Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Limites cara a cara: Como tener esa difícil conversación que has estado evitando
Limites cara a cara: Como tener esa difícil conversación que has estado evitando
Limites cara a cara: Como tener esa difícil conversación que has estado evitando
Libro electrónico391 páginas5 horas

Limites cara a cara: Como tener esa difícil conversación que has estado evitando

Calificación: 4 de 5 estrellas

4/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

La dedicatoria especial de este libro nos lo presenta claramente: «Para todos aquellos que quieren hacer de las conversaciones sinceras una parte central de sus relaciones personales».

Los autores logran definir las características, beneficios y precauciones de las conversaciones relevantes en 5 partes divididas en 27 capítulos, entre los cuales resaltan los siguientes: «La conversación que puede transformar su vida», «Los beneficios de una buena conversación», «Involúcrate emocionalmente», «Define el problema», «Discúlpate de tu parte en el problema», «Evita usar los “deberías”», «Cómo decirle a la gente lo que quieres decirle» y una sección especial sobre cómo llevar a cabo una conversación difícil con tu cónyuge, tu hijo o hija, tus padres, tus hijos adultos, en el trabajo y con personas en autoridad.

IdiomaEspañol
EditorialZondervan
Fecha de lanzamiento15 dic 2009
ISBN9780829781410
Limites cara a cara: Como tener esa difícil conversación que has estado evitando
Autor

Henry Cloud

Dr. Henry Cloud is an acclaimed leadership expert, psychologist, and New York Times bestselling author whose books have sold over 10 million copies. In 2014, Success magazine named Dr. Cloud one of the top 25 most influential leaders in personal growth and development. He graduated from Southern Methodist University with a BS in psychology and completed his PhD in clinical psychology at Biola University. 

Relacionado con Limites cara a cara

Libros electrónicos relacionados

Inspiración para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Limites cara a cara

Calificación: 3.9166666333333335 de 5 estrellas
4/5

24 clasificaciones3 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

  • Calificación: 3 de 5 estrellas
    3/5
    As is typical for psychology books written by Christians, the secular parts were helpful and the biblical parts were unnecessary. I feel that authors feel the need to market their books to Christians and that is a little sad. It brings in assumptions and biases and dull the helpfulness of the self-help genre.
  • Calificación: 4 de 5 estrellas
    4/5
    The authors offer reasons and tips for confronting people who you need to have that difficult conversation with. Their reasoning and principles are extremely sound and valuable. The tips about how to defuse the common ways people try to sidetrack these types of conversations were especially helpful. This is a message I definately needed to hear and to put into practice. If you have trouble confronting people in a loving yet firm manner--and who doesn't--then it's definately worth your while to read this book.
  • Calificación: 3 de 5 estrellas
    3/5
    Realmente no tengo idea, ni entiendo por qué me piden reseña si aún no lo leo. Primero permitan que lo baje.

Vista previa del libro

Limites cara a cara - Henry Cloud

CONTENIDO

Cover Page

Title Page

Copyright Page

¿Por qué otro libro de la serie «Límites»?

PARTE 1

POR QUÉ ESA CONVERSACIÓN TAN DIFÍCIL

CAPÍTULO 1 El diálogo puede cambiar su vida

CAPÍTULO 2 Beneficios de una buena conversación

PARTE 2

LOS FUNDAMENTOS

DE UNA BUENA CONVERSACIÓN

CAPÍTULO 3 La presencia emocional

CAPÍTULO 4 Hable claro acerca del «tú» y del «yo»

CAPÍTULO 5 Aclare el problema.

CAPÍTULO 6 Equilibre la gracia y la verdad

CAPÍTULO 7 Siga adelante

CAPÍTULO 8 Utilice esta fórmula: «Cuando haces A, yo me siento B»

CAPÍTULO 9 Afirme y avale

CAPÍTULO 10 Discúlpese por su parte en el problema.

CAPÍTULO 11 Evite los «debes…»

CAPÍTULO 12 Sea un agente de cambio

CAPÍTULO 13 Sea específico

CAPÍTULO 14 Distinga entre perdonar y confiar

PARTE 3

CÓMO DEBE PROCEDERSE

CAPÍTULO 15 Cómo decirle a otro lo que usted quiere .

CAPÍTULO 16 Cómo concienciar a alguien de un problema

CAPÍTULO 17 Cómo hacer rectificar una conducta.

CAPÍTULO 18 Cómo enfrentar las acusaciones, los contraataques y otros problemas

PARTE 4

CÓMO PREPARARSE PARA SOSTENER

LA CONVERSACIÓN

CAPÍTULO 19 Por qué necesita prepararse.

CAPÍTULO 20 Cómo se prepara uno.

PARTE 5

CÓMO SOSTENER ESE DIÁLOGO DIFÍCIL

CON PERSONAS QUE PARTICIPAN EN SU VIDA

CAPÍTULO 21 Con su esposa.

CAPÍTULO 22 Con su novia

CAPÍTULO 23 Con sus hijos

CAPÍTULO 24 Con sus padres

CAPÍTULO 25 Con los hijos adultos

CAPÍTULO 26 En el trabajo.

CAPÍTULO 27 Con las personas que tienen autoridad

Hay que decir la verdad con amor

About the Publisher

Share Your Thoughts

¿Por qué otro libro de la serie

«Límites»?

Nunca previmos cómo le iría a nuestro libro Límites: Cuándo decir que sí y cuándo decir que no para tomar el control de su vida. Aunque a través de nuestro trabajo clínico sabíamos que muchas personas piensan que necesitan recuperar el control de sus vidas, no teníamos ni idea de cuán extendida era esa necesidad. Casi todo el mundo siente en uno u otro momento que tiene que marcar mejores límites. A veces debemos tratar con personas difíciles, como alguien controlador, manipulador, irresponsable o incluso abusador. En otras ocasiones es preciso dilucidar en qué exigencias del devenir cotidiano debemos decir que no para que no nos excedamos. Y otras veces debemos desarrollar mejores modelos de intimidad en una buena relación, o tomar partido en una si-tuación complicada en la que están involucrados nuestros valores. Existen oportunidades en las que podríamos tener que impedir que alguien nos quite más tiempo, energía y recursos de lo que estamos dis-puestos a dar. Hay infinidad de contextos diferentes en los cuales es preciso establecer buenos límites, y para las personas sensibles y preo-cupadas por el prójimo, fijarlas puede resultar duro. Por lo tanto no sorprende que Límites haya encontrado un público tan dispuesto.

Como resultado de la popularidad del libro nos encontramos cada año hablando directamente ante decenas de miles de personas, y literalmente con millones a través de nuestro programa de radio. Al conversar con la gente, el tema de cómo lidiar con esas relaciones difíciles resurge una y otra vez. Resolver esos problemas que se asocian con las relaciones figura siempre entre las prioridades del ser humano.

Al responder a las preguntas siempre les decimos a los interesados que deben sostener una conversación directa con aquellos con quienes tienen el problema. Y ellos generalmente repiten: «Ya lo he intentado y no funcionó », o «¿De qué manera puedo hacerlo?» O ya lo han hecho pero los han superado por astucia y sagacidad, o sencillamente no saben cómo iniciar tal conversación, así que acostumbramos a instarlos a que jueguen con nosotros a desempeñar determinados papeles. Les decimos: «Usted será él o ella y yo seré usted. Bien, comencemos». Cuando les enseñamos a llevar dicha conversación, por primera vez se percatan del camino a tomar y suelen comentar: «Nunca pensé en manifestarlo de esta manera. Es total-mente diferente. Ahora sé qué hacer».

Muchas de las personas que observan la representación desde el pú-blico nos dicen lo mismo. El hecho de escuchar cómo hacerlo les presenta un proceso a seguir, y pueden continuar más confiadas en que podrán resolver un asunto complejo.

Este libro les enseña a los lectores a hacer precisamente eso, a tener una conversación con límites. La mayoría sabe que necesita fijar límites o mantener una conversación difícil con alguien, pero pocos saben có-mo hacerlo bien. A algunos les atemoriza tanto encarar el problema que nunca se atreven; otros se atreven y fracasan estrepitosamente; y un tercer grupo lo hace de una manera más dañina que beneficiosa. Por esa razón muchos aplazan el confrontar, el fijar límites o iniciar conver-saciones difíciles, y como resultado de ello sus relaciones padecen.

Para muchos, el fijarle límites a alguien o confrontarlo se ha vuelto un tema tabú. Sin embargo, tanto la Biblia como distintas investigaciones demuestran que la confrontación es esencial para alcanzar el éxito en todos los frentes de la vida. Las personas que confrontan bien convierten esta práctica en parte de la textura habitual de sus relaciones, y lo hacen de un modo directo. De hecho, confrontar significa eso: volver la cara hacia algo o alguien.

Esperamos que este libro le devuelva a la confrontación su positivo papel en el lenguaje del amor y de las relaciones. Demostraremos que fijar límites, confrontar y sostener esa conversación dificultosa que ha estado evitando no es motivo de conflicto, sino uno de los mayores actos de amor posibles. Demostraremos que es la única forma de tener la relación que usted desea, ya sea en el matrimonio, en un noviazgo, en la amistad, la familia o el trabajo. Y si aprende a sostener esas conversaciones de una manera amable, sincera y responsable, sus relaciones podrán ser mejores de lo que alguna vez pensó.

Este libro le enseñará los beneficios y los elementos esenciales de una buena conversación, cómo sostenerla, cómo prepararse antes y cómo desarrollarla con las diversas personas que están presentes en su vida.

Este es el motivo de otro libro de la serie Límites. Oramos para que este acompañe cualquier otro título de la serie que posea, y para que lo lleve hacia conversaciones específicas tanto en sus relaciones armóni-cas como en las difíciles. Esta será una guía para ayudarlo a saber cómo sostener esa conversación que ha estado evitando y, como resultado, a enriquecer sus relaciones y su vida.

POR QUÉ ESA

CONVERSACIÓN

TAN DIFÍCIL

PARTE 1

CAPÍTULO 1

El diálogo puede cambiar

su vida

Cuando a lo largo y a lo ancho del país dictamos conferencias sobre las relaciones humanas, escuchamos con frecuencia alguna versión de la siguiente historia:

—Gracias por sus materiales sobre cómo fijar límites y fronteras. Han cambiado mi vida y mi matrimonio —nos dice un hombre.

—Gracias también a usted. ¿Qué libro leyó? —le preguntamos de-seosos de entablar un diálogo.

—No he leído ninguno —dice—, ¡pero mi esposa sí! Yo me he comunicado siempre mal con ella —nos explica—. La controlaba. Tenía malos hábitos y ninguna vida espiritual de qué hablar. Entonces mi mujer leyó Límites y comenzó a aplicar sus principios. Ahí fue que las cosas empezaron a cambiar para los dos. Tomó tiempo y esfuerzo, pero ahora soy alguien de verdad diferente. Nos hemos acercado y sentimos más respeto mutuo y más libertad en la relación. Estoy lidiando mucho mejor con esas malas costumbres, y estoy despertando a mi relación con Dios.

Uno normalmente esperaría que alguien hablara de un libro que sí ha leído. Sin embargo, la respuesta inesperada de este hombre ilustra una realidad: la persona que en una relación tiene el problema, con frecuencia no asume responsabilidad por este. Mala noticia para la esposa de este hombre. Ella deseaba ver cambios, pero él o bien no veía el problema o pensaba que no tenía importancia, o que su esposa reaccionaba exageradamente. Esto puede dejar a la cónyuge, que se preocupa por él, indefensa, desanimada y menos apta para sentir en su corazón amor por su esposo.

Usted puede cambiar la relación por sí solo

Pero hay también buenas noticias. Aunque la persona que tiene el problema puede estar eludiendo la responsabilidad, aquella a la cual el problema afecta también puede cambiar las cosas. Usted puede ser quien tiene la motivación, quien está preocupado, ve el problema y se siente incómodo, trátese de una mala actitud o de una mala conducta. De hecho puede estar sintiendo más pena e incomodidad que la otra persona. En nuestro ejemplo es muy probable que la esposa, antes de confrontar a su marido, haya tenido que padecer aislamiento, falta de libertad, las malas costumbres de él y el vacío de no contar con un compañero espiritual.

Las cosas pueden cambiar cuando la persona que experimenta los efectos del problema toma la iniciativa de resolverlo. Esta esposa dio el primer paso. Comprendió que la forma de actuar de su cónyuge no beneficiaba a ninguno de los dos, y que nada cambiaría a menos que ella hiciera algo.

Las cosas pueden cambiar cuando la persona que experimenta los efectos del problema toma la iniciativa de resolverlo.

El primer paso suele ser una conversación, una charla, una confrontación cara a cara con la otra persona. Es una conversación en la cual los dos discuten el problema y lo que pueden hacer para resolverlo. Puede ser que solo se necesite esa única conversación. Pero es muy probable que este sea el comienzo de una serie de charlas y reuniones, como sucedió con el matrimonio de nuestro ejemplo.

Queremos afirmar y validar su decisión de sostener la conversación que ha estado evitando. Cómo desarrollarla es la necesidad básica sobre la cual trata este libro. Usted necesita una manera amable y a la vez honesta y eficaz de confrontar a alguien en su vida. La Biblia enseña —y las investigaciones lo respaldan— que es posible desarrollar las habilidades y las herramientas de una buena confrontación.

¿Qué es un límite?

Antes de continuar, necesitamos definir sin embargo un término que aparecerá a menudo en este libro: frontera.

Dicho sencillamente, un límite es el límite de su propiedad personal. Define quién es usted y dónde termina, y dónde comienzan los demás. Se refiere a la verdad, a la realidad, a lo que existe. Cuando confronta a alguien acerca de un problema, está delimitando un límite. Puede hacerlo con sus palabras si es honesto y establece una consecuencia para los actos dañinos del otro.

Los límites ayudan a definir quiénes somos en nuestras relaciones. Cuando sabemos qué queremos y qué no queremos, a favor de qué estamos y en contra de qué, qué amamos y qué detestamos, qué «es yo» y qué «no es yo», estamos fijando límites. Las personas que cuentan con buenos límites son claras en cuanto a sus opiniones, creencias y actitudes, cómo enseñó Jesús: «Cuando ustedes digan , que sea realmente sí. Cuando ustedes digan no, que sea no. Cualquier cosa de más proviene del maligno» (Mateo 5:37). Las personas sin fronteras claras no están seguras de sus opiniones, sentimientos y creencias. Las demandas de los otros las controlan fácilmente porque se sienten inseguras de sí mismas cuando necesitan establecer su posición. Las fronteras también nos ayudan a protegernos de daños y perjuicios. Al delimitar fronteras podemos asumir responsabilidad por la vida y los dones que Dios nos ha dado:«Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida» (Proverbios 4:23). Las fronteras protegen nuestros valores, sentimientos, tiempo, energía y actitudes. Cuando una persona le dice a otra: «Deseo que dejes de criticarme en público» está estableciendo un límite protector.

Dios mismo tiene fronteras. Él las diseñó y las vive. Él es claro en cuanto a quién es, a favor de qué está y en contra de qué. Está a favor de las relaciones, de la verdad, del amor y de la honestidad, y contra la opresión, la injusticia, el pecado y el mal: «Yo, el SEÑOR, amo la justicia, pero odio el robo y la iniquidad» (Isaías 61:8).

En este libro tratamos un aspecto específico de las fronteras. Le decimos cómo delimitarlas sosteniendo un útil y eficaz diálogo con la otra persona.Aveces nos referiremos a esa confrontación como una conversación de límite, o sea una charla con alguien en la cual usted confronta un problema que desea resolver con esa persona.

La charla

La última vez que alguien le dijo «Necesito hablar contigo», ¿có-mo impactó esto en usted? Pensó: Quizá necesita decirme cuánto me aprecia. O más probablemente pensó: Estoy en un lío. El hecho de pensar en sostener una charla con alguien puede crearnos mucha ansiedad y levantar numerosas banderas rojas, pues puede ser el au-gurio de conflictos, críticas y hasta el fin de una relación.

Muchos de nosotros vivimos, en lo que respecta a las relaciones, en dos mundos. En uno sostenemos conversaciones amistosas en las cua-les evitamos todo desacuerdo; en el otro sostenemos conversaciones cruciales de tipo conflictivo que desgarran todo y a todos. En el primer mundo tenemos conexión sin verdad, y en el segundo, verdad sin cone-xión.

Muchos de nosotros vivimos en dos mundos. En uno tenemos conexión sin verdad, y en el otro, verdad sin conexión.

Dios no nos concibió para vivir en estos dos mundos, sosteniendo estos dos tipos de relaciones. Desea que vivamos solo en uno, en aquel donde Él mora y donde la verdad y el amor coexisten como aliados, no como adversarios. Nuestras relaciones son mejo-res cuando se basan en la verdad, y nuestra verdad lo es cuando hacemos conexión. La Biblia llama a esto verdad con amor (Efesios 4:15). Las conversaciones funcionan mejor cuando a cada persona le interesa el bien de la otra y se dicen la verdad. Entonces ocurren cosas buenas. La gente armoniza, resuelve los problemas y aun mantienen la conexión que necesitan.

Cuando se han tenido muchas experiencias negativas en las relaciones se empieza a evitar el conflicto y la confrontación, y uno elude las conversaciones que se basan en la verdad. Se teme lo siguiente:

Perder la relación: se teme que la persona se aparte emocional o físicamente de nosotros.

Ser objeto de rencor: no queremos ser blanco del rencor o las quejas de alguien por haberlo confrontado.

Herir al otro: nos preocupa herir a la persona o sus sentimientos.

Que nos perciban como malas personas: deseamos que nos vean como buenos, y tememos que nos cataloguen como personas faltas de amor o de bondad.

Estos temores suelen evitar que la gente se siente a sostener las necesarias charlas que resolverían los problemas. Si usted se identifica con alguno de estos temores, valdrá la pena que aprenda de dónde proceden y cómo resolverlos. No tenemos espacio para abordar ese tema ahora, pero nuestro libro Fronteras es una buena fuente de esa información.

Y ahora queremos hablar más de los importantes beneficios que conlleva el confrontar a otros con quienes usted tiene problemas. Tomar conciencia de los beneficios y ventajas de una conversación amable y balanceada lo ayudará a superar sus temores y a sostener finalmente esa conversación. Ese es el objetivo de nuestro próximo capítulo.

CAPÍTULO 2

Beneficios de una buena

conversación

Amenudo pienso (yo, John) en las personas que a través de los años me han ayudado a crecer de forma significativa. Cuando me vienen a la mente reflexiono sobre las muchas maneras en que me ofrecieron su compasión, comprensión, estímulo y guía. No solo eso, sino que también les agradezco su honestidad, sus confrontaciones y su forma directa de hablar conmigo, lo cual le hizo muchísimo bien a mi vida. Soy un receptor agradecido de los beneficios de una buena confrontación.

Por ejemplo, recuerdo un período de mi vida en el que asumía demasiadas responsabilidades en mi trabajo y mi existencia empezaba a deshilacharse por los bordes. Como disfrutaba de las cosas que hacía, y estas tenían significado, me justificaba por excederme tanto. Sin embargo, un viejo amigo, Carl, me llamó la atención un día, mientras almorzábamos. Me dijo:

—John, ya no sé si te conozco.

—¿De qué estás hablando Carl? Claro que me conoces —respondí. Entonces procedió a plantearme amablemente varias cosas que había estado observando en mí últimamente: preocupación por mí mismo, falta de presencia emocional frente a los demás, distracción y falta de disponibilidad.

No podía de ningún modo ignorar sus palabras, pues sabía que no me estaba atacando. En realidad le preocupaba mi bienestar, y sus señalamientos sin duda resonaron en mi interior. Este fue un verdadero punto de inflexión para mí, un provechoso llamado de atención que me llevó a realizar algunos ajustes que hacía rato necesitaba. Al confrontarme, Carl pudo haberme preservado de problemas ulteriores más serios.

Necesitamos saber que el hecho de que nos confronten nos premia con una valiosa recompensa. En el resto de este libro mostraremos los detalles de cómo sostener una conversación cara a cara, y usted verá ejemplos, consejos y pautas para hacerlo. Pero en este capítulo queremos que analice los siete beneficios que se derivan de decir la verdad, y por qué Dios ha concebido las cosas de esta manera.

La preservación del amor

Probablemente el beneficio más importante de una buena confrontación es que preserva el amor en cualquier relación. Esto puede parecerle contradictorio. Podría llegar a pensar: Esto no tiene sentido. Si confronto a alguien, se enojará o romperá relaciones conmigo. Puede suceder, y a veces sucede, pero el objetivo no es enojar ni fastidiar a la otra persona, sino todo lo contrario: llamarla a la realidad.

La palabra confrontación quiere decir «volver la cara hacia, mirar de frente». Indica que usted está tornando hacia la relación y hacia la persona, que se encuentran cara a cara. En la confrontación, las personas simplemente se enfrentan a su relación y tratan un aspecto de ellas que debe atenderse. La intención es mejorar la relación, profundizar la intimidad y crear más amor y respeto entre dos personas.

Es por eso que para llevar a cabo ese proceso de forma efectiva necesita entender que la confrontación funciona mejor cuando sirve al amor . A las conversaciones que fijan límites las motiva e impulsa el amor. Ellas promueven los propósitos del amor y mejoran la relación, no la terminan.

¿Cómo puede la confrontación preservar el amor? Básicamente, protegiendo la relación de los elementos que la dañarían. El amor necesita protección. Es como cuidar un jardín. Si usted desea que sus plantas sobrevivan y crezcan fuertes necesita hacer algo más que regarlas y fertilizarlas. También necesita protegerlas del mal tiempo, de los insectos y de las enfermedades.

Del mismo modo, factores como la falta de atención, las actitudes defensivas o de control, la inmadurez y el egoísmo pueden contaminar cualquier relación. Si no se atienden en tiempo y forma, esta puede dañarse inexorablemente.

Cuando estudiaba para el posgrado trabajé como camarero en distintos restaurantes. En una ocasión me empleé en uno que estaba cerca de mi casa. Un amigo mío, Scott, también estudiante de posgrado, que trabajaba allí como jefe de camareros, fue quien me llevó. Él sabía que yo andaba buscando un trabajo cerca de mi domicilio, y me había hablado de la plaza vacante en su restaurante.

Una noche, Scott me pidió que habláramos, y salimos a tomar una taza de café después del trabajo. Después que nos acomodamos, se inclinó hacia mí y me dijo:

—John, desde que llegaste a este restaurante he sentido como si estuvieras compitiendo conmigo por el puesto de jefe. Quería decirte que eso es lo que me parece, y preguntarte qué piensas al respecto.

—Creo que tienes razón —le dije, luego de meditar sobre lo que me había dicho—. He estado compitiendo contigo, pero no estaba plenamente consciente de eso. Perdóname, Scott.

—No hay problema —dijo mi amigo—. Solo quería aclarar esto entre nosotros.

A partir de ese momento dejé de competir con Scott y me concentré en hacer bien mi trabajo. La temprana intervención de Scott ayudó a prevenir una profunda ruptura en nuestras relaciones. Después de eso seguimos trabajando en el mismo lugar durante un tiempo, y hemos conservado nuestra amistad hasta hoy. Una buena confrontación puede preservar una relación: «Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa» (Proverbios 27:6).

Para que no haya alejamiento

Las confrontaciones sanas no solo preservan las amistades, sino que también unen a personas que por una u otra razón se habían distanciado. Trate de pensar en alguien con quien ha mantenido un conflicto sin resolver. Puede ser que esa persona no esté emocionalmente dispuesta a unir vínculos. Quizá lo critica, o espera que le solucione sus problemas. Cualquiera sea el caso, si no se aborda el conflicto existente en una relación, esta se dañará. Y este diferendo lo desconectará y alejará de la otra persona. El grado en el cual ambas partes de una relación son capaces de plantear y resolver sus problemas es un indicio clave de la salud de dicha relación.

Dios ha concebido las relaciones para que sean íntegras, y mientras más partes de usted —sus fortalezas, debilidades, vulnerabilidades, pasiones, deseos, y fracasos— estén conectadas a las partes correspondientes de la otra persona, mayor será la intimidad, profundidad y significado de la relación. Pablo le hizo esta apelación al corazón de los corintios: «Hermanos corintios, les hemos hablado con toda franqueza; les hemos abierto de par en par nuestro corazón. Nunca les hemos negado nuestro afecto, pero ustedes sí nos niegan el suyo. Para corresponder del mismo modo —les hablo como si fueran mis hijos—, ¡abran también su corazón de par en par!» (2 Corintios 6:11-13).

Nuestros corazones deben ser francos con los demás. Donde existe un área de conflicto callada, sin atenderse ni resolverse, nuestros corazones pueden cerrarse. Muchas veces lo he experimentado en mi matrimonio: ante mi insensibilidad o el no estar disponible para Barbi hizo que ella se cerrara emocionalmente. La angustia que sentí entonces fue muy grande. Quería que mi esposa se entregara por completo a mí, pero una parte de ella no estaba allí. Por ejemplo, unos años antes tomé una decisión financiera sin consultar a Barbi. En esa ocasión pensé que no era algo tan importante, pero cuando se lo dije, sintió que la había excluido y herido. Durante un tiempo existió cierta distancia entre nosotros, mientras ella depuraba sus sentimientos acerca del asunto.

El grado en el cual ambas partes de una relación son capaces de plantear y resolver sus problemas es un indicio clave de la salud de dicha relación.

No hay nada más penoso que mantener una relación con alguien estando al mismo tiempo desconectados. Es una sensación muy negativa porque no es buena. Dios no nos concibió para esa clase de relaciones. No es que cuando Barbi y yo diferíamos en la solución de un problema fuera una fiesta, pero al menos conversábamos. Poníamos de nuestra parte para resolverlo, y lo más importante era que la angustia cesaba.

No puedo ignorar la importancia de este asunto. Es fundamental en la manera en que Dios diseñó las relaciones. La materia de estas es primordialmente el amor, porque la relación de Dios con nosotros es, fun-damentalmente, amor: «Amados, amémonos unos a otros; porque el amor viene de Dios» (1 Juan 4:7).

El que dos personas se sienten a conversar es el primer paso hacia el fin de los disensos. Una relación que fija límites es, en sí y por sí, una conexión. Las dos partes plantean sus diferencias a la luz de la relación y ven qué se puede hacer para restaurarla. Quizás el proceso no sea agradable, pero es mucho mejor que una relación muerta en vida, en la que nunca se eliminan sentimientos de dolor, ira, tristeza u amor contrariado. El no manifestarlos no hará que estos desaparezcan; por el contrario, se acentuarán más a medida que intentamos vivir como si no existieran. Las dos personas involucradas en este tipo de relación tratan de llevarse bien ignorando sus conflictos, sus emociones, pero finalmente estos terminan aflorando y su relación pareciéndose, por su endeblez, a una cáscara de nuez. Pero cuando la oportunidad se presta y los corazones de ambas personas están dispuestos, esa cascarita puede volver a llenarse de amor, alegría, plenitud.

Con frecuencia algunas parejas mencionan sus sentimientos des-pués de una confrontación no demasiado bien realizada. Aunque pue-dan haber dicho algunas cosas que no debían o hayan manejado mal la situación, al menos pueden sentir la presencia el uno del otro, y esa presencia, por más pobre que fuese, es siempre preferible a la ausencia.

La confrontación nos da poder

La confrontación también nos da poder, la capacidad de escoger opciones y de hacer cambios en nuestras relaciones. Dios nos creó de modo que fuéramos agentes de cambio para los demás. Tenemos la responsabilidad de influir en las personas que conocemos para que sean lo mejor

¿Disfrutas la vista previa?
Página 1 de 1