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Amanecer amando: Preguntas y respuestas sobre relaciones de pareja
Amanecer amando: Preguntas y respuestas sobre relaciones de pareja
Amanecer amando: Preguntas y respuestas sobre relaciones de pareja
Libro electrónico330 páginas4 horas

Amanecer amando: Preguntas y respuestas sobre relaciones de pareja

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Información de este libro electrónico

El Dr. Miguel Ángel Núñez lleva casi tres décadas dirigiendo seminarios y conferencias en todo el mundo, desde lugares tan remotos como Rusia y Australia, hasta Europa, y toda América, sur y norte. En cada ocasión que hace seminarios o conferencias da oportunidad a sus oyentes para que realicen preguntas, con el fin de ayudar en la comprensión de los temas que trata. Del mismo modo, recibe constante emails o mensajes a través de redes sociales reaccionando a sus videos en su canal de YouTube o de los artículos que publica en sus blogs o en sus podcast. La mayoría de esas respuestas son cortas, porque el momento lo amerita, este libro, viene a suplir dicha situación, respondiendo preguntas en extenso y dando fundamentos que en en el contexto de una respuesta rápida no se puede dar. Son 50 respuestas a la misma cantidad de preguntas que se han realizado. El autor espera que este sea el primero de una serie de libros con la misma tónica, contestar preguntas para que los que tengan inquietudes similares, puedan reflexionar en calma en los temas propuestos. El Dr. Miguel Ángel Núñez, terapeuta matrimonial y orientador familiar, suma con este libro un texto más a su extensa obra literaria que ha sido traducida a varios idiomas.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 may 2024
ISBN9798215799635
Amanecer amando: Preguntas y respuestas sobre relaciones de pareja
Autor

Miguel Ángel Núñez

El Dr. Miguel Ángel Núñez. Tiene nacionalidad chilena y argentina.Ha enseñado en universidades de Chile, Argentina, México, Perú y España. Además ha sido profesor visitante para universidades de Ecuador, Colombia, Rusia, El Salvador, Venezuela y EE.UU.Doctor en Teología Sistemática (Univ. Adventista del Plata); Magister en Teología (Univ. Adventista del Plata); Licenciado en teología (Univ. Adventista de Chile y Univ. Adventista del Plata); Licenciado en filosofía y educación (Univ. de Concepción, Chile); y, Orientador familiar (Univ. Católica del Norte, Chile). Actualmente cursa una Maestría en Mediación y Conflicto y otra en Sexología clínica.Especialista en Ética, Investigación cualitativa, Antropología, Educación y Orientación Familiar.Conferenciante internacional, solicitado normalmente para dictar seminarios para jóvenes, docentes, empresas y matrimonios. Dedica buena parte de su tiempo a escribir; editar; realizar terapia online; y dar clases en postrgrado.CEO y editor de FORTALEZA EDICIONES y de sus sellos subsidiarios: TORRE FUERTE EDICIONES; CRÍTICA CRISTIANA EDITORIAL; TESIS EDITORIAL; LETRA DE COLORES EDICIONES; POÉTICA EDICIONES; VIDA SALUDABLES EDICIONES; GRACIA EDICIONES.CEO de SERVICIOS EDITORIALES FE, que brinda servicios editoriales a autores que precisen publicar.

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    Vista previa del libro

    Amanecer amando - Miguel Ángel Núñez

    Agradecimientos

    Es posible que nunca logremos dimensionar cuánto efectivamente le debemos a otras personas. Algunos suelen creer que todo lo han conseguido solos. Sin embargo, otros preferimos pensar que muchas personas anónimas y con nombre, han contribuido a ser lo que somos. Este libro no es la excepción. Le debo a miles de personas que durante años me han estado haciendo preguntas de los más distintos estilos que me han obligado a reflexionar, buscar respuestas y analizar.

    Varían los idiomas, la geografía y la raza, sin embargo, los problemas parecen ser los mismos en todas partes. Eso se evidencia en las preguntas que contienen este texto. He venido recopilando preguntas, y por fin me senté a contestarlas.

    Le doy gracias a quienes me han venido animando en estos años a dejar en un libro las respuestas a estas preguntas. En parte lo he estado haciendo a través del blog de Respuestas que comenzamos hace años en una serie de conferencias que hicimos para el canal de televisión 3ABN español en Oregon, EE.UU. Del blog hemos extraído algunas respuestas atingentes al enfoque de este libro, es decir, las que se relacionan solamente con parejas. Han sido editadas, ampliadas, corregidas y en algunos casos, cambiado el enfoque original.

    Hace años estando en Perú iniciamos la costumbre que después de cada conferencia solicitaba preguntas por escrito y anónimas, eso permitió que las personas pudieran expresarse sin temor. Lo mismo hemos hecho en más de 40 países y cientos de presentaciones. Muchas de esas preguntas las hemos acumulado y de allí hemos extraído la mayoría para responderlas en extenso.

    Nunca he tenido miedo de contestar lo que sé y he callado cuando de algo no tengo certeza, así que agradezco la paciencia de quienes leerán este libro, que esperamos sea el primero de una serie.

    Agradezco a los amigos que han tenido la paciencia de escuchar mis explicaciones, aunque no siempre coincidan conmigo, pero eso es lo maravilloso de pensar, que siempre existen perspectivas nuevas y distintas para enfrentar la realidad. No existe una respuesta única, así que agradezco de antemano a quienes tendrán la paciencia de leer y no estar completamente satisfechos, si me escriben para contarme eso, nos enriqueceremos mutuamente.

    Finalmente, gracias a mi familia, mi esposa Mery y a mis hijos Mery Alin y Alexis, los propios y los que han llegado luego: Denis y Lory, que se han convertido en parte de nuestra vida y que amamos porque son el regalo divino para la vida de nuestros hijos. Juntos, han hecho tantas preguntas y han sido tan críticos con algunas respuestas que agradecerles es poco, porque me han obligado a contestar con más claridad, lo que a veces a mí me parece cristalino, no lo es tanto.

    También agradezco a los hijos e hijas postizos que se han ido adhiriendo en el camino, y que se han convertido en entrañables, también sus preguntas nos han enriquecido.

    Por último, Amanecer amando es una frase que es parte de una pregunta, de alguien que me manifestó el mayor deseo que tenía y era sentir que era amada, todos los días, no solo algunas jornadas. Me pareció que era un buen título para un texto lleno de ilusiones y expectativas. Le pedí permiso para usar la frase, que me concedió, pero no me autorizó a poner su nombre, y le estoy agradecida a ella, que espero que en algún momento encuentre el amor que anda buscando.

    Introducción

    Preguntar es innato al ser humano. No existe persona que en algún momento no se pregunte sobre las cuestiones fundamentales que le aquejan. Cuando estudié filosofía en la Universidad de Concepción, en Chile, un entrañable maestro, solía decir: Sin preguntas, no seríamos quienes somos. Las preguntas, muchas veces, son más importantes que las respuestas. Tenía razón, porque preguntar es un ejercicio de la inteligencia que nos obliga a replantearnos y escarbar para encontrar una respuesta que permita conocer con certeza.

    En relación con la pareja, nadie nació sabiendo. Al contrario, formar un vínculo afectivo con otra persona demanda un trabajo de tiempo completo para el cual la mayoría de las personas no están completamente preparados. Evidentemente surgen preguntas que no todos saben cómo responder.

    Algunos tienen el interés de buscar respuestas en libros y conferencias, ¡bien por ellos! La mayoría pregunta a otras personas que están más o menos en la misma situación que ellos: Amigos, familiares, compañeros de trabajo, e incluso, a extraños.

    Ciertamente los orientadores familiares y terapeutas matrimoniales no tenemos todas las respuestas, pero al menos, nos esforzamos por estar al día y poder responder de la mejor forma posible. Las personas que atendemos nos obligan a estar preparados porque siempre en la consulta surgen nuevas interrogantes. Cada individuo es un universo, así que, aunque las preguntas coinciden, no siempre las respuestas sirven de la misma forma a todos. El riesgo de un libro como éste, es precisamente ese. Pero, entre no tener respuestas, y tener, aunque sea una vislumbre de lo que debe hacerse, es preferible intentar contestar, para beneficiar al máximo número de personas posibles. Algunas respuestas, evidentemente, no satisfarán todas las expectativas, pero al menos servirán para dar luces que puedan ayudar a los amables lectores a encontrar alguna vía que les permita tomar las mejores decisiones.

    Vivir es preguntar. Es de personas emocionalmente inteligentes buscar la mejor respuesta. No hay nada malo en preguntar, al contrario, los que cuestionan, son a menudo las personas que logran respuestas, porque su espíritu inquieto los hace no conformarse con cualquier cosa.

    El viejo sabio Aristóteles le decía a su hijo Nicómaco que todos los seres humanos tienen algo en común, todos buscan ser felices. Han pasado los siglos y el filósofo sigue teniendo razón. Nadie se casa o forma una pareja para ser infeliz. De allí la importancia de buscar respuestas adecuadas para las inquietudes que van surgiendo.

    Confío que, en esta aventura, que comenzamos juntos, al relacionarnos con este libro, podamos aportar con respuestas que ayuden en las múltiples inquietudes que surgen en esta maravillosa y compleja tarea de ser pareja.

    Un abrazo a la distancia a todos y todas

    Dr. Miguel Ángel Núñez

    Quart del Valls, Valencia, España

    Capítulo 1: ¿Qué es ser una pareja?

    "Nacerá una unión, entre el hombre y la mujer, mucho más verdadera, mucho más fuerte, mucho más digna de respeto. La unión magnífica de dos seres iguales que se enriquecerán mutuamente puesto que poseen riquezas distintas".

    (Victoria Ocampo)

    "Perdón si mi pregunta suena muy simple, pero todos los días escucho la palabra ‘pareja’, quiero saber qué significa y que implica serlo".

    Veamos: Pareja es una palabra que alude a una cuestión de índole matemática. Solemos hablar de pares y par, como una forma de mostrar que dos objetos o personas están en un mismo nivel, están emparejados formando un dúo armonioso. Desde allí se trasladó a las relaciones interpersonales y se le dio el sentido que la palabra tiene en castellano.

    Tal como definen Carmen Campo y Juan L. Linares: Dos personas procedentes de familias distintas, generalmente de diferente género, que deciden vincularse afectivamente para compartir un proyecto común, lo que incluye apoyarse y ofrecerse cosas importantes mutuamente, en un espacio propio que excluye a otros pero que interactúa con el entorno social (Campo y Linares, 2002, 11).

    En esta definición hay elementos importantes que considerar:

    Dos personas, que provienen de hogares distintos, lo que supone diferentes perspectivas de vida, visiones de mundo y conceptos que deben ser afinados, contrastados, discutidos y sincerados.

    Que generalmente son de géneros distintos, aunque el mismo enfoque vale para parejas no heterosexuales, el ser de distinto género supone lo mismo que la primera parte, es decir, tener que buscar puntos de encuentro a partir de sus diferencias.

    Se vinculan afectivamente, lo que implica un tremendo reto, porque es más sencillo iniciar un negocio, construir una empresa, que formar una pareja unida por situaciones tan subjetivas que sus emociones y sentimientos.

    Para compartir un proyecto de vida común, lo que es probablemente el mayor reto, en una cultura donde generalmente se espera que las mujeres se acoplen al proyecto de los maridos, perdiendo su individualidad, y de paso, perdiéndose a sí mismas, en esos engendros confusos que algunos llaman matrimonio, y que no es más que una empresa de a uno que obliga a otro.

    Incluye apoyarse y ofrecerse mutuamente cosas importantes, que suena muy bonito en el papel, pero que llevarlo a la práctica supone un reto de abnegación, dominio propio e inteligencia emocional superior.

    Espacio propio que excluye a otros, otra expectativa que muchas veces no se cumple toda vez que muchas parejas ven comprometidas sus relaciones y vínculos, simplemente, porque sus familias de origen se entrometen en lo que no les corresponde, y finalmente

    Interactúan con el entorno social, lo que también implica un reto, porque muchas personas que no han aprendido a ser parejas, tampoco saben cómo comportarse e interactuar con sus entornos sociales.

    En suma, ser pareja, no se trata solo de unir dos personas, sino armonizar afectos, proyectos, emociones y entornos sociales, definitivamente, un reto difícil en toda regla.

    Los problemas comienzan cuando el concepto pareja se pierde, y es cuando una persona considera que en la relación uno es superior o entiende que el otro está bajo su nivel. En ese caso, dejan de ser pareja y se convierte en una relación de jerarquía donde uno manda y el otro obedece. En dicho contexto no hay paridad, y, por lo tanto, no se puede hablar de pareja.

    Ser pareja consiste en entender que dos personas forman un núcleo donde ambos son importantes, ni el varón ni la mujer son superiores ni inferiores. Cuando en la relación de dos personas se instala la idea de que uno tiene más derechos que el otro, o que uno de los dos está al servicio unilateral del otro, entonces, se pierde el concepto pareja, y se está ante la presencia de un binomio amo-siervo, jefe-subordinado, director-empleado, etc.

    La relación de pareja consiste en un pacto entre dos personas que entienden que deben respetarse y darse mutuamente un trato digno. Cuando eso no ocurre, hablar de pareja es un sin sentido. Un absurdo lógico. Sólo es viable referirse al concepto pareja cuando efectivamente dos personas se traten como tales. De otro modo parece un chiste de mal gusto.

    Por otro lado, ser pareja consiste en tener un proyecto de vida común, donde ambos se sientan identificados y participando.

    Cuando uno de los dos excluye al otro en la planificación de la vida, no puede pedir que su cónyuge se comprometa en un proyecto en el que no ha tenido participación.

    Muchas personas están realmente frustradas porque su cónyuge o compañera no los considera adecuadamente a la hora de planificar la vida juntos. Recuerdo una conversación con una mujer que me decía con amargura:

    —Me siento como una niña, como alguien que cambió de papá a esposo y continúa siendo una infanta a la que hay que decirle qué hacer y hacia dónde ir. Eso me enoja. Él no me escucha. Para él soy simplemente una hija a la que hay que decirle lo que tiene o no qué hacer. De hecho, me dice así, ‘hija’ y en el fondo, siento que me ve de esa manera. Tengo una gran frustración y mucha ira acumulada.

    No es para menos. Una persona adulta, que emocionalmente está sana, se sentirá agredida ante alguien la trate de una manera inadecuada.

    Ser pareja es tener un proyecto vital común, y que, además, exige respeto a la dignidad del otro.

    Este concepto, sin duda va en desmedro de las ideas imperantes en muchos contextos donde los varones creen tener derechos inalienables sobre la vida de sus mal llamadas parejas. Controlan el dinero, el lugar donde han de vivir, las condiciones de vida, la educación de los hijos, y un sin número de situaciones donde las esposas se convierten simplemente en un apéndice de sus vidas, sin derecho a opinión. En esos vínculos tóxicos, no hay pareja, son relaciones donde se ha instalado una dinámica que rompe el principio de equidad y paridad.

    La verdadera pareja planifica junta. Vela por llegar a acuerdos que le permitan guiar sus vidas y las de sus hijos de una manera adecuada. No existen los permisos otorgados por el varón, sino los acuerdos desarrollados como pareja. Muchas mujeres sufren en relaciones donde su presencia es considerada de segunda categoría. Se las infantiliza y se las trata de una manera inapropiada.

    Ser pareja no consiste en actuar como esclavo al servicio de otro ser humano. Eso no sólo es denigrante, sino que estropea el verdadero sentido de la vida en pareja. Emparejar la relación consiste en entender que ambos, varón y mujer, tienen derechos y deberes. Que ambos deben aportar a la relación en términos de paridad y considerando sus diferencias individuales. Cada uno aporta, porque es la acción en pareja lo que enriquece a los cónyuges.

    Cuando las parejas entienden que la vinculación exige intimidad y compromiso, entonces, la vida adquirirá un sentido distinto.

    De hecho, tal como dice Gary Chapman, Dios diseñó el matrimonio para que fuera la relación humana de mayor intimidad. En él compartimos todos los aspectos de la vida: social, intelectual, emocional, espiritual y físico. Y lo hacemos en grado tal que se puede decir que somos uno. El grado de intimidad que la pareja cristiana logre en cada uno de esos aspectos determinará el grado de satisfacción matrimonial. Las parejas que no descubran esa clase de intimidad tendrán matrimonios huecos, como muchas parejas en que ambos viven juntos, pero están solos, cortados, amputados (Chapman, 2004, 35), y ese no es el ideal que Dios tenía en mente cuando ideó el matrimonio y la pareja.

    Así que para que funcione adecuadamente debemos plantearnos seriamente entender qué es el matrimonio para compararlo en contraste con lo que nuestra sociedad comprende por esta institución, esa es la otra gran pregunta que va anexa al sentido de pareja, descubrir qué es ser pareja, porque paradojalmente muchos matrimonios no son parejas, y muchas parejas, que no están casadas, suelen ser más matrimonio que otras que sí lo están, esencialmente, por el tipo de vínculo que desarrollan.

    Capítulo 2: ¿Qué es el matrimonio?

    "Las personas que disfrutan relaciones satisfactorias y estables son seres equilibrados. No andan en busca de alguien que ‘llene un hueco’. Reconocen su propia valía" (Andrew Matthews)

    "Me voy a casar. Estoy feliz, pero quiero saber exactamente qué es un matrimonio. No quisiera tener ideas erradas ni conceptos mal entendidos".

    Hay varias formas de responder esta pregunta. Algunos consideran que el matrimonio es un contrato. Esa es una vieja idea que viene desde el tiempo de la Revolución Francesa, aunque ya existía en el inconsciente colectivo. Es el matrimonio reducido a un compromiso de tipo legal y nada más. Un formalismo legal que se puede romper en los mismos términos.

    Cuando se observa el matrimonio como un contrato, entonces, es fácil creer que hay deberes y derechos. Sin embargo, este concepto tiene un problema serio. Si se introduce el concepto deber, entonces, con él viene aparejada la idea de obligación, lo que hace que para muchas personas el matrimonio se convierta en una carga o en una verdadera cárcel física y emocional.

    El deber no tiene mucho que ver con el concepto bíblico de matrimonio. Al contrario, introduce una idea que puede resultar errónea en su factura y sus resultados. Por otra parte, tal como señala Ramiro Calle, la idea del deber o compromiso suele ser difusa porque cada uno de la pareja puede entenderlo a su modo (Calle, 2009, 30), introduciendo un sesgo ambiguo, tal como ocurre en los reclamos que muchos miembros de matrimonios hacen a sus cónyuges alegando que hay deberes que no se cumplen, muchos de ellos, que están solo en sus mentes y expectativas, que a menudo, tristemente, no han sido sinceradas con sus parejas.

    Otro concepto popular, pero que también arroja ideas erróneas es concebir al matrimonio como una empresa, imagen machista que le gusta repetir sobre todo a varones. Sin embargo, es un concepto equivocado porque introduce la idea de subsidiariedad, en otras palabras, en toda organización siempre hay un jefe y subordinados, de esa forma, la mayoría de los varones les gusta verse a sí mismos como los jefes de la empresa y a sus esposas como asesoras o subdirectoras, siendo ellos los principales representantes de la supuesta empresa, idea que no sólo está equivocada, sino que atenta contra el concepto más profundo de pareja y relación paritaria. De hecho, se suele hablar en sociedad del jefe del hogar, y siempre se supone que es el varón, sólo en los últimos años se ha introducido el concepto de jefas de hogar, especialmente para quienes tienen la tarea de conducir su familia sin la ayuda de un esposo o compañero. Si se concibe el matrimonio como empresa, entonces, se está frente a un concepto que introduce ideas confusas a la relación.

    Un tercer concepto que nació en la mente de clérigos medievales, y con el único propósito de controlar la vida de los matrimonios, fue concebir el matrimonio en términos de sacramento. Esto surgió al alero del dogma introducido por el cristianismo medieval de creer que el matrimonio era santo, por lo tanto, no debía romperse por ninguna razón. La base de esto, son los planteamientos introducidos desde el dualismo griego que trajeron al cristianismo autores como Orígenes o Agustín de Hipona, que para darle un marco de legalidad a la sexualidad, cuyo único objetivo sería procreativo, inventaron la sacralidad del matrimonio. Luego, se inventó la idea de la indisolubilidad matrimonial, concepto que no solo es extraño al pensamiento bíblico, sino que supone un despropósito toda vez que hay relaciones que no funcionan, por múltiples razones, y esta idea lo único que acarrea es multitud de lágrimas, sufrimiento y angustia a millones de personas que se quedan en malos matrimonios, simplemente, porque algunos manipuladores inventaron que era un sacramento.

    El cuarto concepto, es el que presenta la Biblia que explícitamente señala que el matrimonio es un pacto (Malaquías 2:14). Esa idea es mucho mejor que las que se transmiten popularmente.

    Cuando se hace un pacto dos personas que se consideran entre sí como pares, llegan, a un acuerdo. En el caso del matrimonio es un pacto basado en el amor, el respeto y la elección voluntaria, en ningún caso, es un pacto por conveniencias personales, si lo fuera perdería la esencia fundamental por el cual la Biblia habla de pacto.

    Por la única razón válida, porque se aman, un varón y una mujer unen sus vidas entendiendo que tienen un proyecto de vida conjunto, y se prometen fidelidad mutua y tratarse con dignidad y respeto.

    El pacto implica que ambos entregan sus vidas uno al otro. Aportan todo lo que son y representan para una relación que es un vínculo voluntario basado en la voluntad de hacerse felices mutuamente.

    En el pacto matrimonial no hay lugar para un jefe, ni un director, ni alguien que subyugue a otro. Es un pacto de pares, no de subsidiarios o subordinados.

    Tampoco es un deber, ni obligación.

    El matrimonio es algo agradable. El amor no duele, al contrario, llena de alegría y de placer. Es una de las experiencias más gratificantes a las cuales tiene acceso el ser humano.

    Cuando una pareja forma una unión conforme a la voluntad de Dios y siguiendo la lógica divina, su vida se llena de luz y no de oscuridad.

    Lástima que tantos se vean confrontados sólo por el aspecto legal, como si ese fuera el constituyente central de una relación marital. Tal vez por allí va la razón por la cual tantos jóvenes hoy en día dudan sobre si conviene o no casarse, al ver a tantas parejas infelices, muchos se preguntan si vale la pena entrar en una relación donde tantas personas sólo anhelan salir.

    Dios no se equivoca, cuando entiende que la relación matrimonial dice que es un pacto, entiende que dos personas deciden andar juntos como compañeros de ruta, amándose, ayudándose y siendo uno para el otro la compañía necesaria para superar el flagelo de la soledad. Un matrimonio de verdad asume la responsabilidad de ser compañero o compañera de su cónyuge.

    La Biblia dice: "No es bueno que el ser humano esté solo" (Génesis 2:18), como una forma de refrendar que el pacto de amor que realizan dos personas que se aman, tiene como fin el que ambos superen la soledad natural que sienten.

    En otro pasaje similar, Salomón señala de manera tajante: "Más valen dos que uno solo, y a continuación agrega: Pues si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo que cae!, que no tiene quien lo levante" (Eclesiastés 4: 9-10). Cuando nos casamos hacemos un pacto de amor y prometemos amar, respetar, y no abandonar nunca al otro. La base de un compromiso es el amor, que nace en la decisión formal de hacer lo mejor el uno por el otro.

    Los que realmente han hecho un pacto de amor, nunca se les ocurriría tratar a su cónyuge como alguien inferior o como si uno tuviera que obedecer al otro para que la relación funcione. Sólo mencionarlo es una falta de respeto hacia el cónyuge y su dignidad de persona creer que uno debe dar órdenes como si tratara con un empleado. Eso no es relación sino esclavitud.

    El matrimonio, cuando no es un pacto, no es relación. Es simplemente una figura que sirve para esconder algunas de las más horrendas aberraciones que el ser humano pervertido utiliza como medio para maltratar a otros seres humanos. Dios nos libre de hacer algo así con nuestro cónyuge, que suponemos es la persona más importante en nuestras vidas.

    Un matrimonio es un pacto de amor. Quienes viven la realidad de un pacto de estas características, entonces, tienen el futuro asegurado. Pueden ir por la vida seguros, porque han hecho un compromiso basado no sólo en el amor, sino en la decisión.

    Cuando entendemos el matrimonio como pacto, entonces, todo tiene un sentido distinto a un mero contrato civil. Como señala muy bien Gary Chapman: Nadie es perfecto, por lo tanto, todos en alguna oportunidad le fallaremos a alguien y dejaremos de cumplir el pacto que acordamos. Sin embargo, esa falla no necesita la cancelación del pacto, sino la confrontación y el perdón (Chapman, 2004, 22).

    El matrimonio, entendido como un pacto de amor, le da la estabilidad que la relación necesita. No es un contrato civil ni un acuerdo comercial ni social, tampoco es un sacramento, es un pacto, donde ambas partes deciden comprometerse para que lo que han pactado funcione. Así de simple y complejo a la vez.

    Capítulo 3: ¿Cuál es la base de un matrimonio de éxito?

    "No te merece en pareja quien te lastima, no te merece quien no te quiere" (Walter Riso)

    "Puedo parecer ingenua, pero quisiera tener un matrimonio perfecto, o al menos, tener éxito allí donde fallaron mis padres y tantos que conozco. ¿Qué puedo hacer para que eso sea realidad?".

    No existen ni van a existir matrimonios perfectos. Hay mejores matrimonios que otros, pero eso no significa perfección, sólo pensarlo es una necedad que mueve a desmotivación y sensación de fracaso a muchos, que precisamente por eso mismo eluden asumir el compromiso matrimonial.

    Buscar un matrimonio perfecto es una ilusión. Mejor buscar un matrimonio bueno, que nos haga felices, con expectativas realistas, para no vernos enfrentados a frustraciones que no ayudan.

    Un matrimonio de éxito se sustenta sobre algunos pilares fundamentales, que tal como en un edificio, sino están, producen desestabilidad o inseguridad, o a la inversa, si están dan estabilidad y seguridad.

    Confianza mutua

    En primer lugar, la confianza que es fruto de la amistad y el compañerismo. Dos personas que deciden vivir juntas se convierten en compañeros de ruta, en individuos que hacen lo mejor posible para que la relación tenga sentido y significado. Se dan a sí mismos para que todo lo que realizan cumpla el propósito de colaborar para que puedan crecer como amigos, que es finalmente una de las bases para sostener una relación en el tiempo.

    La confianza se cultiva. Es una expresión de intimidad emocional delicada, como una planta de interior, que a menos que se le de los cuidados respectivos, no sobrevivirá. Es fuerte, pero a la vez es frágil. Necesita que los que están comprometidos en una relación cultiven confianza, tal como se hace con plantas delicadas.

    La expresión confianza viene de raíces

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