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Brasil-Cuba, un solo corazón (1822-2016)
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Brasil-Cuba, un solo corazón (1822-2016)
Libro electrónico580 páginas7 horas

Brasil-Cuba, un solo corazón (1822-2016)

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"Brasil-Cuba, un solo corazón", pleno de amor y solidaridad, refuerza hoy las estrechas e históricas relaciones que unen a nuestros pueblos, desde el siglo XIX hasta nuestros días, no obstante la distancia que nos separa del denominado "gigante del Sur", el cual se encuentra entre las diez principales potencias del orbe. La presencia del hermano Brasil como invitado de honor a la XXXII Feria Internacional del Libro de La Habana 2024, consolida aún más los vínculos que se han hecho más notables en las últimas más de seis décadas, tanto en el ámbito político y cultural, como en lo científico, luego del triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959 en el archipiélago caribeño. La presente obra es testimonio fiel de esa historicidad que identifica de antaño a ambas naciones.
IdiomaEspañol
EditorialRUTH
Fecha de lanzamiento30 abr 2024
ISBN9789591113474
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    Brasil-Cuba, un solo corazón (1822-2016) - Luis De la Rosa Valdés

    Capítulo I

    Durante el siglo independentista

    Brasil y Cuba son dos países de América Latina que presentan antecedentes históricos similares de colonización, exterminio indígena, esclavitud y plantaciones. La relación entre ambas naciones, que se conozca, empieza con la llegada a Santiago de Cuba, de Manuel González-Regüeiferos, natural de Brasil,² en la segunda mitad del siglo xvii, al convertirse en el primer inmigrante definitivo en suelo cubano procedente de este país.

    Resaltan intelectuales cubanos independencia de Brasil

    Es importante señalar que, durante la segunda década y primeros años de la tercera del siglo xix, se desarrollaron importantes acontecimientos en Cuba, que marcan la senda del ideal independentista.

    Por su parte, el entonces Estado de Brasil fue elevado en 1815 a la condición de Reino de Brasil, unido a los de Portugal y Algarve, con el nombre oficial del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, acumulando doña MaríaI de Portugal las tres coronas. Siete años después, un amplio movimiento inciado desde principios de 1822, y que fuera lidereado por el Príncipe Regente, don Pedro, hijo del monarca João VI, rompió el 7 de septiembre del propio año los lazos políticos con Portugal, fundando el Imperio de Brasil, que tenía como capital a Rio de Janeiro.

    Esa misma noche, Pedro y sus compañeros propagaron la noticia de la independencia brasileña, y fue recibido con gran celebración popular y llamado Rey de Brasil, así como también Emperador de Brasil.³

    La independencia de Brasil tuvo una gran repercusión internacional, especialmente en el continente americano y en particular en Cuba.

    En este sentido, se pronunció el prestigioso poeta cubano José María Heredia, en el artículo Buenos Aires y Brasil, publicado originalmente en el periódico El Iris, México, el 3 de junio de 1826, en el cual resalta la importancia de la independencia de Brasil, y en particular plasma sus preocupaciones americanistas:

    "El primer acto en que el orgullo europeo ha cedido en nuestro siglo a la fuerza de las cosas, y ha hecho una concesión al continente americano, ha sido una agresión más terrible, por más disimulada, que el desembarco de diez mil combatientes. El acta en que se reconoció la independencia del Brasil ha echado en la América del Sur la túnica de Deyanira.

    "Si el Brasil ha salido (quién sabe hasta cuándo) de la condición colonial, ha sido para dar a la Santa Alianza un punto de apoyo, y añadir fundamento a sus anticipaciones humanas. El emperador don Pedro, rebelde ayer y legítimo ya, empieza su flamante carrera de un modo que debe hacerlo respetable a los ojos de sus legitimadores colegas. La agresión y la violencia más insolente empiezan a marcar su conducta. Apenas libre de temores por parte de su padre decrépito, no sabe dar mejor empleo a su actividad que invadiendo el Alto Perú, y sosteniendo con las armas la usurpación escandalosa de la banda oriental del río de La Plata.

    "Un acto violento, inaudito, había puesto a los portugueses en posesión de esta provincia y le habían conservado a favor de las desgraciadas agitaciones de la República Argentina. Mas restituida la paz a ésta, era natural que no durase un estado de cosas tan contrario a los intereses y simpatías de los orientales. El valiente Lavalleja, a la cabeza de un puñado de patriotas, proclama la libertad a su patria, y los opresores batidos y humillados se acogen a los muros de Montevideo. La provincia libre como por encanto recobra sus derechos y envía su representante al Congreso de la nación Argentina, a que siempre perteneció por origen, leyes, culto, idiomas, por cuantos lazos y simpatías pueden unir más poderosamente a los pueblos con los pueblos.

    "El Congreso de la Plata admitió al diputado oriental y cumplió con esto su deber. El abandono de sus hermanos había sido un acto infame de temor y de ignominia. El emperador don Pedro, viendo desechadas con nobleza sus órdenes amenazadoras, convierte contra los republicanos sus manos empapadas aún en sangre brasilense, en sangre de cadalsos y ha empezado una guerra escandalosa, la primera que ha mancillado el suelo de la América emancipada.

    "[...] Es un error considerar a Brasil monárquico parte del sistema americano. ¿Qué tiene de común con él? ¿Sus derechos? Se fundan en la concesión del monarca portugués, tanto que don Pedro no quiere llamarse ya su defensor. Sin duda un resto de pudor le ha hecho renunciar este título que parecía un sarcasmo amarguísimo de su conducta. ¿Sus intereses? Nada pesan hoy: los de su tirano consisten en el triunfo de los legítimos que lo han adoptado, y a cuya vanguardia se ha puesto, porque sólo así puede impedir que vuelva a brotar el incendio que amagó devorarle en la malhadada Confederación del Ecuador. Desengañémonos: sólo el océano es barrera suficiente para impedir que ahoguen las repúblicas y los tronos.

    Así, pues, la independencia americana, o a lo menos su paz y prosperidad, estarán comprometidas mientras el Brasil no adquiera la libertad, cualidad indispensable para entrar en la gran familia de Colón, unida por comunidad de principios, e igualdad de derechos. ¿No será dado al Libertador añadir este timbre a su gloria espléndida? ¿No conserva su espada con la cual ha ofrecido volar a donde quiera que haya tiranos? Esperamos que en está ocasión le iluminará su estrella y que el ángel de América no abandonará su causa victoriosa.

    Por su parte, el destacado intelectual cubano José Antonio Saco (1797-1879), publica en 1834 un análisis de una obra sobre el Brasil, intitulada Noticias del Brasil en 1828 y 1829 por el presbítero R. Walsh, autor de un viaje a Constantinopla, etc. Es de significar, que en este se plasman los elevados conocimientos que acerca del gigante del sur poseía Saco, con una clara visión de su futuro. Por su valor histórico, transcribimos algunos párrafos del referido análisis:

    "Los dos volúmenes que componen esta obra, fueron escritos durante la residencia del autor en el Brasil, en calidad de capellán de la embajada que el gobierno británico nombró cerca de aquella corte en 1828 [...] El doctor Walsh, valiéndose de las ventajas de su posición política, se propuso recoger cuantas útiles noticias llegaran a su alcance para trasmitirlas a un amigo suyo residente en Inglaterra; y supo sacar de ellas tan buen partido, que si bien su obra no puede compararse en el plan ni en sus consecuencias a los célebres viajes de Humboldt y de Volney, todavía ha escrito un libro que para nosotros de mucha importancia. De sentir es que, en todo el discurso de la obra no nos haya dicho ni una sola palabra acerca del cultivo de la caña, ni la elaboración del azúcar; pero interesantes, que, despertando nuestra atención, nos anuncia que Cuba tiene en el Brasil su rival más formidable. Parecemos, pues, que será aceptable a nuestros lectores, el bosquejo político y económico de un país, que saliendo del abatimiento en que yacía, se ha elevado en el transcurso de pocos años al rango de un imperio poderoso, y que, si el genio fatal de la discordia no destruye los elementos de su grandeza, figurará antes de mucho, entre los grandes pueblos de la tierra.

    [...]

    "Las noticias que nos da el autor acerca de la población de Brasil, no concuerdan con las que hemos adquirido por otros conductos [...]

    [...]

    "En medio de datos tan divergentes, el observador no encuentra punto alguno donde fijarse, pues, aunque haya algunos censos y cálculos que inspiren menos desconfianza que otros, todos sin embargo distan de la verdad […]

    [...]

    "[...] Tales son las noticias que tenemos acerca de la población del Brasil; y ya que hemos tocado esta materia importante, permítasenos detener algunos momentos en la breve historia del comercio de esclavos que aquel país, o, mejor dicho, su madre patria, ha tenido con las costas africanas.

    [...]

    Cuando el Brasil se separó de Portugal, el emperador de aquella nación y el rey de la Gran Bretaña renovaron los compromisos existentes para poner término al comercio de esclavos; y el 3 de noviembre de 1826 celebraron en Rio de Janeiro un tratado por el cual se convino que al expirar tres años contados desde el día en que se canjeasen las ratificaciones, cesase enteramente el tráfico so pena de ser considerado como pirata el súbdito brasileño que lo hiciese. El Parlamento inglés confirmó este tratado el 2 de julio de 1827, y desde el 23 de marzo de 1830 quedó abolido para siempre en el Brasil un comercio, que, degradando a la especie humana, ha destruido ya una de las Antillas, y puesto a otras al borde de su ruina.

    Primeros intercambios comerciales

    Para Brasil y Cuba, la producción y el comercio de azúcar y café, durante las décadas de 1820, 1830 y 1840, presentan características semejantes. Así lo hace constar, el destacado investigador cubano Manuel Moreno Fraginals:

    "[…] En terrenos de fácil acceso a los puertos de embarque, la inversión azucarera era en la Isla [...] mucho más rentable que la cafetalera. Ahora bien, a medida que los ingenios se alejaban del embarcadero natural, la curva de costes ascendía de manera dramática, por las dificultades del transporte en carretas. Por el contrario, el café, producto de alto valor en relación con su peso, y costo y tara mínima por envase, era rentable en regiones alejadas, accesibles solo por arrias de mulos. Estos factores infraestructurales determinaron que se dedicara al azúcar las zonas cercanas o bien comunicadas con los puertos de embarque, y al cultivo del café aquellos terrenos inapropiados para la caña o que, por alejamiento de las terminales marítimas, no eran aplicables a la inversión azucarera. En evitación de fáciles objeciones es bueno aclarar que esto que acabamos de explicar es válido en Cuba, de modo general, hasta 1839. A partir de 1840, el boom ferrocarrilero permitirá que el azúcar penetre ilimitadamente hacia el interior de la Isla; así, el ferrocarril devenía un factor más en el desmantelamiento cafetalero cubano […]

    Brasil presentó un desarrollo similar al cubano. Por su enorme extensión territorial parecían ilimitadas sus posibilidades de crecimiento azucarero. Pero la realidad fue que, teniendo en cuenta la infraestructura de transporte requerida para la producción, los únicos ingenios realmente competitivos fueron aquellos situados en las áreas del nordeste, más o menos inmediatos a los puertos de embarque. Más allá podía cultivarse la caña, y se cultivó, pero el azúcar producida no podía competir en los mercados internacionales. El café brasileño, por el contrario, penetró y se extendió por el interior, cabalgando en interminables arrias de mulas. A la larga, el gran desarrollo cafetalero dejó como saldo una pobre red vial en Brasil (nos referimos, obviamente, a la zona productora y no al interior inexplorado), mientras Cuba mostrará en sus tierras cañeras el más imponente complejo ferroviario con que contará país colonial en el mundo.

    Moreno Fraginals continúa argumentando que:

    "[…] al iniciarse la década de 1840, el azúcar colonial inglés es insuficiente para abastecer el consumo metropolitano. Así, el crecimiento del mercado requirió, cada vez más, de azucares extranjeros. La Mayor de las Antillas llegó a suplir hasta un 22 % de este mercado en los 60 […]

    "Inicialmente, Cuba hubo de competir con el azúcar de Brasil en la conquista del mercado inglés. Pero ambos azúcares comenzaron pronto a verse desplazados por la creciente invasión de la subsidiada azúcar de remolacha. Ya en el quinquenio 1870-1874, estos azúcares de remolacha, de altísima calidad, copan más de un 27 % del mercado inglés, y la tendencia es ascendente. Esto significó un duro golpe, no solo para Cuba y Brasil, sino para los refinadores ingleses que vieron cómo el refino subsidiado de Francia y Alemania entraba en el país a precios verdaderamente incompetibles… El libre cambio empezaba a mostrar las grietas del desquebrajamiento: la situación resultó tan grave que Inglaterra convocó a la primera Conferencia Azucarera de 1864.

    El período se cierra, precisamente, con el máximo volumen histórico de exportaciones azucareras cubanas a Inglaterra. Los quinquenios siguientes verán una drástica caída hasta desaparecer el azúcar cubana del mercado inglés.

    Los primeros intercambios comerciales entre Brasil y Cuba se produjeron entre 1836 y 1859, los cuales adquirieron un carácter oficial a través del establecimiento por la nación sudamericana de un vicecónsul en La Habana, en 1862,⁸ y se designó para ocupar este cargo al señor Narciso Macía Domenck.⁹

    Es preciso señalar que, durante este período, la exportación de Cuba a Brasil produjo balanzas desfavorables para la Isla, según refiere Julio Le Riverend:

    "Tanto el comercio internacional como el interno se expanden, se diversifican y se organizan durante estos años, marcando el momento de mayor equilibrio —no obstante, las fluctuaciones— en este aspecto de la economía colonial cubana [...]

    Durante este período la distribución del comercio internacional de Cuba se mantuvo en sus líneas, tal como estaba situada desde los años posteriores a 1820. La aparición de Bélgica no se debe más que al hecho de la fundación de su monarquía independiente. En general no se abrieron nuevos mercados a los ya existentes. Cuba exportaba a España, Estados Unidos, Gran Bretaña, a Francia, con la cual tenía una balanza favorable solo por excepción, a Alemania, que comenzaba a ser uno de los grandes mercados azucareros del mundo, a Holanda, que también proporcionaba un intercambio favorable, como ocurría con Italia, Suecia y Noruega y Rusia. Bélgica, Dinamarca, Portugal y Brasil producían balanzas desfavorables regularmente. Por lo general el grupo compuesto por España, Hispano-América, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania y Holanda, constituían más o menos un 70 % del volumen total del comercio.¹⁰

    Para cerrar esta breve evolución del comercio, veamos el comportamiento de la balanza comercial de las importaciones y exportaciones entre ambos países.¹¹

    Otro dato relevante lo anota De la Pezuela, al referir que, según los datos de población referentes al año 1859, fueron registrados 5 brasileños de sexo masculino, residentes en Casilda, Partido de 3.ª clase de la Jurisdicción de Trinidad. Lo anterior indica que arribaron por el puerto de igual nombre que el pueblo.

    Reconoce Brasil beligerancia cubana

    Desde el punto de vista político —señala el intelectual español Luis Miguel García Mora—, las Antillas se habían mantenido al margen del liberalismo que, como forma de organización política, se venía desarrollando en la Península desde 1834. Las distintas constituciones que se dieron desde esa fecha hasta 1881 no rigieron en Cuba. La Isla careció del derecho de representación en Cortes y en ella subsistió una legislación especial siempre sometida a la libre voluntad del capitán general, quien, amparándose desde 1825 en la Ley de Facultades Omnímodas, por la que podía gobernar la colonia como si de una plaza sitiada se tratase, mantuvo a la Isla en el más completo absolutismo. Desde el punto de vista económico, la España del siglo xix carecía de la infraestructura precisa para desarrollar un moderno colonialismo, capaz de comercializar y transformar las materias primas, principalmente el azúcar, obtenidas de Cuba y, a su vez, suministrar los necesarios implementos industriales para mantener la especialización productiva. Esto ocasionó que los Estados Unidos se convirtiesen en la metrópoli económica de la Isla, en ellos se encontraba un mercado para su azúcar, los barcos para su comercio y la maquinaria para sus ingenios azucareros. En esta situación, España trató, desde la legislación de suplir sus deficiencias estructurales, sometiendo a la Isla a una elevada presión fiscal articulada sobre unos altos aranceles, que engordaban la renta de aduanas, a la par que trataban de reservar el mercado antillano para la producción peninsular.¹²

    Las consecuencias de toda esta situación estallaron en la Guerra de los Diez Años, o como se le conoce también Guerra Grande (1868-1878), con el objetivo de lograr la independencia de la colonia sobre la metrópoli española. La guerra comenzó con el Grito de Yara, el 10 de octubre de 1868, en la finca Demajagua, que pertenecía al abogado y terrateniente Carlos Manuel de Céspedes del Castillo. El insigne patriota reunió en el batey aledaño al ingenio, a los hombres que habían acudido a su llamamiento, declaró libres a sus esclavos y los invitó a la conquista de la independencia de la patria.

    Céspedes jamás consideró la revolución de Cuba como un hecho insular, aislado del resto del mundo, y por tanto esperaba el apoyo de las repúblicas hermanas de Hispanoamérica, y lo recibió en forma de reconocimiento de la República de Cuba por varios países hermanos, entre ellos el Imperio del Brasil.

    En carta fechada el 18 de junio de 1869, Céspedes le solicita a Su Majestad el emperador del Brasil, Pedro II el Magnánimo, el reconocimiento de la beligerancia para los cubanos; en tal sentido, le expresó:

    A SU MAJESTAD EL EMPERADOR DEL BRASIL

    SEÑOR

    El pueblo, cuyos destinos dirige Vuestra Majestad Ilustrísima con tanto acierto, reconoció la necesidad y la conveniencia de fundar en América el hecho de su independencia. La proclamó en su día, como Cuba ha proclamado la suya. Ambas naciones representan el mismo papel en la gran conquista de la civilización del Nuevo Mundo.

    Por éste y otros motivos de identidad, no dudo que esta naciente República merecerá las generosas simpatías de Vuestra Majestad y del Territorio Imperial; en cuya virtud, deseoso de que a éste y aquel estado los una la más íntima amistad y buena inteligencia, he conferido plenos poderes al C... con el carácter de Comisionado Especial y Ministro Plenipotenciario de este Gobierno, a fin de que promueva y gestione el reconocimiento de esta República.

    Dígnese Vuestra Majestad Ilustrísima recibirlo en su Corte, como legítimo Representante de esta Isla, y darle entero crédito a todo lo que haga en lleno de su misión diplomática, que no la traspasará de los justos limites que deben señalar los mutuos intereses de los dos países.

    Aprovecho esta oportunidad para tener el honor de ofrecerme a Vuestra Majestad Ilustrísima con la más alta consideración.

    Patria y Libertad.

    Sibanicú, junio 18 de 1869

    Señor. C. M. DE CÉSPEDES¹³

    El 11 de julio de 1869, el Imperio de Brasil otorgó la beligerancia a los cubanos en armas, y se recuerda la firme respuesta —dentro del marco de un profundo análisis jurídico internacional— que le diera la cancillería brasileña a España en el caso del vapor Moctezuma, que refutaba que se tratara de piratas, porque no tienen por objeto el cometer depredaciones, sino ayudar a la causa de una colonia insurreccionada.¹⁴

    De esta forma, prácticamente con la casi excepción de Argentina, gobernada por los representantes de la oligarquía ganadera y bajo la temprana dependencia de los capitanes británicos, los países de América Latina reconocieron, de una manera u otra, la independencia de Cuba a la beligerancia de los patriotas antillanos (fueron los casos de Colombia, Venezuela, México, Chile, Bolivia, Perú, Brasil, El Salvador y Guatemala), dieron protección diplomática y asilo seguro a los luchadores cubanos, otorgaron su respaldo material y político y ofrecieron su cooperación a planes hemisféricos para mediar en el conflicto, en medio de intensas campañas de prensa desfavorables a los insurrectos.¹⁵

    Cubanos parten desde Brasil a luchar por la independencia de su patria

    Un hecho destacable es que, al iniciarse la Revolución de Yara, los cubanos Domingo y Valentín Goicuria, padre e hijo, respectivamente, que se encontraban de visita en tierra brasileña, decidieron incorporarse a la lucha por la independencia de la patria. Sobre este importante hecho conocemos que:

    "Domingo Goicuria Cabrera, hombre justo y honesto que luchó por la abolición de la esclavitud y la trata negrera, nació en La Habana el 23 de junio de 1805. Residio en Estados Unidos y Europa. En Cuba, nombrado secretario de la Junta de Fomento, se pone a trabajar, deseoso de conseguir reformas útiles para el país. En 1867 hace un viaje al Brasil, a visitar a su hija. En aquel país, tan semejante al suyo por la naturaleza, pasa días verdaderamente encantadores, olvidado de angustias y tormentos. Pero hasta allí va, en noviembre del año 1868, la noticia de que en Cuba había estallado una revolución capitaneada por Carlos Manuel de Céspedes, en pro de la independencia.

    Conocer esta noticia y sentir la necesidad de correr a luchar él también, fue todo uno. En vano fueron las súplicas de la familia: resuelto, se embarca para los Estados Unidos, acompañado de su hijo Valentín, quien, exaltado por la fiebre del padre, desea también combatir por Cuba.¹⁶

    Otros importantes detalles son revelados por José Domingo Cortés, en su obra Diccionario biográfico americano, publicada en 1876:

    "GOICURIA (DOMINGO), uno de los cubanos que más han merecido bien de la patria por su constante esfuerzo en favor de la independencia de la isla. Con Narciso Lopez, con Hernandez, con cuantos intentaron librar de España a Cuba, cooperó aquel ardiente patriota, que pasó su agitada vida buscando, en la emigracion y en el destierro, auxiliares y recursos para hacer independiente a su patria. Estaba en el Brasil cuando estalló la revolucion. Apenas lo supo partió para Nueva York, y no cesó de trabajar hasta que consiguió formar la expedicion del Lilliau [...]

    "GOICURIA (VALENTÍN), como el anterior cuyo hijo era, murió por la patria. Era un joven de veinticuatro años, que habría podido seguir paseando por Nueva York; por Paris; por Rio de Janeiro, en donde le sorprendió el grito de Yara, si hubiese querido contentarse con desear el triunfo de la revolución. No se contentó con ello, y se dirigió a NuevaYork, de donde salió para Cuba en la expedición del Perit. Esta expedición tuvo que sufrir dos ataques formidables de los españoles, y en el segundo, el de Cubitas, murió combatiendo Valentín Goicuria".¹⁷

    Martí sobre la diplomacia brasileña

    El 12 de octubre de 1888, el insigne intelectual y luchador independentista cubano, José Martí Pérez, fue nombrado representante en los Estados Unidos y Canadá de la Asociación de la Prensa de Buenos Aires.

    Un año más tarde, Pedro II, emperador de Brasil, fue depuesto el 15 de noviembre de 1889 por un golpe militar republicano liderado por el general Deodoro da Fonseca, que se convirtió en el primer presidente del país. Nace así la República de los Estados Unidos del

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