Francisco a la Teología de la Liberación. Escrito con claridad y accesibilidad, critica la sociedad actual, aborda temas polémicos en la Iglesia, como la pedofilia y el celibato, y destaca las respuestas del papa. Analiza reformas radicales impulsadas por Francisco a nivel local, regional y mundial, explorando su perspectiva de comprender la realidad desde la periferia, no desde el centro.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 jun 2024
ISBN9789878955353
Francisco de América: El triunfo impensado de la Teología de la Liberación

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    Francisco de América - Martín Burgos

    Portada

    Martín Burgos

    Francisco De América

    El triunfo impensado de la Teología de la Liberación

    Francisco De América

    El triunfo impensado de la Teología de la Liberación

    Índice de contenidos

    Portadilla

    Legales

    Abreviaturas

    Introducción

    Prólogo

    Capítulo 1. La formación filosófica del joven Bergoglio: entre la Compañía de Jesús y la teología del pueblo

    Capítulo 2. La opción preferencial de Bergoglio por los excluidos sociales

    Capítulo 3. De Bergoglio a Francisco: el papa contrahegemónico

    Capítulo 4. Ascenso evangélico y declive católico en América Latina

    Capítulo 5. Reconstruir una Iglesia que está en ruinas

    Capítulo 6. Todos con Francisco: el apoyo unánime de los teólogos de la liberación

    Conclusiones

    Bibliografía

    GES®- Grupo Editorial Sur

    Prensa & Comunicación: Milena Salvador

    Coordinación General: Ona Ballesteros Gravino

    Dirección: Ture Salvador

    Foto de tapa: Report copyright Foto © Vatican Media

    GES®- Grupo Editorial Sur

    Santos Dumont 3454, Piso 3, Depto 24 / CP1427 CABA

    www.grupoeditorialsur.com

    Enlace con los Medios

    comunicacion.redes@grupoeditorialsur.com

    www.grupoeditorialsur.com

    contacto@grupoeditorialsur.com.ar

    Primera edición en formato digital: mayo de 2024

    Versión 1.0

    Digitalización: Proyecto451

    ISBN edición digital (ePub): 978-987-8955-35-3

    Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723

    A mi abuela Nora, la primera persona que en los años ‘80, siendo muy chico, me habló acerca de la Teología de la Liberación. A mis padres, Roberto y Monona, por estar siempre al pie del cañón. Y a Mariana, Tati y Lalo, mis inclaudicables amores y compañeros de aventuras.

    En América Latina la religión, en lugar de adormecer, despierta

    Michäel Löwy (2019)

    ABREVIATURAS

    CEA: Conferencia Episcopal Argentina

    CEBs: Comunidades Eclesiales de Base

    CELAM: Consejo Episcopal Latinoamericano

    CEPAL: Comisión Económica para América Latina y el Caribe

    CNBB: Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil

    COEPAL: Comisión Episcopal de Pastoral

    DSI: Doctrina Social de la Iglesia

    EG: Exhortación apostólica Evangelii gaudium

    EIA: Exhortación apostólica Ecclesia in America

    FT: Carta encíclica Fratelli tutti

    GES: Constitución pastoral Gaudium et spes

    IOR: Instituto para las Obras de Religión

    ISI: Industrialización por Sustitución de Importaciones

    IURD: Iglesia Universal del Reino de Dios

    LE: Carta encíclica Laborem exercens

    LGBT: Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transgénero

    LS: Carta encíclica Laudato si

    MEM: Carta encíclica Mater et magistra

    MM: Moral Majority

    MST: Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra

    MSTM: Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo

    OEA: Organización de los Estados Americanos

    OIM: Organización Internacional para las Migraciones

    PP: Carta encíclica Populorum progressio

    PT: Partido de los Trabajadores

    RN: Carta encíclica Rerum novarum

    TL: Teología de la Liberación

    TP: Teología del Pueblo

    UBA: Universidad de Buenos Aires

    UCA: Universidad Católica Argentina

    UNLP: Universidad Nacional de La Plata

    USAL: Universidad del Salvador

    INTRODUCCIÓN

    Llegó el momento de formularla de manera explícita, porque se trata de una hipótesis que todo el tiempo subyace implícitamente en múltiples análisis académicos y periodísticos que se han venido desarrollando desde el preciso momento en el cual Jorge Bergoglio llegó a ocupar el trono de San Pedro en 2013: el papado de Francisco representa en términos prácticos y simbólicos un triunfo y una reivindicación abierta de la mayoría de los postulados conceptuales y pastorales que ha planteado desde su nacimiento la Teología de la Liberación (TL), una corriente del cristianismo surgida en América Latina hacia finales de los años ‘60 que experimentó un notable crecimiento durante las décadas del ‘70 y ‘80 a lo largo y ancho de la región e incluso llegó también a expandirse a través de diferentes autores y experiencias comunitarias hacia otros lugares del mundo. Al afirmar que Francisco ha legitimado con su praxis pontificia a la TL como una de las experiencias históricas del cristianismo latinoamericano, sólo excluimos en esta ponderación favorable a la utilización de herramientas analíticas provenientes de la tradición marxista para abordar el estudio de la sociedad, característica hermenéutica de algunas tendencias de la TL que se ha ido diluyendo con el correr del tiempo y que en la actualidad exhibe una incidencia prácticamente nula en los discursos y el accionar de los teólogos de la liberación más relevantes y representativos de esta corriente renovadora del cristianismo que hacia fines de los años ‘80 había logrado desarrollar, a partir de la extensión territorial de las comunidades eclesiales de base (CEBs), una amplia inserción geográfica en la gran mayoría de los países latinoamericanos.

    Tras la caída del Muro de Berlín, en 1989, los sectores más conservadores de la Iglesia Católica, envalentonados en aquel entonces por la orientación ideológica definida por Juan Pablo II (aliado clave para la geopolítica de Estados Unidos), pretendieron decretar la muerte de la TL, distorsionando su espíritu y sus contenidos filosóficos y fácticos al alegar en forma manipulada que se trataba de una línea de pensamiento que subordinaba la fe cristiana a la ideología marxista. Esta afirmación ha sido refutada en reiteradas oportunidades. Algunas expresiones de la TL, no todas, han utilizado herramientas analíticas que el autor alemán Karl Marx y sus herederos intelectuales (entre quienes podemos destacar, por ejemplo, al politólogo italiano Antonio Gramsci) le han aportado a las ciencias sociales, del mismo modo que también han apelado a categorías de estudio generadas por sociólogos de diversas matrices metodológicas y hermenéuticas tales como el francés Émile Durkheim y el alemán Max Weber, entre otros, con el objetivo de intentar comprender con mayor precisión y sistematicidad la sociedad contemporánea, y fundamentalmente el devenir histórico de América Latina. La principal fuente de inspiración para los teólogos de la liberación no ha sido El capital ni el Manifiesto comunista, sino el Evangelio y fundamentalmente el ejemplo personal emanado a partir de la vida de Jesucristo.

    La tradición marxista es una de las tantas que ha hecho sus aportes para comprender en forma integral al mundo contemporáneo, principalmente a la hora de describir cuál es la lógica de funcionamiento del sistema capitalista, cómo se reproduce y por qué genera crisis en forma cíclica. Pero no es la única. De hecho, en el caso de la versión argentina de la TL, la Teología del Pueblo (TP), en la cual se formó Jorge Bergoglio en los años ‘60 y ‘70, el marxismo brilla por su ausencia. En el caso de esta expresión rioplatense, es notoria la incidencia del mayor movimiento popular de la Argentina, el peronismo, fundado programáticamente en la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) y cultor de la conciliación de clases (sin negar el conflicto latente que genera cualquier sociedad capitalista), opuesta a la clásica lucha de clases sobre la cual sienta su base el pensamiento marxista.

    La TL comenzó a desarrollarse a partir de la década del ‘60 en diferentes lugares de América Latina a la luz del Concilio Vaticano II (1962-1965) y la II Conferencia General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) celebrada en la ciudad colombiana de Medellín en 1968, la cual les sirvió a los obispos de América Latina para realizar la recepción del Concilio Vaticano II a partir de una adaptación integral de sus contenidos a la peculiar realidad socio-histórica de la región. Ambos acontecimientos generaron, además de una gran apertura, una enorme movilización en distintos estamentos de la Iglesia Católica latinoamericana, principalmente en las áreas urbanas y rurales más pobres, porque motivaron a miles de sacerdotes, monjas y laicos a expandir aún más a lo largo y ancho del continente a las CEBs, que ya habían comenzado a crecer durante los años previos a aquellos dos sucesos, fundamentalmente en Brasil (1).

    Es cierto que la caída del bloque soviético (cuya experiencia histórica y política poco y nada tuvieron que ver, al menos en forma directa, con el espíritu conceptual y pastoral más profundo de la TL), y fundamentalmente el avance hegemónico de las ideas neoliberales en los años ‘90, frenaron el notable ascenso que la TL había experimentado en América Latina durante las dos décadas precedentes. El conservadurismo dominante también en ese entonces en el interior de la Iglesia decretó la defunción de la TL. Aún en los momentos más difíciles para las expresiones populares del catolicismo latinoamericano, el exponente más emblemático de la TL (junto al brasileño Leonardo Boff), el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, respondía irónicamente de la siguiente manera cuando alguien le preguntaba por la supuesta muerte de la TL: puede ser que la Teología de la Liberación haya muerto, pero al menos a mí nadie me ha invitado a su entierro (2).

    Para intentar corroborar la hipótesis planteada en el primer párrafo del presente trabajo, se ha empleado durante el desarrollo del mismo una estrategia metodológica de carácter explicativo, dado que la investigación propone aclarar, como objetivo central, por qué razones el papado de Francisco representa en términos prácticos y simbólicos un triunfo y una reivindicación abierta de gran parte de los postulados conceptuales y pastorales planteados desde su nacimiento por la TL. Se trata de un estudio desarrollado a partir de un diseño de tipo cualitativo, que combina diversas fuentes de información tales como documentos eclesiásticos, revistas especializadas en temas religiosos, bibliografía académica, investigaciones periodísticas y otras publicaciones con contenido específico sobre el objeto de estudio definido en la presente investigación. También se recurre, como opción metodológica para el desarrollo del trabajo, a diseños narrativos que recolectan datos sobre historias de vida y experiencias particulares con el objetivo de describirlas y analizarlas, basándonos en la contextualización de diferentes sucesos coyunturales que permiten reconstruir, en términos históricos, procesos políticos de largo plazo que se explican no sólo a partir de razones macroestructurales, sino también en función de experiencias personales que han condicionado y definido el posterior accionar de actores sociales clave en el mundo religioso. A tal fin, se reconstruye la trayectoria particular y eclesiástica, en sus diferentes etapas, de Jorge Bergoglio y de ocho destacados exponentes de la TL: Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, Pedro Casaldáliga, Óscar Arnulfo Romero, Jon Sobrino, José María Castillo, Frei Betto y Ernesto Cardenal, con referencias también a los notables teólogos y filósofos que incidieron en forma decisiva en la formación intelectual del joven Bergoglio: Miguel Ángel Fiorito, Rodolfo Kusch, Amelia Podetti, Lucio Gera, Rafael Tello, Juan Carlos Scannone y Alberto Methol Ferré, entre otros. Muchos de ellos (fundamentalmente Gera, Tello, Scannone y Methol Ferré) han sido reconocidos históricamente como figuras centrales a la hora de explicar el desarrollo teórico y la praxis liberadora de la expresión rioplatense de la TL: la Teología del Pueblo (TP).

    Es pertinente aclarar que el presente trabajo no expone al papa Francisco como un teólogo de la liberación, porque Jorge Bergoglio se ha destacado durante su trayectoria apostólica más bien como un pastor antes que un filósofo: un hombre de acción, pragmático, cercano a los pobres, con una gran destreza para la conducción política e institucional. Es cierto que su matriz formativa se referencia principalmente en la versión argentina de la TL: la TP, pero como líder universal de la Iglesia no puede adscribirse a una sola tradición teológica, porque en su condición de sumo pontífice representa a todos los católicos del mundo. Detrás de su largo peregrinar como pastor, Bergoglio ha exhibido en las diferentes etapas de su praxis misionera una sólida formación teórica que se remite fundamentalmente a dos fuentes primordiales: los filósofos europeos, mayoritariamente jesuitas, que estudió durante su etapa como seminarista en la Compañía de Jesús; y los exponentes rioplatenses más emblemáticos de la TP, de los cuales ya hemos hecho referencia y a quienes podríamos agregar, aunque no se trate estrictamente de teólogos del pueblo, a dos prominentes filósofos argentinos que elaboraron miradas originales, cada uno a su manera, desde una perspectiva latinoamericanista: Amelia Podetti y Rodolfo Kusch.

    Es importante subrayar, también, que la posibilidad de plantear como hipótesis de trabajo un triunfo y una reivindicación abierta de la TL a partir del papado de Francisco, no implica retomar en forma acrítica su cuerpo hermenéutico y pastoral en los mismos términos en los cuales se planteó en los años ‘70. Ya han pasado más de cinco décadas desde el nacimiento de la TL, y durante este período histórico se han producido una serie de transformaciones profundas en América Latina y el mundo que obligan a repensar y enriquecer aquellos conceptos fundamentales que permitieron elaborar una mirada analítica y práctica específica de nuestra región, capaz de sumarle a la tradición cristiana diferentes aportes realizados a partir del desarrollo de las ciencias sociales y también de las diversas experiencias políticas y comunitarias que han protagonizado sucesivamente los distintos pueblos latinoamericanos. Los teólogos de la liberación, y también el papa Francisco, han incorporado a su agenda de temas prioritarios, entre otros, a la defensa del ambiente natural, los nuevos movimientos populares y los excluidos sociales por las políticas económicas neoliberales que comenzaron a implementarse en la década del ‘70, y se profundizaron con particular énfasis a partir de los años ‘90.

    Considerados herejes durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, los planteos contrahegemónicos de la TL o al menos una gran parte de ellos, parecieron tomar la fuerza de la voz papal a partir de la llegada de Francisco a Roma, proponiendo una serie de cambios para la Iglesia y para la sociedad mundial que, fiel a su estilo, Bergoglio los presenta de manera cordial, sin confrontaciones subidas de tono, pero con un contenido radicalizado que en términos prácticos convoca a retomar el camino sugerido por el Concilio Vaticano II. Esta vez, con la novedad y la originalidad aportadas por un liderazgo apostólico que ejerce un pastor formado en las peripecias propias de una región periférica del mundo, que observa y actúa desde una perspectiva integral capaz de superar la tradicional mirada eurocéntrica que ha caracterizado históricamente a la Santa Sede. Aquellas palabras peligrosas que llegaban desde América Latina, hoy parecen haberse convertido en buena medida en la voz oficial de la Iglesia Católica, y en la esperanza de millones de cristianos y no cristianos que cotidianamente son descartados (parafraseando a Francisco) por un sistema mundial que produce pobreza en forma sistemática y pone en riesgo con su voracidad depredadora no sólo a la humanidad, sino también a todas las especies que desarrollan diferentes formas de vida alrededor del planeta.

    En forma paradójica, desde el neoliberalismo se acusa al papa Francisco y a la TL de tener un pensamiento viejo y pasado de moda (3), cuando los hechos fácticos sucedidos a nivel global durante las últimas tres décadas demuestran exactamente lo contrario: los dogmas neoconservadores han fracasado en su instrumentación práctica alrededor del mundo y lejos de traer la prosperidad prometida han generado más crisis, concentración de la riqueza, pobreza y desigualdad en la distribución del ingreso (4). Nostálgicos de los años ‘90, los defensores de la doctrina del libre mercado naufragan en abstracciones teóricas que no han encontrado su correspondiente correlato en el plano de la realidad económica y social. La utopía neoliberal chocó de frente contra la crisis financiera global de 2008, que expuso las limitaciones reales de una economía mundial incapaz de subordinar los intereses especulativos a la inversión productiva, el trabajo y el bienestar de los pueblos. La pandemia de Covid-19 que irrumpió en el planeta a inicios de 2020 no hizo más que profundizar un deterioro general que ya se evidenciaba con claridad en el escenario previo a la emergencia sanitaria, que no hizo más que desnudar las graves fallas y debilidades de un sistema económico inspirado en una ideología dominante agotada en su discurso y su práctica, sin capacidad para crear soluciones innovadoras que permitan satisfacer las crecientes demandas sociales y ambientales. Como contrapartida, el papa Francisco y una revitalizada TL plantean una mirada conceptual y pastoral capaz de darles nuevas respuestas a las complejidades del mundo contemporáneo, y también propuestas y un marco de acción presente y futuro que no se restringe meramente a la crítica mordaz, sino que también abre una perspectiva esperanzadora que permite abordar de manera integral los grandes desafíos que deberá enfrentar el planeta durante las próximas décadas.

    El presente trabajo no pretende realizar un análisis teológico de la TL ni de la TP (porque esa labor le corresponde, precisamente, a los teólogos), sino una lectura sociológica y política del desarrollo histórico de la TL, la TP (como corriente interna de la TL) y del pensamiento y la praxis de Jorge Bergoglio a lo largo de toda su trayectoria apostólica. Y demostrar cómo gran parte de aquellos conceptos y prácticas revolucionarias que lograron sacudir a la Iglesia Católica durante las décadas del ‘60 y ‘70 -a los cuales se intentó reprimir y perseguir a partir de los años ‘80-, volvieron renovados y enriquecidos a la Santa Sede en 2013 de la mano del papa Francisco. En forma inesperada y sorpresiva, porque el establishment vaticano pensaba que ya había enterrado definitivamente a la TL, que guardada en el rincón de los recuerdos era presentada, según esta perspectiva conservadora, como un intento frustrado de radicalización del cristianismo, convertida con el paso del tiempo en poco más que una anécdota folklórica. Sin embargo, igual que Jesucristo, un día la TL resucitó. Como dijera aquella frase atribuida erróneamente al dramaturgo español José Zorrilla (aún no se ha podido establecer con precisión quién ha sido su autor original): los muertos que vos matáis gozan de buena salud.

    Martín Burgos

    1. Bidegain Greising (1993)

    2. Diario La Stampa (2014)

    3. Diario La Nación (2020)

    4. Naciones Unidas (2018)

    PRÓLOGO

    Por Cristina Camacho de Armas*. Buenos Aires, octubre de 2023.

    Martín Burgos nos propone un viaje de conocimiento y apreciación de un protagonista singular de nuestro tiempo histórico, de un genuino porteño, nacido en tierras americanas, que se fue convirtiendo en el gran engranaje de transformación de la Iglesia Católica en el mundo.

    El autor nos invita, mediante un profundo análisis, a observar:

    • Un Francisco poliédrico, a la medida del mundo que él mismo nos quiere mostrar, para entender en profundidad, el tiempo en el que estamos viviendo. Nos permite analizarlo desde su lugar de formación, observando cómo el Papa se fue preparando y comprendiendo a cabalidad el profundo cambio de época que se viene operando en el planeta y los efectos contradictorios que impactan en todos los seres humanos.

    • El accionar de Jorge Mario Bergoglio, en diversos momentos de su historia personal, y la acción desarrollada por Francisco, a lo largo de casi 11 años de pontificado. Muestra la coherencia y magnitud de la figura del Papa acercándonos a lugares inexplorados. Destacando, como hilo conductor de su hacer, la inclaudicable lucha contra los poderosos y elites –económicas, políticas o culturales- de todos los tiempos, que someten y encierran a las personas y pueblos a lugares sin salida.

    • La visión anticolonial sostenida por Francisco, abrevada especialmente en filósofos y pensadores complementarios como Amelia Podetti y Rodolfo Kusch, planteando a América, no como lugar de arribo del colonizador y con él una cultura de reemplazo, sino como un punto de partida de la Humanidad toda, tanto de entonces como de hoy, propiciando una renovada visión paradigmática.

    • Que tan solo por elegir a: los excluidos sociales, los migrantes y en especial los descartados de ésta época, lo coloca en el lugar del Papa del Pueblo y, al mismo tiempo, pone foco en la más profunda pastoral de la Iglesia en el camino sinodal en desarrollo. Dejando de lado, de este modo, el planteo discursivo y dirigiéndolo a una ocupación profunda, no sólo de la política vaticana, sino del conjunto de la heterogénea Iglesia católica universal.

    • El Papa, en su accionar y con sus enseñanzas -Laudato Sí y Fratelli Tutti-nos va dando señales para transitar este nuevo tiempo histórico, éste que vamos estrenando a medida que largamos lastre y va dando nuevos significados a las nociones pueblo, liberación, periferia, ecología y plantea el encuentro con el otro –como punto de partida y camino posible-, y esto lo coloca en el lugar de pedagogo de ésta nueva etapa de la humanidad.

    Notable esfuerzo de relevamiento, consolidación y análisis de información que presenta el autor para incursionar en las diferentes hipótesis que va desplegando a lo largo de todo el libro, nos ayudan no solo a comprender el pensamiento y acción del Papa Francisco con soltura, sino a poder entender con mayor claridad el tiempo en que vivimos y, por ello, le agradecemos enormemente el mérito de su aporte.

    *Cristina Camacho de Armas:

    Licenciada en Ciencia Política por la Universidad del Salvador (USAL). Directora del Instituto Nueva Realidad y docente de la Universidad Nacional del Oeste (UNO). Autora del libro Francisco, la Pedagogía del Abrazo, de Ediciones Fabro.

    CAPÍTULO 1.

    La formación filosófica del joven Bergoglio: entre la Compañía de Jesús y la teología del pueblo

    1.1. Revolución en la Iglesia: nace la Teología de la Liberación

    Jorge Bergoglio se ordenó como sacerdote jesuita el 13 de diciembre de 1969, tan sólo cuatro días antes de cumplir 33 años de edad, en un contexto de reformas muy profundas que estaba experimentando la Iglesia Católica con motivo del Concilio Vaticano II convocado por el papa Juan XXIII (1958-1963) y continuado por su sucesor Pablo VI (1963-1978), el cual le abrió las puertas a un proceso denominado como aggiornamento de las estructuras eclesiales. Dichos cambios promovidos desde Roma tuvieron un fuerte correlato en América Latina, expresados claramente en la II Conferencia General del CELAM celebrada en la ciudad colombiana de Medellín en 1968. Por entonces comenzaba a cobrar fuerza una corriente del cristianismo latinoamericano que posteriormente, a partir de 1971, sería denominada como Teología de la Liberación. Ésta sumaba a la filosofía cristiana las herramientas de análisis generadas por las ciencias sociales, con su producción estadística y sus indicadores socioeconómicos, integrándolas también en algunos casos con los saberes milenarios de los pueblos originarios de América, desde un lugar que ubicaba al catolicismo de manera prioritaria en la opción preferencial por los pobres, promovida explícitamente por Juan XXIII y por quien se desempeñó entre 1965 y 1983 como líder mundial de la Compañía de Jesús, el sacerdote vasco Pedro Arrupe. Así lo explica el periodista español Juan González Bedoya, histórico especialista en temas religiosos del diario El País de Madrid:

    La primera vez que se acuña el programa eclesiástico de ‘la opción por los pobres’ es por boca de Juan XXIII, en 1962. Fue el pontífice que convocó el Concilio Vaticano II. Tenía dos preocupaciones, el diálogo con el mundo moderno y la unidad de las iglesias, pero días antes de la inauguración introdujo una tercera línea de debate: los pobres. ‘Opción por los pobres’, pidió. Seis años más tarde, en mayo de 1968, el entonces prepósito general de los jesuitas, Pedro Arrupe, pidió a los miembros de la Compañía de Jesús en América Latina que tal opción fuese ‘preferencial’ (5).

    Presente en el espíritu de la II Conferencia General del CELAM Medellín 1968 (en cuyo documento final ya se alentaba a darle una preferencia efectiva a los sectores más pobres) (6), la opción preferencial por los pobres sería explícitamente promovida por los obispos de la Iglesia Católica latinoamericana en el siguiente encuentro continental: la III Conferencia General del CELAM desarrollada en la ciudad mexicana de Puebla en 1979 (7). Ya no se trataba solamente, para ese entonces, de iniciativas reducidas a los sacerdotes más progresistas o más comprometidos con los pobres: las más altas jerarquías eclesiásticas regionales convocaban abiertamente a avanzar en la dirección señalada por el Concilio Vaticano II, aunque no sin enfrentar tensiones y contradicciones internas entre los sectores más conservadores y más renovadores de los diferentes episcopados nacionales.

    A partir de los años ‘60, con la TL, jóvenes sacerdotes latinoamericanos como el peruano Gustavo Gutiérrez, los brasileños Leonardo Boff y Frei Betto, el nicaragüense Ernesto Cardenal, el colombiano Camilo Torres, el uruguayo Juan Luis Segundo, el argentino Carlos Mugica, el español-brasileño Pedro Casaldáliga, y los españoles-salvadoreños Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino, entre otros, abrieron en aquel entonces un amplio y heterogéneo espacio dentro de la Iglesia que colocaba al catolicismo en ese momento histórico, o al menos a un sector dentro de su estructura, en sintonía con una época de profundos cambios culturales a nivel mundial. La TL ha sido desde entonces el sustento filosófico de miles de CEBs que se han desarrollado en América Latina gracias al trabajo pastoral y territorial de diferentes colectivos tales como el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (Argentina), y sus herederos Curas Villeros y Curas en la Opción por los Pobres; Acción Católica (Brasil); Cristianos por el Socialismo (Chile); Movimiento Sacerdotal Onis (Perú); Golconda (Colombia); y Movimiento de Sacerdotes para el Pueblo (México), entre otros (8).

    Las CEBs nacieron en Brasil en el amanecer de la década del ‘60 (aunque en este país sudamericano, durante los decenios previos, ya se habían expandido experiencias socio-religiosas similares), incluso antes que las primeras manifestaciones explícitas de la TL como tal, y se extendieron con una notable celeridad durante los años ‘60, ‘70 y ‘80 por prácticamente todas las naciones de América Latina. En 1986, solamente en Brasil, llegaron a contabilizarse más de 150.000 CEBs distribuidas a lo largo y ancho del país (9), logrando una importante inserción territorial gracias a la movilización masiva de sacerdotes, monjas, pastores y fundamentalmente laicos pertenecientes a diversos credos religiosos, siendo mayoritarios los casos de las comunidades organizadas por miembros de la Iglesia Católica. Igual que la TL (que también tuvo entre sus exponentes iniciales al teólogo protestante brasileño Rubem Alves), las CEBs se destacaron desde su génesis por su carácter ecuménico, dado que no sólo fueron desarrolladas por movimientos católicos, sino también por integrantes de otras iglesias cristianas tales como la Luterana, la Metodista y la Presbiteriana, entre otras. Su trabajo ha consistido en organizar pequeños grupos de estudio y reflexión sobre textos bíblicos y trabajo pastoral y solidario en las zonas rurales y urbanas más postergadas desde el punto de vista económico y social. El principal referente teórico de las CEBs (y también práctico, porque ha participado personalmente en estas experiencias comunitarias) ha sido el teólogo católico brasileño Leonardo Boff, considerado al mismo tiempo como el autor más emblemático de la TL junto al sacerdote peruano, también católico, Gustavo Gutiérrez (10).

    Podemos afirmar que, en cuanto al contexto histórico que definió su surgimiento, la TL tiene una triple inspiración que se manifestó a la luz de los revolucionarios años ‘60: las CEBs, el Concilio Vaticano II y la Conferencia General del CELAM Medellín 1968; y que no posee un cuerpo teórico único porque sus diversas expresiones varían principalmente en función del país latinoamericano en el cual sus diferentes exponentes han elaborado sus argumentaciones explicativas. Por eso, algunos autores prefieren hablar de Teologías de la Liberación, en plural. Sin embargo, existen dos coincidencias centrales entre todas las corrientes de la TL que permiten definirla como tal a partir de una unidad heterogénea: la utilización de las ciencias sociales como herramientas comprehensivas de la realidad, y la opción preferencial por los pobres (11).

    Si bien durante los años ‘60 se esgrimieron una serie de reflexiones teológicas en torno al tema de la liberación, recién en 1971 se publicó la primera obra que sistematizó los contenidos teóricos y prácticos desarrollados hasta entonces en diferentes países de América Latina: Teología de la Liberación. Perspectivas, del sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez. En este libro, el autor presenta un cuerpo conceptual consistente en el cual se complementan la mirada teológica con el empleo de diversas metodologías de estudio generadas por las ciencias sociales, referenciando siempre a Cristo como fuente central de inspiración y guía orientadora para la acción pastoral con la originalidad aportada, en este caso, a partir de una reflexión teológica generada en torno a la praxis histórica específica del cristianismo latinoamericano (12).

    Desde aquel entonces, se han desarrollado a lo largo y ancho de América Latina múltiples expresiones de la TL, e incluso también teólogos de otros continentes han adscripto a esta tradición que no fue censurada por quien se desempeñaba como sumo pontífice en el momento de su surgimiento: Pablo VI, aunque posteriormente fue atacada y perseguida por dos de sus sucesores: Juan Pablo II (1978-2005) y Benedicto VI (2005-2013). Una tipología de la TL que es mayoritariamente aceptada y utilizada en diversos estudios es aquella que elaboró en 1982 el sacerdote jesuita argentino Juan Carlos Scannone, quien fuera profesor de Griego Antiguo y Literatura Universal del joven Bergoglio durante su etapa formativa en el Seminario de San Miguel de la Compañía de Jesús, y uno de los principales referentes de la versión argentina de la TL: la Teología del Pueblo (TP). Scannone divide a la TL en cuatro grandes corrientes representativas (13):

    • Teología desde la praxis pastoral de la Iglesia: su principal referente ha sido el obispo y cardenal argentino Eduardo Pironio (1920-1998). Se trata de una reflexión que propone liberar a los pobres a través de la praxis pastoral de religiosos y laicos, pero prescindiendo de la esfera política. Utiliza datos estadísticos producidos por las ciencias sociales para analizar la realidad, pero al tratarse de la única corriente de la TL que no reivindica abiertamente la acción política se limita a sí misma y acota de manera considerable su capacidad transformadora a nivel comunitario.

    • Teología desde la praxis de grupos revolucionarios: es claramente la línea más radicalizada de la TL, y ha tenido al sacerdote y teólogo brasileño Hugo Assmann (1933-2008) como su exponente más destacado. Toma de manera integral como perspectiva metodológica a la teoría marxista, el materialismo histórico, y sólo rechaza de esta tradición el plano filosófico del materialismo dialéctico por considerarlo ateo. Concibe a la sociedad desde el enfoque analítico de la lucha de clases, y alienta un cambio revolucionario en América Latina que modifique de raíz la estructura de la propiedad, aunque afirma que la praxis política para lograr esa transformación no necesariamente debe ser violenta. Ha sido reivindicada por sacerdotes y militantes católicos que participaron en diversos grupos guerrilleros en los años ‘70 y también posteriormente en diferentes partidos y movimientos de izquierda.

    • Teología desde la praxis histórica: expresada principalmente por el sacerdote y teólogo peruano Gustavo Gutiérrez (nacido en Lima en 1928, aún hoy ejerce como religioso con un fuerte compromiso social y pastoral), padre fundador de la TL, representa muy probablemente la tendencia mayoritaria de la TL en América Latina. También podemos incluir dentro de esta corriente a otros destacados y emblemáticos teólogos de la liberación como el ex sacerdote brasileño (se retiró de la estructura formal de la Iglesia Católica tras sufrir múltiples persecuciones durante el papado de Juan Pablo II) Leonardo Boff (Concórdia, Santa Catarina, 1938) y el jesuita español-salvadoreño (también hostigado desde la Santa Sede, en forma más inquisitoria durante el pontificado de Benedicto XVI) Jon Sobrino (Barcelona, 1938). Se trata de tres referentes reconocidos en diferentes lugares del mundo por su notable formación académica y su vasta labor territorial. El papa Francisco se ha referido a ellos en reiteradas ocasiones de manera elogiosa. Esta amplia expresión dentro de la TL emplea herramientas analíticas de las ciencias sociales para comprender la realidad: no sólo de la tradición marxista, sino también de otras escuelas de pensamiento surgidas en los ámbitos de la Sociología, la Economía y las Ciencias Políticas. Argumenta que en la historia latinoamericana ha operado un pecado social del cual los pueblos deben liberarse a través de un cambio revolucionario a nivel material y espiritual. Se diferencia de la corriente anteriormente descripta por no depender tanto de la hermenéutica marxista, y por preservar de manera muy clara al Evangelio como matriz central de su reflexión y propuesta de acción pastoral y política.

    • Teología desde la praxis de los pueblos latinoamericanos: también reconocida habitualmente como la Teología del Pueblo (TP), es la versión argentina de la TL, aunque no contiene a todos los teólogos de la liberación de este país sudamericano porque algunos de ellos han adherido en diversos casos a las tres vertientes anteriores. Sin embargo, desde su surgimiento en los años ‘60, la TP se ha destacado siempre como la expresión mayoritaria entre todas las corrientes de la TL en Argentina. A diferencia de las otras tres líneas de la TL, que a pesar de evidenciar notorias divergencias entre sí coinciden en poner el énfasis de sus estudios en la esfera socio-estructural (utilizando fundamentalmente categorías e indicadores de la Economía y la Sociología), la TP prioriza el enfoque analítico histórico-cultural (otorgándole mayor preponderancia a otras ciencias humanas como la Historia y la Antropología Social y Cultural), con particular énfasis en la liturgia del catolicismo latinoamericano a través de la cual los pueblos del continente han manifestado a lo largo de la historia su devoción a los santos y a las diferentes advocaciones de la Virgen María, creando una síntesis cultural única en el mundo que también incorpora algunas de las creencias ancestrales de los pueblos originarios de América. La TP alienta una praxis social y pastoral transformadora, otorgándole un lugar preponderante a la capacidad liberadora de la religiosidad popular como esfera de la espiritualidad colectiva. En plena sintonía con la experiencia política del peronismo en Argentina, para la TP el sujeto histórico no es la clase social, sino el pueblo. La TP reconoce el conflicto existente en cualquier sociedad capitalista, pero no busca potenciarlo sino que por el contrario pretende conciliarlo con la mejor resolución posible para el pueblo trabajador. Se manifiesta distante tanto de la tradición liberal como así también del pensamiento marxista, aunque algunos de los teólogos de la TP (como el propio Scannone) aceptan emplear desde una perspectiva crítica ciertas herramientas de análisis del materialismo histórico. Sus principales exponentes han sido los sacerdotes argentinos Lucio Gera (1924-2012) y Rafael Tello (1917-2002), ambos (junto a otros referentes de la TP como Scannone, 1931-2019, y el filósofo e historiador uruguayo Alberto Methol Ferré, 1929-2009) personajes clave a la hora de explicar la formación intelectual y teológica del joven Bergoglio.

    1.2. La versión argentina de la Teología de la Liberación: la Teología del Pueblo

    En Argentina, los sacerdotes y teólogos que participaron de la recepción del Concilio Vaticano II se agruparon hacia mediados de la década del ‘60 en la Comisión Episcopal de Pastoral (COEPAL), integrada entre otros por Lucio Gera (clero diocesano), Rafael Tello (clero diocesano), Vicente Zazpe (arzobispo de Santa Fe), Enrique Angelelli (obispo de La Rioja), Manuel Marengo (obispo de Azul), Fernando Boasso (jesuita), Alberto Sily (jesuita), Gerardo Farrell (clero diocesano) y Justino O´Farrell (clero diocesano). La COEPAL funcionó de manera institucional entre 1966 y 1973, aunque posteriormente el grupo continuó reuniéndose y generando reflexiones teológicas con aportes que realizaron también nuevos integrantes que fueron sumándose al espacio tales como los mencionados Scannone y Methol Ferré. Principalmente Gera y Tello son reconocidos como los impulsores y creadores de una corriente de pensamiento y acción, gracias a sus contribuciones filosóficas y pastorales innovadoras en aquellos años. Esta expresión específicamente rioplatense, la TP, ha tenido una clara incidencia en la formación de Bergoglio como sacerdote argentino que ha reivindicado desde los ‘60 una mirada del mundo desde una perspectiva latinoamericanista, que pone mayor énfasis en los temas culturales antes que en las cuestiones económicas a la hora de cuestionar integralmente a los modelos hegemónicos coloniales y neocoloniales.

    La COEPAL ejerció una notable influencia, también, en la redacción del Documento de San Miguel del 26 de abril de 1969, a través del cual la CEA (Conferencia Episcopal Argentina) tradujo a lenguaje criollo y adaptó a la realidad local las conclusiones aportadas por el Concilio Vaticano II y la II Conferencia General del CELAM Medellín 1968. Aquella declaración de los obispos argentinos destacó, entre otros temas prioritarios, la necesidad de revalorizar la religiosidad popular manifestada a través de múltiples expresiones culturales tales como peregrinaciones, procesiones, santuarios y otras iniciativas de espiritualidad colectiva asociadas en forma mayoritaria a los pobres, y tradicionalmente subestimadas y despreciadas por las elites ilustradas. Y también decidió promover con un énfasis más intenso el trabajo social en los barrios más humildes, lo cual alentó entre otras acciones posteriores a la creación del Equipo Pastoral de Villas de Emergencia en el ámbito del Arzobispado de Buenos Aires en septiembre de ese mismo año (14).

    El joven Jorge Bergoglio se ordenó como sacerdote jesuita el 13 de diciembre de 1969, tan sólo ocho meses después de la publicación de aquel Documento de San Miguel. Los contenidos de ese mensaje renovador al cual se sumó en ese entonces en forma mayoritaria la Iglesia argentina definen con claridad el contexto histórico y pastoral en el cual se formó teológicamente quien 44 años después sería elegido como el papa Francisco. Aquellos sacerdotes y filósofos que integraron la COEPAL tuvieron una incidencia muy directa en la preparación intelectual y religiosa del futuro pontífice. A este listado de teólogos también debemos agregar a quien el propio Francisco considera como su padre espiritual: el sacerdote jesuita Miguel Ángel Fiorito (1916-2005), quien fuera rector de la Universidad del Salvador (USAL) entre 1970 y 1973 y ejerciera como un destacado referente durante décadas dentro de la Compañía de Jesús. Es reconocido como especialista en ejercicios espirituales, una tradición inaugurada en el siglo XVI por el propio fundador de la congregación, el vasco-español Ignacio de Loyola. Esta práctica ha perdurado y fortalecido a lo largo del tiempo como uno de los pilares fundamentales en la formación de los clérigos pertenecientes a la orden, complementando la sólida preparación académica, pastoral y teológica que reciben los seminaristas de manera integral.

    El 13 de diciembre de 2019, el día que se cumplieron 50 años de su ordenación sacerdotal, el papa Francisco encabezó personalmente el lanzamiento de cinco volúmenes con más de 2.000 páginas de textos del padre Fiorito, publicados por la revista más importante de la Compañía de Jesús a nivel mundial: Civiltà Cattolica. Bergoglio escribió el prólogo para dicha edición, y en la presentación de la obra, que se llevó a cabo en la célebre casa central de los jesuitas en Roma, la Curia Generalizia della Compagnia di Gesù de la calle Borgo Santo Spirito 4, manifestó lo siguiente:

    Presentar los Escritos en este recinto de la Curia General es para mí una manera de expresar el agradecimiento que tengo por todo lo que la Compañía de Jesús me ha dado y ha hecho por mí. En la persona del Maestro Fiorito están incluidos tantos jesuitas que fueron mis formadores (…). La edición de los Escritos del padre Miguel Ángel Fiorito es motivo de consolación para los que fuimos y somos sus discípulos y nos nutrimos de sus enseñanzas. Son escritos que harán un gran bien a toda la Iglesia (…). Conocí a Fiorito en el año 1961, al regreso de mi juniorado en Chile. Era profesor de Metafísica en el Colegio Máximo de San José, nuestra casa de formación en San Miguel, en la provincia de Buenos Aires. Desde entonces comencé a confiarle mis cosas, a dirigirme con él (…). Allí comencé a familiarizarme con algunos autores que me acompañan desde entonces: Guardini, Hugo Rahner, con su libro sobre la génesis histórica de la espiritualidad de san Ignacio, Fessard y su ‘Dialéctica de los Ejercicios’ (…). Como jesuita, al Maestro Miguel Ángel Fiorito le cabe la imagen del Salmo 1, la del árbol plantado al borde de la acequia, que da fruto en su sazón. Como este árbol de la Escritura, Fiorito supo dejarse contener en el mínimo espacio de su pieza del Colegio Máximo de San José, en San Miguel, Argentina, y allí echó raíces y dio frutos, como bien lo expresa su nombre, en los corazones de los que somos discípulos de la Escuela de los Ejercicios (15).

    Con respecto al grupo que participó en la COEPAL, encontramos un vínculo muy cercano a Bergoglio porque tres de los sacerdotes y teólogos mencionados eran jesuitas: Fernando Boasso, Alberto Sily y Juan Carlos Scannone. El filósofo uruguayo Alberto Methol Ferré, además, se convertiría años más tarde en amigo y referente teológico de extrema confianza del posterior pontífice, quien ha citado explícitamente en reiteradas ocasiones ideas y conceptualizaciones esgrimidas por el reconocido historiador montevideano (16).

    El caso de otro de los religiosos que participó en la COEPAL, el padre diocesano Justino O’Farrell, es particularmente interesante desde el punto de vista de la articulación cultural e intelectual porque se trató también de uno de los creadores y principales exponentes de las Cátedras Nacionales, surgidas a finales de los años ‘60 en el ámbito de la carrera de Sociología de la UBA (Universidad de Buenos Aires), que por aquel entonces se dictaba en la Facultad de Filosofía y Letras, dado que aún no existía como tal la Facultad de Ciencias Sociales (fue creada recién en 1988). De hecho, O’Farrell llegó a desempeñarse como decano de la Facultad de Filosofía y Letras durante los años 1973 y 1974. Además de O´Farrell, fueron referentes de las Cátedras Nacionales destacados intelectuales como Amelia Podetti, Alcira Argumedo, Guillermina Camusso, Horacio González, José Paradiso, Ernesto Villanueva y José Pablo Feinmann, entre otros (17).

    Desafiando abiertamente a la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970), las Cátedras Nacionales promovieron el desarrollo específico de categorías analíticas propias de América Latina dentro del amplio abanico de las ciencias sociales, capaces de utilizar fundamentos explicativos sin copiar de manera acrítica las herramientas teóricas y conceptuales que fueron generadas en Europa y Estados Unidos. A partir del estudio de las riquezas históricas y culturales de las diferentes sociedades latinoamericanas, con particular énfasis en el estudios de diversos autores argentinos (Juan José Hernández Arregui, Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche y Rodolfo Puiggrós, entre otros) en las Cátedras Nacionales confluyeron y se complementaron distintas tradiciones como la Sociología, la Antropología, las Ciencias Políticas y la filosofía cristiana, cuyos pensadores más renovadores comenzaron a ganar espacios también en las universidades públicas tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia General del CELAM Medellín 1968 (18).

    Activo protagonista de ambos espacios, el padre O’Farrell desempeñó una valiosa labor como nexo entre las Cátedras Nacionales y la COEPAL. Fue él quien llevó al debate del grupo de teólogos el concepto de pueblo trabajado en el espacio de reflexión de la UBA desde una perspectiva latinoamericanista. Los autores de las Cátedras Nacionales y los sacerdotes de la COEPAL coincidían en un aspecto central: la necesidad de pensar y actuar en Argentina y en la región a partir de un prisma analítico propio y original, con énfasis en la cultura popular, que no se encuadre dentro de la ideología liberal pero tampoco dentro de los rígidos dogmas de la tradición marxista. Por eso la afinidad manifiesta, en los dos ámbitos de reflexión, con el peronismo y con la posición tercermundista que se negaba a subordinarse geopolíticamente a Estados Unidos o a la Unión Soviética (19).

    Se trataba de una etapa histórica caracterizada por su alto nivel de producción intelectual tanto en ámbitos académicos laicos como religiosos, en un contexto social en el cual otro rasgo saliente estuvo definido por la adscripción al peronismo de sectores medios y universitarios que no habían acompañado a Perón durante sus dos primeras presidencias, pero que a la luz de su proscripción y del devenir político y económico posterior a su caída habían resignificado la enorme relevancia del peronismo como movimiento popular mayoritario, antiimperialista y promotor de la más importante ampliación de derechos sociales que se había registrado hasta entonces en la historia argentina. Muchos de los hijos de aquella clase media antiperonista de las décadas del ‘40 y ‘50 se habían convertido en militantes peronistas en los años ‘60. En ese marco cultural surge la mencionada versión argentina de la TL: la TP, que ya desde su nacimiento había tenido una matriz reflexiva y pastoral inequívocamente asociada al peronismo. Este rasgo la diferenció en algunos aspectos de otras expresiones latinoamericanas de la TL, aunque coincidiendo en los ejes centrales y particularmente en los dos matices comunes que unen a todas las corrientes de la TL: la utilización de las ciencias sociales como herramientas analíticas que permiten una mejor comprensión de la realidad contemporánea, y la opción preferencial por los pobres (20).

    1.3. Rodolfo Kusch habla desde la América profunda

    En 1962, pocos años antes de que se desarrollaran las experiencias innovadoras de las Cátedras Nacionales y la COEPAL, el filósofo y antropólogo argentino Rodolfo Kusch (1922-1979) publicó un trabajo titulado América Profunda (21), en el cual también planteó la necesidad de descubrir un pensamiento propio de la región, indagando en forma integral y minuciosa las creencias religiosas de los pueblos originarios de la zona andina, y reconociendo la especificidad de la cosmovisión de las sociedades latinoamericanas contemporáneas sin referenciarse en forma mecánica y exclusiva con las tradiciones europeas, sobre las cuales esgrimió, a partir de una fundamentación histórica y filosófica muy sólida, conceptualizaciones y reflexiones sumamente críticas. Durante una entrevista que el papa Francisco le concedió a la Agencia Télam en 2022, el sumo pontífice expresó las siguientes palabras:

    Hay un filósofo argentino, Rodolfo Kusch, que es el que mejor captó lo que es un pueblo. Como sé que me van a escuchar, recomiendo la lectura de Kusch. Es uno de los grandes cerebros argentinos. Tiene libros sobre la filosofía del pueblo (22).

    Francisco ya le había recomendado la lectura de Kusch al sociólogo francés Dominique Wolton durante un ciclo de entrevistas que fue publicado en formato de libro en 2018, bajo el título de Papa Francisco. Política y sociedad. Conversaciones con Dominique Wolton:

    Hay un pensador que usted debería leer: Rodolfo Kusch, un alemán que vivía en el noroeste de Argentina, un excelente filósofo y antropólogo. Hizo comprender una cosa: que la palabra ‘pueblo’ no es una palabra lógica. Es una palabra mítica. No se puede hablar de pueblo de manera lógica, porque sería sólo una descripción. Para comprender a un pueblo, comprender cuáles son sus valores, es necesario entrar en el espíritu, el corazón, el trabajo, la historia y el mito de su tradición. Este punto está realmente en la base de la teología denominada ‘del pueblo’. Significa ir con el pueblo, ver cómo se expresa. Esta distinción es importante. El pueblo no es una categoría lógica, es una categoría mítica (23).

    Esta diferenciación que plantea Francisco entre pueblo como categoría mítica, y sociedad como categoría lógica, aparece en forma recurrente en diversos textos escritos por el jesuita porteño a lo largo de toda su vida apostólica. En un trabajo publicado en 2010 por la Pastoral Social del Arzobispado de Buenos Aires, titulado Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad, 2010-2016. Nosotros como Ciudadanos. Nosotros como Pueblo, Bergoglio se refirió al tema de la siguiente manera:

    "Las categorías lógicas de sociedad y míticas de pueblo (…) Ciudadanos es una categoría lógica. Pueblo es una categoría

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